1. Sí, os lo aseguro: Quien no entra por la puerta en el recinto de las ovejas, sino trepando por otro lado, ése es un ladrón y un bandido.
2. Quien entra por la puerta es pastor de las ovejas;
3. a ése le abre el portero y las ovejas oyen su voz. A las ovejas propias las llama por su nombre y las va sacando;
4. cuando ha echado fuera a todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz.
5. A un extraño, en cambio, no lo seguirán, huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
6. Esta semejanza les puso Jesús, pero ellos no entendieron a qué se refería.
7. Entonces añadió Jesús:
-Pues sí, os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.
8. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos, pero las ovejas no les han hecho caso.
9. Yo soy la puerta, el que entre por mi quedará a salvo, podrá entrar y salir y encontrará pastos.
10. El ladrón no viene más que para robar, sacrificar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y les rebose.
Explicación.
De nuevo el tema de las ovejas/pueblo (10,1; cf. 2,15; 5,2). Hay un solo modo legítimo de acercarse al pueblo, abiertamente y con sinceridad; el disimulo o la ocultación delatan al explotador (cf. 12,6: Judas; 2,13ss) y violento (18,40: Barrabás). Los dirigentes son explotadores que usan la violencia para someter al pueblo manteniéndolo en un estado de miseria.
A los ladrones y bandidos se opone el pastor (2), figura mesiánica (Ez 34,11s.15) que Jesús se aplica; es el único que tiene derecho a entrar (le abre); la autoridad que se arrogan los dirigentes es ilegítima. El pastor propone un mensaje de liberación (3: la voz) y saca al pueblo de la institución judía (éxodo, cf. 2,16), librándolo de la muerte. El pueblo no podía salir solo, porque no había alternativa (4). Conocimiento y relación personal con cada uno (las llama por su nombre). La voz de los dirigentes (los extraños) anuncia explotación y violencia (5). No entienden (cf 8,43) (6).
Jesús, la puerta (7): sólo asumiendo su actitud se puede uno acercar legítimamente al pueblo. Hasta ahora, sus líderes han usado siempre el dominio y la violencia para explotarlo (8). El pueblo no los sigue; está sometido por el miedo (7,13; 9,22). Para el individuo, entrar por esta puerta (9) significa dar la adhesión a Jesús y asimilarse a él en la entrega por el bien del hombre; quedará a salvo, porque él da la vida definitiva (3,15s; 5,21.24.40; 6,17.40.51.54; 7,37ss). Esta puerta se abre a la tierra de la vida, del amor leal; el hombre quedará libre de la explotación. Jesús es la alternativa al orden injusto, crea el ámbito de la libertad y de la vida/amor; punto de llegada de su éxodo. Podrá entrar y salir, actividad, libertad de movimientos; encontrará pastos, cf. 6,34: nunca pasará hambre: él mismo es el pan de vida.
Repite la denuncia (10); alude al ganado para el sacrificio; la verdadera víctima es el pueblo. Violencia y dureza de los dirigentes, que explotan al pueblo sin medir los estragos que causan y sin respeto alguno a la vida. Opone su propia figura. Si ellos procuran muerte, su misión es que el hombre tenga vida plena.
MI CUENTO DE CADA DÍA.
domingo, abril 01, 2012
Domingo 29 de abril del 2012. Jn 10,11-18.
11. Yo soy el modelo de pastor. El pastor modelo se entrega él mismo por las ovejas;
12. el asalariado, como no es pastor ni son suyas las ovejas, cuando ve venir al lobo, deja las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa;
13. porque a un asalariado no le importan las ovejas.
14. Yo soy el modelo de pastor; conozco a las mías y las mías me conocen a mí,
15. igual que el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre; por eso me entrego yo mismo por las ovejas.
16. Tengo además otras ovejas que no son de este recinto: también a ésas tengo que conducirlas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo pastor.
17. Por eso el Pare me demuestra su amor, porque yo entrego mi vida y así la recobro.
18. Nadie me la quita, yo la entrego por decisión propia. Está en mi mano entregarla y está en mi mano recobrarla. Este es el mandamiento que recibí de mi Padre.
Explicación.
Pastor (11) describe su actividad. No es un pastor más, sino el modelo: su característica es dar su vida para dar vida a los suyos. Figura negativa (12-13), el asalariado, el que mira a su ganancia.
Relación de Jesús con los suyos (14-15). Antes afirmaba un conocimiento personal de cada uno (4), ahora, de la comunidad; conocimiento profundo e íntimo; relación de amor en el mismo Espíritu (1,16), tan profunda que la compara a la que existe entre él y el Padre, basada también en la comunidad de Espíritu. Su conocimiento/amor a los suyos y al Padre lo lleva a dar la vida para así comunicarla a los que le dan su adhesión.
Horizonte de la futura comunidad (16): la humanidad entera (1,9; 3,16; 4,42; 8,12). Jesús forma una comunidad humana (rebaño), pero no funda una nueva institución (recinto, lit. “atrio”, alusión al templo) opuesta a la judía. Su comunidad universal no está encerrada en institución nacional o cultural alguna. Su base son los hombres acabados por el Espíritu; ellos, según los tiempos y los lugares, encontrarán las expresiones adecuadas a la realidad que viven.
Jesús se entrega a sí mismo y así se recobra (17), porque darse a sí mismo significa adquirir la plenitud del propio ser. Se recobra con la plena identidad del Hijo, al que el Padre demuestra su amor. Absoluta libertad de su entrega (18).
12. el asalariado, como no es pastor ni son suyas las ovejas, cuando ve venir al lobo, deja las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa;
13. porque a un asalariado no le importan las ovejas.
14. Yo soy el modelo de pastor; conozco a las mías y las mías me conocen a mí,
15. igual que el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre; por eso me entrego yo mismo por las ovejas.
16. Tengo además otras ovejas que no son de este recinto: también a ésas tengo que conducirlas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo pastor.
17. Por eso el Pare me demuestra su amor, porque yo entrego mi vida y así la recobro.
18. Nadie me la quita, yo la entrego por decisión propia. Está en mi mano entregarla y está en mi mano recobrarla. Este es el mandamiento que recibí de mi Padre.
Explicación.
Pastor (11) describe su actividad. No es un pastor más, sino el modelo: su característica es dar su vida para dar vida a los suyos. Figura negativa (12-13), el asalariado, el que mira a su ganancia.
Relación de Jesús con los suyos (14-15). Antes afirmaba un conocimiento personal de cada uno (4), ahora, de la comunidad; conocimiento profundo e íntimo; relación de amor en el mismo Espíritu (1,16), tan profunda que la compara a la que existe entre él y el Padre, basada también en la comunidad de Espíritu. Su conocimiento/amor a los suyos y al Padre lo lleva a dar la vida para así comunicarla a los que le dan su adhesión.
Horizonte de la futura comunidad (16): la humanidad entera (1,9; 3,16; 4,42; 8,12). Jesús forma una comunidad humana (rebaño), pero no funda una nueva institución (recinto, lit. “atrio”, alusión al templo) opuesta a la judía. Su comunidad universal no está encerrada en institución nacional o cultural alguna. Su base son los hombres acabados por el Espíritu; ellos, según los tiempos y los lugares, encontrarán las expresiones adecuadas a la realidad que viven.
Jesús se entrega a sí mismo y así se recobra (17), porque darse a sí mismo significa adquirir la plenitud del propio ser. Se recobra con la plena identidad del Hijo, al que el Padre demuestra su amor. Absoluta libertad de su entrega (18).
Sábado 28 de abril del 2012. Jn 6,60-69.
6. 60. Muchos discípulos suyos dijeron al oírlo:
-Este modo de hablar es insoportable; ¿quién puede hacerle caso?
61. Consciente Jesús de que lo criticaban sus discípulos les dijo:
-¿Esto os escandaliza?,
62. ¿y si vierais subir al Hombre adonde estaba al principio?
63. Es el Espíritu quien da vida, la carne no es de ningún provecho; las exigencias que os he estado exponiendo son espíritu y son vida.
64. Pero hay entre vosotros quienes no creen.
(Es que Jesús sabía ya desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.)
65. Y añadió:
-Por eso he venido diciendo que nadie puede llegar hasta mí si el Padre no se lo concede.
66. Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él.
67. Preguntó entonces Jesús a los Doce:
-¿Es que también vosotros queréis marcharos?
68. Le contestó Simón Pedro:
-Señor, ¿con quién nos vamos a ir? Tus exigencias comunican vida definitiva,
69. y nosotros creemos firmemente y sabemos muy bien que tú eres el Consagrado por Dios.
Explicación.
Protesta de un numeroso grupo de discípulos contra las exigencias propuestas por Jesús (60); las consideran excesivas. Interpretan su anunciada muerte como una debilidad y un fracaso y, en consecuencia, se niegan a seguir a Jesús en esa entrega. Conservan la concepción de Mesías-rey (6,15), que había provocado la primera crisis (6,16-21).
Jesús afronta la situación (61-62): Ellos lo esperan todo de un triunfo terreno; no han comprendido la calidad de vida que él posee y promete; la muerte física no significa un final, no interrumpe la vida (subir adonde estaba antes). Los términos carne y espíritu (63) reflejan dos concepciones del hombre y, en consecuencia, de Jesús y de su misión. Carne es el hombre no acabado, sin capacidad de entrega y sin vida definitiva; espíritu es el hombre nacido del Espíritu (cf 3,6), capaz de entregarse por los demás y que posee vida definitiva. Son estos últimos los únicos capaces de crear un mundo nuevo. Un Mesías, rey dominador, está destinado al fracaso (“carne”); el Mesías que da su vida para comunicar vida (Espíritu) lleva al éxito su empresa. El Padre concede el encuentro con Jesús (65) a los que han aprendido de él (6,45) y se han dejado impulsar hacia Jesús (6,44); el encuentro con Jesús se realiza en el don del Espíritu, que el Padre concede. A pesar de la explicación, la mayor parte abandona a Jesús definitivamente (66).
Jesús no acepta componendas, plantea la cuestión a los Doce (67). Reacción: por boca de Simón Pedro lo reconocen por Mesías (el Consagrado por Dios) y le dan su adhesión; sin él, van al fracaso (15,4s) (68-69).
-Este modo de hablar es insoportable; ¿quién puede hacerle caso?
61. Consciente Jesús de que lo criticaban sus discípulos les dijo:
-¿Esto os escandaliza?,
62. ¿y si vierais subir al Hombre adonde estaba al principio?
63. Es el Espíritu quien da vida, la carne no es de ningún provecho; las exigencias que os he estado exponiendo son espíritu y son vida.
64. Pero hay entre vosotros quienes no creen.
(Es que Jesús sabía ya desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.)
65. Y añadió:
-Por eso he venido diciendo que nadie puede llegar hasta mí si el Padre no se lo concede.
66. Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él.
67. Preguntó entonces Jesús a los Doce:
-¿Es que también vosotros queréis marcharos?
68. Le contestó Simón Pedro:
-Señor, ¿con quién nos vamos a ir? Tus exigencias comunican vida definitiva,
69. y nosotros creemos firmemente y sabemos muy bien que tú eres el Consagrado por Dios.
Explicación.
Protesta de un numeroso grupo de discípulos contra las exigencias propuestas por Jesús (60); las consideran excesivas. Interpretan su anunciada muerte como una debilidad y un fracaso y, en consecuencia, se niegan a seguir a Jesús en esa entrega. Conservan la concepción de Mesías-rey (6,15), que había provocado la primera crisis (6,16-21).
Jesús afronta la situación (61-62): Ellos lo esperan todo de un triunfo terreno; no han comprendido la calidad de vida que él posee y promete; la muerte física no significa un final, no interrumpe la vida (subir adonde estaba antes). Los términos carne y espíritu (63) reflejan dos concepciones del hombre y, en consecuencia, de Jesús y de su misión. Carne es el hombre no acabado, sin capacidad de entrega y sin vida definitiva; espíritu es el hombre nacido del Espíritu (cf 3,6), capaz de entregarse por los demás y que posee vida definitiva. Son estos últimos los únicos capaces de crear un mundo nuevo. Un Mesías, rey dominador, está destinado al fracaso (“carne”); el Mesías que da su vida para comunicar vida (Espíritu) lleva al éxito su empresa. El Padre concede el encuentro con Jesús (65) a los que han aprendido de él (6,45) y se han dejado impulsar hacia Jesús (6,44); el encuentro con Jesús se realiza en el don del Espíritu, que el Padre concede. A pesar de la explicación, la mayor parte abandona a Jesús definitivamente (66).
Jesús no acepta componendas, plantea la cuestión a los Doce (67). Reacción: por boca de Simón Pedro lo reconocen por Mesías (el Consagrado por Dios) y le dan su adhesión; sin él, van al fracaso (15,4s) (68-69).
Viernes 27 de abril del 2012. Jn 6,52-59.
52. Los judíos aquellos discutían acaloradamente unos con otros diciendo:
-¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
53. Les dijo Jesús:
- Pues sí, os lo aseguro: Si no coméis la carne del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
54. Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida definitiva y yo lo resucitaré el último día,
55. porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
56. Quien come mi carne y bebe mi sangre sigue conmigo y yo con él;
57. como a mí me envió el Padre que vive y, así, yo vivo por el Padre, también aquel que me come vivirá por mí.
58. Este es el pan bajado del cielo, no como el que comieron vuestros padres y murieron; quien come pan de éste vivirá para siempre.
59. Esto lo dijo enseñando en una sinagoga, en Cafarnaún.
Explicación.
El Espíritu no se da fuera de su realidad humana; “su carne” lo manifiesta y lo comunica. A través de lo humano el don de Dios se hace concreto, adquiere realidad para el hombre. Jesús-hombre, lugar donde Dios se hace presente (1,14), se entrega como don al mundo (3,16). En Jesús, su Palabra, Dios se expresa en la historia y manifiesta su voluntad de diálogo con la humanidad. Es en el hombre y en el tiempo donde se encuentra a Dios, donde se le acepta o se le rechaza.
Discordia entre los adversarios (52). Segunda declaración (53-54): Comer y beber significan asimilarse a Jesús, aceptar y hacer propio el amor expresado en su vida (su carne) y en su muerte (su sangre). En el éxodo, la carne del cordero fue alimento para la salida de la esclavitud, su sangre liberó de la muerte. En el nuevo éxodo, la carne de Jesús es alimento permanente; la carne y la sangre dan vida definitiva. El Hombre en su plenitud es el que hace esa entrega y puede comunicar el Espíritu. No hay realización para el hombre (no tenéis vida en vosotros) si no es por la asimilación a Jesús; el Espíritu que se recibe lleva a una entrega y a una calidad humana como la suya.
Contexto eucarístico (55). Doble aspecto de la eucaristía: nuevo maná, alimento que da fuerza y vida, y nueva norma de vida, no por un código externo (Ley), sino por la identificación con Jesús y su entrega (cf. 1,16: un amor que responde a su amor). Jesús no es un modelo exterior que imitar, sino una realidad interiorizada; sintonía (56). La vida que Jesús posee procede del Padre (cf. 1,32) (57) y él vive en total dedicación al designio de Dios de dar vida al mundo (4,34; 6,39-40.51). Él comunica esa vida a los suyos: la actitud de éstos ha de ser dedicarse a cumplir del mismo designio, tal como lo hace Jesús. A diferencia del antiguo pueblo, la nueva comunidad podrá alcanzar la tierra prometida, la de la vida definitiva (58). Termina la perícopa indicando la ocasión y el lugar. (59).
SÍNTESIS.
El punto central es el don de sí. Lo mismo que Jesús, el discípulo debe considerarse como “pan” que hay que repartir, y debe repartir su pan como si fuese él mismo el que se reparte. Ha de renunciar a poseerse. Sólo el que no tema perderse encontrará la vida. Ésta se posee en la medida en que se entrega. Hacer que la propia vida sea “alimento disponible” para los demás es la ley de la nueva comunidad humana. Esta disposición se expresa en la eucaristía, que renueva el gesto de Jesús. En ella se experimenta su amor en el amor de los demás, y se manifiesta el compromiso de entregarse a los demás como él se entregó.
La nueva sociedad, la que permitirá una vida plenamente humana, no se producirá por una intervención milagrosa de Dios, sino por el amor sin reservas de todos y cada uno por todos. El amor y la acción del Padre, que se han manifestado en Jesús-hombre, han de continuar manifestándose por medio de los hombres.
-¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
53. Les dijo Jesús:
- Pues sí, os lo aseguro: Si no coméis la carne del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
54. Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida definitiva y yo lo resucitaré el último día,
55. porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
56. Quien come mi carne y bebe mi sangre sigue conmigo y yo con él;
57. como a mí me envió el Padre que vive y, así, yo vivo por el Padre, también aquel que me come vivirá por mí.
58. Este es el pan bajado del cielo, no como el que comieron vuestros padres y murieron; quien come pan de éste vivirá para siempre.
59. Esto lo dijo enseñando en una sinagoga, en Cafarnaún.
Explicación.
El Espíritu no se da fuera de su realidad humana; “su carne” lo manifiesta y lo comunica. A través de lo humano el don de Dios se hace concreto, adquiere realidad para el hombre. Jesús-hombre, lugar donde Dios se hace presente (1,14), se entrega como don al mundo (3,16). En Jesús, su Palabra, Dios se expresa en la historia y manifiesta su voluntad de diálogo con la humanidad. Es en el hombre y en el tiempo donde se encuentra a Dios, donde se le acepta o se le rechaza.
Discordia entre los adversarios (52). Segunda declaración (53-54): Comer y beber significan asimilarse a Jesús, aceptar y hacer propio el amor expresado en su vida (su carne) y en su muerte (su sangre). En el éxodo, la carne del cordero fue alimento para la salida de la esclavitud, su sangre liberó de la muerte. En el nuevo éxodo, la carne de Jesús es alimento permanente; la carne y la sangre dan vida definitiva. El Hombre en su plenitud es el que hace esa entrega y puede comunicar el Espíritu. No hay realización para el hombre (no tenéis vida en vosotros) si no es por la asimilación a Jesús; el Espíritu que se recibe lleva a una entrega y a una calidad humana como la suya.
Contexto eucarístico (55). Doble aspecto de la eucaristía: nuevo maná, alimento que da fuerza y vida, y nueva norma de vida, no por un código externo (Ley), sino por la identificación con Jesús y su entrega (cf. 1,16: un amor que responde a su amor). Jesús no es un modelo exterior que imitar, sino una realidad interiorizada; sintonía (56). La vida que Jesús posee procede del Padre (cf. 1,32) (57) y él vive en total dedicación al designio de Dios de dar vida al mundo (4,34; 6,39-40.51). Él comunica esa vida a los suyos: la actitud de éstos ha de ser dedicarse a cumplir del mismo designio, tal como lo hace Jesús. A diferencia del antiguo pueblo, la nueva comunidad podrá alcanzar la tierra prometida, la de la vida definitiva (58). Termina la perícopa indicando la ocasión y el lugar. (59).
SÍNTESIS.
El punto central es el don de sí. Lo mismo que Jesús, el discípulo debe considerarse como “pan” que hay que repartir, y debe repartir su pan como si fuese él mismo el que se reparte. Ha de renunciar a poseerse. Sólo el que no tema perderse encontrará la vida. Ésta se posee en la medida en que se entrega. Hacer que la propia vida sea “alimento disponible” para los demás es la ley de la nueva comunidad humana. Esta disposición se expresa en la eucaristía, que renueva el gesto de Jesús. En ella se experimenta su amor en el amor de los demás, y se manifiesta el compromiso de entregarse a los demás como él se entregó.
La nueva sociedad, la que permitirá una vida plenamente humana, no se producirá por una intervención milagrosa de Dios, sino por el amor sin reservas de todos y cada uno por todos. El amor y la acción del Padre, que se han manifestado en Jesús-hombre, han de continuar manifestándose por medio de los hombres.
Jueves 26 de abril del 2012. Jn 6,44-51.
44. Nadie puede llegar hasta mí si el Padre que me envió no tira de él, y yo lo resucitaré el último día.
45. Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”; todo el que escucha al Padre y aprende se acerca a mí.
46. No porque alguien haya visto personalmente al Padre, excepto el que procede de Dios; ése ha visto personalmente al Padre.
47. Pues sí, os lo aseguro: El que cree posee vida definitiva.
48. Yo soy el pan de la vida:
49. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, pero murieron;
50. éste es el pan que baja del cielo para comerlo y no morir.
51. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el que come pan de éste vivirá para siempre. Pero, además, el pan que yo voy a dar es mi carne, para que el mundo viva.
Explicación.
Jesús pone al descubierto la actitud que delatan sus críticas (43-44). No reconocen que Dios es Padre y dador de vida y que quieren comunicarla al hombre, sacándolo de toda esclavitud (5,37s). El Padre empuja hacia Jesús, porque éste es su don, la expresión de su amor a la humanidad. Ellos, a quienes no interesa el bien del hombre, no esperan ese don ni lo desean. Jesús es el dador de la vida definitiva (resurrección); “el último día”, el de su muerte (cf. 5,39).
Jesús reinterpreta el texto de Is 54,13 (cf. Jr 31,33s) (45); del Padre no se aprende a observar la Ley, sino a dar adhesión a Jesús. El texto del profeta mencionaba a “los hijos de Jerusalén”; Jesús suprime esta mención y universaliza el sentido. El término “Dios” del profeta queda sustituido por “el Padre”. El Padre dador de vida enseña a amar al hombre. Quien perciba esto se sentirá atraído hacia Jesús, que libera a los débiles. No hace falta una experiencia extraordinaria; a los judíos les bastaba prestar atención a su antigua historia para comprender que Dios está a favor de los oprimidos (46). Únicamente Jesús, que ha tenido la plena experiencia de Dios como Padre, puede explicar lo que es Dios.
Efecto de la adhesión a Jesús es poseer una plenitud de vida que realiza al hombre haciéndolo superar la muerte (47) y asegurando así el éxito de su liberación. Jesús, pan de vida, se contrapone al maná, que no consiguió llevar al pueblo a la tierra prometida (Nm 14,21-23); Jos 5,6; Sal 95,7ss). La asimilación a Jesús evita el fracaso del hombre (para comerlo y no morir). Incesante comunicación de vida procedente de Dios (baja del cielo), que el hombre debe hacer suya (comerlo).
Siguiendo la simbología del éxodo, pasa de la figura del maná a la del cordero (51: mi carne).
45. Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”; todo el que escucha al Padre y aprende se acerca a mí.
46. No porque alguien haya visto personalmente al Padre, excepto el que procede de Dios; ése ha visto personalmente al Padre.
47. Pues sí, os lo aseguro: El que cree posee vida definitiva.
48. Yo soy el pan de la vida:
49. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, pero murieron;
50. éste es el pan que baja del cielo para comerlo y no morir.
51. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el que come pan de éste vivirá para siempre. Pero, además, el pan que yo voy a dar es mi carne, para que el mundo viva.
Explicación.
Jesús pone al descubierto la actitud que delatan sus críticas (43-44). No reconocen que Dios es Padre y dador de vida y que quieren comunicarla al hombre, sacándolo de toda esclavitud (5,37s). El Padre empuja hacia Jesús, porque éste es su don, la expresión de su amor a la humanidad. Ellos, a quienes no interesa el bien del hombre, no esperan ese don ni lo desean. Jesús es el dador de la vida definitiva (resurrección); “el último día”, el de su muerte (cf. 5,39).
Jesús reinterpreta el texto de Is 54,13 (cf. Jr 31,33s) (45); del Padre no se aprende a observar la Ley, sino a dar adhesión a Jesús. El texto del profeta mencionaba a “los hijos de Jerusalén”; Jesús suprime esta mención y universaliza el sentido. El término “Dios” del profeta queda sustituido por “el Padre”. El Padre dador de vida enseña a amar al hombre. Quien perciba esto se sentirá atraído hacia Jesús, que libera a los débiles. No hace falta una experiencia extraordinaria; a los judíos les bastaba prestar atención a su antigua historia para comprender que Dios está a favor de los oprimidos (46). Únicamente Jesús, que ha tenido la plena experiencia de Dios como Padre, puede explicar lo que es Dios.
