domingo, enero 01, 2012

Viernes 27 de enero del 2012. Mc 4,26-34.

Las parábolas del Reino (Mt 13,31-32; Lc 13,18-19)


26y siguió diciendo:
-Así es el reino de Dios, como cuando un hombre ha echado la semilla en la tierra; 27 él duerme y está despierto, por la noche y por el día, y la semilla germina y va creciendo sin que él sepa cómo. 28Por sí misma la tierra va produciendo el fruto: primero hierba, luego espiga, luego grano repleto en la espiga. 29y cuando el fruto se entrega, envía en seguida la hoz, porque la cosecha está ahí.
30y siguió diciendo:
- Con que podríamos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? 31Con un grano de mostaza, que, cuando se siembra en la tierra, aun siendo la semilla más pequeña de todas las que hay en la tierra, 32sin embargo, cuando se siembra, va subiendo, se hace más alta que las hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden anidar a su sombra.
33Con otras muchas parábolas del mismo estilo les exponía el mensaje, según lo que podían oír, 34y no se lo exponía más que en parábolas; a sus propios discípulos se lo explicaba todo aparte.


Explicación.
Jesús se dirige de nuevo a la multitud, exponiendo en clave el secreto del Reino. Primera parábola del Reino (4,26-29), su aspecto personal: la maduración del hombre por la asimilación del mensaje, hasta la entrega total (el fruto = el hombre nuevo, se entrega). En la tierra, universalidad (cf. 2,10). El que siembra debe respetar ese proceso interior (sin que él sepa cómo). La siega: el individuo se integra en la comunidad, en su fase terrestre y poshistórica (cf. 13,27).


Segunda parábola (4,30-32), el aspecto social del Reino: pequeñez inicial y apariencia modesta (contra Ez 17,22-24, «el cedro frondoso», sobre la restauración de Israel). No hay continuidad con el pasado (semilla nueva, no esqueje del antiguo cedro). No se planta en un monte alto, sino en la tierra, universalidad; resultado, un arbolito, pero que ofrece acogida a todo hombre (pájaros).


El Reino, por tanto, excluye la ambición de triunfo personal y de esplendor social. Los discípulos (= los Doce, 4,10), imbuidos como la multitud de la ideología del judaísmo, no entienden las parábolas (cf.4,13), por no haber hecho suyo el secreto del Reino (34).

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