domingo, enero 01, 2012

Lunes 23 de enero del 2012. Mc 3,22-30.

22Los letrados que habían bajado de Jerusalén iban diciendo:
-Tiene dentro a Belcebú.
Y también:
-Expulsa los demonios con poder del jefe de los demonios.
23Él los convocó y, usando comparaciones, les dljo:
¿ Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? 24Si un reino se divide internamente, ese reino no puede seguir en pie; 25 y si una familia se divide internamente, no podrá esa familia seguir en pie. 26Entonces, si Satanás se ha levantado contra sí mismo y se ha dividido, no puede tenerse en pie, le ha llegado su fin.
27Pero no, nadie puede meterse en la casa del fuerte y saquear sus bienes si primero no ata al fuerte; entonces podrá saquear su casa.
28Os aseguro que todo se perdonará a los hombres, las ofensas y, en particular, los insultos, por muchos que sean; 29pero quien insulte al Espíritu Santo no tiene perdón jamás; no, es reo de una ofensa definitiva.
30Es que iban diciendo:
-Tiene dentro un espíritu inmundo.


Explicación.
También las autoridades centrales quieren neutralizar el peligro que representa Jesús para la institución. Unos letrados (maestros de la ideología oficial), llegados de Jerusalén, lo difaman, acusándolo de magia (ser agente del jefe de los demonios); afirman, por tanto, que liberar de la sumisión a la doctrina oficial (expulsar demonios), como hace Jesús, es un mal, y que Jesús es un enemigo de Dios (agente del diablo) (22). Aunque eludían el encuentro, Jesús los convoca, mostrando así su autoridad sobre los enemigos del reino de Dios (23). Les demuestra lo absurdo de su acusación: Satanás (figura del poder y de la ambición de poder) no dará nunca verdadera libertad al hombre, sería destruirse a sí mismo (24-26). Al rebatirles la acusación, muestra Jesús que son ellos los que están de parte de Satanás (el poder) y contra la libertad del hombre. El fuerte (27), figura satánica de poder, representa la institución judía; su casa, el ámbito de su dominio; Jesús pretende sacar al pueblo (sus bienes) del dominio de la institución, anulando el influjo de ésta (atar/o), ejercido mediante la doctrina. Afirmación solemne y grave: todo puede ser perdonado (28) excepto el insulto al Espíritu Santo (29), la mala fe, mostrada aquí al atribuir al espíritu inmundo (30) la liberación que efectúa el Espíritu de Dios (los letrados conocían bien la historia de Israel, que tuvo principio con la liberación de Egipto, y los escritos proféticos, cf. Is 1,17; 58,6s; 61,1; J r 21,11 s; 22, 15s; Ez 34,2-4; Sal 72,4.12-14).

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