16. Porque así demostró Dios su amor al mundo, llegando a dar a su Hijo único, para que todo el que le presta su adhesión tenga vida definitiva y ninguno perezca.
17. Porque no envió Dios el Hijo al mundo para que dé sentencia contra el mundo sino para que el mundo por él se salve.
18. El que le presta adhesión no está sujeto a sentencia: el que se niega a prestársela ya tiene la sentencia, por su negativa a prestarle adhesión en su calidad de Hijo único de Dios.
19. Ahora bien, ésta es la sentencia: que la luz ha venido al mundo y los hombres han preferido las tinieblas a la luz, porque su modo de obrar era perverso.
20. Todo el que obra con bajeza, odia la luz y no se acerca a la luz, para que no se le eche en cara su modo de obrar.
21. En cambio, el que practica la lealtad se acerca a la luz, y así se manifiesta su modo de obrar, realizado en unión con Dios.
EXPLICACIÓN.
El hombre levantado en alto (doble sentido: cruz y exaltación), señal visible, fuente de vida que libra de la muerte. Dios es puro amor, pretende sólo salvar, comunicar una vida que supera la muerte (16-17). Ausencia de juicio; es la opción del hombre la que determina su suerte.
La ley era norma de conducta. Ahora lo es el Hombre levantado en alto, el que expresa su amor hasta el fin. Él es la luz que penetra en la tiniebla y distingue actitudes (19). Su figura descubre la opción profunda del hombre; éste puede aceptar la luz/vida o rechazarla. El que opta por la vida/amor tendrá vida para siempre; el que opta contra la vida/amor elige la muerte. Su modo de obrar era perverso, el de los causantes de muerte, los opresores; odia la luz, no puede soportar su denuncia (1,5; 11,53; 12,10; 19,15). No son doctrinas las que separan de Dios, sino conductas (20: su modo de obrar). La lealtad (21) manifiesta el amor; los que han estado a favor de la vida se acercan a Jesús.
Síntesis: El hombre no puede obtener plenitud y vida por la observancia de una ley, sino por la capacidad de amar, que completa su ser. Sólo con hombres dispuestos a amar hasta el fin puede construirse la sociedad verdaderamente humana. Son hombres libres que rompen con el pasado para empezar de nuevo, no ya encerrados en una tradición nacionalidad o cultura. Su vida será la práctica del amor, la entrega de sí mismos, con la universalidad con que Dios ama a la humanidad entera. Una sociedad basada sobre la Ley, no sobre el amor, es siempre opresora e injusta.
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