Primera Lectura: Hechos
4,33;5,12.27-33;12,2
4
33 Los apóstoles deban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho
vigor; todos ellos eran muy vistos,
5
12 Por mano de los apóstoles se realizaban muchas señales y prodigios en medio
del pueblo. Todos los fieles se reunían unánimes en el pórtico de Salomón;
27 Los condujeron a presencia del
Consejo, y el sumo sacerdote los interrogó:
28 - ¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar sobre esa persona? En cambio, habéis llenado Jerusalén de vuestra enseñanza y pretendéis hacernos responsables de la sangre de este hombre.
29 Replicó Pedro junto con los apóstoles:
- Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.
30 El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros asesinasteis colgándolo de un madero.
31 La diestra de Dios lo exaltó constituyéndolo Jefe y Salvador, para otorgar a Israel el arrepentimiento y el perdón de los pecados.
32 Testigos de estos hechos somos nosotros, y también el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que le obedecen.
33 Exasperados por esta respuesta, querían darles muerte.
28 - ¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar sobre esa persona? En cambio, habéis llenado Jerusalén de vuestra enseñanza y pretendéis hacernos responsables de la sangre de este hombre.
29 Replicó Pedro junto con los apóstoles:
- Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.
30 El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros asesinasteis colgándolo de un madero.
31 La diestra de Dios lo exaltó constituyéndolo Jefe y Salvador, para otorgar a Israel el arrepentimiento y el perdón de los pecados.
32 Testigos de estos hechos somos nosotros, y también el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que le obedecen.
33 Exasperados por esta respuesta, querían darles muerte.
12
2 Hizo pasar a cuchillo a Santiago, el hermano de Juan.
EXPLICACIÓN.
4,33. El testimonio de los
apóstoles sigue polarizado en la resurrección de Jesús (33).
5,12. La tercera hoja (5,12-16),
considerada por la mayoría de comentaristas como el tercer sumario, al
desconectarla sin motivo del contexto anterior, describe la proyección de la
comunidad hacia afuera. La comunidad creyente aparece ya netamente diferenciada
del pueblo de Israel, y aun cuando va todavía al templo, no sube para celebrar
la oración litúrgica oficial sino para reunirse en el pórtico de Salomón (12s).
Los apóstoles se declaran los
posesores de la verdadera tradición israelita (30: "nuestros padres")
en oposición a los dirigentes ("vosotros"). Resuena de nuevo la
temática de la salvación/liberación de Israel gracias al arrepentimiento que
lleva al perdón de los pecados (31), característica de la misión precursora del
Bautista (cf. 2,33.36.38; 3,15,19.26 y Lc 1,16.71.77; 3,3). Su testimonio y el
que ha dado el Espíritu Santo en su segunda efusión (4,31) confirman, según
ellos, que Jesús es el verdadero Jefe y Liberador de Israel (31s). No se
aprecia apertura alguna a los paganos.
El jurista Gamaliel, en representación de la facción farisea ("cierto fariseo"), asume la defensa del grupo apostólico frente a los saduceos, que quieren acabar con ellos (33-40).
El jurista Gamaliel, en representación de la facción farisea ("cierto fariseo"), asume la defensa del grupo apostólico frente a los saduceos, que quieren acabar con ellos (33-40).
12,2. Consciente de la
susceptibilidad nacional y religiosa de los judíos, primero tantea el ambiente
haciendo degollar a Santiago, hermano de Juan, primer mártir del grupo
apostólico (2);
Salmo
Responsorial: 67 (66)
(Nm
6,22-27)
2Dios tenga piedad y nos bendiga,
muéstrenos su rostro radiante,
3para que conozca la tierra tus caminos,
todas las naciones tu salvación.
4iQue te den gracias los pueblos, oh Dios,
que todos los pueblos te den gracias!
5Que lo celebren jubilosas las naciones
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
6iQue te den gracias los pueblos, oh Dios,
que todos los pueblos te den gracias!
7La tierra ha dado su cosecha:
nos bendice Dios, nuestro Dios.
8Nos bendice Dios: Que lo respeten
todos los confines del orbe.
2Dios tenga piedad y nos bendiga,
muéstrenos su rostro radiante,
3para que conozca la tierra tus caminos,
todas las naciones tu salvación.
4iQue te den gracias los pueblos, oh Dios,
que todos los pueblos te den gracias!
5Que lo celebren jubilosas las naciones
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
6iQue te den gracias los pueblos, oh Dios,
que todos los pueblos te den gracias!
7La tierra ha dado su cosecha:
nos bendice Dios, nuestro Dios.
