Primera Lectura: I
Reyes 18, 20-39
20Ajab despachó órdenes a
todo Israel, y los profetas se reunieron en el monte Carmelo. 21Elías se acercó
a la gente y dijo:
-¿Hasta cuándo vais a
caminar con muletas? Si el Señor es el verdadero Dios, seguidlo; si lo es Baal,
seguid a Baal.
22La gente no respondió una
palabra. Entonces Elías les dijo:
-He quedado yo solo como
profeta del Señor, mientras que los profetas de Baal son cuatrocientos
cincuenta. 23Que nos den dos novillos: vosotros elegid uno, que lo descuarticen
y lo pongan sobre la leña sin prenderle fuego; yo prepararé el otro novillo y
lo pondré sobre la leña sin prenderle fuego. 24Vosotros invocaréis a vuestro
dios y yo invocaré al Señor, y el dios que responda enviado fuego, ése es el
Dios verdadero.
Toda la gente asintió:
-¡Buena idea!
23Elías dijo a los profetas
de Baal:
-Elegid un novillo y
preparadlo vosotros primero, porque sois más. Luego invocad a vuestro dios,
pero sin encender el fuego.
26Agarraron el novillo que
les dieron, lo prepararon y estuvieron invocando a Baal desde la mañana hasta
mediodía.
-¡Baal, respóndenos!
Pero no se oía una voz ni
una respuesta, mientras brincaban alrededor del altar que habían hecho.
27Al mediodía, Elías empezó
a reírse de ellos:
-¡Gritad más fuerte! Baal es
dios, pero estará meditando, o bien ocupado, o estará de viaje. ¡A lo mejor
está durmiendo y se despierta!
28Entonces gritaron más
fuerte, y se hicieron cortaduras, según su costumbre, con cuchillos y punzones,
hasta chorrear sangre por todo el cuerpo. 29Pasado el mediodía, entraron en
trance, y así estuvieron hasta la hora de la ofrenda. Pero no se oía una voz,
ni una palabra, ni una respuesta. 30Entonces Elías dijo a la gente:
-¡Acercaos!
31Se acercaron todos, y él
reconstruyó el altar del Señor, que estaba demolido: tomó doce piedras, una por
cada tribu de Jacob (a quien el Señor había dicho: “Te llamarás Israel”); 32con
las piedras levantó un altar en honor del Señor, hizo una zanja alrededor del
altar, como para sembrar dos fanegas; 33apiló la leña, descuartizó el novillo,
lo puso sobre la leña 34y dijo:
-Llenad cuatro cántaros de
agua y derramadla sobre la víctima y la leña.
Luego dijo:
-¡Otra vez!
Y lo hicieron otra vez.
Añadió:
-¡Otra vez!
35Y lo repitieron por
tercera vez. El agua corrió alrededor del altar, e incluso la zanja se llenó de
agua.
36Llegada la hora de la
ofrenda, el profeta Elías se acercó y oró:
-¡Señor, Dios de Abrahán,
Isaac e Israel! Que se vea hoy que tú eres el Dios de Israel y yo tu siervo, que he hecho esto por orden
tuya. 37Respóndeme, Señor, respóndeme, para que sepa este pueblo que tú, Señor,
eres el Dios verdadero y que eres tú quien les cambiará el corazón.
38Entonces el Señor envió un
rayo, que abrasó la víctima, la leña, las piedras y el polvo, y secó el agua de
la zanja. 39Al verlo, cayeron todos, exclamando:
-¡El Señor es el Dios
verdadero! ¡El Señor es el Dios verdadero!
EXPLICACIÓN.
18,19-40. En el nuevo
episodio pasamos de los baales al Baal de Tiro, de la casa real a todo Israel.
Ha llegado el momento de la gran decisión, frente a las infidelidades,
compromisos y componendas. Nos viene a la memoria no tanto Moisés en el Sinaí,
cuanto Josué en Siquén (Jos 24), exigiendo al pueblo una decisión religiosa
tajante.
El monte Carmelo tiene algo
de espinazo que divide oblicuamente al reino en dos mitades, con una vertiente
encarando el norte, y otra encarando el sur (que son izquierda y derecha en la
orientación israelítica); algo así como las dos direcciones del Ebal y el
Garizín (Jos 8,30-35). En este momento se va a celebrar el gran juicio de Dios,
especie de ordalía, oficiado por su profeta.
