Primera Lectura: Isaías 38,
1-6. 21-22. 7-8
Enfermedad y curación de Ezequías (2 Re
20,1-11).
1En aquel tiempo, Ezequías cayó enfermo de
muerte. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a visitarlo y le dijo:
-Así dice el Señor: Haz testamento, porque vas
a morir sin remedio.
2Entonces, Ezequías volvió la cara a la pared y
oró al Señor:
3-Señor, ten presente que he procedido de
acuerdo contigo, con corazón sincero e íntegro, y que he hecho lo que te
agrada.
Y lloró con largo llanto.
4El Señor dirigió la palabra a Isaías:
5-Vé y dile a Ezequías: Así dice el Señor, Dios
de tu padre David: He escuchado tu oración, he visto tus lágrimas. Mira, añado
a tus días otros quince años. 6Os libraré de3 las manos del rey de Asiria, a ti
y a esta ciudad, y la protegeré.
21Isaías ordenó:
-Que traigan un emplasto de higos y lo apliquen
a la herida para que se cure.
22Ezequías dijo:
-¿Cuál es la señal de que subiré a la casa del
Señor?
7Respondió:
-Ésta es la señal del Señor, de que cumplirá el
Señor la palabra dada: 8”En el reloj de sol de Ajaz haré que la sombra
retroceda los diez grados que ha avanzado”.
Y desanduvo el sol en el reloj los diez grados
que había avanzado.
EXPLICACIÓN.
38,1. Aquí corresponde la noticia cronológica
de 36,1: año catorce de su reinado, 713; mucho antes de los sucesos narrados en
el capítulo precedente, que caen en el año 701. El rey tenía veinte años cuando
cayó enfermo.
38,3 A una vida recta y sincera ante Dios
corresponde la bendición de “largos años”. Ezequías apela a las bendiciones de
Dios, en estilo deuteronómico.
38,4. A la súplica responde el oráculo por
medio del profeta de corte.
38,5-6. El título divino recuerda la alianza
con la dinastía. La promesa que le hacen es limitada, pero apreciable para el
que está a la muerte; quince años más de reinado, seguridad para él y para su
ciudad; implícitamente, también un heredero (en aquel momento Ezequías todavía
no tenía hijos, a juzgar por la edad de Manasés al sucederle). Escúchense esos
quince años de reinado seguro en el contexto de la catástrofe de Samaría (722),
pues así lo escuchó el joven rey.
38,8. El prodigio del reloj de sol simboliza el
alejarse de la muerte, el prolongarse la luz de la vida. El reloj como medida y
símbolo de la vida humana ha pasado a nuestras literaturas (Quevedo).
Interleccional:
Señor, detuviste mi alma ante la
tumba vacía. Isaías 38.
Cántico
de Ezequías (Sal 30; 88).
10
“Yo pensé: “Mediada la vida,
tengo
que marchar
hacia
las puertas del Abismo
me
privan del resto de mis años”.
11Yo
pensé: “Ya no veré más al Señor
en la
tierra de los vivos,
ya no
miraré a los hombres
entre
los habitantes del mundo.
12Levantan
y enrollan mi morada
como
tienda de pastores.
Como
un tejedor devanaba yo mi vida,
y me
cortan la trama.
16Los
que Dios protege, viven,
y
entre ellos vivirá mi espíritu:
me
has curado, me has hecho revivir.
EXPLICACIÓN.
38,10.
Aunque el hombre sea limitado, siente un cierto derecho a una vida colmada:
morir a los veinte años es malograrse, es ser privado de algo que le pertenece.
La forma impersonal disimula el sujeto, que es Dios.
38,11.
La existencia después de la muerte no conoce culto religioso ni vida social. El
Abismo se opone a la “tierra de los vivos”, tierra creada para que el hombre la
habite.
38,12.
La comparación de la tienda revela la vida como peregrinación, como camino
nomádico: la tienda ha sido por un momento huésped de un terreno, se ha clavado
provisoriamente en tierra. Por un momento el hilo de una vida ha diseñado una
figura en el tapiz o ha cruzado una parte del tejido; ese hilo se corta sin
piedad. La imagen de la tela es más sugestiva que la simple de devanar, que es
la de las parcas, y que Quevedo transpone a dimensión cósmica: “Devanan sol y
luna, noche y día, del mundo la robusta vida” (Job 6,9).
