viernes, junio 01, 2012

28 DE JUNIO DEL 2012.


Primera Lectura: II Reyes 24, 8-17

Jeconías de Judá (598-597) (2Cr 36,9-10).
8Cuando Jeconías subió al trono tenía dieciocho años, y reinó tres meses en Jerusalén. Su madre se llamaba Nejustá, hija de Elnatán, natural de Jerusalén. 9Hizo lo que el Señor reprueba, igual que su padre.
10En aquel tiempo, los oficiales de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra Jerusalén y la cercaron. 11Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a Jerusalén cuando sus oficiales la tenían cercada. 12Jeconías de Judá se rindió al rey de Babilonia, con su madre, sus ministros, generales y funcionarios. El rey de Babilonia los apresó el año octavo de su reinado. 13(Se llevó los tesoros del templo y de palacio, y destrozó todos los utensilios de oro que Salomón, rey de Israel, había hecho para el templo según las órdenes del Señor. 14Deportó a todo Jerusalén, los generales, los ricos –diez mil deportados-, los herreros y cerrajeros; sólo quedó la plebe). 15Nabucodonosor deportó a Jeconías  a Babilonia. Llevó deportados de Jerusalén a Babilonia el rey, la reina madre y sus mujeres, sus funcionarios y grandes del reino, 16todos los ricos –siete mil deportados-, los herreros y cerrajeros –mil deportados-, todos aptos para la guerra. 17En su lugar nombró rey a su tío Matanías, y le cambió el nombre en Sedecías.

EXPLICACIÓN.

24,8. El partido de la resistencia contaba con que el hijo de Jeconías (Yehoyakin) continuase la política paterna. Al principio el joven cedió a los ministros; pero cuando un ejército en regla asedió la capital, Jeconías se rindió para salvar la vida y la ciudad. El emperador tomó represalias, impuso fuertes tributos y nombró un rey vasallo, de la familia de Josías: Sedecías.
24,12. Entre los deportados de la primera ola marchó a Babilonia un joven sacerdote que había de recibir su vocación profética en el destierro; anunció la caída definitiva y la esperanza de restauración: se llamaba Ezequiel. Para este profeta, Jeconías sigue siendo el rey legítimo, los años se siguen contando según su sucesión al trono.
24,13-14. Adición posterior que anticipa hechos de la segunda deportación. Véase Jr 27,22. Los versos siguientes dan la versión original. *O: según lo que había anunciado el Señor, Is 20,17s.
24,15-16. Con estas medidas, Nabucodonosor creyó domada la resistencia de los judíos. Se engañaba.
24,17. Es un hijo de Josías, hermano uterino de Joacaz, el rey depuesto por Necó. También Nabucodonosor respetó los sentimientos religiosos del pueblo, dando al nuevo rey un nombre yahvista. Sedecías significa “justicia (o victoria) del Señor”. ¿Hay un toque de ironía en semejante nombre? (cfr. Jr 23,6).

Salmo Responsorial: 79 (78)

1¡Oh Dios!, los paganos han invadido tu heredad,
                   han profanado tu santo templo,
han reducido Jerusalén a ruinas.
2Echaron los cadáveres de tus siervos
en pasto a las aves del cielo
la carne de tus leales a las fieras de la tierra.
3Derramaron su sangre como agua
                   en tomo a Jerusalén,
y nadie la enterraba.
4Fuimos el escarnio de nuestros vecinos,
                   burla y baldón de los que nos rodean.
5¿Hasta cuándo, Señor, enojado?
¿siempre ardiendo como fuego tus celos? 
8No nos imputes los delitos de los antepasados.
Que tu compasión se apresure a alcanzamos,
                   pues estamos agotados.
9Socórrenos, Dios Salvador nuestro,
por el honor de tu nombre.
Líbranos y expía nuestros pecados,
                   en atención a tu nombre.

EXPLICACIÓN.

79,1 La invocación inicial sitúa la descripción y todo el salmo. "Heredad" del Señor es el territorio (Ex 15,17) Y la capital (Sal 47,3). Invadirlo va contra un precepto (Lam 1,10). "Profanar el santuario" es delito denunciado en la ley y los profetas: Lv 15,31; Nm 19,13; Jr 7,30.
79,2. Motivo literario tópico: 1 Sm 17,46; 2 Sm 21,10; 2 Re 9,35-37. 

79,3 "Derramar sangre" es fórmula técnica de homicidio. La sangre hay que enterrarla o taparla para que no clame al cielo: Gn 4,10; Job 16,18.
79,5-9 Estos siete versos, con su distribución proporcionada, nos hacen sentir el problema de la discriminación. La comunidad se siente bajo la ira de Dios prolongada; y no pide que cese la ira, sino que cambie de destinatario. 79,6-7 Los paganos se definen por "no reconocer al Señor" ni "invocar su nombre", de donde se sigue el imperialismo "devorador": cfr. Sal 14. Léase la respuesta del faraón en Ex 5,2. La "dehesa" es el territorio o la capital: Ex 15,13; Is 33,20; Jr 25,30 etc. 
79,8-9 Confesándose culpables, apelan a la compasión de Dios y al honor de su nombre. Los pecados de los antepasados se han acumulado bajo los pecados recientes (Is 65,7), "nuestros": los antiguos que Dios los olvide, los recientes que los "expíe". Estos tres versos son una confesión penitenclal resumida: puede verse ampliada en Esd 9; Neh 9-10; Dn 3 y 9; Bar 1,15-3,8.
79,8 "No imputes" o no recuerdes: con valor judicial: Is 43,25; Jr 31,34. 
79,9 Sobre "expiar", además de los textos litúrgicos de Lv y Nm, pueden consultarse Is 6,7; 22,14; 27,9.

Trasposición cristiana.

El Apocalipsis recoge dos temas del salmo: los cadáveres sin enterrar y la venganza de los asesinados: Ap 11,7; 6,9. Piensa en un juicio final o definitivo, con oposiciones netas, sin intermedios. La Iglesia perseguida recita el salmo confesando sus pecados y pidiendo la justicia necesaria para liberar a las víctimas inocentes.

Evangelio: Mateo 7, 21-29

21 No basta decirme: "¡Señor, Señor!", ¡si hemos profetizado en tu nombre y echado demonios en tu  nombre y hecho muchos prodigios en tu nombre!"
23 Y entonces yo les declararé: "Nunca os he conocido. ¡Lejos de mí los que practican la iniquidad!
                24 En resumen: Todo aquel que escucha estas palabras mías y las pone por obra se parece al hombre sensato que edificó su casa sobre roca. 
25 Cayó la lluvia, vino la riada, soplaron los vientos y arremetieron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada en la roca.
                26 Y todo aquel que escucha estas palabras mías y no las pone por obra se parece al necio que edificó su casa sobre la arena.
27 Cayó la lluvia, vino la riada, soplaron los vientos, embistieron contra la casa y se hundió. ¡Y que hundimiento tan grande!
               28 Al terminar Jesús este discurso, las multitudes estaban impresionadas por su enseñanza,
29 porque les enseñaba con autoridad, no como sus letrados.

EXPLICACIÓN.

 De nuevo (24-23) el primado de las obras sobre las palabras. Pero, más allá de las obras, Jesús juzga las intenciones. Lo extraordinario carece de valor (22-23) si no nace del amor n tiende a construir el reino de Dios. Parábola final (24-27): se contrapone el llevar o no a la práctica la enseñanza escuchada. La casa, el hombre mismo. El éxito de su vida en medio de las dificultades se basa en un proceder acorde con el mensaje de Jesús, cuyo punto culminante han sido las bienaventuranzas. Asombro de las multitudes (28, cf. 4,25). Jesús no se apoya en la tradición, como los letrados (29), habla con autoridad propia. La doctrina oficial cae en el descrédito.

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