18,21. Sin introducciones,
la primera frase plantea la necesidad de elegir. El pueblo piensa que siempre
será útil asegurarse el apoyo de las dos divinidades, Baal y Yahvé; Elías se
burla de semejante pretensión con un juego de palabras. Apela, implícitamente al primer mandamiento: el
Señor no admite otro dios frente a sí. Intentar el dualismo es considerarlos o
convertirlos a los dos en muletas (o ramas).
18,22. El pueblo no
responde: porque la alternativa no admite respuesta, o porque tiene miedo a
decidirse. El silencio es un factor importante de esta narración: incluso el
verdadero Dios responderá sin palabras. El verbo ´nh´(=responder) se repite
ocho veces en el relato. Un eje semántico de la perícopa es la oposición
gritos/silencio. También contrasta la calma de Elías, uno solo, con la
agitación orgiástica de cuatrocientos cincuenta.
18,23-24. El fuego es el
rayo. El dios que lo envíe demostrará ser el dios cósmico; señor también de la
lluvia y las cosechas. Será también el Señor que decide la validez de los
sacrificios, aceptando o rechazando; por tanto, es inútil ofrecer víctimas a otros
dioses.
18,27. La burla de Elías
ilustra los límites impuestos al uso del antropomorfismo para representar a
Dios. También nos enseña cómo un símbolo se puede usar correctamente y con
valor despectivo: los israelitas pueden grita al Señor que despierte y vuelva
(Sal 44,24; 73,20). Subraya la burla el hecho de que ya es mediodía.
18,29 1 Sm 10,5.
18,31-33. La intervención de
Elías está descrita con detalles que retrasan el desenlace y tensan la
atención; en contraste con los derviches, todas sus acciones son calculadas,
ejecutas con orden y control. Aparte su función específica, los elementos parecen
poseer una función simbólica: el agua, el fuego, la montaña. El fuego, que es
elemento divino, vence al agua que los hombres le oponen. En otro contexto y
con otra referencia, comentará Sab 19,20: “El fuego acrecentaba su propia
virtud en el agua y el agua olvidaba su condición de extintor”.
18,38. La respuesta sucede
en silencio: el rayo sin el acompañamiento normal de trueno. Los cinco
complementos muestran el poder de ese fuego divino sobre todos los elementos:
animales, madera, piedra, tierra, agua. Lv 9,24.
Salmo Responsorial: 16 (15)
1 ¡Guárdame, Dios, que me
refugio en ti!
2 Declaro:
al Señor,
Tú eres mi dueño,
4 Multiplican sus penas
los que corren tras dioses extraños.
No derramaré sus libaciones de sangre,
mis labios no pronunciarán sus nombres.
2 Declaro:
al Señor,
Tú eres mi dueño,
4 Multiplican sus penas
los que corren tras dioses extraños.
No derramaré sus libaciones de sangre,
mis labios no pronunciarán sus nombres.
5 El Señor es la porción de
mi lote y de mi copa;
tú controlas mi suerte:
tú controlas mi suerte:
8 Pongo siempre al Señor
ante mí,
con él a mi derecha no vacilaré.
con él a mi derecha no vacilaré.
11 me enseñarás un camino de
vida,
me colmarás de gozo en tu presencia,
de delicias perpetuas a tu diestra.
me colmarás de gozo en tu presencia,
de delicias perpetuas a tu diestra.
EXPLICACIÓN.
16,1 El comienzo es una
variante de comienzo convencional. Se dirige al Dios supremo, ´el , como
"guardián": cfr.. Sal 121.
16,2 El femenino "bien" aplicado al Señor es excepcional; puede estar inducido por el tema de la tierra; cfr. Sal 65,12; 68,11. Otros leen pregunta retórica así: "mi dicha ¿no está en ti?".
16,2 El femenino "bien" aplicado al Señor es excepcional; puede estar inducido por el tema de la tierra; cfr. Sal 65,12; 68,11. Otros leen pregunta retórica así: "mi dicha ¿no está en ti?".
