Primera Lectura: Éxodo 24,3-8
3Moisés bajó y refirió al pueblo todo lo que le había dicho el Señor, todos sus mandatos, y el pueblo contestó a una:
-Haremos todo lo que dice el Señor.
4Entonces Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor; madrugó y levantó un altar a la falda del monte y doce estelas por las doce tribus de Israel. 5Mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer los holocaustos y ofrecer novillos como sacrificios de comunión para el Señor. 6Después tomó la mitad de la sangre y la echó en recipientes, y con la otra mitad roció el altar. 7Tomó el documento del pacto y se lo leyó en voz alta al pueblo, el cual respondió:
-Haremos todo lo que mande el Señor y obedeceremos.
8Moisés tomó el resto de la sangre y roció con ella al pueblo, diciendo:
-Esta es la sangre del pacto que el Señor hace con vosotros a tenor de estas cláusulas.
EXPLICACIÓN.
Rito central. Moisés comunica al pueblo “todas las palabras del Señor (¿decálogo?) y los preceptos (¿código?), y el pueblo acepta. Después “todas las palabras” son escritas en el documento o protocolo de la alianza, que confiere validez y se conserva para el futuro; la lectura se retrasa. Las doce estelas (quizá en círculo, como un cromlech; compárese con Jos 4,20) representan a las tribus, mientras que el altar (quizá en el centro) representa al Señor. Unos jóvenes –todavía no funciona el cuerpo levítico- ofrecen holocaustos y sacrificios de comunión (Sal 50,5). La víctima ofrecida se consagra; su sangre, que es su vida, es ahora sagrada. Al ser repartida entre Dios y el pueblo (cfr. Heb 9,18-19), la sangre une en vínculo sagrado a las dos partes; es el signo o sacramento de la alianza. Antes de la aspersión del pueblo se procede a la lectura o proclamación del protocolo, y el pueblo por tercera vez acepta (cfr. 19,8). La nueva alianza recogerá parte de estos ritos y de sus términos: Mt 26,27; Mc 14,24; Lc 22,20; 1Cor 11,23-25; cfr. Heb 9,18-20.
Salmo Responsorial: 116 (115)
12¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
13Alzaré la copa de la salvación
invocando el nombre del Señor.
invocando el nombre del Señor.
15EI Señor hace pagar cara
la muerte de sus leales.
16 ¡Favor, Señor, que soy tu siervo!
siervo tuyo, hijo de tu esclava.
iRompiste mis coyundas!
16 ¡Favor, Señor, que soy tu siervo!
siervo tuyo, hijo de tu esclava.
iRompiste mis coyundas!
17Te ofreceré un sacrificio
de acción de gracias.
invocando el nombre del Señor
18y cumpliré al Señor mis votos
invocando el nombre del Señor
18y cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
EXPLICACIÓN.
116,12 La única "restitución" accesible al hombre es el reconocimiento. Cuando el orante se hace la pregunta, ya está expresando su gratitud y su deseo de reciprocidad, y su imposibilidad de satisfacerla.
116,13-14 Expresará su gratitud en un rito público. No está claro si es copa de libación, vino que se derrama en honor de la divinidad (Ex 29,40s; Lv 23,18.37), o es copa de comunión que va pasando entre los comensales de un banquete sacrificial (quizá Am 2,8; Is 62,9). Sobre el voto véase Sal 66,13s.
116,15 Nosotros decimos "vendió cara su vida". El orante piensa en Dios como dueño y tasador. La tasa de Dios es muy alta, si se trata de sus leales. Véase la legislación: Ex 21,29s; también Sal 30,10.
116,16 Desarrolla en clave jurídica la imagen de "siervo" del Señor: quien nace de una esclava es esclavo de nacimiento (Ex 21,4). La manumisión se usa como imagen de la liberación.
116,17 -18 Repite el estribillo cambiando copa por sacrificio de acción de gracias.
Trasposición cristiana.