Efecto de la adhesión a Jesús es poseer una plenitud de vida que realiza al hombre haciéndolo superar la muerte (47) y asegurando así el éxito de su liberación. Jesús, pan de vida, se contrapone al maná, que no consiguió llevar al pueblo a la tierra prometida (Nm 14,21-23); Jos 5,6; Sal 95,7ss). La asimilación a Jesús evita el fracaso del hombre (para comerlo y no morir). Incesante comunicación de vida procedente de Dios (baja del cielo), que el hombre debe hacer suya (comerlo).
Siguiendo la simbología del éxodo, pasa de la figura del maná a la del cordero (51: mi carne).
Miércoles 25 de abril del 2011. Mc 16,15-20.
15 Y añadió:
-Id por el mundo entero proclamando la buena noticia a toda la humanidad. 16El que crea y se bautice, se salvará; el que se niegue a creer, se condenará. 17A los que crean, los acompañarán estas señales: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, 18cogerán serpientes en la mano y, si beben algún veneno, no les hará daño; aplicarán las manos a los enfermos y quedarán sanos.
19Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. 20Ellos se fueron a proclamar el mensaje por todas partes, y el Señor cooperaba confirmándolo con señales que los acompañaban.
UN FINAL AÑADIDO AL EVANGELIO DE MARCOS. Sin comentarios.
-Id por el mundo entero proclamando la buena noticia a toda la humanidad. 16El que crea y se bautice, se salvará; el que se niegue a creer, se condenará. 17A los que crean, los acompañarán estas señales: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, 18cogerán serpientes en la mano y, si beben algún veneno, no les hará daño; aplicarán las manos a los enfermos y quedarán sanos.
19Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. 20Ellos se fueron a proclamar el mensaje por todas partes, y el Señor cooperaba confirmándolo con señales que los acompañaban.
UN FINAL AÑADIDO AL EVANGELIO DE MARCOS. Sin comentarios.
Martes 24 de abril del 2012. Jn 10,11-16.
11. Yo soy el modelo de pastor. El pastor modelo se entrega él mismo por las ovejas;
12. el asalariado, como no es pastor ni son suyas las ovejas, cuando ve venir al lobo, deja las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa;
13. porque a un asalariado no le importan las ovejas.
14. Yo soy el modelo de pastor; conozco a las mías y las mías me conocen a mí,
15. igual que el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre; por eso me entrego yo mismo por las ovejas.
16. Tengo además otras ovejas que no son de este recinto: también a ésas tengo que conducirlas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo pastor.
Explicación.
Pastor (11) describe su actividad. No es un pastor más, sino el modelo: su característica es dar su vida para dar vida a los suyos. Figura negativa (12-13), el asalariado, el que mira a su ganancia.
Relación de Jesús con los suyos (14-15). Antes afirmaba un conocimiento personal de cada uno (4), ahora, de la comunidad; conocimiento profundo e íntimo; relación de amor en el mismo Espíritu (1,16), tan profunda que la compara a la que existe entre él y el Padre, basada también en la comunidad de Espíritu. Su conocimiento/amor a los suyos y al Padre lo lleva a dar la vida para así comunicarla a los que le dan su adhesión.
Horizonte de la futura comunidad (16): la humanidad entera (1,9; 3,16; 4,42; 8,12). Jesús forma una comunidad humana (rebaño), pero no funda una nueva institución (recinto, lit. “atrio”, alusión al templo) opuesta a la judía. Su comunidad universal no está encerrada en institución nacional o cultural alguna. Su base son los hombres acabados por el Espíritu; ellos, según los tiempos y los lugares, encontrarán las expresiones adecuadas a la realidad que viven.
12. el asalariado, como no es pastor ni son suyas las ovejas, cuando ve venir al lobo, deja las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa;
13. porque a un asalariado no le importan las ovejas.
14. Yo soy el modelo de pastor; conozco a las mías y las mías me conocen a mí,
15. igual que el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre; por eso me entrego yo mismo por las ovejas.
16. Tengo además otras ovejas que no son de este recinto: también a ésas tengo que conducirlas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo pastor.
Explicación.
Pastor (11) describe su actividad. No es un pastor más, sino el modelo: su característica es dar su vida para dar vida a los suyos. Figura negativa (12-13), el asalariado, el que mira a su ganancia.
Relación de Jesús con los suyos (14-15). Antes afirmaba un conocimiento personal de cada uno (4), ahora, de la comunidad; conocimiento profundo e íntimo; relación de amor en el mismo Espíritu (1,16), tan profunda que la compara a la que existe entre él y el Padre, basada también en la comunidad de Espíritu. Su conocimiento/amor a los suyos y al Padre lo lleva a dar la vida para así comunicarla a los que le dan su adhesión.
Horizonte de la futura comunidad (16): la humanidad entera (1,9; 3,16; 4,42; 8,12). Jesús forma una comunidad humana (rebaño), pero no funda una nueva institución (recinto, lit. “atrio”, alusión al templo) opuesta a la judía. Su comunidad universal no está encerrada en institución nacional o cultural alguna. Su base son los hombres acabados por el Espíritu; ellos, según los tiempos y los lugares, encontrarán las expresiones adecuadas a la realidad que viven.
Lunes 23 de abril del 2012. Jn 6,22-29.
22.Al día siguiente, la multitud que se había quedado al otro lado del mar se dio cuenta de que allí no había habido más que un bote y que no había entrado Jesús con sus discípulos en aquella barca, sino que sus discípulos se habían marchado solos.
23. Llegaron a Tiberíades otros botes cerca del lugar donde habían comido el pan, cuando el Señor pronunció la acción de gracias.
24. Así, al ver la gente que Jesús no estaba allí ni sus discípulos tampoco, se montaron ellos en los botes y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
25. Lo encontraron al otro lado del mar y le preguntaron:
-Maestro, ¿desde cuándo estás aquí?
26. Les contestó Jesús:
-Sí, os lo aseguro. No me buscáis por haber visto señales, sino por haber comido pan hasta saciaros.
27. Trabajad, no por el alimento que se acaba, sino por el alimento que dura dando vida definitiva, el que os va a dar el Hombre, pues a éste el Padre, Dios, lo ha marcado con su sello.
28. Le preguntaron:
-¿Qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?
29. Respondió Jesús:
-Éste es el trabajo que Dios quiere, que prestéis adhesión al que él ha enviado.
Explicación.
Comienza la explicación del episodio de los panes. Los que habían comido acuden a Jesús, deseosos de continuar en una situación que les aseguraba el sustento sin esfuerzo propio (22,24).
Explicación de Jesús: Han sido los beneficiarios del amor de Dios, expresado a través de Jesús y los suyos, pero ellos recuerdan sólo la satisfacción del hambre; por eso buscan a Jesús (25-26). El don del pan era una invitación a la generosidad; no era solamente donación de algo (el pan), expresaba la donación de la persona. Al retener solamente el aspecto material, la satisfacción de la propia necesidad, la han vaciado de su contenido y no han respondido al amor.
Aviso (27): No basta encontrar solución a la necesidad material; hay que aspirar a la plenitud humana, y esto requiere colaboración del hombre (Trabajad). Han limitado su horizonte: el alimento que se acaba (el pan) da sólo una vida que perece; el que no se acaba (el amor), da vida definitiva. El pan ha de ser expresión del amor. Ellos ven el pan sin comprender el amor, y en Jesús ven al hombre, sin descubrir el Espíritu. Jesús, el Hombre portador del Espíritu (sellado por el Padre). Creen que Dios va a prescribir algún mandamiento u observancia; no conocen el amor gratuito (28). Lo único necesario es la adhesión a Jesús (29).
23. Llegaron a Tiberíades otros botes cerca del lugar donde habían comido el pan, cuando el Señor pronunció la acción de gracias.
24. Así, al ver la gente que Jesús no estaba allí ni sus discípulos tampoco, se montaron ellos en los botes y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
25. Lo encontraron al otro lado del mar y le preguntaron:
-Maestro, ¿desde cuándo estás aquí?
26. Les contestó Jesús:
-Sí, os lo aseguro. No me buscáis por haber visto señales, sino por haber comido pan hasta saciaros.
27. Trabajad, no por el alimento que se acaba, sino por el alimento que dura dando vida definitiva, el que os va a dar el Hombre, pues a éste el Padre, Dios, lo ha marcado con su sello.
28. Le preguntaron:
-¿Qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?
29. Respondió Jesús:
-Éste es el trabajo que Dios quiere, que prestéis adhesión al que él ha enviado.
Explicación.
Comienza la explicación del episodio de los panes. Los que habían comido acuden a Jesús, deseosos de continuar en una situación que les aseguraba el sustento sin esfuerzo propio (22,24).
Explicación de Jesús: Han sido los beneficiarios del amor de Dios, expresado a través de Jesús y los suyos, pero ellos recuerdan sólo la satisfacción del hambre; por eso buscan a Jesús (25-26). El don del pan era una invitación a la generosidad; no era solamente donación de algo (el pan), expresaba la donación de la persona. Al retener solamente el aspecto material, la satisfacción de la propia necesidad, la han vaciado de su contenido y no han respondido al amor.
Aviso (27): No basta encontrar solución a la necesidad material; hay que aspirar a la plenitud humana, y esto requiere colaboración del hombre (Trabajad). Han limitado su horizonte: el alimento que se acaba (el pan) da sólo una vida que perece; el que no se acaba (el amor), da vida definitiva. El pan ha de ser expresión del amor. Ellos ven el pan sin comprender el amor, y en Jesús ven al hombre, sin descubrir el Espíritu. Jesús, el Hombre portador del Espíritu (sellado por el Padre). Creen que Dios va a prescribir algún mandamiento u observancia; no conocen el amor gratuito (28). Lo único necesario es la adhesión a Jesús (29).
Domingo 22 de abril de 2012. Lc 24,35-48.
35 Ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir al pan.
36 Mientras hablaban de esto, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:
- Paz con vosotros.
37 Se asustaron y, despavoridos, pensaban ver un fantasma.
38 Él les dijo:
- ¿Por qué ese espanto y a qué viene esas dudas?
39 Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y mirad; un fantasma no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo.
40 Dicho esto, les mostró las manos y los pies.
41 Como aún no acababan de creer de la alegría y no salían de su asombro, les dijo:
- ¿Tenéis ahí algo de comer?
42 Ellos le ofrecieron un trozo de pescado asado;
43 él lo cogió y comió delante de ellos,
44 Después les dijo:
- Esto significaban mis palabras cuando os dije, estando todavía con vosotros, que todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí tenía que cumplirse.
45 Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran la Escritura.
46 Y añadió:
- Así estaba escrito: El Mesías padecerá, pero al tercer día resucitará de la muerte;
47 y en su nombre se predicará la enmienda y el perdón de los pecados a todas naciones. Empezando por Jerusalén
48 vosotros seréis testigos de todo esto.
Explicación.
En la misma circunstancia, Jesús aparece de improviso, como había desaparecido. Saludo de paz (cf. Jn 20,19) (36). A pesar de las experiencias anteriores, terror: no conciben que la vida pueda vencer a la muerte (cf. 24,5) (37).
Jesús les demuestra su identidad (las manos y los pies, prueba de su muerte en cruz) (38s). Palpar, carne y hueso (39), comer (41-43): Lc pretende mostrar que la vida después de la muerte no significa el abandono de la condición humana, sino que es la máxima expresión de ésta. Alegría (41), en contraste con la tristeza anterior (22,45).
Instrucciones de despedida (44-49). Insiste en el cumplimiento de lo anunciado en el AT, que estaba todo orientado hacia él (44). Estando todavía con vosotros; su modo de presencia ha cambiado.
Nueva comprensión de la Escritura (45), en orden a la misión universal, de la que Jerusalén será el punto de partida; van a ella en calidad de testigos. Los términos de la misión, en paralelo con los de Juan Bautista (3,3): el deseo de justicia y la solidaridad humana son la condición preparatoria para el encuentro con Jesús (46-48).
36 Mientras hablaban de esto, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:
- Paz con vosotros.
37 Se asustaron y, despavoridos, pensaban ver un fantasma.
38 Él les dijo:
- ¿Por qué ese espanto y a qué viene esas dudas?
39 Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y mirad; un fantasma no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo.
40 Dicho esto, les mostró las manos y los pies.
41 Como aún no acababan de creer de la alegría y no salían de su asombro, les dijo:
- ¿Tenéis ahí algo de comer?
42 Ellos le ofrecieron un trozo de pescado asado;
43 él lo cogió y comió delante de ellos,
44 Después les dijo:
- Esto significaban mis palabras cuando os dije, estando todavía con vosotros, que todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí tenía que cumplirse.
45 Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran la Escritura.
46 Y añadió:
- Así estaba escrito: El Mesías padecerá, pero al tercer día resucitará de la muerte;
47 y en su nombre se predicará la enmienda y el perdón de los pecados a todas naciones. Empezando por Jerusalén
48 vosotros seréis testigos de todo esto.
Explicación.
En la misma circunstancia, Jesús aparece de improviso, como había desaparecido. Saludo de paz (cf. Jn 20,19) (36). A pesar de las experiencias anteriores, terror: no conciben que la vida pueda vencer a la muerte (cf. 24,5) (37).
Jesús les demuestra su identidad (las manos y los pies, prueba de su muerte en cruz) (38s). Palpar, carne y hueso (39), comer (41-43): Lc pretende mostrar que la vida después de la muerte no significa el abandono de la condición humana, sino que es la máxima expresión de ésta. Alegría (41), en contraste con la tristeza anterior (22,45).
Instrucciones de despedida (44-49). Insiste en el cumplimiento de lo anunciado en el AT, que estaba todo orientado hacia él (44). Estando todavía con vosotros; su modo de presencia ha cambiado.
Nueva comprensión de la Escritura (45), en orden a la misión universal, de la que Jerusalén será el punto de partida; van a ella en calidad de testigos. Los términos de la misión, en paralelo con los de Juan Bautista (3,3): el deseo de justicia y la solidaridad humana son la condición preparatoria para el encuentro con Jesús (46-48).
Sábado 21 de abril del 2012. Jn 6,16-21.
16. Al anochecer bajaron sus discípulos al mar,
17. se montaron en una barca y se dirigieron a Cafarnaún. (Los había cogido la tiniebla y aún no se había reunido con ellos Jesús;
18. además, el mar, por un fuerte viento que soplaba, estaba picado.)
19. Habían ya remado unos cinco o seis kilómetros cuando percibieron a Jesús que, andando sobre el mar, se acercaba a la barca, y les entró medio;
20. pero él les dijo:
-Soy yo, no tengáis miedo.
21. Al querer ellos recogerlo en la barca, inmediatamente se encontró la barca en la tierra adonde iban.
EXPLICACIÓN
Ante la negativa de Jesús a ser hecho rey, los discípulos desertan de él; la tiniebla, la ideología del poder, propia del sistema opresor, cuyos falsos valores profesan (16-17). Jesús no los abandona (amor leal) (19); andar sobre el mar, manifestación de la divinidad de Jesús (Job 9,8; 38,16). Sienten miedo porque aún no comprenden su amor. Yo soy: el Mesías, el Hombre-Dios. En cuanto intentan recogerlo en la barca (21), ésta se encuentra en terreno firme: al aceptar a Jesús llegan a la tierra adonde él pretendía llevarlos con su éxodo.
SÍNTESIS.
El acaparamiento de los bienes creados, el sentido de propiedad privada, crea la necesidad. Frente a la sociedad injusta, que provoca la miseria, propone Jesús su alternativa: la abundancia se consigue rompiendo con el egoísmo acaparador y compartiendo lo que se tiene. El amor, expresado en el compartir generoso, hace crecer a los hombres, devolviéndoles su dignidad y su independencia. Esto es labor de todos, hay que continuar la generosidad indefinidamente. La dificultad está en que muchos no quieren asumir su parte de responsabilidad en la tarea común. Prefieren una figura de poder que les asegure la vida. La solución a la injusticia, sin embargo, no se encuentra en el poder de uno que mande, sino en el amor de todos.
17. se montaron en una barca y se dirigieron a Cafarnaún. (Los había cogido la tiniebla y aún no se había reunido con ellos Jesús;
18. además, el mar, por un fuerte viento que soplaba, estaba picado.)
19. Habían ya remado unos cinco o seis kilómetros cuando percibieron a Jesús que, andando sobre el mar, se acercaba a la barca, y les entró medio;
20. pero él les dijo:
-Soy yo, no tengáis miedo.
21. Al querer ellos recogerlo en la barca, inmediatamente se encontró la barca en la tierra adonde iban.
EXPLICACIÓN
Ante la negativa de Jesús a ser hecho rey, los discípulos desertan de él; la tiniebla, la ideología del poder, propia del sistema opresor, cuyos falsos valores profesan (16-17). Jesús no los abandona (amor leal) (19); andar sobre el mar, manifestación de la divinidad de Jesús (Job 9,8; 38,16). Sienten miedo porque aún no comprenden su amor. Yo soy: el Mesías, el Hombre-Dios. En cuanto intentan recogerlo en la barca (21), ésta se encuentra en terreno firme: al aceptar a Jesús llegan a la tierra adonde él pretendía llevarlos con su éxodo.
SÍNTESIS.
El acaparamiento de los bienes creados, el sentido de propiedad privada, crea la necesidad. Frente a la sociedad injusta, que provoca la miseria, propone Jesús su alternativa: la abundancia se consigue rompiendo con el egoísmo acaparador y compartiendo lo que se tiene. El amor, expresado en el compartir generoso, hace crecer a los hombres, devolviéndoles su dignidad y su independencia. Esto es labor de todos, hay que continuar la generosidad indefinidamente. La dificultad está en que muchos no quieren asumir su parte de responsabilidad en la tarea común. Prefieren una figura de poder que les asegure la vida. La solución a la injusticia, sin embargo, no se encuentra en el poder de uno que mande, sino en el amor de todos.
Viernes 20 de abril del 2012. Jn 6,1-15.
6.1 Algún tiempo después se fue Jesús al otro lado del mar de Galilea (de Tiberíades).
2. Solía seguirlo un gran multitud porque percibían las señales que realizaban con los enfermos.
3. Subió Jesús al monte y se quedó sentado allí con sus discípulos.
4. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los Judíos.
5. Jesús levantó los ojos y, al ver que una gran multitud se le acercaba, se dirigió a Felipe:
-¿Con qué podríamos comprar pan para que coman éstos?
6. (Lo decía para ponerlo a prueba, pues él ya sabía lo que iba a hacer.)
7. Felipe le contestó:
-Doscientos denarios de plata no bastarían para que a cada uno le tocase un pedazo.
8. Uno de los discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:
9. –Hay aquí un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?
10. Jesús les dijo:
-Haced que esos hombres se recuesten.
Había mucha hierba en el lugar.
Se recostaron aquellos hombres, adultos, que eran unos cinco mil.
11. Jesús tomó los panes, pronunció una acción de gracias y se puso a repartirlos a los que estaban recostados, y pescado igual, todo lo que querían.
12. Cuando quedaron satisfechos dijo a sus discípulos:
-Recoged los trozos que han sobrado, que nada se eche a perder.
13. Los recogieron y llenaron doce cestos con trozos de los cinco panes de cebada, que habían sobrado a los que habían comido.
14. Aquellos hombres, al ver la señal que había realizado, decían:
-Ciertamente éste es el Profeta, el que tenía que venir al mundo.
15. Jesús entonces, dándose cuenta de que iban a llevárselo por la fuerza para hacerlo rey, se retiró de nuevo al monte, él solo.
Explicación.
Cercanía de la segunda Pascua (fiesta del éxodo liberador); anticipa Jesús el éxodo mesiánico. Explica cómo la nueva comunidad humana podrá subsistir, librándose de los sistemas explotadores. Trasfondo del libro del Éxodo; aluden a él, sobre todo, el paso del mar (1), el monte (3), la mención de la Pascua (4), la tentación (6) y el pan/maná (9.11.13).
Jesús pasa el mar (1), pero sin llevarse detrás a las multitudes. No es un caudillo que arrastra; su comunidad se funda en una opción libre por la libertad. Mar/Lago de Galilea o de Tiberíades, nombre judío y pagano; población mezclada (cf. 21,1). El punto de partida del éxodo es la antigua tierra prometida, ahora tierra de esclavitud. La gran multitud (2) veía en él un liberador; aunque no están enfermos, son también ellos débiles. Primera subida al monte (3), como Moisés (Éx 24,1s.9.12); el monte, la esfera divina, el lugar donde reside la gloria de Dios, su amor leal, manifestado en Jesús. La Pascua de Jesús se contrapone a la Pascua oficial (cf. 2,13) (4).
Jesús, situado al otro lado del mar, representa una alternativa frente al sistema judío. La multitud que se acerca da pie al diálogo con Felipe y a la intervención de Andrés (5.8). Jesús previene la necesidad del pueblo, no espera a que se lo rueguen (cf. Éx 16,1-4). Pone a prueba a Felipe, el discípulo que no ha salido de las categorías de la tradición judía, como Dios ponía a prueba a Israel en el desierto (Éx 15,25; 16,4; DDT33,8); quiere ver Jesús si participa en su éxodo, si ha comprendido su mensaje. Desaliento de Felipe: en la economía del dinero, única que comprende, no hay solución para el hambre; para él, el éxodo fracasa (5-7). Otra voz, la de Andrés, el discípulo de la plena experiencia cristiana (1,39b); está dispuesto a compartir (solidaridad, amor) (el muchacho, figura del grupo de discípulos en cuanto servidor de la multitud), pero duda de que pueda bastar (8-9). Panes de cebada, alusión a un hecho de Eliseo (2 Re 4,42-44).
Jesús no hace caso del pesimismo de los discípulos. Comer recostado (10) era propio de hombres libres; la libertad, primer efecto de la acción de Jesús. La nueva Pascua no se come de pie y deprisa como la antigua (Éx 12,11); es la de los hombres libres, no la de los esclavos, y no hay largo camino que recorrer para llegar a la nueva tierra prometida. Mucha hierba, promesa de la fecundidad propia del tiempo mesiánico (cf. Sal 72,26). Los que eran multitud (5) son ahora individuos, personas (10: hombres).
Hombres adultos, independientes y libres; efecto del servicio/amor (10). El número cincuenta, del cual es múltiplo cinco mil (cf Mt 14,21; Mc 6,44; Lc 9,14; Hch 4,4), se ponía en relación con el Espíritu de Dios (1 Re 18,4.13; 2 Re 2,7: grupos de cincuenta profetas); la comunidad mesiánica ha de ser una comunidad del Espíritu.
La acción de gracias de Jesús (11) introduce un nuevo personaje: Dios Creador/Padre. Pronuncia una acción de gracias: reconocer que algo que se posee es don del amor de Dios y alabarlo por ello. Al reconocer que el origen de los panes está en Dios, quedan desvinculados de su poseedor humano, para ser de todos, como la creación misma. Señal que da Jesús o prodigio que cumple: liberar la creación del acaparamiento egoísta que la esteriliza, para que se convierta en don de Dios para todos. Compartir es prolongar el amor de Dios hacia todos, multiplicando el acto creador. Frente a la confianza en el dinero, la confianza en el amor. Satisfechos (12): se ha superado la imposibilidad. Doce cestos (13): abundancia para todo Israel.
Reacción de la gente: el Profeta, mayor que Eliseo (cf. 2 Re 4,42-44) (14). En vez de aceptar a Jesús como servidor del hombre, pretenden hacerlo rey, darle una posición de superioridad y de fuerza. Como Moisés después de la idolatría (Éx 34, 3-4), Jesús sube solo al monte. Han traicionado el designio del amor que él ha realizado con su servicio (15).
2. Solía seguirlo un gran multitud porque percibían las señales que realizaban con los enfermos.
3. Subió Jesús al monte y se quedó sentado allí con sus discípulos.
4. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los Judíos.
5. Jesús levantó los ojos y, al ver que una gran multitud se le acercaba, se dirigió a Felipe:
-¿Con qué podríamos comprar pan para que coman éstos?
6. (Lo decía para ponerlo a prueba, pues él ya sabía lo que iba a hacer.)
7. Felipe le contestó:
-Doscientos denarios de plata no bastarían para que a cada uno le tocase un pedazo.
8. Uno de los discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:
9. –Hay aquí un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?
10. Jesús les dijo:
-Haced que esos hombres se recuesten.
Había mucha hierba en el lugar.
Se recostaron aquellos hombres, adultos, que eran unos cinco mil.
11. Jesús tomó los panes, pronunció una acción de gracias y se puso a repartirlos a los que estaban recostados, y pescado igual, todo lo que querían.
12. Cuando quedaron satisfechos dijo a sus discípulos:
-Recoged los trozos que han sobrado, que nada se eche a perder.
13. Los recogieron y llenaron doce cestos con trozos de los cinco panes de cebada, que habían sobrado a los que habían comido.
14. Aquellos hombres, al ver la señal que había realizado, decían:
-Ciertamente éste es el Profeta, el que tenía que venir al mundo.
15. Jesús entonces, dándose cuenta de que iban a llevárselo por la fuerza para hacerlo rey, se retiró de nuevo al monte, él solo.
Explicación.
Cercanía de la segunda Pascua (fiesta del éxodo liberador); anticipa Jesús el éxodo mesiánico. Explica cómo la nueva comunidad humana podrá subsistir, librándose de los sistemas explotadores. Trasfondo del libro del Éxodo; aluden a él, sobre todo, el paso del mar (1), el monte (3), la mención de la Pascua (4), la tentación (6) y el pan/maná (9.11.13).
Jesús pasa el mar (1), pero sin llevarse detrás a las multitudes. No es un caudillo que arrastra; su comunidad se funda en una opción libre por la libertad. Mar/Lago de Galilea o de Tiberíades, nombre judío y pagano; población mezclada (cf. 21,1). El punto de partida del éxodo es la antigua tierra prometida, ahora tierra de esclavitud. La gran multitud (2) veía en él un liberador; aunque no están enfermos, son también ellos débiles. Primera subida al monte (3), como Moisés (Éx 24,1s.9.12); el monte, la esfera divina, el lugar donde reside la gloria de Dios, su amor leal, manifestado en Jesús. La Pascua de Jesús se contrapone a la Pascua oficial (cf. 2,13) (4).
Jesús, situado al otro lado del mar, representa una alternativa frente al sistema judío. La multitud que se acerca da pie al diálogo con Felipe y a la intervención de Andrés (5.8). Jesús previene la necesidad del pueblo, no espera a que se lo rueguen (cf. Éx 16,1-4). Pone a prueba a Felipe, el discípulo que no ha salido de las categorías de la tradición judía, como Dios ponía a prueba a Israel en el desierto (Éx 15,25; 16,4; DDT33,8); quiere ver Jesús si participa en su éxodo, si ha comprendido su mensaje. Desaliento de Felipe: en la economía del dinero, única que comprende, no hay solución para el hambre; para él, el éxodo fracasa (5-7). Otra voz, la de Andrés, el discípulo de la plena experiencia cristiana (1,39b); está dispuesto a compartir (solidaridad, amor) (el muchacho, figura del grupo de discípulos en cuanto servidor de la multitud), pero duda de que pueda bastar (8-9). Panes de cebada, alusión a un hecho de Eliseo (2 Re 4,42-44).
Jesús no hace caso del pesimismo de los discípulos. Comer recostado (10) era propio de hombres libres; la libertad, primer efecto de la acción de Jesús. La nueva Pascua no se come de pie y deprisa como la antigua (Éx 12,11); es la de los hombres libres, no la de los esclavos, y no hay largo camino que recorrer para llegar a la nueva tierra prometida. Mucha hierba, promesa de la fecundidad propia del tiempo mesiánico (cf. Sal 72,26). Los que eran multitud (5) son ahora individuos, personas (10: hombres).
Hombres adultos, independientes y libres; efecto del servicio/amor (10). El número cincuenta, del cual es múltiplo cinco mil (cf Mt 14,21; Mc 6,44; Lc 9,14; Hch 4,4), se ponía en relación con el Espíritu de Dios (1 Re 18,4.13; 2 Re 2,7: grupos de cincuenta profetas); la comunidad mesiánica ha de ser una comunidad del Espíritu.
La acción de gracias de Jesús (11) introduce un nuevo personaje: Dios Creador/Padre. Pronuncia una acción de gracias: reconocer que algo que se posee es don del amor de Dios y alabarlo por ello. Al reconocer que el origen de los panes está en Dios, quedan desvinculados de su poseedor humano, para ser de todos, como la creación misma. Señal que da Jesús o prodigio que cumple: liberar la creación del acaparamiento egoísta que la esteriliza, para que se convierta en don de Dios para todos. Compartir es prolongar el amor de Dios hacia todos, multiplicando el acto creador. Frente a la confianza en el dinero, la confianza en el amor. Satisfechos (12): se ha superado la imposibilidad. Doce cestos (13): abundancia para todo Israel.
Reacción de la gente: el Profeta, mayor que Eliseo (cf. 2 Re 4,42-44) (14). En vez de aceptar a Jesús como servidor del hombre, pretenden hacerlo rey, darle una posición de superioridad y de fuerza. Como Moisés después de la idolatría (Éx 34, 3-4), Jesús sube solo al monte. Han traicionado el designio del amor que él ha realizado con su servicio (15).
Jueves 19 de abril del 2012. Jn 3,31-36.
31. El que viene de arriba está por encima de todos. El que es de la tierra, de la tierra es y desde la tierra habla. El que viene del cielo,
32. de lo que ha visto personalmente y ha oído, de eso da testimonio, pero su testimonio nadie lo acepta.
33. Quien acepta su testimonio pone su sello, declarando: “Dios es leal”:
34. de hecho el enviado de Dios propone las exigencias de Dios, pues comunican el Espíritu sin medida.
35. El padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano;
36. quien presta adhesión al Hijo posee vida definitiva, quien no hace caso al Hijo no sabrá lo que es vida: no, la reprobación de Dios queda sobre él.
Explicación.
Lo ocurrido con Juan ha sido la tónica general del judaísmo: se había dado valor permanente a los enviados de Dios en el AT, en particular a Moisés. Ellos y su mensaje no se consideraban anuncio y preparación del Mesías, sino término en sí mismos.
Sin nombrarla, se considera la figura de Moisés, el primero de los enviados (31), cuya Ley, tenida por definitiva, se convierte en obstáculo para aceptar al Mesías-Hijo, que propone las verdaderas exigencias/mandamientos de Dios (33-34), las que comunicaban el Espíritu. Jesús no es un profeta más, sino el Hijo. El Hombre-Dios no puede ser alineado con los que lo han precedido en la historia de Israel (35). Quien no lo acepta se niega a entrar en la zona de la vida/amor, queda en la zona de la muerte, contraria al Dios de la vida (35-36).
32. de lo que ha visto personalmente y ha oído, de eso da testimonio, pero su testimonio nadie lo acepta.
33. Quien acepta su testimonio pone su sello, declarando: “Dios es leal”:
34. de hecho el enviado de Dios propone las exigencias de Dios, pues comunican el Espíritu sin medida.
35. El padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano;
36. quien presta adhesión al Hijo posee vida definitiva, quien no hace caso al Hijo no sabrá lo que es vida: no, la reprobación de Dios queda sobre él.
Explicación.
Lo ocurrido con Juan ha sido la tónica general del judaísmo: se había dado valor permanente a los enviados de Dios en el AT, en particular a Moisés. Ellos y su mensaje no se consideraban anuncio y preparación del Mesías, sino término en sí mismos.
Sin nombrarla, se considera la figura de Moisés, el primero de los enviados (31), cuya Ley, tenida por definitiva, se convierte en obstáculo para aceptar al Mesías-Hijo, que propone las verdaderas exigencias/mandamientos de Dios (33-34), las que comunicaban el Espíritu. Jesús no es un profeta más, sino el Hijo. El Hombre-Dios no puede ser alineado con los que lo han precedido en la historia de Israel (35). Quien no lo acepta se niega a entrar en la zona de la vida/amor, queda en la zona de la muerte, contraria al Dios de la vida (35-36).
Miércoles 18 de abril del 2012. Jn 3,16-21.
16. Porque así demostró Dios su amor al mundo, llegando a dar a su Hijo único, para que todo el que le presta su adhesión tenga vida definitiva y ninguno perezca.
17. Porque no envió Dios el Hijo al mundo para que dé sentencia contra el mundo sino para que el mundo por él se salve.
18. El que le presta adhesión no está sujeto a sentencia: el que se niega a prestársela ya tiene la sentencia, por su negativa a prestarle adhesión en su calidad de Hijo único de Dios.
19. Ahora bien, ésta es la sentencia: que la luz ha venido al mundo y los hombres han preferido las tinieblas a la luz, porque su modo de obrar era perverso.
20. Todo el que obra con bajeza, odia la luz y no se acerca a la luz, para que no se le eche en cara su modo de obrar.
21. En cambio, el que practica la lealtad se acerca a la luz, y así se manifiesta su modo de obrar, realizado en unión con Dios.
EXPLICACIÓN.
El hombre levantado en alto (doble sentido: cruz y exaltación), señal visible, fuente de vida que libra de la muerte. Dios es puro amor, pretende sólo salvar, comunicar una vida que supera la muerte (16-17). Ausencia de juicio; es la opción del hombre la que determina su suerte.
La ley era norma de conducta. Ahora lo es el Hombre levantado en alto, el que expresa su amor hasta el fin. Él es la luz que penetra en la tiniebla y distingue actitudes (19). Su figura descubre la opción profunda del hombre; éste puede aceptar la luz/vida o rechazarla. El que opta por la vida/amor tendrá vida para siempre; el que opta contra la vida/amor elige la muerte. Su modo de obrar era perverso, el de los causantes de muerte, los opresores; odia la luz, no puede soportar su denuncia (1,5; 11,53; 12,10; 19,15). No son doctrinas las que separan de Dios, sino conductas (20: su modo de obrar). La lealtad (21) manifiesta el amor; los que han estado a favor de la vida se acercan a Jesús.
Síntesis: El hombre no puede obtener plenitud y vida por la observancia de una ley, sino por la capacidad de amar, que completa su ser. Sólo con hombres dispuestos a amar hasta el fin puede construirse la sociedad verdaderamente humana. Son hombres libres que rompen con el pasado para empezar de nuevo, no ya encerrados en una tradición nacionalidad o cultura. Su vida será la práctica del amor, la entrega de sí mismos, con la universalidad con que Dios ama a la humanidad entera. Una sociedad basada sobre la Ley, no sobre el amor, es siempre opresora e injusta.
17. Porque no envió Dios el Hijo al mundo para que dé sentencia contra el mundo sino para que el mundo por él se salve.
18. El que le presta adhesión no está sujeto a sentencia: el que se niega a prestársela ya tiene la sentencia, por su negativa a prestarle adhesión en su calidad de Hijo único de Dios.
19. Ahora bien, ésta es la sentencia: que la luz ha venido al mundo y los hombres han preferido las tinieblas a la luz, porque su modo de obrar era perverso.
20. Todo el que obra con bajeza, odia la luz y no se acerca a la luz, para que no se le eche en cara su modo de obrar.
21. En cambio, el que practica la lealtad se acerca a la luz, y así se manifiesta su modo de obrar, realizado en unión con Dios.
EXPLICACIÓN.
El hombre levantado en alto (doble sentido: cruz y exaltación), señal visible, fuente de vida que libra de la muerte. Dios es puro amor, pretende sólo salvar, comunicar una vida que supera la muerte (16-17). Ausencia de juicio; es la opción del hombre la que determina su suerte.
La ley era norma de conducta. Ahora lo es el Hombre levantado en alto, el que expresa su amor hasta el fin. Él es la luz que penetra en la tiniebla y distingue actitudes (19). Su figura descubre la opción profunda del hombre; éste puede aceptar la luz/vida o rechazarla. El que opta por la vida/amor tendrá vida para siempre; el que opta contra la vida/amor elige la muerte. Su modo de obrar era perverso, el de los causantes de muerte, los opresores; odia la luz, no puede soportar su denuncia (1,5; 11,53; 12,10; 19,15). No son doctrinas las que separan de Dios, sino conductas (20: su modo de obrar). La lealtad (21) manifiesta el amor; los que han estado a favor de la vida se acercan a Jesús.
Síntesis: El hombre no puede obtener plenitud y vida por la observancia de una ley, sino por la capacidad de amar, que completa su ser. Sólo con hombres dispuestos a amar hasta el fin puede construirse la sociedad verdaderamente humana. Son hombres libres que rompen con el pasado para empezar de nuevo, no ya encerrados en una tradición nacionalidad o cultura. Su vida será la práctica del amor, la entrega de sí mismos, con la universalidad con que Dios ama a la humanidad entera. Una sociedad basada sobre la Ley, no sobre el amor, es siempre opresora e injusta.
Martes 17 de abril del 2012. Jn 3,7-15.
7. No te extrañes de que te haya dicho: “Tenéis que nacer de nuevo”.
8. El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, aunque no sabes de dónde viene ni adónde va. Eso pasa con todo el que ha nacido del Espíritu.
9. Replicó Nicodemo:
- ¿Cómo es posible que eso suceda?
10. Repuso Jesús:
- Y tú, siendo el maestro de Israel, ¿no conoces estas cosas?
11. Pues sí, te aseguro que hablamos de lo que sabemos y que damos testimonio de lo que hemos visto personalmente, pero nuestro testimonio no lo aceptáis.
12. Si os he expuesto lo de la tierra y no creéis, ¿cómo vais a creer si os expongo lo del cielo?
13. Nadie sube al cielo para quedarse más que el que ha bajado del cielo, el Hombre:
14. Lo mismo que en el desierto Moisés levantó en alto la serpiente, así tiene que ser levantado el Hombre,
15. para que todo el que lo haga objeto de su adhesión tenga vida definitiva.
Explicación.
Escepticismo de Nicodemo (9). Diálogo tenso (10). El magisterio fariseo perpetúa a Moisés como maestro (el maestro de Israel). Hablamos de lo que sabemos (11), plural que incluye a la comunidad, en su controversia con el fariseísmo del tiempo de Jn. Lo de la tierra, contenidos de la antigua Escritura (cf. Jr 31,31ss; Ez 36,25ss); lo del cielo, la nueva realidad del Reino, explicada a continuación. Callejón sin salida (12).
Frente a las dos reacciones, verdadera realidad del Mesías (13-21). Para los fariseos, la Ley era fuente de vida y norma de conducta. La única fuente de vida es el Hombre levantado en alto, el Hijo de Dios, don de Dios a la humanidad para salvarla (13-18). Haber bajado del cielo (13) señala la calidad divina de Jesús, por poseer la plenitud del Espíritu (cf. 1,32: el Espíritu que bajaba como paloma desde el cielo). Subir al cielo para quedarse, victoria, éxito. Sólo el que es capaz de amar hasta el don de sí mismo puede obtener y asegurar el triunfo definitivo, instaurar la nueva sociedad humana (el reino de Dios).
8. El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, aunque no sabes de dónde viene ni adónde va. Eso pasa con todo el que ha nacido del Espíritu.
9. Replicó Nicodemo:
- ¿Cómo es posible que eso suceda?
10. Repuso Jesús:
- Y tú, siendo el maestro de Israel, ¿no conoces estas cosas?
11. Pues sí, te aseguro que hablamos de lo que sabemos y que damos testimonio de lo que hemos visto personalmente, pero nuestro testimonio no lo aceptáis.
12. Si os he expuesto lo de la tierra y no creéis, ¿cómo vais a creer si os expongo lo del cielo?
13. Nadie sube al cielo para quedarse más que el que ha bajado del cielo, el Hombre:
14. Lo mismo que en el desierto Moisés levantó en alto la serpiente, así tiene que ser levantado el Hombre,
15. para que todo el que lo haga objeto de su adhesión tenga vida definitiva.
Explicación.
Escepticismo de Nicodemo (9). Diálogo tenso (10). El magisterio fariseo perpetúa a Moisés como maestro (el maestro de Israel). Hablamos de lo que sabemos (11), plural que incluye a la comunidad, en su controversia con el fariseísmo del tiempo de Jn. Lo de la tierra, contenidos de la antigua Escritura (cf. Jr 31,31ss; Ez 36,25ss); lo del cielo, la nueva realidad del Reino, explicada a continuación. Callejón sin salida (12).
Frente a las dos reacciones, verdadera realidad del Mesías (13-21). Para los fariseos, la Ley era fuente de vida y norma de conducta. La única fuente de vida es el Hombre levantado en alto, el Hijo de Dios, don de Dios a la humanidad para salvarla (13-18). Haber bajado del cielo (13) señala la calidad divina de Jesús, por poseer la plenitud del Espíritu (cf. 1,32: el Espíritu que bajaba como paloma desde el cielo). Subir al cielo para quedarse, victoria, éxito. Sólo el que es capaz de amar hasta el don de sí mismo puede obtener y asegurar el triunfo definitivo, instaurar la nueva sociedad humana (el reino de Dios).
Lunes 16 de abril del 2012. Jn 3,1-8.
1. Ahora bien, había un hombre del grupo fariseo, de nombre Nicodemo, jefe entre los Judíos.
2. Éste fue a verlo de noche y le dijo:
- Rabbí, sabemos que has venido de parte de Dios como maestro, pues nadie puede realizar las señales que tú estás realizando si Dios no está con él.
3. Jesús le replicó:
- Sí, te lo aseguro: Si uno no nace de nuevo, no puede vislumbrar el reino de Dios.
4. Le objetó Nicodemo:
- ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Es que puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y nacer?
5. Repuso Jesús:
- Pues sí, te lo aseguro: Si uno no nace de agua y Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
6. De la carne nace carne, del Espíritu nace Espíritu.
7. No te extrañes de que te haya dicho: “Tenéis que nacer de nuevo”.
8. El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, aunque no sabes de dónde viene ni adónde va. Eso pasa con todo el que ha nacido del Espíritu.
Explicación.
El tema de este pasaje es qué clase de adhesión corresponde a la actuación de Jesús en el templo. Después de las reacciones de las autoridades (2,18) y de los discípulos (2,17). Jn expone otras dos, en principio favorables a la actuación de Jesús, pero que éste no acepta por basarse en una interpretación errónea de su mesianismo. La primera es la de un grupo indeterminado que, como los discípulos (2,17), da su adhesión a Jesús como Mesías reformador (23). La segunda reacción es propia de un grupo fariseo, representado por un miembro del Consejo, Nicodemo (3,1). Como hombre de la Ley, ve en Jesús al Mesías-maestro (3,2: Rabbí), enviado por Dios para establecer su reinado por medio de la observancia de la Ley mosaica.
Jesús cambia radicalmente el planteamiento de Nicodemo. La sociedad humana alternativa que Jesús propone (3.3: el reino de Dios) no se formará por la imposición de una Ley externa, sino por la creación de un hombre nuevo. Supone una ruptura con el pasado y el comienzo de una vida de calidad diferente (nacer de agua y Espíritu = 1,13: nacer de Dios = 1,16 : recibir de su plenitud) (5). Nacer carne (6), lo débil y transitorio, en este caso el hombre no acabado; la Ley, que no cambia al hombre, lleva al fracaso. Nace espíritu, lo fuerte y definitivo, el hombre personalizado por su nueva capacidad de amar, umbral de la plenitud humana; el Espíritu transforma al hombre. El viento/Espíritu sopla donde quiere (cf Gn 2,7), el reinado de Dios no conoce fronteras, no se limitará a Israel.
2. Éste fue a verlo de noche y le dijo:
- Rabbí, sabemos que has venido de parte de Dios como maestro, pues nadie puede realizar las señales que tú estás realizando si Dios no está con él.
3. Jesús le replicó:
- Sí, te lo aseguro: Si uno no nace de nuevo, no puede vislumbrar el reino de Dios.
4. Le objetó Nicodemo:
- ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Es que puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y nacer?
5. Repuso Jesús:
- Pues sí, te lo aseguro: Si uno no nace de agua y Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
6. De la carne nace carne, del Espíritu nace Espíritu.
7. No te extrañes de que te haya dicho: “Tenéis que nacer de nuevo”.
8. El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, aunque no sabes de dónde viene ni adónde va. Eso pasa con todo el que ha nacido del Espíritu.
Explicación.
El tema de este pasaje es qué clase de adhesión corresponde a la actuación de Jesús en el templo. Después de las reacciones de las autoridades (2,18) y de los discípulos (2,17). Jn expone otras dos, en principio favorables a la actuación de Jesús, pero que éste no acepta por basarse en una interpretación errónea de su mesianismo. La primera es la de un grupo indeterminado que, como los discípulos (2,17), da su adhesión a Jesús como Mesías reformador (23). La segunda reacción es propia de un grupo fariseo, representado por un miembro del Consejo, Nicodemo (3,1). Como hombre de la Ley, ve en Jesús al Mesías-maestro (3,2: Rabbí), enviado por Dios para establecer su reinado por medio de la observancia de la Ley mosaica.
Jesús cambia radicalmente el planteamiento de Nicodemo. La sociedad humana alternativa que Jesús propone (3.3: el reino de Dios) no se formará por la imposición de una Ley externa, sino por la creación de un hombre nuevo. Supone una ruptura con el pasado y el comienzo de una vida de calidad diferente (nacer de agua y Espíritu = 1,13: nacer de Dios = 1,16 : recibir de su plenitud) (5). Nacer carne (6), lo débil y transitorio, en este caso el hombre no acabado; la Ley, que no cambia al hombre, lleva al fracaso. Nace espíritu, lo fuerte y definitivo, el hombre personalizado por su nueva capacidad de amar, umbral de la plenitud humana; el Espíritu transforma al hombre. El viento/Espíritu sopla donde quiere (cf Gn 2,7), el reinado de Dios no conoce fronteras, no se limitará a Israel.
Domingo 15 de abril del 2012. Jn 20,19-31.
La nueva Pascua: Creación de la comunidad mesiánica.
(Jn 20,19-23)
20, 19. Ya anochecido, aquel día primero de la semana, estando atrancadas las puertas del sitio donde estaban los discípulos, por miedo a los dirigentes judíos, llegó Jesús, haciéndose presente en el centro, y les dijo:
- Paz con vosotros.
20. Y dicho esto les mostró las manos y el costado. Los discípulos sintieron la alegría de ver al Señor.
21. Les dijo de nuevo:
- Paz con vosotros. Igual que el Padre me ha enviado a mí, os envío yo también a vosotros.
22. Y dicho esto sopló y les dijo:
-Recibid Espíritu Santo.
23. A quienes dejéis libres de los pecados, quedarán libren de ellos; a quienes se los imputéis, les quedarán imputados.
Tomás: La fe de los que no hayan visto.
(Jn 20, 24-29)
20, 24. Pero Tomás, es decir, Mellizo, uno de los Doce, no estaba con ellos cuando llegó Jesús.
25. Los otros discípulos le decían:
-Hemos visto al Señor en persona.
Pero él les dijo:
-Como no vea en sus manos la señal de los clavos y, además, no meta mi dedo en la señal de los clavos y meta mi mano en su costado, no creo.
26. Ocho días después estaban de nuevo dentro de casa sus discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús estando las puertas atrancadas, se hizo presente en el centro y dijo:
- Paz con vosotros.
27. Luego dijo a Tomás:
- Trae aquí tu dedo, mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino fiel.
28. Reaccionó Tomás diciendo:
-¡Señor mío y Dios mío!
29. Le dijo Jesús:
- ¿Has tenido que verme en persona par acabar de creer? Dichosos los que, sin haber visto, llegan a creer.
Colofón de la vida de Jesús.
Jn 20,30-31
30. Ciertamente, Jesús realizó todavía, en presencia de sus discípulos, otras muchas señales que no están escritas en este libro:
31. éstas muchas señales escritas para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y, creyendo, tengáis vida unidos a él.
EXPLICACIÓN.
19-23. El mismo día en que comienza la nueva creación (19: primero de la semana); esta realidad va a ser considerada ahora desde el punto de vista de la nueva Pascua., con alusión al éxodo del Mesías. Los discípulos, todos los que dan su adhesión a Jesús; no hay nombres propios ni limitación alguna. Con las puertas atrancadas, etc. Muestra su desamparo en medio de un ambiente hostil. El miedo denota la inseguridad; aún no tienen experiencia de Jesús vivo (16,16). Como José de Arimatea, son discípulos clandestinos (19,38). Situación como la del Antiguo Israel en Egipto (Éx 14,10); pero están en la noche (Ya anochecido) en que el Señor va a sacarlos de la opresión (Éx 12,42; Dt 16,1).
Jesús se hace presente, como había prometido (14,18s; 16, 18ss). En el centro; fuente de vida, punto de referencia, factor de unidad. Paz con vosotros, cf. 14,27s; 16,33; el saludo les confirma que ha vencido al mundo y a la muerte. Les muestra los signos de su amor y de su victoria (20). El que está vivo delante de ellos es el mismo que murió en la cruz; se les muestra como el Cordero de Dios, el de la Pascua nueva y definitiva, cuya sangre los libera de la muerte (Éx 12,12s); el Cordero preparado para ser comido esta noche (Éx 12,8), es decir, para que puedan asimilarse a él. La permanencia de las señales en las manos y el costado indica la permanencia de su amor; Jesús será siempre el Mesías-rey crucificado, del que brotan la sangre y el agua. Alegría, cf. 16,20.22.
La repetición del saludo (21) introduce la misión, a la que tendía la elección de los discípulos (15,16; 17,18). Ha de ser cumplida como él la cumplió, demostrando el amor hasta el fin (manos y costado). El Espíritu (22) los capacitará para la misión. Sopló o “exhaló su aliento”, verbo usado en Gn 2,7 para indicar la infusión en el hombre del aliento de vida. Jesús les infunde ahora su propio aliento, el Espíritu (19,30). Crea la nueva condición humana, la de “espíritu” (3,6; 7,39). Por el “amor y lealtad” que reciben (1,17). Culmina la obra creadora; esto significa “nacer de Dios” (1,13), estar capacitado para “hacerse hijo de Dios” (1,12). Quedan liberados “del pecado del mundo” (1,19) y salen de la esfera de la opresión. La experiencia de vida que da el Espíritu es “la verdad que hace libres” (8,31s); quedan “consagrados con la verdad” (17,17s). El éxodo del Mesías no se hace saliendo físicamente del “mundo” injusto (17,15), sino dando la adhesión a Jesús y, de este modo, dejando de pertenecer a él (17,6.14).
Resultado positivo y negativo de la misión (23), en paralelo con la de Jesús. El pecado, la represión o supresión de la vida que impide la realización del proyecto creador, se comete al aceptar los valores de un orden injusto. Los pecados son las injusticias concretas que se derivan de esa aceptación.
El testimonio de los discípulos (15,26s), la manifestación del amor del Padre (9,4), obtendrá las mismas respuestas que el de Jesús: habrá quienes lo acepten y quienes se endurezcan en su actitud (15, 18-21; 16,1-4).
Al que lo acepta y es admitido en el grupo cristiano, rompiendo de hecho con el sistema injusto, la comunidad le declara que su pasado ya no pesa sobre él; Dios refrenda esta declaración infundiéndole el Espíritu que lo purifica (19,34) y lo consagra (17,16s). A los que rechazan el testimonio, persistiendo en la injusticia, su conducta perversa, en contraste con la actividad a favor de los hombres que ejerce el grupo cristiano, les imputa sus pecados. La confirmación divina significa que estos hombres se mantienen voluntariamente en la zona de la reprobación (3,36).
SÍNTESIS.
“El día primero de la semana” alude a la celebración de la eucaristía. De Jesús brota la fuerza de vida que anima a la comunidad y le impulsa a la misión. En ella, el grupo cristiano prolonga el ofrecimiento de vida que hace el Padre a la humanidad por medio de Jesús. Ante él cada hombre ha de hacer su opción. La integración en la alternativa de Jesús da realidad a la ruptura con el sistema injusto. La opción negativa pone en evidencia la injusticia del hombre; la existencia de la comunidad es la imputación objetiva de su culpa.
24-29. Mellizo (24), cf. 11,16: parecido con Jesús por su prontitud para acompañarlo en la muerte. Los Doce, en Jn, la comunidad cristiana en cuanto heredera de las promesas de Israel (6,70); esta cifra no designa a la comunidad después de la muerte-resurrección de Jesús, cuando las promesas se han cumplido (cf. 21,2: siete nombres, comunidad universal). Tomás no había entendido el sentido de la muerte de Jesús (14,5); la concebía como un final, no como un encuentro con el Padre. Separado de la comunidad (no estaba con ellos), no ha participado de la experiencia común, no ha recibido el Espíritu ni la misión. Es uno de los Doce, con referencia al pasado.
La frase de los discípulos (Hemos visto al Señor, cf. 20,18) formula la experiencia que los ha transformado. Esta nueva realidad muestra por sí sola que Jesús no es una figura del pasado, sino que está vivo y activo entre los suyos. Tomás no acepta el testimonio. No admite que el que ellos han visto sea el mismo que él había conocido. Exige una prueba individual y extraordinaria.
Ocho días después (26): el día permanente de la nueva creación es “primero” por su novedad y “octavo” (número que simboliza el mundo futuro) por su plenitud. En él va surgiendo el mundo definitivo. Dentro, en la esfera de Jesús, la tierra prometida. Las puertas atrancadas ya no indican temor; trazan la frontera entre la comunidad y el mundo, al que Jesús no se manifiesta (14,22s). Llegó, lit. “llega”; ya no se trata de fundar la comunidad (20,19: “llegó”), sino de la presencia habitual de Jesús con los suyos. Jesús se hace presente a la comunidad, no a Tomás en particular. Jn menciona solamente el saludo (Paz con vosotros), que en el episodio anterior abría cada una de las partes. No siendo ya éste el primer encuentro, el saludo remite al segundo saludo, anterior (20,21): cada vez que Jesús se hace presente (alusión a la eucaristía), renueva la misión de los suyos comunicándoles su Espíritu.
Luego (27) divide la escena; ahora va a tratarse con Tomás. Unido al grupo encontrará solución a su problema. Jesús, demostrándole su amor, toma la iniciativa y lo invita a tocarlo. La insistencia de Jn en lo físico (dedo, manos, mano, meter, costado) subraya la continuidad entre el pasado y el presente de Jesús: la resurrección no lo despoja de su condición humana anterior ni significa el paso a una condición superior: es la condición humana llevada a su cumbre y asume toda su historia precedente. Ésta no ha sido solamente una etapa preliminar; ella ha realizado el estado definitivo.
Respuesta (28) tan extrema como la incredulidad anterior. El Señor es el que se ha puesto al servicio de los suyos hasta la muerte (13,5.14); es así como en Jesús ha culminado la condición humana (19,30). La expresión Señor mío reconoce esa condición. Tomás ve en Jesús el acabamiento del proyecto divino sobre el hombre y lo toma por modelo (mío).
Después del prologo (1,18: “Hijo único, Dios”) es la primera vez que Jesús es llamado simplemente Dios (cf. 1,34.49, etc.: “el Hijo de Dios”; 3,16.18, etc.: “el Hijo único de Dios”). Con su muerte en la cruz ha dado remate a la obra del que lo envió (4,34): realizar en el Hombre el amor total y gratuito propio del Padre (17,1). Se ha cumplido el proyecto creador: “un Dios era el proyecto” (1,1). Tomás descubre la identificación de Jesús con el Padre (14,9.20). Es el Dios cercano, accesible al hombre (mío).
La experiencia de Tomás no es modelo (29). Jesús se la concede para evitar que se pierda (17,12; 18,9): a él no se le encuentra sino en la nueva realidad de amor que existe en la comunidad. La experiencia de ese amor (sin haber visto) es la que lleva a la fe en Jesús vivo (llegan a creer).
SÍNTESIS.
La fe de la comunidad reconoce en Jesús al Hombre-Dios; tal es la formulación de su experiencia. Toda generación cristiana puede participar de ella por la comunicación del Espíritu/vida.
30-31. Para Jn, la vida de Jesús significa ante todo un conjunto de hechos, las "señales", en los que ha manifestado su amor a los hombres (2,11: "su gloria"). El evangelista ha hecho una selección (30). Su objetivo es suscitar la adhesión de los lectores a Jesús (31), el que, después de una actividad liberadora, ha sido condenado y ejecutado por los poderes del mundo. El creyente ha de ver en él al Mesías, al consagrado por Dios para llevar a cabo su designio en la historia, al que forma la nueva comunidad humana; ha de descubrir también que es el Hijo de Dios, la presencia del Padre entre los hombres.
(Jn 20,19-23)
20, 19. Ya anochecido, aquel día primero de la semana, estando atrancadas las puertas del sitio donde estaban los discípulos, por miedo a los dirigentes judíos, llegó Jesús, haciéndose presente en el centro, y les dijo:
- Paz con vosotros.
20. Y dicho esto les mostró las manos y el costado. Los discípulos sintieron la alegría de ver al Señor.
21. Les dijo de nuevo:
- Paz con vosotros. Igual que el Padre me ha enviado a mí, os envío yo también a vosotros.
22. Y dicho esto sopló y les dijo:
-Recibid Espíritu Santo.
23. A quienes dejéis libres de los pecados, quedarán libren de ellos; a quienes se los imputéis, les quedarán imputados.
Tomás: La fe de los que no hayan visto.
(Jn 20, 24-29)
20, 24. Pero Tomás, es decir, Mellizo, uno de los Doce, no estaba con ellos cuando llegó Jesús.
25. Los otros discípulos le decían:
-Hemos visto al Señor en persona.
Pero él les dijo:
-Como no vea en sus manos la señal de los clavos y, además, no meta mi dedo en la señal de los clavos y meta mi mano en su costado, no creo.
26. Ocho días después estaban de nuevo dentro de casa sus discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús estando las puertas atrancadas, se hizo presente en el centro y dijo:
- Paz con vosotros.
27. Luego dijo a Tomás:
- Trae aquí tu dedo, mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino fiel.
28. Reaccionó Tomás diciendo:
-¡Señor mío y Dios mío!
29. Le dijo Jesús:
- ¿Has tenido que verme en persona par acabar de creer? Dichosos los que, sin haber visto, llegan a creer.
Colofón de la vida de Jesús.
Jn 20,30-31
30. Ciertamente, Jesús realizó todavía, en presencia de sus discípulos, otras muchas señales que no están escritas en este libro:
31. éstas muchas señales escritas para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y, creyendo, tengáis vida unidos a él.
EXPLICACIÓN.
19-23. El mismo día en que comienza la nueva creación (19: primero de la semana); esta realidad va a ser considerada ahora desde el punto de vista de la nueva Pascua., con alusión al éxodo del Mesías. Los discípulos, todos los que dan su adhesión a Jesús; no hay nombres propios ni limitación alguna. Con las puertas atrancadas, etc. Muestra su desamparo en medio de un ambiente hostil. El miedo denota la inseguridad; aún no tienen experiencia de Jesús vivo (16,16). Como José de Arimatea, son discípulos clandestinos (19,38). Situación como la del Antiguo Israel en Egipto (Éx 14,10); pero están en la noche (Ya anochecido) en que el Señor va a sacarlos de la opresión (Éx 12,42; Dt 16,1).
Jesús se hace presente, como había prometido (14,18s; 16, 18ss). En el centro; fuente de vida, punto de referencia, factor de unidad. Paz con vosotros, cf. 14,27s; 16,33; el saludo les confirma que ha vencido al mundo y a la muerte. Les muestra los signos de su amor y de su victoria (20). El que está vivo delante de ellos es el mismo que murió en la cruz; se les muestra como el Cordero de Dios, el de la Pascua nueva y definitiva, cuya sangre los libera de la muerte (Éx 12,12s); el Cordero preparado para ser comido esta noche (Éx 12,8), es decir, para que puedan asimilarse a él. La permanencia de las señales en las manos y el costado indica la permanencia de su amor; Jesús será siempre el Mesías-rey crucificado, del que brotan la sangre y el agua. Alegría, cf. 16,20.22.
La repetición del saludo (21) introduce la misión, a la que tendía la elección de los discípulos (15,16; 17,18). Ha de ser cumplida como él la cumplió, demostrando el amor hasta el fin (manos y costado). El Espíritu (22) los capacitará para la misión. Sopló o “exhaló su aliento”, verbo usado en Gn 2,7 para indicar la infusión en el hombre del aliento de vida. Jesús les infunde ahora su propio aliento, el Espíritu (19,30). Crea la nueva condición humana, la de “espíritu” (3,6; 7,39). Por el “amor y lealtad” que reciben (1,17). Culmina la obra creadora; esto significa “nacer de Dios” (1,13), estar capacitado para “hacerse hijo de Dios” (1,12). Quedan liberados “del pecado del mundo” (1,19) y salen de la esfera de la opresión. La experiencia de vida que da el Espíritu es “la verdad que hace libres” (8,31s); quedan “consagrados con la verdad” (17,17s). El éxodo del Mesías no se hace saliendo físicamente del “mundo” injusto (17,15), sino dando la adhesión a Jesús y, de este modo, dejando de pertenecer a él (17,6.14).
Resultado positivo y negativo de la misión (23), en paralelo con la de Jesús. El pecado, la represión o supresión de la vida que impide la realización del proyecto creador, se comete al aceptar los valores de un orden injusto. Los pecados son las injusticias concretas que se derivan de esa aceptación.
El testimonio de los discípulos (15,26s), la manifestación del amor del Padre (9,4), obtendrá las mismas respuestas que el de Jesús: habrá quienes lo acepten y quienes se endurezcan en su actitud (15, 18-21; 16,1-4).
Al que lo acepta y es admitido en el grupo cristiano, rompiendo de hecho con el sistema injusto, la comunidad le declara que su pasado ya no pesa sobre él; Dios refrenda esta declaración infundiéndole el Espíritu que lo purifica (19,34) y lo consagra (17,16s). A los que rechazan el testimonio, persistiendo en la injusticia, su conducta perversa, en contraste con la actividad a favor de los hombres que ejerce el grupo cristiano, les imputa sus pecados. La confirmación divina significa que estos hombres se mantienen voluntariamente en la zona de la reprobación (3,36).
SÍNTESIS.
“El día primero de la semana” alude a la celebración de la eucaristía. De Jesús brota la fuerza de vida que anima a la comunidad y le impulsa a la misión. En ella, el grupo cristiano prolonga el ofrecimiento de vida que hace el Padre a la humanidad por medio de Jesús. Ante él cada hombre ha de hacer su opción. La integración en la alternativa de Jesús da realidad a la ruptura con el sistema injusto. La opción negativa pone en evidencia la injusticia del hombre; la existencia de la comunidad es la imputación objetiva de su culpa.
24-29. Mellizo (24), cf. 11,16: parecido con Jesús por su prontitud para acompañarlo en la muerte. Los Doce, en Jn, la comunidad cristiana en cuanto heredera de las promesas de Israel (6,70); esta cifra no designa a la comunidad después de la muerte-resurrección de Jesús, cuando las promesas se han cumplido (cf. 21,2: siete nombres, comunidad universal). Tomás no había entendido el sentido de la muerte de Jesús (14,5); la concebía como un final, no como un encuentro con el Padre. Separado de la comunidad (no estaba con ellos), no ha participado de la experiencia común, no ha recibido el Espíritu ni la misión. Es uno de los Doce, con referencia al pasado.
La frase de los discípulos (Hemos visto al Señor, cf. 20,18) formula la experiencia que los ha transformado. Esta nueva realidad muestra por sí sola que Jesús no es una figura del pasado, sino que está vivo y activo entre los suyos. Tomás no acepta el testimonio. No admite que el que ellos han visto sea el mismo que él había conocido. Exige una prueba individual y extraordinaria.
Ocho días después (26): el día permanente de la nueva creación es “primero” por su novedad y “octavo” (número que simboliza el mundo futuro) por su plenitud. En él va surgiendo el mundo definitivo. Dentro, en la esfera de Jesús, la tierra prometida. Las puertas atrancadas ya no indican temor; trazan la frontera entre la comunidad y el mundo, al que Jesús no se manifiesta (14,22s). Llegó, lit. “llega”; ya no se trata de fundar la comunidad (20,19: “llegó”), sino de la presencia habitual de Jesús con los suyos. Jesús se hace presente a la comunidad, no a Tomás en particular. Jn menciona solamente el saludo (Paz con vosotros), que en el episodio anterior abría cada una de las partes. No siendo ya éste el primer encuentro, el saludo remite al segundo saludo, anterior (20,21): cada vez que Jesús se hace presente (alusión a la eucaristía), renueva la misión de los suyos comunicándoles su Espíritu.
Luego (27) divide la escena; ahora va a tratarse con Tomás. Unido al grupo encontrará solución a su problema. Jesús, demostrándole su amor, toma la iniciativa y lo invita a tocarlo. La insistencia de Jn en lo físico (dedo, manos, mano, meter, costado) subraya la continuidad entre el pasado y el presente de Jesús: la resurrección no lo despoja de su condición humana anterior ni significa el paso a una condición superior: es la condición humana llevada a su cumbre y asume toda su historia precedente. Ésta no ha sido solamente una etapa preliminar; ella ha realizado el estado definitivo.
Respuesta (28) tan extrema como la incredulidad anterior. El Señor es el que se ha puesto al servicio de los suyos hasta la muerte (13,5.14); es así como en Jesús ha culminado la condición humana (19,30). La expresión Señor mío reconoce esa condición. Tomás ve en Jesús el acabamiento del proyecto divino sobre el hombre y lo toma por modelo (mío).
Después del prologo (1,18: “Hijo único, Dios”) es la primera vez que Jesús es llamado simplemente Dios (cf. 1,34.49, etc.: “el Hijo de Dios”; 3,16.18, etc.: “el Hijo único de Dios”). Con su muerte en la cruz ha dado remate a la obra del que lo envió (4,34): realizar en el Hombre el amor total y gratuito propio del Padre (17,1). Se ha cumplido el proyecto creador: “un Dios era el proyecto” (1,1). Tomás descubre la identificación de Jesús con el Padre (14,9.20). Es el Dios cercano, accesible al hombre (mío).
La experiencia de Tomás no es modelo (29). Jesús se la concede para evitar que se pierda (17,12; 18,9): a él no se le encuentra sino en la nueva realidad de amor que existe en la comunidad. La experiencia de ese amor (sin haber visto) es la que lleva a la fe en Jesús vivo (llegan a creer).
SÍNTESIS.
La fe de la comunidad reconoce en Jesús al Hombre-Dios; tal es la formulación de su experiencia. Toda generación cristiana puede participar de ella por la comunicación del Espíritu/vida.
30-31. Para Jn, la vida de Jesús significa ante todo un conjunto de hechos, las "señales", en los que ha manifestado su amor a los hombres (2,11: "su gloria"). El evangelista ha hecho una selección (30). Su objetivo es suscitar la adhesión de los lectores a Jesús (31), el que, después de una actividad liberadora, ha sido condenado y ejecutado por los poderes del mundo. El creyente ha de ver en él al Mesías, al consagrado por Dios para llevar a cabo su designio en la historia, al que forma la nueva comunidad humana; ha de descubrir también que es el Hijo de Dios, la presencia del Padre entre los hombres.
Sábado 14 de abril del 2012. Mc 16,9-15.
UN FINAL AÑADIDO AL EVANGELIO DE MARCOS.
9 Jesús resucitó en la mañana del primer día de la semana y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. 10Ella fue a decírselo a los que habían estado con él, que estaban de duelo y llorando, 11pero ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, se negaron a creer.
12 Después se apareció por el camino, con aspecto diferente, a dos de ellos que iban a una finca. 13También éstos fueron a anunciárselo a los demás, pero tampoco a ellos los creyeron.
Misión de los discípulos y ascensión (Mt 28,16-20; Lc 24,36-53).
14 Por último se apareció Jesús a los Once, estando ellos a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y su terquedad en no creer a los que lo habían visto resucitado.
15 Y añadió:
-Id por el mundo entero proclamando la buena noticia a toda la humanidad.
Explicación.
Es un final añadido al evangelio de Marcos. Sin comentarios.
9 Jesús resucitó en la mañana del primer día de la semana y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. 10Ella fue a decírselo a los que habían estado con él, que estaban de duelo y llorando, 11pero ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, se negaron a creer.
12 Después se apareció por el camino, con aspecto diferente, a dos de ellos que iban a una finca. 13También éstos fueron a anunciárselo a los demás, pero tampoco a ellos los creyeron.
Misión de los discípulos y ascensión (Mt 28,16-20; Lc 24,36-53).
14 Por último se apareció Jesús a los Once, estando ellos a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y su terquedad en no creer a los que lo habían visto resucitado.
15 Y añadió:
-Id por el mundo entero proclamando la buena noticia a toda la humanidad.
Explicación.
Es un final añadido al evangelio de Marcos. Sin comentarios.
Viernes 13 de abril del 2012. Jn 21,1-14.
La misión en acto: La pesca.
(Jn 21,1-14)
21, 1. Algún tiempo después, se manifestó de nuevo Jesús a los discípulos junto al mar de Tiberíades, y se manifestó de esta manera:
2. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (es decir, Mellizo), Natanael el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos discípulos.
3. Les dijo Simón Pedro:
- Voy a pescar.
Le contestaron:
- Vamos también nosotros contigo.
Salieron y se montaron en la barca, pero aquella noche no cogieron nada.
4. Al llegar ya la mañana, se hizo presente Jesús en la playa, aunque los discípulos no sabían que era Jesús.
5. Les preguntó Jesús:
- Muchachos, ¿tenéis algo para acompañar el pan?
Le contestaron:
- No.
6. Él les dijo:
- Echad la red al lado derecho de la barca y encontraréis.
La echaron y no tenían en absoluto fuerzas para tirar de ella por la muchedumbre de peces.
7. El discípulo aquel, el predilecto de Jesús, dijo entonces a Pedro:
- Es el Señor.
Simón Pedro entonces, al oír que era el Señor, se ató la prende de encima a la cintura, pues estaba desnudo, y se tiró al mar.
8. Los otros discípulos fueron en la barca (no estaban lejos de la tierra, sino a unos cien metros) arrastrando la red con los peces.
9. Al saltar a tierra vieron puestas unas brasas, un pescado encima y pan.
10. Les dijo Jesús:
- Traed pescado del que habéis cogido ahora.
11. Subió entonces Simón Pedro y tiró hasta tierra de la red repleta de peces grandes, ciento cincuenta y tres; a pesar de ser tantos, no se rompió la red.
12. Les dijo Jesús:
- Venid, almorzad.
A ningún discípulo se le ocurría cerciorarse preguntándole: “¿Quién eres tú?”, conscientes de que era el Señor.
13. Llegó Jesús, cogió el pan y se lo fue dando, y lo mismo el pescado.
14. Así ya por tercera vez se manifestó Jesús a los discípulos después de levantarse de la muerte.
EXPLICACIÓN.
1-14. Intervalo temporal indeterminado (Algún tiempo después). La mención del mar/lago remite al episodio de los panes (6,1), aunque aquí usa Jn solamente la denominación de resonancia pagana (de Tiberíades), colocando la escena en contexto de misión. Los discípulos, totalidad; los que van a mencionarse representan a todo el grupo cristiano, y el episodio contiene una enseñanza válida para todos. La manifestación va a tener características diferentes de las dos anteriores (de esta manera). Va a ser al aire libre (misión), en medio de la actividad.
Los discípulos forman comunidad (juntos) (2). Simón Pedro; cf. 20,2.6.10. Tomás, dispuesto a morir con Jesús (11,16: Mellizo), sabe ahora adónde conduce esa muerte (20,24-29). Natanael representaba al Israel fiel llamado por Jesús (1,45-51); de Caná de Galilea, nunca dicho antes, lo pone en relación con la madre de Jesús, figura femenina del mismo Israel (2,1-5), integrado en la nueva comunidad al pie de la cruz (19,25-27). Los Zebedeos, única vez en este Evangelio, sin nombres propios. Dos discípulos anónimos. Ya no se habla de “los Doce”, los mencionados suman siete (se pensaba que los pueblos del mundo eran setenta); comunidad abierta a la humanidad entera.
Decisión individual de Pedro (3); su iniciativa arrastra a los demás. La pesca, figura de la misión. La noche, en contexto de actividad, se opone al dicho de Jesús en 9,4s: “Se acerca la noche, cuando nadie puede trabajar, etc.”; significa la ausencia de Jesús, luz del mundo. Misión sin fruto (no cogieron nada).
La luz de la mañana coincide con la presencia de Jesús (4). En la playa, límite entre la tierra y el mar, que representa “el mundo” donde se ejerce la misión. Jesús se queda en la tierra firme; su acción se ejerce por medio de los discípulos. Concentrados en su esfuerzo inútil, no lo reconocen. Jesús se dirige a ellos con un término de afecto. (Muchachos, “chiquillos”) (5). Conscientes de su fracaso, contestan secamente. Al seguir la indicación de Jesús (6), pesca inmediata y abundante.
Ante el sorprendente resultado, el discípulo predilecto reconoce a Jesús (7). Nuevo contrates con Pedro (13,23; 18,15; 20,2), que no está aún dispuesto a dar la vida con Jesús y no lo reconoce. Para indicar el cambio de actitud de Pedro, lenguaje simbólico: la oposición desnudez-vestido y la acción de tirarse al agua. En el primer simbolismo, la clave está en la frase: se ató… a la cintura, usada de Jesús cuando se ciñó el paño que significaba su servicio hasta la muerte (13,4.5). Pedro estaba desnudo: no había adoptado la actitud de Jesús; por eso la misión no ha producido fruto. Se tiró al mar, disposición a dar la vida. Ahora entiende el lavado de los pies (13,7: “lo entenderás dentro de algún tiempo”). Es el único que se tira al mar, por ser el único que ha negado a Jesús. En esta narración Jesús no responde al gesto de Pedro, se dirige siempre al grupo.
Los demás siguen juntos (8), como estaban al principio (2), y van al lugar donde está Jesús. Ven primero el fuego y la comida que él ha preparado (9), los mismos alimentos, pescado y pan, que había repartido en la segunda Pascua (6,9.11). Es el pan de vida (6,51), Jesús mismo. Les pide el fruto del trabajo (10). Dos alimentos: el que ofrece Jesús, su persona, y el que ofrecen los discípulos; el amor ejercido en la misión los lleva al don de sí que alimenta a la comunidad. En la eucaristía han de estar presentes el don de Jesús a los suyos y el don de unos a otros (1,16).
Pedro se singulariza de nuevo (11). Tampoco responde Jesús a ese gesto. Subió se contrapone a “tirarse al mar”, y señala la nueva actitud de Pedro. Ciento cincuenta y tres, tres grupos de cincuenta más un tres que es el multiplicador. “Cincuenta” designa a una comunidad del Espíritu (6,10); peces grandes equivale a “hombres adultos” (6,10; 9,20s), es decir, acabados por el Espíritu. “Tres”, número de la divinidad (Gn 18,2; Is 6,3: el triple santo), que representa a Jesús (20,28). Ciento cincuenta y tres : las comunidades del Espíritu (el fruto) se multiplican en proporción exacta con su presencia. La red no se rompe (19,24, de la túnica): unidad en la diversidad (17,21: “que todos sean uno”).
Jesús invita a todos (12); él mismo ha preparado el alimento, como un amigo (15,13-15). Los discípulos no dudan de su presencia (14,21; 16,2). Llega Jesús (13), llegada continua a la comunidad, perceptible en la eucaristía. Por tercera vez (14), la definitiva, la que va a durar siempre; manifestación modelo para la vida del grupo cristiano.
SÍNTESIS.
La vida del grupo cristiano presenta una alternancia en “dentro” y “fuera”, entre vida en común y actividad de la misión; en ambas se requiere la presencia de Jesús. Los discípulos trabajan como hombres libres ligados a Jesús por un vínculo de amistad. Él es el amigo que colabora con los suyos y se pone a su servicio, para dar fecundidad a su esfuerzo. La misión termina en la eucaristía. En ella él ofrece su persona como alimento, al que se integra la aportación de los discípulos, la de sus propias pesonas.
(Jn 21,1-14)
21, 1. Algún tiempo después, se manifestó de nuevo Jesús a los discípulos junto al mar de Tiberíades, y se manifestó de esta manera:
2. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (es decir, Mellizo), Natanael el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos discípulos.
3. Les dijo Simón Pedro:
- Voy a pescar.
Le contestaron:
- Vamos también nosotros contigo.
Salieron y se montaron en la barca, pero aquella noche no cogieron nada.
4. Al llegar ya la mañana, se hizo presente Jesús en la playa, aunque los discípulos no sabían que era Jesús.
5. Les preguntó Jesús:
- Muchachos, ¿tenéis algo para acompañar el pan?
Le contestaron:
- No.
6. Él les dijo:
- Echad la red al lado derecho de la barca y encontraréis.
La echaron y no tenían en absoluto fuerzas para tirar de ella por la muchedumbre de peces.
7. El discípulo aquel, el predilecto de Jesús, dijo entonces a Pedro:
- Es el Señor.
Simón Pedro entonces, al oír que era el Señor, se ató la prende de encima a la cintura, pues estaba desnudo, y se tiró al mar.
8. Los otros discípulos fueron en la barca (no estaban lejos de la tierra, sino a unos cien metros) arrastrando la red con los peces.
9. Al saltar a tierra vieron puestas unas brasas, un pescado encima y pan.
10. Les dijo Jesús:
- Traed pescado del que habéis cogido ahora.
11. Subió entonces Simón Pedro y tiró hasta tierra de la red repleta de peces grandes, ciento cincuenta y tres; a pesar de ser tantos, no se rompió la red.
12. Les dijo Jesús:
- Venid, almorzad.
A ningún discípulo se le ocurría cerciorarse preguntándole: “¿Quién eres tú?”, conscientes de que era el Señor.
13. Llegó Jesús, cogió el pan y se lo fue dando, y lo mismo el pescado.
14. Así ya por tercera vez se manifestó Jesús a los discípulos después de levantarse de la muerte.
EXPLICACIÓN.
1-14. Intervalo temporal indeterminado (Algún tiempo después). La mención del mar/lago remite al episodio de los panes (6,1), aunque aquí usa Jn solamente la denominación de resonancia pagana (de Tiberíades), colocando la escena en contexto de misión. Los discípulos, totalidad; los que van a mencionarse representan a todo el grupo cristiano, y el episodio contiene una enseñanza válida para todos. La manifestación va a tener características diferentes de las dos anteriores (de esta manera). Va a ser al aire libre (misión), en medio de la actividad.
Los discípulos forman comunidad (juntos) (2). Simón Pedro; cf. 20,2.6.10. Tomás, dispuesto a morir con Jesús (11,16: Mellizo), sabe ahora adónde conduce esa muerte (20,24-29). Natanael representaba al Israel fiel llamado por Jesús (1,45-51); de Caná de Galilea, nunca dicho antes, lo pone en relación con la madre de Jesús, figura femenina del mismo Israel (2,1-5), integrado en la nueva comunidad al pie de la cruz (19,25-27). Los Zebedeos, única vez en este Evangelio, sin nombres propios. Dos discípulos anónimos. Ya no se habla de “los Doce”, los mencionados suman siete (se pensaba que los pueblos del mundo eran setenta); comunidad abierta a la humanidad entera.
Decisión individual de Pedro (3); su iniciativa arrastra a los demás. La pesca, figura de la misión. La noche, en contexto de actividad, se opone al dicho de Jesús en 9,4s: “Se acerca la noche, cuando nadie puede trabajar, etc.”; significa la ausencia de Jesús, luz del mundo. Misión sin fruto (no cogieron nada).
La luz de la mañana coincide con la presencia de Jesús (4). En la playa, límite entre la tierra y el mar, que representa “el mundo” donde se ejerce la misión. Jesús se queda en la tierra firme; su acción se ejerce por medio de los discípulos. Concentrados en su esfuerzo inútil, no lo reconocen. Jesús se dirige a ellos con un término de afecto. (Muchachos, “chiquillos”) (5). Conscientes de su fracaso, contestan secamente. Al seguir la indicación de Jesús (6), pesca inmediata y abundante.
Ante el sorprendente resultado, el discípulo predilecto reconoce a Jesús (7). Nuevo contrates con Pedro (13,23; 18,15; 20,2), que no está aún dispuesto a dar la vida con Jesús y no lo reconoce. Para indicar el cambio de actitud de Pedro, lenguaje simbólico: la oposición desnudez-vestido y la acción de tirarse al agua. En el primer simbolismo, la clave está en la frase: se ató… a la cintura, usada de Jesús cuando se ciñó el paño que significaba su servicio hasta la muerte (13,4.5). Pedro estaba desnudo: no había adoptado la actitud de Jesús; por eso la misión no ha producido fruto. Se tiró al mar, disposición a dar la vida. Ahora entiende el lavado de los pies (13,7: “lo entenderás dentro de algún tiempo”). Es el único que se tira al mar, por ser el único que ha negado a Jesús. En esta narración Jesús no responde al gesto de Pedro, se dirige siempre al grupo.
Los demás siguen juntos (8), como estaban al principio (2), y van al lugar donde está Jesús. Ven primero el fuego y la comida que él ha preparado (9), los mismos alimentos, pescado y pan, que había repartido en la segunda Pascua (6,9.11). Es el pan de vida (6,51), Jesús mismo. Les pide el fruto del trabajo (10). Dos alimentos: el que ofrece Jesús, su persona, y el que ofrecen los discípulos; el amor ejercido en la misión los lleva al don de sí que alimenta a la comunidad. En la eucaristía han de estar presentes el don de Jesús a los suyos y el don de unos a otros (1,16).
Pedro se singulariza de nuevo (11). Tampoco responde Jesús a ese gesto. Subió se contrapone a “tirarse al mar”, y señala la nueva actitud de Pedro. Ciento cincuenta y tres, tres grupos de cincuenta más un tres que es el multiplicador. “Cincuenta” designa a una comunidad del Espíritu (6,10); peces grandes equivale a “hombres adultos” (6,10; 9,20s), es decir, acabados por el Espíritu. “Tres”, número de la divinidad (Gn 18,2; Is 6,3: el triple santo), que representa a Jesús (20,28). Ciento cincuenta y tres : las comunidades del Espíritu (el fruto) se multiplican en proporción exacta con su presencia. La red no se rompe (19,24, de la túnica): unidad en la diversidad (17,21: “que todos sean uno”).
Jesús invita a todos (12); él mismo ha preparado el alimento, como un amigo (15,13-15). Los discípulos no dudan de su presencia (14,21; 16,2). Llega Jesús (13), llegada continua a la comunidad, perceptible en la eucaristía. Por tercera vez (14), la definitiva, la que va a durar siempre; manifestación modelo para la vida del grupo cristiano.
SÍNTESIS.
La vida del grupo cristiano presenta una alternancia en “dentro” y “fuera”, entre vida en común y actividad de la misión; en ambas se requiere la presencia de Jesús. Los discípulos trabajan como hombres libres ligados a Jesús por un vínculo de amistad. Él es el amigo que colabora con los suyos y se pone a su servicio, para dar fecundidad a su esfuerzo. La misión termina en la eucaristía. En ella él ofrece su persona como alimento, al que se integra la aportación de los discípulos, la de sus propias pesonas.
Jueves 12 de abril del 2012. Lc 24,35-48.
35 Ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir al pan.
36 Mientras hablaban de esto, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:
- Paz con vosotros.
37 Se asustaron y, despavoridos, pensaban ver un fantasma.
38 Él les dijo:
- ¿Por qué ese espanto y a qué viene esas dudas?
39 Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y mirad; un fantasma no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo.
40 Dicho esto, les mostró las manos y los pies.
41 Como aún no acababan de creer de la alegría y no salían de su asombro, les dijo:
- ¿Tenéis ahí algo de comer?
42 Ellos le ofrecieron un trozo de pescado asado;
43 él lo cogió y comió delante de ellos,
44 Después les dijo:
- Esto significaban mis palabras cuando os dije, estando todavía con vosotros, que todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí tenía que cumplirse.
45 Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran la Escritura.
46 Y añadió:
- Así estaba escrito: El Mesías padecerá, pero al tercer día resucitará de la muerte;
47 y en su nombre se predicará la enmienda y el perdón de los pecados a todas naciones. Empezando por Jerusalén
48 vosotros seréis testigos de todo esto.
Explicación.
Se repite la idea de que Jesús se da a conocer en el partir del pan, es decir, en el don de sí mismo que ha de ser continuado por los discípulos y cuyo símbolo permanente será la eucaristía (35).
En la misma circunstancia, Jesús aparece de improviso, como había desaparecido. Saludo de paz (cf. Jn 20,19) (36). A pesar de las experiencias anteriores, terror: no conciben que la vida pueda vencer a la muerte (cf. 24,5) (37).
Jesús les demuestra su identidad (las manos y los pies, prueba de su muerte en cruz) (38s). Palpar, carne y hueso (39), comer (41-43): Lc pretende mostrar que la vida después de la muerte no significa el abandono de la condición humana, sino que es la máxima expresión de ésta. Alegría (41), en contraste con la tristeza anterior (22,45).
Instrucciones de despedida (44-49). Insiste en el cumplimiento de lo anunciado en el AT, que estaba todo orientado hacia él (44). Estando todavía con vosotros; su modo de presencia ha cambiado.
Nueva comprensión de la Escritura (45), en orden a la misión universal, de la que Jerusalén será el punto de partida; van a ella en calidad de testigos. Los términos de la misión, en paralelo con los de Juan Bautista (3,3): el deseo de justicia y la solidaridad humana son la condición preparatoria para el encuentro con Jesús (46-48).
36 Mientras hablaban de esto, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo:
- Paz con vosotros.
37 Se asustaron y, despavoridos, pensaban ver un fantasma.
38 Él les dijo:
- ¿Por qué ese espanto y a qué viene esas dudas?
39 Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y mirad; un fantasma no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo.
40 Dicho esto, les mostró las manos y los pies.
41 Como aún no acababan de creer de la alegría y no salían de su asombro, les dijo:
- ¿Tenéis ahí algo de comer?
42 Ellos le ofrecieron un trozo de pescado asado;
43 él lo cogió y comió delante de ellos,
44 Después les dijo:
- Esto significaban mis palabras cuando os dije, estando todavía con vosotros, que todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí tenía que cumplirse.
45 Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran la Escritura.
46 Y añadió:
- Así estaba escrito: El Mesías padecerá, pero al tercer día resucitará de la muerte;
47 y en su nombre se predicará la enmienda y el perdón de los pecados a todas naciones. Empezando por Jerusalén
48 vosotros seréis testigos de todo esto.
Explicación.
Se repite la idea de que Jesús se da a conocer en el partir del pan, es decir, en el don de sí mismo que ha de ser continuado por los discípulos y cuyo símbolo permanente será la eucaristía (35).
En la misma circunstancia, Jesús aparece de improviso, como había desaparecido. Saludo de paz (cf. Jn 20,19) (36). A pesar de las experiencias anteriores, terror: no conciben que la vida pueda vencer a la muerte (cf. 24,5) (37).
Jesús les demuestra su identidad (las manos y los pies, prueba de su muerte en cruz) (38s). Palpar, carne y hueso (39), comer (41-43): Lc pretende mostrar que la vida después de la muerte no significa el abandono de la condición humana, sino que es la máxima expresión de ésta. Alegría (41), en contraste con la tristeza anterior (22,45).
Instrucciones de despedida (44-49). Insiste en el cumplimiento de lo anunciado en el AT, que estaba todo orientado hacia él (44). Estando todavía con vosotros; su modo de presencia ha cambiado.
Nueva comprensión de la Escritura (45), en orden a la misión universal, de la que Jerusalén será el punto de partida; van a ella en calidad de testigos. Los términos de la misión, en paralelo con los de Juan Bautista (3,3): el deseo de justicia y la solidaridad humana son la condición preparatoria para el encuentro con Jesús (46-48).
Miércoles 11 de abril del 2012. Lc 24,13-35.
13 Aquel mismo día, dos de ellos iban camino de una aldea llamada Emaús, distante una dos leguas de Jerusalén,
14 y conversaban de todo lo que había sucedido.
15 Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos,
16 pero algo en sus ojos les impedía reconocerlo.
17 Él les preguntó:
- ¿Qué conversación es esa que os traéis por el camino? Se detuvieron cariacontecidos,
18 y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:
- ¿Eres tú el único de paso en Jerusalén que no se ha enterado de lo ocurrido estos días en la ciudad?
19 Él les preguntó:
- ¿De qué?
Contestaron:
- De lo de Jesús Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo;
20 cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron,
21 cuando nosotros esperábamos que él fuese el liberador de Israel. Pero, además de todo eso, con hoy son ya tres días que ocurrió.
22 Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han dado un susto: fueron muy de mañana al sepulcro
23 y, no encontrando su cuerpo, volvieron contando que incluso habían tenido una aparición de ángeles, que decían que está vivo.
24 Algunos de nuestros compañeros fueron también al sepulcro y lo encontraron tal y como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron.
25 Entonces Jesús les replicó:
- ¡Qué torpes sois y qué lentos para creer en todo lo que dijeron los profetas!
26 ¿No tenía el Mesías que padecer todo eso para entrar en su gloria?
27 Y, tomando pie de Moisés y los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.
28 Cerca ya de la aldea adonde iban, hizo ademán de seguir adelante,
29 pero ellos le apremiaron diciendo:
- Quédate con nosotros, que está atardeciendo y el día va ya de caída.
Él entró para quedarse con ellos.
30 Estando recostado con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo ofreció.
31 Se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció de su vista.
32 Entonces se dijeron uno a otro:
- ¿No estábamos en ascuas mientras nos hablaba por el camino haciéndonos comprender la Escritura?
33 Y levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén; encontraron reunidos a los Once con sus compañeros,
34 que decían:
- Realmente ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.
35 Ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir al pan.
EXPLICACIÓN.
Episodio propio de Lc. Los dos discípulos pertenecen al círculo descrito en 24,9.11. Tema obligado de conversación: los sucesos recientes (14); falta de acuerdo. Tienen en sí mismos un obstáculo que les impide reconocer a Jesús (15s).
Para ellos, Jesús era sólo un profeta aun siendo discípulos, no han superado la idea del pueblo (7,16; 9,8.19); se han equivocado al esperar más de él (19). Siguen apegados a la institución judía (los sumos sacerdotes y nuestros jefes). Esperaban un Mesías salvador de Israel (1,68s), no de la humanidad (cf. 2,30-32). No se han enterado de las repetidas predicciones de Jesús (9,22.44s; 18,32-34). Esperando solamente un triunfo terreno, ni siquiera los indicios de la resurrección han reavivado su esperanza. Su idea de Mesías se ha derrumbado con la muerte de Jesús (22-24).
Reproche (25). El verdadero Mesías tenía que ser rechazado por la sociedad injusta. El nuevo éxodo lleva a una vida que no está sujeta a la muerte (su gloria) (26). Moisés y los Profetas (cf. 9,30 my 24,4: "los dos hombres"): tal era la promesa contenida en el AT. La teología oficial del triunfo nacionalista era falsa (cf. 19,30; 20,41-44) (27).
La escena del pan (28-32) no está en relación directa con la eucaristía (22,19), sino con el episodio de los panes (9,12-17: bendición del pan, no acción de gracias). Jesús vuelve a darles la señal que llevó a su reconocimiento por Mesías (9,18-20): les enseña así la entrega y el don de sí mismos significados por el pan y necesarios para entender su entrega como Mesías. Sólo entonces se les abrieron los ojos (cf. Is 35,5: "abrir los ojos", metáfora de liberación): su doctrina mesiánica les impedía ver (cf. v.16) (31). Jesús desaparece: el modo de su presencia no es como el de antes.
Comentario unánime; ya no hay desacuerdo. Estábamos en ascuas (32), lit. "nuestro corazón ardía", señal de tensión interior que desemboca en la palabra y en la acción (Sal 39,4). Encuentro con los Once y el grupo. Simón, no "Pedro", nombre de su obstinación (cf. 22,62: llanto de Pedro) (33s). Se repite la idea de que Jesús se da a conocer en el partir del pan, es decir, en el don de sí mismo que ha de ser continuado por los discípulos y cuyo símbolo permanente será la eucaristía (35).
14 y conversaban de todo lo que había sucedido.
15 Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos,
16 pero algo en sus ojos les impedía reconocerlo.
17 Él les preguntó:
- ¿Qué conversación es esa que os traéis por el camino? Se detuvieron cariacontecidos,
18 y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:
- ¿Eres tú el único de paso en Jerusalén que no se ha enterado de lo ocurrido estos días en la ciudad?
19 Él les preguntó:
- ¿De qué?
Contestaron:
- De lo de Jesús Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo;
20 cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron,
21 cuando nosotros esperábamos que él fuese el liberador de Israel. Pero, además de todo eso, con hoy son ya tres días que ocurrió.
22 Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han dado un susto: fueron muy de mañana al sepulcro
23 y, no encontrando su cuerpo, volvieron contando que incluso habían tenido una aparición de ángeles, que decían que está vivo.
24 Algunos de nuestros compañeros fueron también al sepulcro y lo encontraron tal y como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron.
25 Entonces Jesús les replicó:
- ¡Qué torpes sois y qué lentos para creer en todo lo que dijeron los profetas!
26 ¿No tenía el Mesías que padecer todo eso para entrar en su gloria?
27 Y, tomando pie de Moisés y los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.
28 Cerca ya de la aldea adonde iban, hizo ademán de seguir adelante,
29 pero ellos le apremiaron diciendo:
- Quédate con nosotros, que está atardeciendo y el día va ya de caída.
Él entró para quedarse con ellos.
30 Estando recostado con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo ofreció.
31 Se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció de su vista.
32 Entonces se dijeron uno a otro:
- ¿No estábamos en ascuas mientras nos hablaba por el camino haciéndonos comprender la Escritura?
33 Y levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén; encontraron reunidos a los Once con sus compañeros,
34 que decían:
- Realmente ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.
35 Ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir al pan.
EXPLICACIÓN.
Episodio propio de Lc. Los dos discípulos pertenecen al círculo descrito en 24,9.11. Tema obligado de conversación: los sucesos recientes (14); falta de acuerdo. Tienen en sí mismos un obstáculo que les impide reconocer a Jesús (15s).
Para ellos, Jesús era sólo un profeta aun siendo discípulos, no han superado la idea del pueblo (7,16; 9,8.19); se han equivocado al esperar más de él (19). Siguen apegados a la institución judía (los sumos sacerdotes y nuestros jefes). Esperaban un Mesías salvador de Israel (1,68s), no de la humanidad (cf. 2,30-32). No se han enterado de las repetidas predicciones de Jesús (9,22.44s; 18,32-34). Esperando solamente un triunfo terreno, ni siquiera los indicios de la resurrección han reavivado su esperanza. Su idea de Mesías se ha derrumbado con la muerte de Jesús (22-24).
Reproche (25). El verdadero Mesías tenía que ser rechazado por la sociedad injusta. El nuevo éxodo lleva a una vida que no está sujeta a la muerte (su gloria) (26). Moisés y los Profetas (cf. 9,30 my 24,4: "los dos hombres"): tal era la promesa contenida en el AT. La teología oficial del triunfo nacionalista era falsa (cf. 19,30; 20,41-44) (27).
La escena del pan (28-32) no está en relación directa con la eucaristía (22,19), sino con el episodio de los panes (9,12-17: bendición del pan, no acción de gracias). Jesús vuelve a darles la señal que llevó a su reconocimiento por Mesías (9,18-20): les enseña así la entrega y el don de sí mismos significados por el pan y necesarios para entender su entrega como Mesías. Sólo entonces se les abrieron los ojos (cf. Is 35,5: "abrir los ojos", metáfora de liberación): su doctrina mesiánica les impedía ver (cf. v.16) (31). Jesús desaparece: el modo de su presencia no es como el de antes.
Comentario unánime; ya no hay desacuerdo. Estábamos en ascuas (32), lit. "nuestro corazón ardía", señal de tensión interior que desemboca en la palabra y en la acción (Sal 39,4). Encuentro con los Once y el grupo. Simón, no "Pedro", nombre de su obstinación (cf. 22,62: llanto de Pedro) (33s). Se repite la idea de que Jesús se da a conocer en el partir del pan, es decir, en el don de sí mismo que ha de ser continuado por los discípulos y cuyo símbolo permanente será la eucaristía (35).
Martes 10 de abril del 2012. Jn 20,11-18.
LA VUELTA DE JESÚS CON LOS SUYOS.
La nueva pareja
(Jn 20,11-18)
20, 11. María se había quedado junto al sepulcro, fuera, llorando. Sin dejar de sllorar, se asomó al sepulcro
12. y vio dos ángeles vestidos de blanco sentados uno a la cabecera y otro a los pies, en el lugar donde había estado puesto el cuerpo de Jesús.
13. Le preguntaron ellos:
- Mujer, ¿por qué lloras?
Les dijo:
- Se han llevado a mi Señor y no sé donde lo han puesto.
14. Dicho esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús.
15. Jesús le preguntó:
- Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?
Ella, pensando que era el hortelano, le dice:
- Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo me lo llevaré.
16. Le dice Jesús:
-María.
Volviéndose ella, le dijo en su lengua:
-Rabbuni (que equivale a “Maestro”).
17. Le dijo Jesús:
-Suéltame, que aún no he subido con el Padre para quedarme. En cambio, ve a decirles a mis hermanos: “Subo a mi Padre, que es vuestro Padre, mi Dios y vuestro Dios”.
18. María fue anunciando a los discípulos:
-He visto al Señor en persona, y me ha dicho esto y esto.
EXPLICACIÓN.
11-18. Jesús había anunciado a los suyos la tristeza por su muerte, pero asegurándoles la brevedad de la prueba y la alegría que les produciría su vuelta (16,16-23a). María, en cambio, llora sin esperanza (xf. 11,33) (11); ha olvidado las palabras de Jesús. No se separa del sepulcro, donde no puede encontrarlo.
Los guardianes del lecho (dos ángeles) (12) son los testigos de la resurrección y están dispuestos a anunciarla. Blanco, color de la gloria divina; su presencia es un anuncio de vida. El vestido y la pregunta de los ángeles (13) muestran que no hay razón para el llanto. Mujer, apelativo usado por Jesús con su madre (2,4 y 19,6), la esposa fiel de Dios en la antigua alianza, y con la samaritana (4,21), la esposa fiel. Los ángeles ven en María a la esposa de la nueva alianza, que busca desolada al esposo, pensando haberlo perdido. Respuesta de María: como la primera vez que llegó al sepulcro (20,2), sigue pensando que todo ha terminado con la muerte.
Mientras siga mirando al sepulcro no encontrará a Jesús. En cuanto se vuelve (14), lo ve de pie, como una persona viva, pero la idea de la muerte la domina y no lo reconoce. La pregunta de Jesús (15) repite en primer lugar la de los ángeles: no hay motivo para llorar. Añade ¿A quién buscáis?, como en el prendimiento (18, 4.7), para darse a conocer. Pero María no pronuncia su nombre. Hortelano: vuelve la idea del huerto/jardín, según el lenguaje del Cantar (19,41). Se prepara el encuentro de la esposa (Mujer) con el esposo (3,29). María, obsesionada con su idea, piensa que la ausencia de Jesús se debe a la acción de otros (si te lo has llevado tú).
Jesús la llama por su nombre (16) y ella reconoce su voz (10,3; cf. Cant 5,2). Se vuelve del todo, sin mirar más al sepulcro, que es el pasado. Al esposo responde la esposa (cf. Jr 33,11; Jn 3,29): se establece la nueva alianza por medio del Mesías. Rabbani, “señor mío”, tratamiento de los maestros, pero también de la mujer dirigiéndose al marido. El lenguaje nupcial expresa la relación de amor y fidelidad que une la comunidad a Jesús; pero este amor se concibe en términos de discipulado, es decir, de seguimiento.
Gesto implícito de María (Cant 3,4: “Encontré el amor de mi alma; lo agarré y ya no lo soltaré”). La alegría del encuentro hace olvidar a María que su respuesta a Jesús ha de ser el amor a los demás. A ese gesto responde Jesús al decirle: Suéltame. Da la razón (aún no he subido, etc.). La fiesta nupcial será el estadio último, cuando la esposa, la humanidad nueva, haya recorrido su camino, el del amor total, y la creación queda perfectamente realizada.
Jesús envía a María con un mensaje para los discípulos, a los que por primera vez llama sus hermanos: amor fraterno, comunidad de iguales. Antes de la subida definitiva de Jesús al Padre (para quedarme), junto con la humanidad nueva, hay otra subida que dará comienzo a la nueva historia. Volverá con los discípulos (14,18). La mención de Padre de Jesús como Padre de los discípulos responde a la promesa de 14,2-3: “En el hogar de mi Padre hay vivienda para muchos, etc”. Jesús sube ahora para dar a los suyos la condición de hijos (mis hermanos), mediante la infusión de su Espíritu (14,16s). Esta experiencia les hará conocer a Dios como Padre (17,3); será su primera experiencia verdadera de Dios. No van a llamar Padre al que conocen como Dios, sino al contrario: llamarán Dios al que experimentan como Padre. No reconocen a otro Dios más que al que ha manifestado en la cruz de Jesús su amor gratuito y generoso por el hombre, comunicándole su propia vida. Es el único Dios verdadero (17,3). La comunidad recibe la noticia de la resurrección de Jesús (18).
SÍNTESIS.
Jn concibe la obra de Jesús como la creación de una humanidad y un mundo nuevos. En paralelo con la pareja primordial, Adán y Eva, aparece en el huerto/jardín la nueva pareja que da origen a la humanidad nueva. La presencia de Jesús en la comunidad no absorbe las energías de ésta, sino que la proyecta hacia fuera, enviándola a la misión.
La nueva pareja
(Jn 20,11-18)
20, 11. María se había quedado junto al sepulcro, fuera, llorando. Sin dejar de sllorar, se asomó al sepulcro
12. y vio dos ángeles vestidos de blanco sentados uno a la cabecera y otro a los pies, en el lugar donde había estado puesto el cuerpo de Jesús.
13. Le preguntaron ellos:
- Mujer, ¿por qué lloras?
Les dijo:
- Se han llevado a mi Señor y no sé donde lo han puesto.
14. Dicho esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús.
15. Jesús le preguntó:
- Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?
Ella, pensando que era el hortelano, le dice:
- Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo me lo llevaré.
16. Le dice Jesús:
-María.
Volviéndose ella, le dijo en su lengua:
-Rabbuni (que equivale a “Maestro”).
17. Le dijo Jesús:
-Suéltame, que aún no he subido con el Padre para quedarme. En cambio, ve a decirles a mis hermanos: “Subo a mi Padre, que es vuestro Padre, mi Dios y vuestro Dios”.
18. María fue anunciando a los discípulos:
-He visto al Señor en persona, y me ha dicho esto y esto.
EXPLICACIÓN.
11-18. Jesús había anunciado a los suyos la tristeza por su muerte, pero asegurándoles la brevedad de la prueba y la alegría que les produciría su vuelta (16,16-23a). María, en cambio, llora sin esperanza (xf. 11,33) (11); ha olvidado las palabras de Jesús. No se separa del sepulcro, donde no puede encontrarlo.
Los guardianes del lecho (dos ángeles) (12) son los testigos de la resurrección y están dispuestos a anunciarla. Blanco, color de la gloria divina; su presencia es un anuncio de vida. El vestido y la pregunta de los ángeles (13) muestran que no hay razón para el llanto. Mujer, apelativo usado por Jesús con su madre (2,4 y 19,6), la esposa fiel de Dios en la antigua alianza, y con la samaritana (4,21), la esposa fiel. Los ángeles ven en María a la esposa de la nueva alianza, que busca desolada al esposo, pensando haberlo perdido. Respuesta de María: como la primera vez que llegó al sepulcro (20,2), sigue pensando que todo ha terminado con la muerte.
Mientras siga mirando al sepulcro no encontrará a Jesús. En cuanto se vuelve (14), lo ve de pie, como una persona viva, pero la idea de la muerte la domina y no lo reconoce. La pregunta de Jesús (15) repite en primer lugar la de los ángeles: no hay motivo para llorar. Añade ¿A quién buscáis?, como en el prendimiento (18, 4.7), para darse a conocer. Pero María no pronuncia su nombre. Hortelano: vuelve la idea del huerto/jardín, según el lenguaje del Cantar (19,41). Se prepara el encuentro de la esposa (Mujer) con el esposo (3,29). María, obsesionada con su idea, piensa que la ausencia de Jesús se debe a la acción de otros (si te lo has llevado tú).
Jesús la llama por su nombre (16) y ella reconoce su voz (10,3; cf. Cant 5,2). Se vuelve del todo, sin mirar más al sepulcro, que es el pasado. Al esposo responde la esposa (cf. Jr 33,11; Jn 3,29): se establece la nueva alianza por medio del Mesías. Rabbani, “señor mío”, tratamiento de los maestros, pero también de la mujer dirigiéndose al marido. El lenguaje nupcial expresa la relación de amor y fidelidad que une la comunidad a Jesús; pero este amor se concibe en términos de discipulado, es decir, de seguimiento.
Gesto implícito de María (Cant 3,4: “Encontré el amor de mi alma; lo agarré y ya no lo soltaré”). La alegría del encuentro hace olvidar a María que su respuesta a Jesús ha de ser el amor a los demás. A ese gesto responde Jesús al decirle: Suéltame. Da la razón (aún no he subido, etc.). La fiesta nupcial será el estadio último, cuando la esposa, la humanidad nueva, haya recorrido su camino, el del amor total, y la creación queda perfectamente realizada.
Jesús envía a María con un mensaje para los discípulos, a los que por primera vez llama sus hermanos: amor fraterno, comunidad de iguales. Antes de la subida definitiva de Jesús al Padre (para quedarme), junto con la humanidad nueva, hay otra subida que dará comienzo a la nueva historia. Volverá con los discípulos (14,18). La mención de Padre de Jesús como Padre de los discípulos responde a la promesa de 14,2-3: “En el hogar de mi Padre hay vivienda para muchos, etc”. Jesús sube ahora para dar a los suyos la condición de hijos (mis hermanos), mediante la infusión de su Espíritu (14,16s). Esta experiencia les hará conocer a Dios como Padre (17,3); será su primera experiencia verdadera de Dios. No van a llamar Padre al que conocen como Dios, sino al contrario: llamarán Dios al que experimentan como Padre. No reconocen a otro Dios más que al que ha manifestado en la cruz de Jesús su amor gratuito y generoso por el hombre, comunicándole su propia vida. Es el único Dios verdadero (17,3). La comunidad recibe la noticia de la resurrección de Jesús (18).
SÍNTESIS.
Jn concibe la obra de Jesús como la creación de una humanidad y un mundo nuevos. En paralelo con la pareja primordial, Adán y Eva, aparece en el huerto/jardín la nueva pareja que da origen a la humanidad nueva. La presencia de Jesús en la comunidad no absorbe las energías de ésta, sino que la proyecta hacia fuera, enviándola a la misión.
Lunes 9 de abril del 2012. Mt 28,8-15.
8Con miedo, pero con mucha alegría, se marcharon a toda prisa del sepulcro y corrieron a anunciárselo a los discípulos. 9De pronto Jesús les salió al encuentro y les saludó diciendo:
-¡Alegraos!
Ellas se acercaron y se postraron abrazándole los pies.
10Jesús les dijo:
-No tengáis miedo; id a avisar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.
11 Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad e informaron a los sumos sacerdotes de todo lo sucedido. 12Estos se reunieron con los senadores, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una suma considerable, 13 encargándoles:
-Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. 14y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros lo calmaremos y os sacaremos de apuros.
15Los soldados aceptaron el dinero y siguieron las instrucciones. Por eso corre esta versión entre los judíos hasta el día de hoy.
EXPLICACIÓN.
Noticia y encargo del ángel: cita en Galilea (6s; cf. 26,32). El miedo, mezclado con alegría. Encuentro con Jesús; les quita e! temor. Mis hermanos, los que poseen e! mismo Espíritu (8-10).
11-15. Mt subraya de nuevo la mala fe de los dirigentes judíos (cf. 27,3ss). Reunión de los jefes saduceos para tratar de Contrarrestar los hechos; éstos no les interesan, les preocupa sólo su repercusión en el pueblo. Se adivina la ofensiva de las comunidades judías contra la primitiva predicación cristiana.
-¡Alegraos!
Ellas se acercaron y se postraron abrazándole los pies.
10Jesús les dijo:
-No tengáis miedo; id a avisar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.
11 Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad e informaron a los sumos sacerdotes de todo lo sucedido. 12Estos se reunieron con los senadores, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una suma considerable, 13 encargándoles:
-Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. 14y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros lo calmaremos y os sacaremos de apuros.
15Los soldados aceptaron el dinero y siguieron las instrucciones. Por eso corre esta versión entre los judíos hasta el día de hoy.
EXPLICACIÓN.
Noticia y encargo del ángel: cita en Galilea (6s; cf. 26,32). El miedo, mezclado con alegría. Encuentro con Jesús; les quita e! temor. Mis hermanos, los que poseen e! mismo Espíritu (8-10).
11-15. Mt subraya de nuevo la mala fe de los dirigentes judíos (cf. 27,3ss). Reunión de los jefes saduceos para tratar de Contrarrestar los hechos; éstos no les interesan, les preocupa sólo su repercusión en el pueblo. Se adivina la ofensiva de las comunidades judías contra la primitiva predicación cristiana.
Domingo 8 de abril del 2012. Jn 20,1-9.
Introducción: El sepulcro vacío.
(Jn 20, 1-9)
20, 1. El primer día de la semana, por la mañana temprano, todavía en tinieblas fue María Magdalena al sepulcro y vio la losa quitada.
2. Fue entonces corriendo a ver a Simón Pedro y también al otro discípulo, el predilecto de Jesús, y les dijo:
- Se han llevado al Señor del Sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.
3. Salió entonces Pedro y también el otro discípulo y se dirigieron al sepulcro.
4. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo se adelantó, corriendo más de prisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro.
5. Asomándose vio puestos los lienzos; sin embargo, no entró.
6. Llegó también Simón Pedro siguiéndolo, entró en el sepulcro y contempló los lienzos puestos,
7. y el sudario, que había cubierto su cabeza, no puesto con los lienzos, sino aparte, envolviendo determinado lugar.
8. Entonces, al fin, entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, vio y creyó.
9. Es que aún no habían entendido aquel pasaje donde se dice que tenía que resucitar de la muerte.
EXPLICACIÓN.
1-9. Terminada la creación (19,30) y preparada la verdadera Pascua (19,31-42), comienza sin interrupción el nuevo ciclo: el de la creación nueva y la Pascua definitiva. Prescinde Jn del dato cronológico exacto, para subrayar que el tiempo mesiánico sigue inmediatamente a la muerte de Jesús. “El último día” de la cruz viene representado ahora como el primer día (1), que abre el tiempo nuevo. Por la mañana temprano indica un momento en que ya hay luz (18,28); dato inconciliable con todavía en tinieblas; pero en Jn la tiniebla designa la ideología contraria a la verdad de la vida (1,5; 3,19; 6,17; 12,35). María va al sepulcro creyendo que la muerte ha triunfado; espera encontrar el cadáver de Jesús. Alusión al Cantar 3,1, de la esposa: “lo busqué y no lo encontré”. La losa puesta habría sido el sello de la muerte definitiva (cf. 11,38s.41), pero la historia de Jesús no se ha cerrado.
Alarma de María (2). Avisa a los dos discípulos por separado; la muerte de Jesús ha provocado la dispersión (16,32). Conclusión de lo que ha visto: se han llevado al Señor. No entiende lo que era señal de vida (el sepulcro abierto); para ella, el Señor, muerto, está a merced de lo que quieran hacer con él. El plural no sabemos muestra a la comunidad desorientada.
Igual reacción de ambos discípulos, ir al sepulcro (3-4). Correr juntos, común adhesión a Jesús. Diferencia: el amigo de Jesús se adelanta a Pedro. Las dos veces que hasta ahora Pedro y el discípulo predilecto han aparecido juntos (13,23-25; 18,15ss) Jn ha dado la ventaja al segundo. Corre más de prisa el que ha sido testigo del fruto de la cruz (19,35). Pedro no concibe aún la muerte como muestra de amor y fuente de vida (12,24).
El discípulo ve puestos los lienzos (5), como sábanas en el lecho nupcial; ya no atan a Jesús (19,40). Distingue la señal de la vida, pero no la comprende. Deberían deducir que Jesús se ha marchado solo (cf. 11,44, de Lázaro: “Desatadlo y dejadlo que se marche”), pero no conciben que la vida pueda vencer a la muerte.
El discípulo no entra en el sepulcro, va a ceder el paso a Pedro. Después de las negociaciones de éste (18,15-17,25), es un gesto de aceptación y reconciliación. Pedro sigue al otro discípulo (6); el que es amigo de Jesús marca el camino. Ve también los lienzos puestos; descubre, además, el sudario, símbolo de muerte (11,44, de Lázaro), pero colocado aparte: envolviendo determinado lugar (7). La expresión es extraña, indicando un segundo sentido. “El lugar” denota en Jn el templo de Jerusalén (4,20; 5,13; 11,48) o, por contraste, el lugar donde se encuentra Jesús, nuevo santuario (6,10.23; 10,40, etc.). Aquí este “lugar”, separado del que es propio de Jesús, designa el templo. Al matar a Jesús han intentado suprimir la presencia de Dios; con ello han condenado su propio templo a la destrucción (cf. 2,19). La muerte, vencida por Jesús, amenaza sin remedio a la institución que lo condenó. No hay reacción de Pedro ante los signos.
Insiste Jn en la deferencia del otro discípulo (8: el que había llegado antes), que muestra una actitud de amor como la de Jesús. Al ver las señales, comprende: la muerte no ha interrumpido la vida, simbolizada por el lecho nupcial preparado. Ahora cree y ve así la gloria/amor de Dios (11,40), que da vida definitiva. Nuevo contraste entre los dos discípulos; sólo cree el segundo.
Jn se refiere al pasaje de Is 26,19-21 (9), al que aludía en 16,16: “Dentro de poco dejaréis de verme, pero un poco más tarde me veréis”, y en el que decía el profeta: “Resucitarán los muertos … el Señor va a salir de su morada”. No sabían que se ha producido el nacimiento del Hombre (16,21).
SÍNTESIS.
Jesús ha muerto, pero no es un cadáver. El sepulcro es un pasado que remite al presente. No se puede vincular la memoria de Jesús a un lugar determinado ni erigirle un monumento como a un difunto ilustre. Su historia no ha terminado. Dificultad en creer que la vida vence a la muerte.
(Jn 20, 1-9)
20, 1. El primer día de la semana, por la mañana temprano, todavía en tinieblas fue María Magdalena al sepulcro y vio la losa quitada.
2. Fue entonces corriendo a ver a Simón Pedro y también al otro discípulo, el predilecto de Jesús, y les dijo:
- Se han llevado al Señor del Sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.
3. Salió entonces Pedro y también el otro discípulo y se dirigieron al sepulcro.
4. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo se adelantó, corriendo más de prisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro.
5. Asomándose vio puestos los lienzos; sin embargo, no entró.
6. Llegó también Simón Pedro siguiéndolo, entró en el sepulcro y contempló los lienzos puestos,
7. y el sudario, que había cubierto su cabeza, no puesto con los lienzos, sino aparte, envolviendo determinado lugar.
8. Entonces, al fin, entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, vio y creyó.
9. Es que aún no habían entendido aquel pasaje donde se dice que tenía que resucitar de la muerte.
EXPLICACIÓN.
1-9. Terminada la creación (19,30) y preparada la verdadera Pascua (19,31-42), comienza sin interrupción el nuevo ciclo: el de la creación nueva y la Pascua definitiva. Prescinde Jn del dato cronológico exacto, para subrayar que el tiempo mesiánico sigue inmediatamente a la muerte de Jesús. “El último día” de la cruz viene representado ahora como el primer día (1), que abre el tiempo nuevo. Por la mañana temprano indica un momento en que ya hay luz (18,28); dato inconciliable con todavía en tinieblas; pero en Jn la tiniebla designa la ideología contraria a la verdad de la vida (1,5; 3,19; 6,17; 12,35). María va al sepulcro creyendo que la muerte ha triunfado; espera encontrar el cadáver de Jesús. Alusión al Cantar 3,1, de la esposa: “lo busqué y no lo encontré”. La losa puesta habría sido el sello de la muerte definitiva (cf. 11,38s.41), pero la historia de Jesús no se ha cerrado.
Alarma de María (2). Avisa a los dos discípulos por separado; la muerte de Jesús ha provocado la dispersión (16,32). Conclusión de lo que ha visto: se han llevado al Señor. No entiende lo que era señal de vida (el sepulcro abierto); para ella, el Señor, muerto, está a merced de lo que quieran hacer con él. El plural no sabemos muestra a la comunidad desorientada.
Igual reacción de ambos discípulos, ir al sepulcro (3-4). Correr juntos, común adhesión a Jesús. Diferencia: el amigo de Jesús se adelanta a Pedro. Las dos veces que hasta ahora Pedro y el discípulo predilecto han aparecido juntos (13,23-25; 18,15ss) Jn ha dado la ventaja al segundo. Corre más de prisa el que ha sido testigo del fruto de la cruz (19,35). Pedro no concibe aún la muerte como muestra de amor y fuente de vida (12,24).
El discípulo ve puestos los lienzos (5), como sábanas en el lecho nupcial; ya no atan a Jesús (19,40). Distingue la señal de la vida, pero no la comprende. Deberían deducir que Jesús se ha marchado solo (cf. 11,44, de Lázaro: “Desatadlo y dejadlo que se marche”), pero no conciben que la vida pueda vencer a la muerte.
El discípulo no entra en el sepulcro, va a ceder el paso a Pedro. Después de las negociaciones de éste (18,15-17,25), es un gesto de aceptación y reconciliación. Pedro sigue al otro discípulo (6); el que es amigo de Jesús marca el camino. Ve también los lienzos puestos; descubre, además, el sudario, símbolo de muerte (11,44, de Lázaro), pero colocado aparte: envolviendo determinado lugar (7). La expresión es extraña, indicando un segundo sentido. “El lugar” denota en Jn el templo de Jerusalén (4,20; 5,13; 11,48) o, por contraste, el lugar donde se encuentra Jesús, nuevo santuario (6,10.23; 10,40, etc.). Aquí este “lugar”, separado del que es propio de Jesús, designa el templo. Al matar a Jesús han intentado suprimir la presencia de Dios; con ello han condenado su propio templo a la destrucción (cf. 2,19). La muerte, vencida por Jesús, amenaza sin remedio a la institución que lo condenó. No hay reacción de Pedro ante los signos.
Insiste Jn en la deferencia del otro discípulo (8: el que había llegado antes), que muestra una actitud de amor como la de Jesús. Al ver las señales, comprende: la muerte no ha interrumpido la vida, simbolizada por el lecho nupcial preparado. Ahora cree y ve así la gloria/amor de Dios (11,40), que da vida definitiva. Nuevo contraste entre los dos discípulos; sólo cree el segundo.
Jn se refiere al pasaje de Is 26,19-21 (9), al que aludía en 16,16: “Dentro de poco dejaréis de verme, pero un poco más tarde me veréis”, y en el que decía el profeta: “Resucitarán los muertos … el Señor va a salir de su morada”. No sabían que se ha producido el nacimiento del Hombre (16,21).
SÍNTESIS.
Jesús ha muerto, pero no es un cadáver. El sepulcro es un pasado que remite al presente. No se puede vincular la memoria de Jesús a un lugar determinado ni erigirle un monumento como a un difunto ilustre. Su historia no ha terminado. Dificultad en creer que la vida vence a la muerte.
Sábado 7 de abril del 2012. Mc 16,1-7.
1 Transcurrido el día de precepto, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamarlo. 2El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro ya salido el sol. 3Se decían unas a otras:
-¿Quién nos correrá la losa de la entrada del sepulcro?
4 Al levantar la vista observaron que la losa estaba corrida (y era muy grande).
5Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, envuelto en una vestidura blanca, y se quedaron completamente desconcertadas. 6Él les dijo:
-No os desconcertéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? Ha resucitado, no está aquí. Mirad el lugar donde lo pusieron. 7Y ahora, marchaos, decid a sus discípulos y, en particular, a Pedro: "Va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis, como os había dicho".
EXPLICACIÓN.
1-7. Epílogo: El nuevo día, Anuncio de la resurrección. Las mujeres (cf. 15,40) no la esperan; quieren sólo mostrar su cariño a Jesús embalsamando su cadáver (cf. 14,8). El primer día de la semana (lit. «el uno de la semana»), alusión a Gn 1,5: con la resurrección de Jesús comienza la creación definitiva (2). Como en 14,51s, el joven representa a Jesús mismo, ahora glorificado (color blanco, d. 9,3); sentado a la derecha (cf. 14,62): condición divina (5). Palabras del joven: ellas buscan al que habían tenido por Mesías davídico (Nazareno, d. 1,24; 10,47), fracasado (crucificado); no hay fracaso, la vida ha vencido a la muerte (8,31; 9,31; 10,34). Encargo para los discípulos (seguidores procedentes del judaísmo), en particular para Pedro, que ha renegado de Jesús (14,30.72ss): abandonar Jerusalén y la expectación mesiánica judía, para comenzar la misión universal a partir de Galilea (14,28) (7).
-¿Quién nos correrá la losa de la entrada del sepulcro?
4 Al levantar la vista observaron que la losa estaba corrida (y era muy grande).
5Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, envuelto en una vestidura blanca, y se quedaron completamente desconcertadas. 6Él les dijo:
-No os desconcertéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? Ha resucitado, no está aquí. Mirad el lugar donde lo pusieron. 7Y ahora, marchaos, decid a sus discípulos y, en particular, a Pedro: "Va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis, como os había dicho".
EXPLICACIÓN.
1-7. Epílogo: El nuevo día, Anuncio de la resurrección. Las mujeres (cf. 15,40) no la esperan; quieren sólo mostrar su cariño a Jesús embalsamando su cadáver (cf. 14,8). El primer día de la semana (lit. «el uno de la semana»), alusión a Gn 1,5: con la resurrección de Jesús comienza la creación definitiva (2). Como en 14,51s, el joven representa a Jesús mismo, ahora glorificado (color blanco, d. 9,3); sentado a la derecha (cf. 14,62): condición divina (5). Palabras del joven: ellas buscan al que habían tenido por Mesías davídico (Nazareno, d. 1,24; 10,47), fracasado (crucificado); no hay fracaso, la vida ha vencido a la muerte (8,31; 9,31; 10,34). Encargo para los discípulos (seguidores procedentes del judaísmo), en particular para Pedro, que ha renegado de Jesús (14,30.72ss): abandonar Jerusalén y la expectación mesiánica judía, para comenzar la misión universal a partir de Galilea (14,28) (7).
Viernes 6 de abril del 2012. Jn 18,1-19,42
TERCERA SECCIÓN.
ENTREGA, MUERTE Y SEPULTURA DE JESÚS.
LA MANIFESTACIÓN DE LA GLORIA.
(Jn 18,1-19,42)
Introducción: Entrega de Jesús y opción de Pedro.
Entrega de Jesús a la violencia del mundo.
(Jn 18,1-14)
18, 1. Dicho esto, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto; allí entró él y sus discípulos.
2. (También Judas, el que lo entregaba, conocía el lugar, porque muchas veces se había reunido allí Jesús con sus discípulos.)
3. Entonces Judas cogió el batallón y guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos y llegó allí con faroles, antorchas y armas.
4. Jesús, entonces, consciente de todo lo que se le venía encima, salió y les dijo:
-¿A quién buscáis?
5. Le contestaron:
- A Jesús el Nazareno.
Les dijo:
-Soy yo.
(También Judas, el que lo entregaba, estaba presente con ellos.)
6. Al decirles. “Soy yo”, se echaron atrás y cayeron a tierra.
7. Les preguntó de nuevo:
-¿A quién buscáis?
Ellos dijeron:
- A Jesús el Nazareno.
8. Replicó Jesús:
-Os he dicho que soy yo; pues si me buscáis a mí, dejad que se marchen éstos.
9. Así se cumplieron las palabras que había dicho: “De los que me entregaste, no he perdido a ninguno”.
10. Entonces, Simón Pedro, que llevaba un machete, lo sacó, agredió al siervo del sumo sacerdote y le cortó el lóbulo de la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco.
11. Jesús le dijo a Pedro:
- Mete el machete en su funda. El trago que me ha mandado beber el Padre, ¿voy a dejar de beberlo?
12. Entonces, el batallón, el comandante y los guardias de las autoridades judías prendieron a Jesús, lo ataron
13. y lo condujeron primero a presencia de Anás, porque era suegro de Caifás, que era sumo sacerdote el año aquel.
14. Era Caifás el que había persuadido a los dirigentes judíos de que convenía que un solo hombre muriese por el pueblo.
Negaciones de Pedro y testimonio de Jesús.
(Jn 18,15-27)
18, 15. Seguía a Jesús Simón Pedro y, además, otro discípulo. El discípulo aquél le era conocido al sumo sacerdote y entró junto a Jesús en el atrio del sumo sacerdote.
16. Pedro, en cambio, se quedó junto a la puerta, fuera.
Salió entonces el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote; se lo dijo a la portera y condujo a Pedro dentro.
17. Le dice entonces a Pedro la sirvienta que hacía de portera:
-¿Acaso eres también tú discípulo de ese hombre?
Dijo él:
-No lo soy.
18. Se habían quedado allí los siervos y los guardias, que, como hacía frío, tenían encendidas unas brasas, y se calentaban. (Estaba también Pedro con ellos, allí parado y calentándose.)
19. Entonces, el sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.
20. Jesús le contestó:
-Yo he venido hablando públicamente a todo el mundo; yo siempre he enseñado en reuniones y en el templo, donde todos los judíos acuden, y no he dicho nada a ocultas.
21. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregúntales a los que me estuvieron escuchando de qué les he hablado. Ahí los tienes, ésos saben lo que he dicho.
22. Apenas dijo esto, uno de los guardias presentes dio una bofetada a Jesús, diciendo:
-¿Así le contestas al sumo sacerdote?
23. Le replicó Jesús:
-Si he faltado en el hablar, declara en qué está la falta; pero, si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?
24. Entonces Anás lo mandó atado a Caifás, el sumo sacerdote.
25.Estaba, pues, Simón Pedro allí parado y calentándose. Le dijeron entonces:
-¿Acaso eres también tú discípulo suyo?
Él lo negó:
-No lo soy.
26. Le dijo uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente del otro a quien Pedro cortó la oreja:
-¿No te he visto yo en el huerto con él?
27. De nuevo negó Pedro, y en seguida cantó un gallo.
I. EL REY DE LOS JUDÍOS.
(18,28-19,22)
La entrega a Pilato: El malhechor.
(Jn 18, 28-32)
18, 28. Condujeron entonces a Jesús de casa de Caifás a la residencia del gobernador. Era por la mañana temprano. Ellos, sin embargo, no entraron en la residencia del gobernador, para no contaminarse y poder celebrar la comida de Pascua.
29. Salió Pilato fuera, adonde estaban ellos, y les preguntó:
-¿Qué acusación presentáis contra este hombre?
30. Le contestaron:
-Si éste no fuese un malhechor, no te lo habríamos entregado.
31. Les dijo entonces Pilato:
- Lleváoslo vosotros y juzgadlo conforme a vuestra ley.
Le dijeron entonces las autoridades judías:
- A nosotros no nos está permitido matar a nadie.
32. Así tendría cumplimiento el dicho de Jesús, cuando indicaba con qué clase de muerte iba a morir.
La realeza de Jesús.
(Jn 18,33-38a)
18. 33. Entró de nuevo Pilato en la residencia, llamó a Jesús y le dijo:
-¿Tú eres el rey de los judíos?
34. Contestó Jesús:
-¿Dices tú eso como cosa tuya o te lo han dicho otros de mí?
35. Replicó Pilato:
-¿Acaso soy yo judío? Tu propia nación y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
36. Contestó Jesús:
-La realeza mía no pertenece al orden este. Si mi realeza perteneciera al orden este, mis propios guardias habrían luchado para impedir que me entregaran a las autoridades judías. Ahora que mi realeza no es de aquí.
37. Le preguntó entonces Pilato:
-Luego ¿tú eres rey?
Contestó Jesús:
-Tú lo estás diciendo, yo soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio en favor de la verdad. Todo el que pertenece a la verdad escucha mi voz.
38a Le dice Pilato:
-¿Qué es eso de “verdad”?
La opción por la violencia: Barrabás.
(Jn 18, 38b-40)
18, 38b. Dicho esto, salió de nuevo adonde estaban las autoridades judías y les dijo:
- Yo no encuentro ningún cargo contra él.
39. Pero tenéis por costumbre que os suelte a uno por Pascua, ¿queréis que os suelte al rey de los judíos?
40. Esta vez empezaron a dar gritos:
- A ése, no; a Barrabás.
Y Barrabás era un bandido.
La burla del rey.
(Jn 19,1-3)
19, 1. Entonces tomo Pilato a Jesús y lo mandó azotar.
2. A continuación, los soldados trenzaron una corona de espino y se la pusieron en la cabeza, lo vistieron con un manto color púrpura
3. y, acercándose a él, le decían:
-¡Salud, rey de los judíos!
Y le daban bofetadas.
El Hombre-Hijo de Dios: La verdadera realeza.
(Jn 19,4-8)
19, 4. Salió otra vez fuera Pilato y les dijo:
- Mirad, os lo traigo fuera para que sepáis que no encuentro ningún cargo contra él.
5. Salió entonces fuera Jesús, llevando la corona de espino y el manto de color púrpura. Y les dijo:
-Mirad al hombre.
6. Pero apenas lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, empezaron a dar gritos:
-¡Crucifícalo, crucifícalo!
Les contestó Pilato:
-Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro cargo contra él.
7. Le replicaron los dirigentes judíos:
-Nosotros tenemos una Ley, y, según esa Ley, debe morir, porque se ha hecho hijo de Dios.
8. Cuando Pilato oyó decir aquello, sintió más miedo.
Responsabilidad de Pilato y de los judíos.
(Jn 19,9-12)
19, 9. Entró de nuevo en la residencia y preguntó a Jesús:
-¿De dónde procedes tú?
Pero Jesús no le dio respuesta.
10. Entonces le dijo Pilato:
-¿Te niegas a hablarme a mí? ¿No sabes que está en mi mano soltarte y está en mi mano crucificarte?
11. Le replicó Jesús:
-No estaría en tu mano hacer nada contra mí si Dios no te dejara. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.
12. Desde aquel momento Pilato trataba de soltarlo, pero los dirigentes judíos daban gritos diciendo:
-Si sueltas a ése, no eres amigo del Cesar. Todo el que se hace rey se declara contra el César.
La opción contra Dios: El César.
(Jn 19,13-16)
19, 13. Al oír Pilato aquellas palabras, condujo fuera a Jesús. Se sentó en un escaño, en un lugar que llamaban “el Enlosado” (en la lengua del país, Gábbata).
14. Era preparación de la Pascua y alrededor de la hora sexta.
Dijo a los judíos:
-Mirad a vuestro rey.
15. Ellos entonces empezaron a dar gritos:
-¡Quítalo, quítalo de en medio! ¡Crucifícalo!
Pilato les dijo:
-¿A vuestro rey voy a crucificar?
Replicaron los sumo sacerdotes:
-No tenemos más rey que el César.
16a. Entonces, al fin, se lo entregó a ellos para que fuese crucificado.
El crucificado y sus compañeros.
(Jn 19,16b -18)
19, 16b. Tomaron, pues, consigo a Jesús
17. y, cargando él mismo con la cruz, salió para el que llamaban “lugar de la Calavera” (que, en la lengua del país, se dice Gólgota);
18. allí lo crucificaron y, con él, a otros dos, a un lado y a otro; en medio, a Jesús.
El Mesías rey crucificado: La nueva Escritura.
(Jn 19,19-22)
19, 19. Pilato escribió además un letrero y lo fijó en la cruz; estaba escrito: JESÚS EL NAZARENO, EL REY DE LOS JUDÍOS.
20. Este letrero lo leyeron muchos judíos, porque estaba cerca de la ciudad el lugar donde fue crucificado Jesús. Y estaba escrito en hebreo, latín y griego.
21. Dijeron entonces a Pilato los sumos sacerdotes de los judíos:
- No dejes escrito: “El rey de los judíos”, sino: “Éste dijo: Soy rey de los judíos”.
22. Replicó Pilato:
-Lo que he escrito, escrito lo dejo.
II. EL REINO DEL MESÍAS.
(19,23-27)
Reparto de la ropa de Jesús: La comunidad universal.
(Jn 19,23-24)
19, 23. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su manto y lo hicieron cuatro partes, una parte para cada soldado; además, la túnica. La túnica no tenía costura, estaba tejida toda entera desde arriba.
24. Se dijeron unos a otros:
-No la dividamos, la sorteamos a ver a quién le toca.
Así se cumplió aquel pasaje: “Se repartieron mi manto y echaron a suerte mi ropa”. Fueron los soldados quienes hicieron esto.
La madre y el discípulo:
Israel integrado en la nueva comunidad.
(Jn 19,25-27)
19, 25. Estaban presentes junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María la de Cleofás y María Magdalena.
26. Jesús entonces, viendo a la madre y, al lado de ella, a su discípulo predilecto, dijo a la madre:
-Mujer, mira a tu hijo.
27. Luego dijo al discípulo:
-Mira a tu madre.
Y desde aquella hora la acogió el discípulo en su casa.
EPISODIO CENTRAL: LA MUERTE DE JESÚS.
El amor leal: La creación terminada y la nueva alianza.
(Jn 19,28-30)
19, 28. Después de esto, consciente Jesús de que ya todo iba quedando terminado dijo:
- Tengo sed (así se realizaría del todo aquel pasaje).
29. Estaba allí colocado un jarro lleno de vinagre. Sujetando a una caña de hisopo una esponja empapada con el vinagre, se la acercaron a la boca
30. y, cuando tomó el vinagre, dijo Jesús:
-Queda terminado.
Y, reclinando la cabeza, entregó el Espíritu.
IV. LA PREPARACIÓN DE LA PASCUA.
(Jn 19, 31-42)
La visión de la gloria.
19, 31. Los dirigentes judíos, como era día de preparación – para que no se quedasen en la cruz los cuerpos durante el día de precepto, pues era solemne aquel día de precepto -, le rogaron a Pilato que les quebrasen las piernas y los quitasen.
32. Fueron, pues, los soldados, y les quebraron las piernas, primero a uno y luego al otro de los que estaban crucificados con él.
33. Pero, al llegar a Jesús, viendo que estaba ya muerto, no le quebraron las piernas;
34. sin embargo, uno de los soldados, con una lanza, le traspasó el costado, y salió inmediatamente sangre y agua.
35. El que lo ha visto personalmente deja testimonio – y este testimonio suyo es verdadero, y él sabe que dice la verdad – para que también vosotros creáis.
36. Pues estas cosas sucedieron para que se cumpliese aquel pasaje: “No se le romperá ni un hueso”;
37. y todavía otro pasaje dice: “Mirarán al que traspasarón”.
La sepultura en el huerto.
(Jn 19,38-41)
19, 38. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero clandestino por miedo a los dirigentes judíos, rogó a Pilato que lo dejase quitar el cuerpo de Jesús; Pilato lo autorizó. Fue entonces y quitó su cuerpo.
39. Fue también Nicodemo, aquel que al principio había ido a verlo de noche, llevando unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe.
40. Cogieron entonces el cuerpo de Jesús y lo ataron con lienzos junto con los aromas, como tienen costumbre los judíos de dar sepultura.
41. En el lugar donde lo crucificaron había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo donde todavía nadie había sido puesto.
42. Por ser día de preparación para los judíos, como el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.
EXPLICACIÓN.
1-14. Dicho esto enlaza la Pasión con el discurso de la cena, en particular con la oración de Jesús (cap. 17). Primera mención de un huerto (1), lugar de vida y fecundidad: será también un huerto el lugar donde lo crucifiquen y lo sepulten (19,41s). La muerte va a situarse en el ámbito de la vida. Lugar habitual de reunión para Jesús y los suyos (2); la comunidad de Jesús se encuentra en la esfera de la vida.
Se hace resaltar el número de las fuerzas que intervienen en el prendimiento (3): peligro que representa Jesús para “el mundo”, intensidad de la violencia de éste y magnitud del odio (7,7; 15,18-25). Acuden todos los componentes de la oposición a Jesús. Judas hace de jefe, es figura “del jefe del orden este” (14,30), representa a los círculos de poder. Faroles y antorchas, caminan en la tiniebla; llevan armas, instrumentos de muerte. Se identifican tinieblas y muerte. Quieren extinguir la luz/vida (1,5).
Jesús sale (4); los que llegan no entran en el huerto, lugar de la vida. No se dirige a Judas, sino al grupo entero. El Nazareno/Nazoreo (5) señala al descendiente de David (alusión a Is 11,1; Jr 23,5; 33,15; Zac 3,8 y 6,12; “el Germen”). Soy yo, se identifica como Mesías (1,20; 6,20). Última mención del traidor; queda alineado con los enemigos de Jesús. Echarse atrás (6), lenguaje simbólico para significar derrota (Sal 27,2; 35,4; 56, 10; 70,13); caer a tierra, derrota total. La entrega de Jesús vence al mundo (14,30; 16,33). No intenta escapar (7). Pone a salvo a sus amigos, por quienes va a dar la vida (15,15) (8-9).
Pedro no ha comprendido la alternativa de Jesús ni su designio (1,42; 13,8) (10), que no consiste en triunfar dando muerte, sino en entregarse para comunicar vida. Está dispuesto a arriesgar la suya para mostrar su amor a Jesús (13,37), pero quiere impedir que Jesús le manifieste el suyo. No ha superado la tentación de hacerlo rey (6,15; 12,13) y no acepta su muerte (12,34). El siervo, determinado, representante calificado; le cortó el lóbulo, etc, figura para indicar la destitución del sumo sacerdote (cf. Éx 29,20; Lv 8,23), máxima autoridad religioso-política. Malco, en aram. “rey”, el poder político en manos de la jerarquía sacerdotal.
Jesús detiene a Pedro (11). La aceptación de la muerte entra en el designio del Padre: presentar, ante el odio y la violencia, la alternativa del amor. El Padre no ha destinado a Jesús a la muerte; su misión era dar testimonio de su amor a los hombres. Pero en el mundo de la tiniebla opresora la muerte violencia era inevitable y ella va a manifestar hasta el máximo la maldad del mundo y el amor de Dios. Jesús no busca el dolor, pero lo acepta cuando es consecuencia ineludible del testimonio del amor y la denuncia de la opresión. No responde al odio con el odio ni combate la violencia con la violencia, para no imitar, aun a costa de la vida, la maldad del sistema opresor. Muestra así que Dios es puro amor y ajeno a toda violencia.
Insiste Jn en la complicidad de todos los poderes, civiles y religiosos (12). En el momento decisivo, todos descubren su verdadero rostro; son los enemigos del hombre y de la vida. Lo ataron, cf. Is 3,9-10. Anás (13) había sido sumo sacerdote en los años 6-15, y sus cinco hijos lo fueron después de él. Conocido por su ambición, riqueza y codicia. Es el personaje más importante del tiempo, el verdadero poder, detrás de los que ejercen la función en cada momento (Caifás, el año aquel); representa “al Enemigo” (8,44), del que Caifás es instrumento. Quieren ejecutar el acuerdo el Consejo (11,53) (14).
SÍNTESIS.
Dios o Jesús no necesitan en este mundo defensores ni protectores. Pretender defenderlos es arrogancia. Usar la fuerza o utilizar la violencia con ese pretexto significa atribuirles la misma injusticia del sistema y destruir toda alternativa. Lo único válido es repetir el gesto de Jesús, entregar la vida por amor al hombre.
15-27. Pedro no hace caso del aviso que le había dado Jesús (13,36); no está preparado para seguirlo. Otro discípulo, innominado, pero asociado a Pedro, como en 13,23; 20,2.4; 21,7.20-22; es el predilecto de Jesús, el modelo de discípulo. (15). Era conocido como discípulo por el sumo sacerdote, aludiendo al dicho de Jesús en 13,35: “En esto conocerán todos que sois discípulos míos, etc.”. El que experimentaba el amor de Jesús (13,23: “el discípulo predilecto”) responde a ese amor aceptando el riesgo de seguir a Jesús hasta el fin (entró con Jesús).
Contraste con Pedro (16). El otro va a ofrecerle la oportunidad de declararse discípulo y seguir a Jesús en su entrega. Pedro no entra espontáneamente, se deja conducir (cf. 1,42). No lleva el distintivo del discípulo (13,35), hay que preguntarle si lo es (17), y tiene que definirse. Jesús ha defraudado su expectación mesiánica; ya no se siente vinculado a él. Al romper con Jesús, Pedro se encuentra mezclado con sus enemigos (18); no habiendo alcanzado la libertad, está entre los siervos; frío, símbolo de muerte.
Contraste con lo que ocurre en el patio. El sumo sacerdote (19), el poder supremo, quiere saber quiénes apoyan a Jesús, su influjo (sus discípulos) y qué doctrina propone. Jesús no responde a la pregunta sobre sus discípulos, no quiere comprometer a nadie; en cuanto a la doctrina, no tiene nada secreto que revelar (20); los mismos partidarios del sistema (los judíos) lo han escuchado. SI el sumo sacerdote busca información, puede obtenerla de primera mano. No admite la condición de súbdito; el jefe supremo le pide una información, y él se niega a darla; quieren tratarlo como a un reo, pero él no les reconoce autoridad. Su libertad lo sitúa por encima de todo poder.
La reacción del siervo (22) se debe a la supuesta ofensa a su señor; se identifica con él; carece de identidad propia, se define por su dependencia. Esperaba una obsequiosidad sin condiciones ante el jefe. Jesús no responde a la violencia con la violencia; le pide que analice sus palabras sin prejuicios (23); lo llama a la razón, haciéndole comprender su irracionalidad; lo invita a fijarse en la realidad de los hechos, fundamento del juicio personal y de la libertad. No hay respuesta de Anás, que no ha podido manipular a Jesús, el hombre libre (24).
Pedro no se ha movido del lugar donde estaba (25). Segunda negación, ahora pública. Mientras Jesús afrontaba la situación con pleno dominio de sí, Pedro está atenazado por el miedo, entre los enemigos de Jesús. Ante el recuerdo de su gesto en el huerto, (26-27), se acobarda aún más, no se atreve a enfrentarse con la autoridad. Aquel gesto significaba su ruptura con la institución; ahora no se atreve a mantenerla.
SÍNTESIS.
Contraste entre la actitud de Jesús y la de Pedro; como trasfondo, la del otro discípulo, el verdadero seguidor. Jesús, manifestando su libertad, se enfrenta con el poder hostil, sin retractarse de su actividad anterior ni de su enseñanza. Pedro, por miedo, reniega de su condición de discípulo. Había dado su adhesión, más que a Jesús, a su propio ideal de un Mesías de poder.
28-32. No se narra lo sucedido en casa de Caifás. Ahora quieren que la causa de Jesús pase a la jurisdicción del poder invasor y pagano (28). Comienza el día decisivo (19,14: centro del día, 19,42: su fin): es el “sexto día” (12,1), el de la creación del hombre. Los opresores del pueblo ponen cuidado en observar las prescripciones legales (no contaminarse).
Primer movimiento de Pilato (29); salir es ya una concesión: el poder romano se pliega en cierto modo al judío. Sabe muy bien quién es Jesús, puesto que el batallón ha participado en la captura (18,3); pide, sin embargo, una acusación formal.
Toman a mal que Pilato les exija una acusación definida (30). Debería fiarse de ellos; pretenden que ratifique su decisión (11,53). Malhechor: para la institución, dar fuerza y libertad al hombre es un crimen. Pilato no acepta la propuesta (31). Comienza el forcejeo entre los dos poderes. Al remitirlos a su Ley, Pilato, sin saberlo, los está acusando. Su Ley no permitía juzgar a un hombre sin primero escucharlo (7,51). La respuesta de los dirigentes pretende forzar a Pilato a intervenir. Doble sentido de la frase: a) no tienen la facultad de condenar a muerte (cf. 19,11); b) alusión al quinto mandamiento: “No matarás”; van a cometer un homicidio por mano ajena, bajo apariencias legales.
Se hace posible la predicción de Jesús, morir levantado en alto (2,14; 8,28; 12,32s) (32), muerte que será al mismo tiempo su exaltación.
33-38a Pilato entra en su residencia, donde se encuentra al abrigo de la presión judía (33). Jesús ha sido detenido como “el Nazareno” (18,5.7), es decir, como el pretendiente al trono de David. Pilato quiere informarse de primera mano. El pagano no dice “el rey de Israel” (1,49; 12,13), sino el rey de los judíos, de la nación; implicación mesiánica (¿Tú eres?). Jesús quiere que Pilato razone su postura, que examine si está siendo manipulado y considere su responsabilidad como juez (34).
Pilato no quiere reconocer la presión de los judíos y niega que la cuestión le afecte personalmente (35). Rechaza toda responsabilidad; son otros los acusadores, los jefes religiosos y, detrás, el pueblo que no ha sabido optar por Jesús y en contra de sus autoridades opresoras (12,34). Los títulos de Jesús no interesan a Pilato, pero si su actividad (¿Qué has hecho?), que puede suponer una amenaza para el poder que representa.
Jesús no responde directamente a la segunda pregunta de Pilato, sino a la primera: “¿Tú eres el rey de los judíos?” (36). Afirma claramente su calidad de Rey, pero niega todo parecido con los reyes que Pilato conoce. Al descartar la realeza que se apoya en la fuerza queda patente que no pretende ocupar el trono y que no es un rival del emperador. Él practica el servicio a los hombres y rechaza el poder. Los reyes del mundo imponen su dominio. Para Jesús, la violencia pertenece a la esfera de la injusticia. Él se ha entregado voluntariamente y ha cortado en seco la violencia de Pedro (18,11). Ha probado no ser rey como los otros.
Extrañeza de Pilato (37) y nueva afirmación de Jesús. Explica su función como rey: no dominar, sino dar testimonio de la verdad; con estas palabras condensa el significado de su vida y actividad. Jesús comunica vida (Espíritu) y la experiencia de esa vida es la verdad sobre Dios/el Padre, que se manifiesta como amor sin límite, y sobre el hombre, llamado a ser hijo de Dios. Su muerte en cruz, máxima expresión de amor, resumirá y hará culminar todo su testimonio. Los que están a favor de la vida/verdad, de la plenitud humana, responden a su llamada. Pilato se desentiende (38a). Al constatar que Jesús no pretende el poder, no lo considera peligroso y no se preocupa más. Es hombre de poder, pertenece “al orden este”, no a la verdad, y no puede escuchar la voz de Jesús. No sabe lo que es la verdad porque no conoce la vida.
SÍNTESIS.
El poder/dominio y el uso de la violencia pertenecen al orden injusto, enemigo de Dios y del hombre. Para realizar su obra, la nueva humanidad y la sociedad alternativa, Jesús no se apoya en la fuerza, sino en el deseo y la experiencia de vida; los que lo sigan, lo harán libremente.
38b-40. Pilato sale sin esperar una respuesta (Dicho esto) (38b). Deja su terreno para encontrarse de nuevo con los que quieren la muerte de Jesús. Como juez, declara a Jesús inocente. Los dirigentes habían condenado a Jesús por considerar que su actividad podría ocasionar la destrucción del templo y de la nación por parte de los romanos (11,48). El gobernador romano les asegura que no ve peligro en Jesús, quitando todo fundamento a aquella sentencia. Pero el móvil real de la hostilidad contra Jesús no era el peligro romano, sino el propio interés (11,50: “os conviene”).
La Pascua fue en su origen la fiesta de la liberación de Egipto. Soltar un preso (39) recordaba la antigua liberación y simbolizaba su permanencia. A pesar de su veredicto de inocencia, Pilato no se atreve a poner en libertad a Jesús. Cede a la presión de los dirigentes judíos; para no ofenderlos, propone una solución de compromiso. La propuesta provoca la protesta clamorosa de las autoridades (40). No quieren la libertad de Jesús a ningún precio. Ellos tienen sus propuestas: al dador de vida prefieren el violento y homicida (bandido, denominación que se aplicaba a los zelotas).
SÍNTESIS.
La figura de Barrabás, el bandido, simboliza la violencia; los dirigentes la ejercen sobre el pueblo mediante sus instituciones. La actividad de Jesús pone en peligro su poder. Él no usa la fuerza, pero da vida al hombre. El sistema opresor ve en esto su propia ruina; eligiendo a Barrabás, deja la vía libre a su propia violencia.
1-3. Jn no señala la entrada de Pilato (en 19,4 vuelve a salir), porque la escena de la burla del rey se dirige en primer lugar a los judíos que están fuera. Se usaba azotar (1) al que iba a ser crucificado, pero aún no se ha dado esa sentencia. Jn dispone los acontecimientos para desarrollar gradualmente el sentido de la misión y muerte de Jesús.
Los soldados, agentes de la violencia del poder (2). Parodian una proclamación imperial. Corona, manto de púrpura y saludo real (3); todos los emblemas de la realeza figuran en la escena para ser objeto de burla. Los soldados ven en Jesús un pretendiente al trono. Expresan con sus acciones todo el desprecio que les merece el título “rey de los judíos”. Paso a paso destruyen toda ilusión sobre la monarquía davídica, ideal mesiánico del pueblo. La despojan de toda grandeza, ridiculizan todos los atributos regios.
Jesús no protesta; la acción de los soldados es la suya propia; por medio de ellos va subrayando la insensatez de la concepción mesiánica común. Él, que ha afirmado claramente su realeza, va permitiendo la negación de todo lo que podía comportar el poder y esplendor. Ahora podrá manifestarse la verdadera grandeza que hace al hombre rey, la del amor que llega hasta dar la vida.
4-8. Pilato anuncia la salida de Jesús (4); va a sacarlo (os lo traigo) fuera, al ámbito judío, para mostrar a los dirigentes que no hay razón para condenarlo. Jesús, burlado en su pretensión real, no puede inspirar temor alguno. No hay acusación posible.
Pero Jesús sale por propia iniciativa (Salió) (5). Llevando los atributos reales de la burla, se presenta a los que detentan el poder de su nación. Les muestra la calidad de su mesianismo; el Mesías consagrado por Dios (10,24-36) es aquel que rechaza el poder, pero se dispone a dar su vida para que ellos no perezcan (11,50s; 18,14).
El sujeto que habla (les dijo) puede ser Pilato o Jesús. Ambigüedad pretendida; según la lógica de la narración, sería Pilato; pero, en realidad es Jesús mismo quien se proclama el Hombre, la realización del proyecto de Dios. Por primera vez en la historia está apareciendo lo que es y significa ser hombre. El Hombre es el rey (corona y manto), porque a eso está destinado por Dios; es el Mesías que Dios envía a la humanidad (9,35). No hay dignidad superior a ésta. Los soldados, al despojar a Jesús de la falsa dignidad real, propia del mundo, han dejado al descubierto su verdadera realeza.
Los jefes religiosos y sus subordinados (18,3) (6a), identificados con sus dueños y asociados a su injusticia; los oprimidos que aceptan la opresión y se hacen a su vez opresores. El pueblo está ausente de toda la secuencia. Queda patente el verdadero motivo de la hostilidad a Jesús: no es el peligro de su pretensión de realeza, deshecha con la burla de los soldados, es el odio “al Hombre”. Los opresores no pueden soportar al que, con su verdad, derriba la mentira de su sistema. Con el poder y su Ley, han querido impedir que exista el hombre; ahora lo tienen delante en toda su grandeza y su vista los ofende. Gritan porque no tienen armas contra esa verdad.
Por segunda vez (cf. 18,31) expresa Pilato su deseo de que ellos se encarguen de Jesús (6b). Él sigue considerándolo inocente. Uno tras otro, sus intentos de compromiso son rechazados por la jerarquía sacerdotal. Los judíos (7), los dirigentes y partidarios de la institución judía. La Ley de Moisés prohibía matar (18,31); la de ellos los lleva a dar la muerte (cf. 7,19). Su ley es enemiga de Dios, pues se opone a la realización de su proyecto; prohíbe ser hijo de Dios (1,12) y, con ello, ser hombre. Es la ley del odio (15,25). La Ley, absolutizada y hecha instrumento del poder, condena a muerte a quien pretende realizar el proyecto creador.
El miedo de Pilato se había mostrado en su actuación vacilante y en su falta de decisión para dar la libertad a Jesús, al que reconoce inocente. Temía a los dirigentes judíos, pero ahora se pregunta si no ha de temer también a Jesús (8). En la narración, el poder judío con su saña y Pilato con su cobardía, se van envileciendo; en el centro se va descubriendo la fuerza de Jesús, que se mantiene fiel a sí mismo y a su misión.
SÍNTESIS.
La verdadera realeza es sinónimo de riqueza y libertad. “El rey” es “el Hombre”, el que posee la plenitud humana; su riqueza no son cosas, sino su propia persona, su vida y amor sin tasa; su plena libertad lo hace dueño de ella y le permite entregarla para comunicar amor y vida. La Ley, como instrumento de opresión, se opone a que el hombre llegue a realizarse; lo somete, privándolo de la libertad y le impide así disponer de la propia vida para darla.
9-12. Nueva entrada de Pilato, esta vez con Jesús (9); quiere escapar del ambiente de la pasión y el odio. La acusación: “se ha hecho hijo de Dios”, lo intranquiliza; no sabe si el origen de Jesús es humano o divino. Jesús no le contesta: para hacer justicia debe bastarle que Jesús sea un hombre; tampoco se aprovecha Jesús del miedo de Pilato para forzarlo a darle la libertad. El juez tiene datos más que suficientes para dar sentencia.
Antes del silencio, Pilato recurre a la amenaza (10). Piensa que el hecho de detentar el poder debería persuadir a Jesús a someterse a sus deseos (¿Te niega hablarme a mí?). No sabe que Jesús da su vida voluntariamente. Soltarse corresponde al veredicto de inocencia que él ha dado; crucificarte, a los gritos de los sumos sacerdotes. Pilato se jacta de tener en su mano el poder de obrar justa o injustamente. El sistema injusto piensa que la vida de sus súbditos depende de su arbitrio.
Afirma Jesús el absoluto respeto de Dios por la libertad: cada uno es responsable de su opción a favor o en contra del hombre. Pero ésta se identifica con la opción a favor o en contra de Dios. El juez va a elegir entre la vida y la muerte; su sentencia sobre Jesús será su propia sentencia (3,17). Lo mismo había ocurrido con Judas (13,26.30).
El que ha entregado a Jesús es del círculo de poder (18,30.35), cuyo agente ha sido Judas. El pecado, la represión o supresión de la vida en sí mismo o en otros (1,29), se comete al integrarse en un orden opresor (8,23). Pilato pertenece a ese orden. Pero la responsabilidad (pecado) de los dirigentes judíos es mayor: contra el mandamiento de su Ley (18,31), están buscando dar muerte a Jesús, al que ya pueden conocer como Mesías a través de sus palabras y sus obras (15,22.24); cf. 10,25.37; 12,37-43). Además, en su rechazo de Jesús han arrastrado al pueblo, privándolo de la liberación que Dios le destinaba y condenándolo a la ruina. Por último, para matar a Jesús invocan su Ley (19,7), atribuyendo el homicidio a Dios mismo; se escudan en Dios para matar al Hijo de Dios.
Pilato ve que está al borde de cometer una grave injusticia y quiere rectificar a tiempo (12). Los jefes judíos, para forzar la decisión del juez, recurren a la amenaza personal; cambian la acusación religiosa (19,7), por otra política (hacerse rey). Pilato se encuentra ante un dilema: ser leal al hombre y a la injusticia, o al sistema de poder al que pertenece. Optar a favor del hombre lo llevaría a perder su posición. Los jefes judíos, al presionar a Pilato para que dé la sentencia injusta, cargan también ellos con la responsabilidad del juez.
Doble sentido de la frase: Todo el que se hace rey se declara contra el César. Por un lado, acusación de cabecilla político; por otro, en sentido teológico: quien (todo el que) por la entrega de sí mismo adquiere su libertad e independencia (rey) se declara contra el poder opresor cuyo símbolo supremo es el César romano. Las expresiones hacerse hijo de Dios (19,7) y hacerse rey son equivalentes: indican al hombre que realiza el proyecto divino.
SÍNTESIS.
Responsabilidad de los dirigentes judíos, que hacen del gobernador instrumento de su odio. El poder religioso, más injusto e implacable que el civil. Dilema de Pilato: por ser parte del sistema injusto, acaba sacrificando al hombre, aun en contra de su propia convicción, para mantenerse en su cargo.
13-16a. Último intento de Pilato por liberar a Jesús. Enfrenta a Israel con su rey. No se atreve a dar la sentencia justa; va a dejar la decisión en manos de los sumos sacerdotes.
Aparente ambigüedad de sujeto, Pilato o Jesús, correspondiente a los dos planos, narrativo y teológico; en este último, quien se sienta (13) es Jesús, como rey en su trono (en su escaño de juez). El escaño representa al mismo tiempo el trono de Jesús y el tribunal desde donde, como rey, va a dictar sentencia. Ante él va a tener lugar el juicio del pueblo, representado por sus jefes.
Gábbata, “altura, promontorio”, no traduce Enlosado. Alusión a la cruz, lugar de la exaltación de Jesús (19,19; cf. 3,14; 8,28; 12,32: “el Hombre levantado en alto”).
La hora sexta (mediodía), momento en que, la víspera de Pascua (la preparación), comenzaban a sacrificarse los corderos pascuales en el templo. Recoge Jn el tema del Cordero de Dios (1,29.36), “el que quita el pecado del mundo”. La hora de la plena luz señala la revelación del Mesías a Israel (cf. 4,6.25s).
Nueva ambigüedad de sujeto: Dijo a los judíos, Pilato (plano narrativo) o Jesús (plano teológico); cf. 9,5: “Mirad al hombre”. Jesús se presenta como el rey ante quien tienen que hacer su opción. Odio desaforado: los jefes judíos no pueden tolerar ni la vista de Jesús (15: ¡Quitadlo!). Rechazan al rey que quiere dar su vida por el pueblo (11,50; 18,14); se rebelan contra el rey que, en vez de dominar, viene a liberar a los hombres del dominio. Es el odio contra Dios (15,23: “Odiarme a mí es odiar a mi Padre”). Se va revelando la incompatibilidad entre el Dios verdadero y la institución de Israel, que culminará en la opción final.
Yuxtapone Pilato los términos rey y suplicio (crucificar). Destaca cada vez más la realeza de Jesús. Responden los representantes del sistema teocrático; los que dicen representar a Dios son los que lo traicionan. En el AT era Dios el rey de Israel (Sal 5,3; 29,20; 44,5; 47,3.7, etc.); ellos aceptan como rey legítimo al emperador romano, al que no reconoce a Dios y les había quitado su independencia como nación. En realidad, al elegir al emperador, eligen a su dios de siempre, el poder (5, 37s; 8,54s); que éste lleve un nombre u otro es secundario. Ateísmo radical del sistema teocrático. Han pronunciado su propia sentencia. Como los demás, Pilato acaba traicionando al hombre (se lo entregó) (16a). Como “los judíos”, prefiere la gloria humana a la que viene de Dios solo (5,44; 12,43).
SÍNTESIS.
El evangelista pone de relieve las opciones profundas, más allá de las palabras y de las profesiones externas de la religiosidad. Lo importante no es el nombre que se dé a Dios, sino el contenido que se significa con ese nombre. La opción por el César delata lo que Dios significaba para ellos. Al revelarse Dios como amor al hombre, lo rechazan y eligen al que, por ser opresor, permite y legitima la opresión que ellos ejercen. Jesús pone al descubierto la realidad del poder religioso.
16b-18. Pasa al poder judío la responsabilidad de la muerte de Jesús (16b). Pero él no depende de la sentencia; da su vida voluntariamente (17: cargando él mismo). Jn describe en términos de crucifixión lo descrito antes en términos de exaltación (19,13-16a). Paralelo y oposición entre Gábbata, la altura, y Gólgota, la calavera. La exaltación se verifica en el don de la vida.
En la cruz, Jesús no está solo: con él crucificaron a otros dos: Jn no identifica ni califica a estos dos (en los otros evangelistas, “bandidos”). La expresión con él recuerda la de Tomás (11,16: “Vamos también nosotros a morir con él”). Los compañeros de suplicio representan a los discípulos que siguen a Jesús hasta el final y dan con él la vida por los hombres; son los que están donde está Jesús (14,3; 17,24). Jn no distingue entre derecha e izquierda (a un lado y a otro); igualdad.
19-22. Al dictar Pilato el letrero (19), contradice la opción de los sumos sacerdotes: el rey de los judíos no es el César, sino Jesús (19,15). Vuelve a aparecer el título el Nazareno/Nazoreo (18,5.7), el vástago de David, el Mesías anunciado; en él se cumplen las promesas. La expresión estaba escrito es la clásica para designar los textos de la antigua Escritura (2,17; 6,31.45; 10,34, etc.). El letrero de la cruz describe el contenido de la nueva, que no es para ser leída, sino contemplada (1,14; 17,24; 19,35).
Los sumos sacerdotes no pueden tolerar que el mismo representante del emperador les eche en cara su traición (21). La respuesta de Pilato (22) tiene tono de oráculo: lo escrito es definitivo, no se puede cambiar (cf. 10,35).
El letrero es así el título de la nueva Escritura, cuyo contenido es Jesús, que da su vida por los hombres. Él es el código o norma de la nueva alianza, destinado a todos los pueblos (hebreo, latín y griego): el lenguaje del amor es universal. Este código no enuncia preceptos que expliciten la voluntad de Dios; Jesús crucificado es la expresión de los que Dios es y quiere para el hombre. La nueva Escritura no es un enunciado, sino una persona. El conocimiento y la relación con Dios no se obtienen ya a través de textos escritos, sino a través de Jesús.
23-24. Son cuatro soldados paganos quienes reciben la herencia de Jesús. Se mencionan los soldados al principio y al fin de la perícopa. En el AT, el manto (23) es símbolo del Reino (1 Re 11,30-31); 1 Sm 15,27); los soldados dividen en cuatro partes el manto/reino de Jesús, el rey de los judíos, y se lo apropian; los paganos quitan a los judíos su rey para hacerlo suyo. Cuatro partes, alusión a los cuatro puntos cardinales: universalidad del Reino. La túnica intacta (24): su unidad interior e indivisible.
Otro símbolismo del manto: el Espíritu profético (1 Re 13,20: Elías y Eliseo; cf. 2 Re 2,1-15). El Reino se hará realidad por la efusión del Espíritu de Jesús. Los grupos cristianos en el mundo entero serán reconocidos como herederos de un crucificado, es decir, por continuar, con su mismo Espíritu, la misión del que dio su vida por amor a los hombres (cf. 13,35).
Cita de Sal 22,19: el reparto de la ropa tiene un sentido hostil; los soldados, sin embargo, al realizar este acto, cumplen un gesto profético. Lo que parece un despojo va a significar la expansión universal.
25-27. Según el contexto, hay dos mujeres al pie de la cruz (25): la madre de Jesús, María la de Cleofás (quizá patronímico), y su hermana, María Magdalena. En la escena siguiente (26-27), esta última está sustituida por el discípulo predilecto.
La presencia significa fidelidad. Cada una de las dos mujeres representa la comunidad de una alianza: la madre, la de la alianza antigua, el resto de Israel, la esposa fiel de Dios (2,4: “Mujer”). María Magdalena, la comunidad de la nueva alianza, la esposa del Mesías (20,13.15: “Mujer”).
El papel de la madre, la antigua comunidad, termina en la cruz; el de María Magdalena comienza en ella. La identidad de nombre indica el común papel de esposa (María de Betania, 11,1-3; 12,2, anticipaba la figura de la nueva esposa, como la resurrección de Lázaro anticipaba la de Jesús).
La nueva comunidad (María Magdalena) es hermana de la antigua (la madre de Jesús). Existe, pues, una relación de fraternidad, de igualdad, entre el pueblo antiguo y fiel y la nueva comunidad. Ha cesado el privilegio de Israel.
Cambia el juego de personajes (26). La nueva comunidad, representada en cuanto esposa por María Magdalena, lo está ahora, en cuanto amigo, por el discípulo predilecto de Jesús. Jesús ve a la madre (no “a su madre”, v.25; cf. 2,1.3.5.12); del Israel fiel tuvo origen el Mesías (4,22) y, en consecuencia, la comunidad mesiánica.
Encargo de Jesús a la madre y al discípulo, en términos de reconocimiento mutuo (26: Mira a tu hijo; 27: Mira a tu madre). El antiguo Israel debe reconocer su legítima descendencia (hijo) en la comunidad nueva y universal. La nueva comunidad debe reconocer su origen (madre) en el Israel fiel a Dios. Éste se integra en la comunidad universal (la acogió el discípulo en casa).
28-30. Constituida la nueva comunidad universal (28: Después de esto), todo va quedando terminado, sólo falta la expresión del amor hasta el extremo. Libertad de Jesús: tiene conciencia de su misión y va realizando su obra (consciente Jesús). Expresa su necesidad (Tengo sed; cf. 4,7). A los que han obtenido su condena, pide una muestra de solidaridad humana elemental, que le permita que le permita responder comunicándoles vida (4,10, con la samaritana). Les demuestra que su amor no ha sido vencido por el odio. Paralelo con el caso de Judas (13,26). Amor sin límite, lealtad al hombre hasta el extremo. Jn se refiere al pasaje citado en 15,25: “Me odiaron sin razón”.
El jarro allí colocado (29) recuerda las tinajas de Caná, figura de la Ley (2,6: “Estaban allí colocadas”). El vinagre se opone al vino que ofreció Jesús en aquella boda: el odio opuesto al amor (cf. 19,7). El hisopo se usaba para rociar la sangre liberadora del cordero pascual (Ez 12,21ss). El odio de los homicidas va a derramar la sangre del Cordero de Dios; el hisopo recogerá esta sangre que va a liberar a la humanidad de la muerte. Nueva Pascua.
Tomó el vinagre (30): acepta, sin desmentir su amor, la muerte causada por el odio. