Primera Lectura: I Corintios 12, 12-14. 27-31ª
12Es un hecho que el cuerpo,
siendo uno, tiene muchos miembros, pero los miembros, aun siendo muchos, forman
entre todos un solo cuerpo. 13Pues también el Mesías es así, porque también a
todos nosotros, ya seamos judíos o griegos, esclavos o libres, nos bautizaron
con el único Espíritu para formar un solo cuerpo, y sobre todos derramaron el
único Espíritu; 14y es que tampoco el cuerpo es todo el mismo órgano, sino
muchos.
27Pues bien, vosotros sois
cuerpo de Cristo, y cada uno por su parte es miembro. 28En la comunidad Dios ha
establecido a algunos en primer lugar como apóstoles; en segundo lugar, como
profetas; en tercer lugar, como maestros; luego hay obras extraordinarias;
luego dones de curar, asistencias, funciones directivas, diferentes lenguas.
29¿Son todos apóstoles?, ¿son todos profetas?, ¿son todos maestros?, ¿hacen
todos obras extraordinarias?, 30¿tienen todos dones de curar?, 31a¿hablan todos
en lenguas?, ¿pueden todos traducirlas?
EXPLICACIÓN.
Para inculcar que los
carismas o dones del Espíritu se dan para el bien común, Pablo utiliza una
analogía popular entre los filósofos de su tiempo: los miembros de una sociedad
o grupo humano están vinculados como los miembros de un mismo cuerpo; aquí, por
obra del Espíritu, que crea la igualdad fundamental. Como sucede en el
cuerpo, sin embargo, la diversidad no se opone a la unidad (12-13); más aún, es
indispensable, porque las funciones son complementarias (14-20).
Aceptar las diferencias de funciones,
querida por Dios; si todos los miembros de la comunidad tuviesen la misma
función, no sería posible el servicio mutuo. Los dones más valiosos no son los
más llamativos, sino los que más contribuyen a construir la comunidad. Apóstol, el
que funda comunidades y las educa en la fe; profeta, el que
transmite a la comunidad lo que el Señor quiere enseñarlo o indicarle; maestro, el
que explica el mensaje de Jesús. Otros dones más ocasionales (27-28). No debe
haber rivalidades (29-30). Los dones más valiosos, crítica
implícita a la excesiva valoración del don de lenguas (cf. 14,2) (31a).
Salmo
Responsorial: 100 (99)
1Vitorea al Señor, tierra entera,
2servid al Señor con alegría
entrad a su presencia aclamando.
3Sabed que el Señor es Dios,
entrad a su presencia aclamando.
3Sabed que el Señor es Dios,
él nos hizo y somos suyos,
pueblo suyo y ovejas de su aprisco.
4Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
4Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dadle gracias, bendecid su nombre:
5«EI Señor es bueno, su misericordia es eterna,
su fidelidad de edad en edad».
su fidelidad de edad en edad».
EXPLICACIÓN.
100 Himno con invitatorio ampliado y motivación simplificada. El
invitatorio se articula en siete imperativos, de los cuales el central da
contenido concreto a la alabanza. El último verso es el texto de la bendición.
En un horizonte universal, de "la tierra entera" se coloca la
elección de un rebaño. El contexto es cúltico, como una procesión de
"entrada": "puertas, atrios, presencia".
100,2. "Servid" puede tener sentido genérico, venerar, o
restringido, dar culto.
100,3. "Sabed" es imperativo raro: tiene el peso de
reconocer. El complemento "nos" se estrecha al pueblo. "Nos ha
hecho" físicamente por la bendición patriarcal de la fecundidad (Gn 12,2);
políticamente, haciendo de una masa de esclavos una nación libre;
religiosamente por la alianza.
100,5. "Bondad, fidelidad y lealtad" forman parte de la
proclamación litúrgica, desde Ex 34,6 en adelante.
Trasposición cristiana.
"Nos hizo" se puede ensanchar para que abarque a todos los
hombres (Hch 17,26); se puede estrechar a la Iglesia como rebaño del buen pastor
(Jn 10,12-16).
