Primera Lectura: Eclesiastés 1, 2-11
2¡Vanidad de vanidades -dice Qohelet-; vanidad de vanidades, todo es
vanidad!
Nada hay nuevo bajo el sol
3¿Qué saca el hombre de todas las fatigas que lo fatigan bajo el sol?
4Una generación se va, otra generación viene, mientras la tierra siempre
está quieta. 5Sale el sol, se pone el sol, jadea por llegar a su puesto y de
allí vuelve a salir. 6Camina al sur, gira al norte, gira y gira y camina el
viento. 7Todos los ríos caminan al mar y el mar no se llena; llegados al
sitio adonde caminan, desde allí vuelven a caminar.
8Todas las cosas cansan y nadie es capaz de explicarlas. No se sacian
los ojos de ver ni se hartan los oídos de oír. 9Lo que pasó, eso pasará; lo que
sucedió, eso sucederá: nada hay nuevo bajo el sol. 10Si de algo se dice: «Mira,
esto es nuevo», ya sucedió en otros tiempos mucho antes de nosotros. 11Nadie se
acuerda de los antiguos y lo mismo pasará con los que vengan: no se acordarán
de ellos sus sucesores.
EXPLICACIÓN.
1,2 La frase, casi a la letra, se lee al final del libro (12,8); por
tanto, enmarca la serie entera de reflexiones dispares. La fórmula ha entrado
en nuestra literatura y había que respetarla: "vanidad de
vanidades". El vocablo hebel significa soplo, y
por traslación, lo que no tiene sustancia, lo vacío, huero, nada. La
construcción es una especie de superlativo, como "el cantar de los
cantares", equivale a "el mejor cantar". Podríamos traducir:
soplo liviano, suspiro leve, o bien, vacío completo, total sinsentido, nada de
nada ...
El vocablo Qohelet funciona como nombre y como oficio, sin o con
artículo: compárese con Esd 2,55 (soperet) o Is 40,9 (mebasasaeret). La
traducción etimológica sería "asambleísta", y podría designar al que
dirige la palabra.
1,3 La pregunta es muy sapiencial. El "asambleísta", en
nombre de toda la asamblea humana, va a hacer un balance de la vida humana,
gastos y ganancias en su correlación. Pero parece que el v. 2 ha adelantado la
respuesta, provocando una resonancia irónica o invitando a no hacerse
ilusiones.
1,4-11 Antes de entrar en harina, el autor (o quien sea) nos hace leer
este breve poema, que establece la tonalidad del libro. Es una mirada que
abarca audazmente todo el horizonte, "bajo el sol", y todas las
generaciones humanas para establecer el principio de la desilusión. Repitiendo
palabras y construcciones, reproduce estilísticamente la monotonía de lo que
existe.
En la primera estrofa (4-7) desfila una cuaterna: la tierra inmóvil,
el sol jadeante, el viento, los ríos. Es el mismo sol cada mañana, el mismo
viento que gira, los mismos ríos que fluyen, el mismo mar que los recibe. Cada
generación humana es lo único que no dura, aunque la nueva es igual a la
anterior.
En la segunda estrofa está el hombre con su historia, si así se la
puede llamar: a pesar de tanto suceder, es como si nada sucediese. En toda la
pieza no aparece Dios, ni como creador ni como director de la historia. La
mirada del hombre está encerrada "bajo el sol". El montaje paralelo
de naturaleza e historia sirve aquí para naturalizar la historia. En el cosmos
los mismos sujetos desempeñan el mismo papel, en la historia humana nuevos
sujetos desempeñan el mismo papel.
1,5 Compárese, por ejemplo, con la visión triunfal, heroica, del sol
en Sal 19, o bien con la visión del Señor que viene como sol que sale e
ilumina, Is 60 y 62; Sal 57, o con la gran descripción de Eclo 43. Qohelet
contempla un sol cansado, forzado a repetir cada día su trabajo.
1,6 Qué prestigio el del viento en el AT: Gn 1; Sal 104,30 etc.
Qohelet contempla un viento encarcelado entre cielo y tierra.
1,7 Parece suponer que el agua de los ríos, llegada al océano, baja al
océano inferior y lo atraviesa para volver a salir en los manantiales.
1,8 Transformar en palabra hechos y experiencias es toda la tarea del
AT y la maestría de sus escritores. También Qohelet lo intenta, y desde el
principio comenta su propio fracaso: compárese con Dt 29,3.
1,9 La sentencia es polémica; compárese con Is 43,18. Qohelet niega
toda novedad objetiva y explica su apariencia por la falta de memoria. Pero,
extrañamente, parece saber y recordar todo el pasado, pues afirma que todo ha
sucedido ya.
