Primera Lectura: Oseas
11,1b.3-4.8c-9
1bY desde Egipto llamé a mi
hijo.
3Yo enseñe a andar a Efraín
y lo llevé en mis brazos,
y ellos sin darse cuenta de
que yo los cuidaba.
4Con correas de amor los
atraía,
con cuerdas de cariño.
Fui para ellos como quien
alza
una criatura a las mejillas;
me inclinaba y les daba de
comer.
8c Me da un vuelco el
corazón,
se me conmueven las
entrañas.
9No ejecutaré mi condena,
no volveré a destruir a
Efraín;
que soy Dios y no hombre,
el Santo en medio de ti
y no enemigo devastador.
EXPLICACIÓN.
11,1-11. El poema del amor
paternal de Dios, con rasgos maternales, es paralelo del poema del amor
conyugal: se completan y relativizan. Coinciden en la quiebra paradójica del
esquema: cuando todo parece perdido, por la resistencia de la esposa/del hijo,
el amor invencible de Dios lo salva todo. Encontramos el tema de la paternidad
en textos narrativos y proféticos: Éx 4,23; Dt 8,5; 32,6; Is 1,2; 30,9; Jr
3,4.19-22; 4,22; 31,9.20. El poema está encerrado en una inclusión mayor.
11,1. La historia se remonta
al origen en Egipto: antes de la monarquía y del cisma. Amar es el primer
verbo, el motor de todo (cfr. Jr 31,3). Mt 2,15 aplica a Jesús niño la frase de
Oseas.
11,3-4. Escena doméstica en
rasgos de contenida emoción. El texto hebreo dice “con cuerdas humanas”, como
oponiéndose a las usadas para animales y carros (Is 5,18). Es un paralelismo
sugestivo, “hombre y amor”; pero en el v.9 Dios dice que no es hombre. Por eso
algunos corrigen y leen “cariño”.
En “fui para ellos” puede
resonar el nombre de Yhwh. “Criatura”: cambiando la vocalización para
mantenernos en el contexto imaginativo.
11,8. Pronunciada la
sentencia inapelable y ya en marcha la ejecución, sucede algo inesperado: un
arrebato de amor en Dios mismo, expresado en una especie de monólogo en voz
alta. Con singular fuerza suena el verbo hpk=invertir, volcarse. Es el verbo
clásico de la subversión de Sodoma y Gomorra, Admá, Seboín y Zoar. Sucede una
subversión al revés, en el corazón de Dios. “Entrañas”: corrigiendo el texto
para mantener el paralelismo.
11,9. Un hombre cedería a la
cólera, provocada una y otra vez, se desligaría de un pacto quebrantado por la
otra parte. Dios no está condicionado por la conducta humana: su santidad se
puede manifestar perdonando, convirtiendo y salvando. La última frase es
dudosa; otra interpretación: “no quiero arrasar”.
Interleccional: Sacaréis
aguas con gozo de las fuentes de la salvación Isaías,12,2-6.
Himno.
(Sal 98)
2Siendo Dios mi salvador,
confío y no temo
porque mi fuerza y poder es
el Señor,
él fue mi salvación.
3Sacarás agua con gozo
del manantial de la
salvación.
4Aquel día, recitaréis: Dad
gracias al Señor,
Invocad su nombre,
Contad a los pueblos sus
hazañas,
Proclamad que su nombre
es excelso.
5Tañed para el Señor, que
hizo proezas,
que las conozca toda la
tierra;
6gritad jubilosa, Sión, la
princesa,
Que es grande en medio de ti
el Santo de Israel.
EXPLICACIÓN.
12,1-6. Como en Éx 15, un
himno comenta y celebra las profecías precedentes. Es además recapitulación de
motivos. Se divide en dos partes: para un solista y para el coro. La triple
repetición de “salvar” comenta el nombre del profeta, “El Señor salva”.
12,2. Confiar y no temer:
7,1-9; 8,12. Con una cita de Éx 15,2.
12,3. La salvación es como
una fuente inagotable. Puede evocar las fuentes milagrosas del desierto (Éx
17,6), enlaza con la fuente de Siloé (8,6), y es en último término Dios como
fuente siempre manante (Jr 2,13).
12,4-5. Nombre y renombre:
nombre revelado para la invocación (Éx 3,15), renombre ganado con sus proezas y
que el pueblo escogido debe difundir a todo el mundo.
12,6. Sión representa
tradicionalmente a la comunidad, como capital del reino. El título Santo: 6,3;
8,13.
Evangelio: Juan 19,31-37
Evangelio: Juan 19,31-37
IV. LA PREPARACIÓN DE LA
PASCUA.
(Jn 19, 31-42)
(Jn 19, 31-42)
La visión de la gloria.
19, 31. Los dirigentes judíos, como era día de preparación – para que no se quedasen en la cruz los cuerpos durante el día de precepto, pues era solemne aquel día de precepto -, le rogaron a Pilato que les quebrasen las piernas y los quitasen.
