6. 60. Muchos discípulos suyos dijeron al oírlo:
-Este modo de hablar es insoportable; ¿quién puede hacerle caso?
61. Consciente Jesús de que lo criticaban sus discípulos les dijo:
-¿Esto os escandaliza?,
62. ¿y si vierais subir al Hombre adonde estaba al principio?
63. Es el Espíritu quien da vida, la carne no es de ningún provecho; las exigencias que os he estado exponiendo son espíritu y son vida.
64. Pero hay entre vosotros quienes no creen.
(Es que Jesús sabía ya desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.)
65. Y añadió:
-Por eso he venido diciendo que nadie puede llegar hasta mí si el Padre no se lo concede.
66. Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él.
67. Preguntó entonces Jesús a los Doce:
-¿Es que también vosotros queréis marcharos?
68. Le contestó Simón Pedro:
-Señor, ¿con quién nos vamos a ir? Tus exigencias comunican vida definitiva,
69. y nosotros creemos firmemente y sabemos muy bien que tú eres el Consagrado por Dios.
Explicación.
Protesta de un numeroso grupo de discípulos contra las exigencias propuestas por Jesús (60); las consideran excesivas. Interpretan su anunciada muerte como una debilidad y un fracaso y, en consecuencia, se niegan a seguir a Jesús en esa entrega. Conservan la concepción de Mesías-rey (6,15), que había provocado la primera crisis (6,16-21).
Jesús afronta la situación (61-62): Ellos lo esperan todo de un triunfo terreno; no han comprendido la calidad de vida que él posee y promete; la muerte física no significa un final, no interrumpe la vida (subir adonde estaba antes). Los términos carne y espíritu (63) reflejan dos concepciones del hombre y, en consecuencia, de Jesús y de su misión. Carne es el hombre no acabado, sin capacidad de entrega y sin vida definitiva; espíritu es el hombre nacido del Espíritu (cf 3,6), capaz de entregarse por los demás y que posee vida definitiva. Son estos últimos los únicos capaces de crear un mundo nuevo. Un Mesías, rey dominador, está destinado al fracaso (“carne”); el Mesías que da su vida para comunicar vida (Espíritu) lleva al éxito su empresa. El Padre concede el encuentro con Jesús (65) a los que han aprendido de él (6,45) y se han dejado impulsar hacia Jesús (6,44); el encuentro con Jesús se realiza en el don del Espíritu, que el Padre concede. A pesar de la explicación, la mayor parte abandona a Jesús definitivamente (66).
Jesús no acepta componendas, plantea la cuestión a los Doce (67). Reacción: por boca de Simón Pedro lo reconocen por Mesías (el Consagrado por Dios) y le dan su adhesión; sin él, van al fracaso (15,4s) (68-69).
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