8Nos bendice Dios: Que lo respeten
todos los confines del orbe.
EXPLICACIÓN.
67 Bendición en forma imprecatoria. Es
como un comentario o variación ampliada de la bendición canónica que se lee en
Nm 6,24-26. Lo que allí pronunciaban los sacerdotes aarónidas, aquí se
democratiza en un plural colectivo "nos". Lo que allí era
estrictamente israelita, aquí se universaliza. Es legítimo sospechar que un
copista ha omitido el estribillo al final de la tercera estrofa.
67,2 Todo parte de la
"piedad" de Dios: actitud y acto gratuito que al hombre le es
sugerido invocar. El "bendecir" de Dios es bienhacer, porque diciendo
hace. La humanidad comienza con una bendición: Gn 1 ,28. Un "rostro"
benévolo irradia luz: Prov 16,15; EcI 8,1.
67,3
Los "caminos" son el modo de actuar.
67,4 Estribillo de estilo hímnico.
67,5
El gobierno de Dios es justo, como cantan los salmos 96 y 98.
67,7 La bendición equivale a la lluvia que fertiliza
la tierra. Aunque dice "nuestro Dios", no pronuncia el nombre de Yhwh.
Trasposición cristiana.
Tratándose de bendición, es obligado citar el comienzo de la carta a
los Efesios.
Segunda
Lectura: II Corintios 4,7-15
7Pero este tesoro lo
llevamos en vasijas de barro, para que se vea que esa fuerza tan extraordinaria
es de Dios y no viene de nosotros. 8Nos aprietan por todos lados, pero no nos
aplasta; 9estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no
abandonados; 10nos derriban, pero no nos rematan; paseamos continuamente en
nuestro cuerpo el suplicio de Jesús, para que también la vida de Jesús se
transparente en nuestro cuerpo; 11es decir, que a nosotros que tenemos la vida,
continuamente nos entregan a la muerte por causa de Jesús, para que también la
vdia de Jesús se transparente en nuestra carne mortal. 12Así la muerte actúa en
nosotros y la vida en nosotros.
13Sin embargo, poseyendo el mismo espíritu de fe que se expresa en aquel texto de la Escritura: "Creo, por eso hablo" (Sal 116,10), también creemos nosotros y por eso hablamos, 14sabiendo que aquel que resucitó a Jesús nos resucitará también a nosotros con Jesús y nos colocará con nosotros a su lado. 15Y todo esto es por vosotros, de suerte que, al extenderse la gracia a más y más gente, multiplique la acción de gracias para gloria de Dios.
13Sin embargo, poseyendo el mismo espíritu de fe que se expresa en aquel texto de la Escritura: "Creo, por eso hablo" (Sal 116,10), también creemos nosotros y por eso hablamos, 14sabiendo que aquel que resucitó a Jesús nos resucitará también a nosotros con Jesús y nos colocará con nosotros a su lado. 15Y todo esto es por vosotros, de suerte que, al extenderse la gracia a más y más gente, multiplique la acción de gracias para gloria de Dios.
EXPLICACIÓN.
Son precisamente las
tribulaciones y persecuciones que sufre, y que muestran su debilidad, las que
prueban que Dios está con él. Vasijas
de barro, posible alusión a Gn 2,7 (cf. Rom 9,21-23; 1 Cor 15,47)
(7). Situaciones extremas que no logran impedir su actividad; es más, cuanto
mayor es la persecución (el
suplicio de Jesús), más efectiva es en él la vida de Jesús (8-11).
La entrega a la muerte por amor es la que manifiesta y comunica la potencia de
la vida (12).
Cita de Sal 116,10 (LXX). La fe, que incluye la certeza de la resurrección, da fuerzas para proclamar el mensaje, a pesar de la oposición. Esta certeza es propia de todo cristiano, no sólo del apóstol (14). Las penalidades se aceptan para que los hombres conozcan la generosidad de Dios y lo alaben por ella (13-15).
Cita de Sal 116,10 (LXX). La fe, que incluye la certeza de la resurrección, da fuerzas para proclamar el mensaje, a pesar de la oposición. Esta certeza es propia de todo cristiano, no sólo del apóstol (14). Las penalidades se aceptan para que los hombres conozcan la generosidad de Dios y lo alaben por ella (13-15).
Evangelio: Mateo
20,20-28
PETICIÓN DE LOS
ZEBEDEOS.
20 Entonces se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos para rendirle homenaje y pedirle algo.
21 Él le preguntó:
- ¿Qué deseas?
Contestó ella:
- Dispón que cuando tú reines estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
22 Pero Jesús replicó:
- No sabéis lo que pedís: ¿sois capaces de pasar el trago que voy a pasar yo?
