Primera Lectura: Isaías 35, 4-7ª
4Decid a los cobardes:
“Sed fuertes, no temáis”;
mirad a vuestro Dios, que trae el desquite,
viene en persona, os resarcirá y os salvará.
5Se despegarán los ojos del ciego,
los oídos del sordo se abrirán,
6saltará como ciervo el cojo,
la lengua del mundo cantará;
porque ha brotado agua en el desierto,
torrentes en la estepa,
7ª el páramo será un estanque,
lo reseco un manantial,
EXPLICACIÓN.
35,3-4. Compárese con la
negativa de Éx 33,2 y la promesa de Is 52,6.
35,5-6. Ojos y oídos eran
motivo conductor en 28-33 y lo son en 40-55.
Salmo
Responsorial: 146 (145)
1¡Aleluya! Alaba, alma mía,
al Señor
6b
que mantiene su fidelidad perpetuamente
7que hace justicia a los oprimidos;
7que hace justicia a los oprimidos;
que da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos.
8EI Señor da vista a los ciegos
el Señor endereza a los que se doblan,
el Señor ama a los honrados,
el Señor ama a los honrados,
9el Señor guarda a los emigrantes;
sustenta al huérfano y a la viuda
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
10El Señor reina eternamente
tu Dios, Sión, de edad en edad.
EXPLICACIÓN.
146,6b-7a "Fidelidad y justicia" pueden definir el gobierno
del Señor; véanse Jr 50, 33; Sal 103,6.
146,7b La preocupación por los cautivos parece afirmarse con el
destierro: Is 49,9; 61,1. Del sentido propio se pasa fácilmente a significar
otras cautividades, físicas o espirituales.
146,8a También la ceguera admite significados metafóricos: Is
42,7.16-19; 43,8.
146,8b-9 En los extremos coloca a "honrados / malvados" o
inocentes y culpables. Hay que tomarlos como correlativos. En medio, como caso
particular las tres categorías tradicionales de "emigrantes, huérfanos y
viudas".
146,9 Ex 22,21 s.
146,10 Sión es la capital de Dios Rey: Miq 4,7.
Trasposición cristiana.
Para el tema de la realeza de Dios y de su Mesías citamos Ap 11,15.
Jesús desata a la mujer encadenada (Lc 13,16), abre los ojos a los ciegos (Mt
9,30; 11,5), alimenta a los hambrientos (Mt 14,13-21).
Segunda Lectura: Santiago 2. 1-5
1Hermanos míos, no
confundáis la fidelidad a nuestro Señor Jesús, Mesías glorioso, con ciertos
favoritismos. 2Supongamos que en vuestra reunión entra un personaje con
sortijas de oro y traje flamante y entra también un pobretón con traje
mugriento. 3Si atendéis al del traje flamante y le decís: "Tú siéntate
aquí cómodo", y decís al pobretón: "Tú, quédate de pie o siéntate
aquí en el suelo junto a mi estrado", 4¿no habéis hecho discriminaciones
entre vosotros? y ¿no os convertís en jueces de raciocinios inicuos?
5Escuchad, queridos hermanos, ¿no fue Dios quien escogió a los que son pobres a los ojos del mundo para que fueran ricos de fe y herederos del Reino que él prometió a los que lo aman?
5Escuchad, queridos hermanos, ¿no fue Dios quien escogió a los que son pobres a los ojos del mundo para que fueran ricos de fe y herederos del Reino que él prometió a los que lo aman?
EXPLICACIÓN.
El favoritismo por los ricos
indica la adhesión a una falsa escala de valores (cf. 1,9s). Esta conducta se
desentiende de la preferencia de Dios por los pobres e ignora la opresión que
ejercen los ricos, quienes, apoyados en su prestigio social utilizan la ley
para favorecer sus propios intereses y en contra de los débiles (1-6).
Evangelio: Marcos 7, 31-37
31Dejó Jesús la comarca de Tiro,
pasó por Sidón y llegó de nuevo al mar de Galilea por mitad del territorio de
la Decápolis.
Incomprensión de los discípulos: El
sordomudo
32Le llevaron un sordo tartamudo y
le suplicaron que le aplicase la mano. 33Lo tomó aparte, separándolo de la
multitud, le metió los dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua.
34Levantando la mirada al cielo dio un suspiro y le dijo:
-Effatá (esto es: «ábrete»).
35Inmediatamente se le abrió el oído,
se le soltó la traba de la lengua y hablaba normalmente. 36Les advirtió que no
lo dijeran a nadie, pero, cuanto más se lo advertía, más y más lo pregonaban
ellos. 37Extraordinariamente impresionados, decían:
-¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a
los sordos y hablar a los mudos.
EXPLICACIÓN.
(7,31-37):
Los casos de sordera o ceguera en el Evangelio (cf.8,24b; 10,46b) escenifican
la incomprensión expresada en 4,12 (<<por más que vean no perciban y por
más que escuchen no entiendan»). El episodio está en paralelo con el de
6,35-37, que mostraba la incomprensión de los discípulos antes del reparto de
pan a la multitud judía. Son los discípulos o seguidores israelitas, no
mencionados en la escena y que no habían entendido el dicho anterior de Jesús
(7,18), quienes están representados por el sordo tartamudo (cf Is 35,6 LXX, del
éxodo de Babilonia, lo que pone a la escena en clave de liberación de una
esclavitud, la de la ideología nacionalista de poder). No entienden el
mensaje de Jesús por no haber aceptado la universalidad del
Reino. La curación se hace separándose de la
multitud (seguidores no israelitas, cf. 7,14) (33), como en 7,17ss la
pregunta de los discípulos y la respuesta de Jesús. Suspiró, tristeza,
pena (cf, 8,12, de los fariseos) (34). El plural los sordos, los
mudos, en la frase final (37), que se refiere a la única curación
anterior, muestra de nuevo que el sordo es una figura representativa.
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