38,16.
Repentinamente cambia el tono: de la angustia a la confianza, a la experiencia
de la salud. En ellas ha experimentado la mano de Dios, que vivifica. Véase Sal
30,4: “Me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa”.
Evangelio: Mateo 12, 1-8
Evangelio: Mateo 12, 1-8
1 En aquella ocasión, un sábado
echó Jesús a andar por lo sembrado; los discípulos sintieron hambre y empezaron
a arrancar espigas y a comer.
2 Los fariseos, al verlo, le dijeron:
- Mira, tus discípulos están haciendo lo que no está permitido en día de precepto.
3 Él les replicó:
- ¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y sus hombres sintieron hambre?
4 Entró en la casa de Dios y comieron de los panes y de la ofrenda, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus hombres, sino sólo a los sacerdotes.
5 Y ¿no habéis leído en la Ley que los sábados los sacerdotes violan el precepto en el templo sin incurrir en culpa?
6 Pues os digo que hay algo más que el templo aquí.
7 Si comprendierais lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios" (Os 6,6) no condenaríais a los que no tienen culpa.
8 Porque el Hombre es señor del precepto.
EXPLICACIÓN.
1 - 8. Se explicita el contraste entre Jesús maestro y los maestros de Israel. Carga insoportable de la observancia del sábado, síntesis de la Ley. Mt señala que los discípulos sienten hambre (no en Mc ni Lc). Arrancar espigas, permitido por Dt 23,26, pero los fariseos lo consideran equivalente a la recolección, prohibida en sábado (Éx 34,21). Esperan que Jesús corrija a sus discípulos, pero él defiende su conducta.
Episodio conocido en la historia de David (Lv 24,5-9; 1 Sm 21,1ss): ante la necesidad, David contravino lo prescrito. La misma Ley (Nm 28,9s) relativiza el precepto del descanso. Si el culto a Dios en el templo prevalecía sobre el descanso (5) ahora Jesús es superior al templo (6) y la misericordia/ayuda al hombre prevalece sobre el culto (Os 6,6; cf. Mt 5,7) (7). Razón última: el Hombre (el que posee el Espíritu de Dios) es señor del precepto y, por tanto, de la Ley. Los discípulos, en su tanto, participan de la libertad y del señorío de Jesús mismo.
2 Los fariseos, al verlo, le dijeron:
- Mira, tus discípulos están haciendo lo que no está permitido en día de precepto.
3 Él les replicó:
- ¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y sus hombres sintieron hambre?
4 Entró en la casa de Dios y comieron de los panes y de la ofrenda, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus hombres, sino sólo a los sacerdotes.
5 Y ¿no habéis leído en la Ley que los sábados los sacerdotes violan el precepto en el templo sin incurrir en culpa?
6 Pues os digo que hay algo más que el templo aquí.
7 Si comprendierais lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios" (Os 6,6) no condenaríais a los que no tienen culpa.
8 Porque el Hombre es señor del precepto.
EXPLICACIÓN.
1 - 8. Se explicita el contraste entre Jesús maestro y los maestros de Israel. Carga insoportable de la observancia del sábado, síntesis de la Ley. Mt señala que los discípulos sienten hambre (no en Mc ni Lc). Arrancar espigas, permitido por Dt 23,26, pero los fariseos lo consideran equivalente a la recolección, prohibida en sábado (Éx 34,21). Esperan que Jesús corrija a sus discípulos, pero él defiende su conducta.
Episodio conocido en la historia de David (Lv 24,5-9; 1 Sm 21,1ss): ante la necesidad, David contravino lo prescrito. La misma Ley (Nm 28,9s) relativiza el precepto del descanso. Si el culto a Dios en el templo prevalecía sobre el descanso (5) ahora Jesús es superior al templo (6) y la misericordia/ayuda al hombre prevalece sobre el culto (Os 6,6; cf. Mt 5,7) (7). Razón última: el Hombre (el que posee el Espíritu de Dios) es señor del precepto y, por tanto, de la Ley. Los discípulos, en su tanto, participan de la libertad y del señorío de Jesús mismo.
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