Le contestaron:
- Sï, lo somos.
23 Él les dijo:
- Mi trago lo pasaréis, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no está en mi mano concederlo más que a aquellos a los que mi Padre se lo tenga preparado.
24 Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos.
INSTRUCCIÓN.
25 Jesús los reunió y les dijo:
- Sabéis que los jefes de las naciones las dominan y que los grandes les imponen su autoridad.
26 No será así entre vosotros; al contrario, el que quiera hacerse grande sea servidor vuestro
27 y el que quiera ser primero sea siervo vuestro.
28 Igual que el Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos.
20 Entonces se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos para rendirle homenaje y pedirle algo.
21 Él le preguntó:
- ¿Qué deseas?
Contestó ella:
- Dispón que cuando tú reines estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
22 Pero Jesús replicó:
- No sabéis lo que pedís: ¿sois capaces de pasar el trago que voy a pasar yo?
Le contestaron:
- Sï, lo somos.
23 Él les dijo:
- Mi trago lo pasaréis, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no está en mi mano concederlo más que a aquellos a los que mi Padre se lo tenga preparado.
24 Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos.
INSTRUCCIÓN.
25 Jesús los reunió y les dijo:
- Sabéis que los jefes de las naciones las dominan y que los grandes les imponen su autoridad.
26 No será así entre vosotros; al contrario, el que quiera hacerse grande sea servidor vuestro
27 y el que quiera ser primero sea siervo vuestro.
28 Igual que el Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos.
EXPLICACIÓN.
Tríptico: 20,20-34; 20,25-28;
20,29-34. La primera y la tercera unidad se corresponden, pues los dos ciegos
son figura de los dos hermanos y, en general, de todos los discípulos. Unidad
central, instrucción de Jesús: opone el dominio que se ejerce en la sociedad
civil al servicio que debe practicarse en la comunidad.
La petición de la madre es la de los discípulos (22). Estos no pierden la esperanza de ver a Jesús como monarca y ambicionan los primeros puestos (21). Para participar de la verdadera realeza de Jesús hay que asociarse a su pasión y muerte (27,37). Pasar el trago, lit. "beber la copa", locución semítica que denota una prueba dolorosa (Is 51,17; Lam 4,21). "La copa" vuelve a aparecer en Getsemaní (26,39) y la ofrecerá Jesús a los suyos en la cena (26,27). Dispuestos a todo para lograr su propósito (22). Pasar por la misma prueba es parte del compromiso que hace el discípulo para seguir a Jesús (16,24). Quiénes son los primeros en el seguimiento lo conoce sólo el Padre (23). La mención de dos (21) y de diez (24) recuerda el cisma de Israel (1 Re 12).
Instrucción (25-28). El dominio y la tiranía son propios de los que no conocen a Dios (25; cf. 1 Sm 8,5). En la comunidad de Jesús, la grandeza o la primacía no derivan del dominio, sino del servicio (26s). Misión del Hombre (Jesús y los suyos): en la comunidad, ser servidor, no tener servidores; con la humanidad (todos), procurar su liberación del antiguo pueblo para legar a la tierra prometida, pero no con la violencia guerrera, sino con un amor dispuesto a dar la vida.
La petición de la madre es la de los discípulos (22). Estos no pierden la esperanza de ver a Jesús como monarca y ambicionan los primeros puestos (21). Para participar de la verdadera realeza de Jesús hay que asociarse a su pasión y muerte (27,37). Pasar el trago, lit. "beber la copa", locución semítica que denota una prueba dolorosa (Is 51,17; Lam 4,21). "La copa" vuelve a aparecer en Getsemaní (26,39) y la ofrecerá Jesús a los suyos en la cena (26,27). Dispuestos a todo para lograr su propósito (22). Pasar por la misma prueba es parte del compromiso que hace el discípulo para seguir a Jesús (16,24). Quiénes son los primeros en el seguimiento lo conoce sólo el Padre (23). La mención de dos (21) y de diez (24) recuerda el cisma de Israel (1 Re 12).
Instrucción (25-28). El dominio y la tiranía son propios de los que no conocen a Dios (25; cf. 1 Sm 8,5). En la comunidad de Jesús, la grandeza o la primacía no derivan del dominio, sino del servicio (26s). Misión del Hombre (Jesús y los suyos): en la comunidad, ser servidor, no tener servidores; con la humanidad (todos), procurar su liberación del antiguo pueblo para legar a la tierra prometida, pero no con la violencia guerrera, sino con un amor dispuesto a dar la vida.
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