Rom 3,4 cita 11b desplazando ligeramente el sentido. 2 Cor 4,13 cita 10a adaptando el sentido. Sobre el precio de la vida, Rom 8,20. Sobre la copa, 1 Cor 10,16.
Segunda Lectura: Hebreos 9,11-15
11El Mesías, en cambio, presentándose como sumo sacerdote de los bienes que habían de venir, mediante el tabernáculo mayor y más perfecto, no hecho por hombres, es decir, no de este mundo creado,12y mediante sangre no de cabras y becerros, sino suya propia, entró de una vez para siempre en el santuario, consiguiendo una liberación definitiva.
13Pues si la sangre de cabras y toros y unas cenizas de becerra, cuando rocían a los impuros, los consagran confiriéndoles una pureza externa, 14¿cuánto más la sangre del Mesías, que con decisión irrevocable se ofreció él mismo a Dios como sacrificio sin defecto, purificará nuestra conciencia de las obras de muerte, para que demos culto al Dios vivo?
15Por esta razón es mediador de una alianza nueva: para que, después de una muerte que librase de los delitos cometidos con la primera alianza, los llamados puedan recibir la herencia perenne, objeto de la promesa.
13Pues si la sangre de cabras y toros y unas cenizas de becerra, cuando rocían a los impuros, los consagran confiriéndoles una pureza externa, 14¿cuánto más la sangre del Mesías, que con decisión irrevocable se ofreció él mismo a Dios como sacrificio sin defecto, purificará nuestra conciencia de las obras de muerte, para que demos culto al Dios vivo?
15Por esta razón es mediador de una alianza nueva: para que, después de una muerte que librase de los delitos cometidos con la primera alianza, los llamados puedan recibir la herencia perenne, objeto de la promesa.
EXPLICACIÓN.
Acto sacerdotal del Mesías, en contraste con la ineficacia del antiguo culto: el nuevo tabernáculo o lugar del encuentro con Dios es la humanidad resucitada de Jesús; la nueva sangre es la suya, derramada en la cruz; así entra en la presencia de Dios y obtiene la liberación definitiva. El autor expone así en símbolos sacerdotales la realidad existencial de Jesús: haber aceptado morir como un criminal por fidelidad a Dios y amor a los hombres fue el acto que lo transformó, realizándolo totalmente; su resurrección lo situó en la esfera divinam, y con el don del Espíritu libera definitivamente a los hombres del pecado (liberación definitiva). El templo y culto terrestres carecen de sentido; culto a Dios es la propia vida ofrecida como la de Jesús, por amor a los hombres (11-12).
Los ritos exteriores no dan sino pureza exterior; sólo la acción del Mesías, que asegura el perdón de Dios, descarga la conciencia del lastre del pecado, capacitando a los hombres para acercarse a Dios. El acceso a Dios se identifica con la relación Padre-hijo, que se instaura cuando el hombre recibe el Espíritu (13-14).
La primera alianza no liberaba del pecado e impedía alcanzar la promesa (15).
Los ritos exteriores no dan sino pureza exterior; sólo la acción del Mesías, que asegura el perdón de Dios, descarga la conciencia del lastre del pecado, capacitando a los hombres para acercarse a Dios. El acceso a Dios se identifica con la relación Padre-hijo, que se instaura cuando el hombre recibe el Espíritu (13-14).
La primera alianza no liberaba del pecado e impedía alcanzar la promesa (15).
Evangelio: Marcos 14,12-16.22-26
(Mt 26,17-19; Lc 22,7-13).
12 El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron sus discípulos:
-¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?
13 El envío a dos de sus discípulos diciéndoles:
-Id a la ciudad, os encontraréis con un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, 14y donde entre decidle al dueño: "El Maestro pregunta dónde está su posada, donde va a celebrar la cena de Pascua con sus discípulos". 15Él os mostrará un local grande, en alto, con divanes, preparado; preparádnosla allí.
16Salieron los discípulos, llegaron a la ciudad, encontraron las cosas como les había dicho y prepararon la cena de Pascua.
12 El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron sus discípulos:
-¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?