Evangelio: Lucas 7, 11-17
11
Después de esto fue a una ciudad llamada Naín, acompañado de sus discípulos y
de una gran multitud.
12 Cuando se acercaba a las puertas de la ciudad resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; una considerable multitud de la ciudad la acompañaba.
13 Al verla el Señor, se conmovió y le dijo:
- No llores.
14 Acercándose, tocó el ataúd (los que lo llevaban se pararon) y dijo:
- ¡Joven, a ti te hable, levántate!
15 El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
16 Todos quedaron sobrecogidos y alababan a Dios diciendo:
- Un gran profeta ha surgido entre nosotros.
Y también:
- Dios ha visitado a su pueblo.
17 Este dicho acerca de Jesús se extendió por todo el país judío y todo el territorio circundante.
EXPLICACIÓN.
D. Jesús e Israel. 11-17. Como en el episodio anterior, dos personajes; ahora, la madre y el hijo muerto, figuras respectivamente de la ciudad/nación (Sión) y del pueblo. Alusión a Elías y la viuda de Sarepta (1 Re 17,8-24) y a Eliseo y la sunamita (2 Re 4,32-37). Para los contemporáneos, la muerte del hijo único significaba un juicio y castigo de Dios contra la madre viuda. Viuda, Israel privado de su Dios (cf. Jr 51,5); el hijo único, el pueblo. El Señor(13): condición divina. La situación de Israel conmueve a Jesús; tocar el ataúd, no hacer caso de la impureza legal (Nm 19,11-16; cf. Lc 5,13); lo detiene en su camino hacia la muerte definitiva (entierro) (14).
La palabra de Jesús comunica vida, capacita al muerto para levantarse por sí solo (cf. 5,24). Nueva vida: movimiento y palabra. Se lo entregó a su madre, cf. 1 Re 17,23; Elías, tipo de Jesús (15). Doble comentario (16): Un gran profeta, como Elías y Eliseo (cf. 2 Re 4), continuidad con el AT. Dios ha enviado a su pueblo, trasfondo mesiánico (cf. 1,68, cántico de Zacarías), anuncio de la liberación de Israel (cf. Éx 4,31), esperanza de cambio definitivo.
12 Cuando se acercaba a las puertas de la ciudad resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; una considerable multitud de la ciudad la acompañaba.
13 Al verla el Señor, se conmovió y le dijo:
- No llores.
14 Acercándose, tocó el ataúd (los que lo llevaban se pararon) y dijo:
- ¡Joven, a ti te hable, levántate!
15 El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
16 Todos quedaron sobrecogidos y alababan a Dios diciendo:
- Un gran profeta ha surgido entre nosotros.
Y también:
- Dios ha visitado a su pueblo.
17 Este dicho acerca de Jesús se extendió por todo el país judío y todo el territorio circundante.
EXPLICACIÓN.
D. Jesús e Israel. 11-17. Como en el episodio anterior, dos personajes; ahora, la madre y el hijo muerto, figuras respectivamente de la ciudad/nación (Sión) y del pueblo. Alusión a Elías y la viuda de Sarepta (1 Re 17,8-24) y a Eliseo y la sunamita (2 Re 4,32-37). Para los contemporáneos, la muerte del hijo único significaba un juicio y castigo de Dios contra la madre viuda. Viuda, Israel privado de su Dios (cf. Jr 51,5); el hijo único, el pueblo. El Señor(13): condición divina. La situación de Israel conmueve a Jesús; tocar el ataúd, no hacer caso de la impureza legal (Nm 19,11-16; cf. Lc 5,13); lo detiene en su camino hacia la muerte definitiva (entierro) (14).
La palabra de Jesús comunica vida, capacita al muerto para levantarse por sí solo (cf. 5,24). Nueva vida: movimiento y palabra. Se lo entregó a su madre, cf. 1 Re 17,23; Elías, tipo de Jesús (15). Doble comentario (16): Un gran profeta, como Elías y Eliseo (cf. 2 Re 4), continuidad con el AT. Dios ha enviado a su pueblo, trasfondo mesiánico (cf. 1,68, cántico de Zacarías), anuncio de la liberación de Israel (cf. Éx 4,31), esperanza de cambio definitivo.
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