16,4a Corrijo un texto
mutilado o deteriorado, a la luz de expresiones de Dt y Jr, para una lectura
conjetural que haga juego con el verso siguiente; véanse también Is 42,8;
48,11.
16,4b "libaciones de sangre": no sabemos si se refiere a sangre de víctimas sacrificadas, a incisiones rituales o a otra práctica: cfr. Is 57,6. "Invocar"; véanse Éx 23,13; Os 2,19; Zac 13,2.
16,5 En el reparto de la tierra los levitas no reciben un lote, pues deben vivir del templo: Nm 18,20s; Dt 10,9; 18,1.
Este verso pesa mucho en la reconstrucción del comienzo.
16,4b "libaciones de sangre": no sabemos si se refiere a sangre de víctimas sacrificadas, a incisiones rituales o a otra práctica: cfr. Is 57,6. "Invocar"; véanse Éx 23,13; Os 2,19; Zac 13,2.
16,5 En el reparto de la tierra los levitas no reciben un lote, pues deben vivir del templo: Nm 18,20s; Dt 10,9; 18,1.
Este verso pesa mucho en la reconstrucción del comienzo.
16,8 También excepcional por
el verbo tan escogido y por ser el orante sujeto: la presencia de Dios se hace
constante en la conciencia. Véase en contraste Ez 14,3. "Vacilar": en
el supuesto, sacerdotal, o en la posición, vital.
16,11 Aunque bien
establecido, se encuentra en camino: vivir es progresar hacia un término
positivo: gozo, saciedad, delicias sin fin. Moisés pidió al Señor que le
mostrara el camino, y el Señor accedió (Éx 33,13); pidió ver su gloria, y el
Señor le enseño su bondad, no su rostro (Éx 33,18-20). El orante del salmo
comienza con la "bondad"; al final Dios le enseña el camino y muestra
su rostro. Más allá no queda nada.
TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.
Aplican el salmo a Cristo resucitado. Hch 2,24 y 13,34. Pronunciado por Cristo, con variedad de aplicaciones, puede ser pronunciado por el cristiano con la esperanza segura de su resurrección.
TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.
Aplican el salmo a Cristo resucitado. Hch 2,24 y 13,34. Pronunciado por Cristo, con variedad de aplicaciones, puede ser pronunciado por el cristiano con la esperanza segura de su resurrección.
Evangelio: Mateo
5, 17-19
17 ¡No penséis que he venido
a echar abajo la Ley ni los Profetas! No he venido a echar abajo, sino a dar
cumplimiento:
18 porque os aseguro que antes que desaparezca el cielo y la tierra, ni una letra ni una coma desaparecerá de la Ley antes que todo se realice.
19 Por tanto, el que se exima de uno solo de esos mandamientos mínimos y los enseñe así a los hombres, será llamado mínimo en el reino de Dios; en cambio, el que los cumpla y enseñe, ése será llamado grande en el reino de Dios:
18 porque os aseguro que antes que desaparezca el cielo y la tierra, ni una letra ni una coma desaparecerá de la Ley antes que todo se realice.
19 Por tanto, el que se exima de uno solo de esos mandamientos mínimos y los enseñe así a los hombres, será llamado mínimo en el reino de Dios; en cambio, el que los cumpla y enseñe, ése será llamado grande en el reino de Dios:
EXPLICACIÓN.
Deshace un malentendido y
previene contra una decepción. Su misión no es echar abajo el AT (la Ley y los
Profetas) en cuanto es profecía del reinado de Dios, sino dar cumplimiento a
esa promesa (cf. 1,22; 2,15.17.23; 4,14, etc.). La Ley (18), el Pentateuco,
tenía por eje el éxodo de Egipto y la entrada en la tierra prometida; esto era
figura de la obra del Mesías. El éxodo definitivo se realizará antes que
desaparezca el mundo visible (18); comenzará con la muerte de Jesús y quedará
abierto para toda la humanidad. De ahí la necesidad de practicar cada una de
las bienaventuranzas antes propuestas (esos mandamientos
mínimos), que toman el lugar de los mandamientos de la antigua
Ley. Será llamado grande/mínimo, según realice o no la
condición de hijo de Dios (5,9: serán llamados hijos de Dios).
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