32. Fueron, pues, los soldados, y les quebraron las piernas, primero a uno y luego al otro de los que estaban crucificados con él.
33. Pero, al llegar a Jesús, viendo que estaba ya muerto, no le quebraron las piernas;
34. sin embargo, uno de los soldados, con una lanza, le traspasó el costado, y salió inmediatamente sangre y agua.
35. El que lo ha visto personalmente deja testimonio – y este testimonio suyo es verdadero, y él sabe que dice la verdad – para que también vosotros creáis.
36. Pues estas cosas sucedieron para que se cumpliese aquel pasaje: “No se le romperá ni un hueso”;
37. y todavía otro pasaje dice: “Mirarán al que traspasaron”.
EXPLICACIÓN.
31-37. Los dirigentes judíos (19,20) (31), que han conseguido dar muerte a Jesús, siguen preocupados por la pureza legal (cf. 18,28); la ejecución capital profanaba el sábado o la fiesta. Los cuerpos: solidaridad de Jesús con los que están crucificados con él y con todo hombre; “el cuerpo”, santuario de Dios (2,21).
Petición de los dirigentes a Pilato. Los soldados comienzan por los compañeros de Jesús (32). A éste no pueden quitarle la vida (33), la ha dado voluntariamente. Prepara Jn el texto sobre el cordero pascual (v.36).
La lanza (34), como el vinagre, representa el odio. Acción innecesaria, la hostilidad sigue. La expresión del odio permite la del amor que produce vida. Lo mismo que al vinagre del odio respondió Jesús con su muerte aceptada por amor y la efusión del Espíritu (19,30), a la herida de la lanza sucede la efusión de la sangre y el agua.
La sangre simboliza su muerte, suprema manifestación de su gloria o amor hasta el fin (1,14); el agua, el Espíritu (7,37-39), el amor/vida que comunica a los hombres (1,16). Señal permanente, el Hombre levantado en alto, para que tengan los hombres vida definitiva (3,14s); el Cordero de la nueva Pascua, el que libera al hombre de la esclavitud quitando así el pecado del mundo (1,29).
La descripción de la muerte de Jesús como un sueño (19,30) y la mención del costado relacionan este pasaje con el de la creación de la mujer (Gn 2,21s). Al nacer del agua/Espíritu (3,5) se formará la nueva humanidad, representada en figura de mujer-esposa por María Magdalena (19,25; 20,13.15). La primera mujer era carne de la carne de Adán y hueso de sus huesos (Gn 2,23); la nueva esposa del Hombre es espíritu de su Espíritu.
El testimonio que da el evangelista (35) es el más solemne del Evangelio. Cierra el testimonio de Juan Bautista (1,34), que describía la misión de Jesús (1,29: “quitar el pecado del mundo”; 1,33: “bautizar con Espíritu Santo”). Por primera vez se dirige Jn a sus lectores (vosotros; cf. 1,14.16: “nosotros”). La experiencia del amor de Jesús es el fundamento de la fe.
Se cumplen dos textos de la Escritura: Éx 12,46 (36), sobre la comida del cordero pascual: No se le romperá ni un hueso; Jesús, Cordero de Dios, alimento de los que se sumen a su éxodo. Serán discípulos suyos los que coman su carne y beban su sangre (6,53-58), es decir, los que se identifiquen con el amor de Jesús expresado en su vida y culminado en su muerte.
Segundo texto (37), Zac 12,10: Mirarán al que traspasaron. El profeta se refiere a uno de los acontecimientos del “día del Señor”, en el contexto de Zac 13,1 y 14,8 donde se habla del manantial que ha de brotar en Jerusalén para eliminar los pecados e impurezas; fluirá sin cesar hacia oriente y occidente, y el Señor será rey del mundo entero. A la luz de Zacarías, el agua que brota del Traspasado significa la universalidad del don del Espíritu; así será el Señor rey del mundo entero (19,19-23).
El verbo Mirarán cumple la promesa de Jesús a los discípulos: “Veréis el cielo quedar abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar por el Hombre” (1,51). Es aquí donde se establece la comunicación definitiva de Dios con el hombre por medio del Espíritu que brota de Jesús.
SÍNTESIS.
Jesús en la cruz es la gran señal hacia la que convergen todas las que se han narrado en el Evangelio, la que da a todas su pleno sentido. Señal paradójica: un hombre condenado y muerto en una cruz. Nada más lejos de lo que podía esperarse como manifestación divina.
Jesús muestra la realidad de Dios; no es el Dios de los prodigios espectaculares, sino el que se manifiesta en el hombre mismo, participando con él en el desarrollo de la historia e imprimiendo en ella su dinamismo desde dentro. Se manifiesta en el amor generoso; en él despliega su potencia y él es el factor de cambio en la historia, la única posibilidad de redención y de plenitud del hombre.
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