Salmo
Responsorial: 90 (89) 3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17
3Tú devuelves el hombre al polvo, diciendo:
¡Volved, hijos de Adán!
¡Volved, hijos de Adán!
4Para ti mil años son un ayer que pasó,
una vela nocturna.
una vela nocturna.
se renuevan como la hierba:
6por la mañana se renueva y florece,
por la tarde se seca y la siegan.
por la tarde se seca y la siegan.
12Enséñanos a llevar buena cuenta
de nuestros días
de nuestros días
para que adquiramos un corazón sensato.
13¡Vuélvete, Señor! ¿hasta cuándo?,
13¡Vuélvete, Señor! ¿hasta cuándo?,
ten compasión de tus siervos.
14Sácianos por la mañana de tu misericordia,
y todos nuestros días serán alegría y júbilo.
17Venga a nosotros la bondad del Señor
nuestro Dios,
nuestro Dios,
consolida la obra de nuestras manos.
¡Consolídala, la obra de nuestras manos!
¡Consolídala, la obra de nuestras manos!
EXPLICACIÓN.
90,3 La historia del Génesis es evocada en un verso. El que modeló al
hombre, dando le consistencia, lo hizo deleznable; el que integró sus partes lo
deja desintegrarse: Job 10,9.
90,4 Las medidas humanas del tiempo no sirven, de ninguna manera, para
medir a Dios (2 Pe 3,8). Tal inmensidad refuerza la melancolía del orante.
90,5 El texto es algo dudoso. "Arrastras": el verbo hebreo
sugiere una lluvia torrencial.
90,6-11 Sección definida por la inclusión con "ira". Si la
primera parte veía el tiempo humano a la luz de la duración divina, ésta lo ve
a la luz de la cólera divina. De la melancolía pasamos al sentimiento trágico,
cuando dos realidades estrechamente ligadas, pecado y cólera, se yerguen en la
conciencia del hombre.
90,6 Cuatro verbos en este verso, excelente por su concentración;
cuánta actividad para pasar más aprisa.
90,12-17 Una vez tocado el punto más bajo, el orante busca salir a
flote rezando a Dios. Y lo hace en tres momentos imbricados. El primero: la
aceptación resignada, sin ilusiones: es sensatez. El segundo es unos bienes que
compensen las desgracias. El tercero es la fecundidad de la acción.
90,12 A medida que pasan los años, instruido por Dios, el hombre
madura en sensatez.
90,13 El verdadero cambio ha de suceder por una acción divina, que el
hombre puede sólo suplicar.
90,14-15 La petición es modesta: equilibrar en la balanza de la vida
penas y gozos. Pero Dios puede alumbrar una mañana realmente nueva, puede
desequilibrar la balanza.
90,16-17 En un modelo doméstico, los siervos piden al amo que comience
actuando y que dé eficacia a la tarea encomendada; algo semejante en un modelo
político. De ahí se sube a la visión teológica: el hombre será lo que haya
hecho: él y Dios en él.
90,17 Is 26,12.
Trasposición cristiana.
La "vuelta" de Dios de la ira a la misericordia sucede en
Jesucristo: Ef 2,4-7. Las obras del cristiano, vitalizadas por la fuerza de la
resurrección (Flp 3,10), cobran consistencia y fecundidad (Flp 2,13), Y al
final lo acompañarán (Ap 14,13).
Evangelio: Lucas 9, 7-9
7
El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que estaba pasando y no sabía a qué
atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de la muerte;
8 otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que un profeta de los antiguos había vuelto a la vida.
9 Pero Herodes se dijo:
- A Juan le corté yo la cabeza. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?
Y tenía ganas de verlo.
EXPLICACIÓN.
La gente integra a Jesús en sus categorías y lo identifica con personajes del pasado. No se dan cuenta de la novedad de la actuación y mensaje de Jesús. Duda de Herodes, cuya oposición a Juan ha terminado con la ejecución de éste (cf. 3,19s); replantea la pregunta sobre la identidad de Jesús (cf. 7,19.20.49; 8,25) y desea verlo (cf. 23,8).
8 otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que un profeta de los antiguos había vuelto a la vida.
9 Pero Herodes se dijo:
- A Juan le corté yo la cabeza. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?
Y tenía ganas de verlo.
EXPLICACIÓN.
La gente integra a Jesús en sus categorías y lo identifica con personajes del pasado. No se dan cuenta de la novedad de la actuación y mensaje de Jesús. Duda de Herodes, cuya oposición a Juan ha terminado con la ejecución de éste (cf. 3,19s); replantea la pregunta sobre la identidad de Jesús (cf. 7,19.20.49; 8,25) y desea verlo (cf. 23,8).
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