13 El envío a dos de sus discípulos diciéndoles:
-Id a la ciudad, os encontraréis con un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, 14y donde entre decidle al dueño: "El Maestro pregunta dónde está su posada, donde va a celebrar la cena de Pascua con sus discípulos". 15Él os mostrará un local grande, en alto, con divanes, preparado; preparádnosla allí.
16Salieron los discípulos, llegaron a la ciudad, encontraron las cosas como les había dicho y prepararon la cena de Pascua.
La eucaristía (Mt 26,26-30; Lc 22,15-20; 1 Cor 11,23-25).
22Mientras comían cogió un pan, pronunció una bendición, lo partió y se lo dio a ellos, diciendo:
-Tomad, esto es mi cuerpo.
23Y, cogiendo una copa, pronunció una acción de gracias, se la pasó y todos bebieron de ella. 24Y les dijo:
-Ésta es la sangre de la alianza mía, que se derrama por todos. 25Os aseguro que ya no beberé más del producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba, nuevo, en el reino de Dios.
26Y después de cantar salieron para el Monte de los Olivos.
22Mientras comían cogió un pan, pronunció una bendición, lo partió y se lo dio a ellos, diciendo:
-Tomad, esto es mi cuerpo.
23Y, cogiendo una copa, pronunció una acción de gracias, se la pasó y todos bebieron de ella. 24Y les dijo:
-Ésta es la sangre de la alianza mía, que se derrama por todos. 25Os aseguro que ya no beberé más del producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba, nuevo, en el reino de Dios.
26Y después de cantar salieron para el Monte de los Olivos.
EXPLICACIÓN.
(14,12-16): Nueva datación (cf. 14,1): víspera de Pascua (cf. 15,42). La iniciativa es de los discípulos (israelitas) (12). Jesús aprovechará la cena que ellos proponen para mostrarles cuál es la verdadera Pascua. Misión de dos discípulos a la ciudad, contrapuesta a la misión a «la aldea» (11,2). El agua del cántaro, alusión a la actividad de Juan, el que bautizaba con agua (1,8), como señal de enmienda; ante «la ciudad", centro de la institución, los discípulos han de proclamar ante todo la necesidad de ruptura con la injusticia del pasado (13). Pero Juan, precursor, lleva a Jesús: mi posada, el -fin de su camino (1,2); le Pascua verdadera; en alto, alusión a la cruz; preparada por parte de Jesús; preparádnosla: el discípulo ha de colaborar en la realización de la Pascua de Jesús, exhortando a «la ciudad» a la enmienda y proponiéndole un Mesías crucificado (14-15). Ejecución de las instrucciones (16).
(14,22-26): No se mencionan elementos pascuales judíos. Jesús expresa la voluntariedad de su entrega y muerte. Al ofrecer su cuerpo (= su persona) invita a tomarlo a él y a su actividad como norma de vida (cf. Éx 24,6); él mismo da la fuerza (pan/alimento); no se indica que coman el pan (22). La sangre, la persona en cuanto entregada a la muerte (d. 10,38, «el trago/copa»); beber, comprometerse, como Jesús a no desistir de la actividad salvadora (representada por el pan) por miedo a la muerte (8,34; 10,38.45; 13,37; 14,3); a este compromiso corresponde el don del Espíritu (cf. 1,10); la alianza míasustituye para los discípulos (israelitas) a la del Sinaí (cf. 2,19s, «el esposo/novio»); su sangre sella la alianza (Éx 24,8) (23). No basta ya el fruto de la antigua vid/Israel (12,1ss.29-31: los dos mandamientos); el vino/amor nuevo (2,21), expresado en el mandamiento de Jesús (13,34.37), será la entrega de sus seguidores (8,34s); en el reino de Dios: Jesús estará presente en la misión y en la eucaristía de la nueva comunidad (1,15; 9,1; 10, 15s) (25). El Monte de los Olivos, el estado glorioso (13,3), meta de Jesús y de los suyos que lo sigan en el compromiso (11,1) (26).
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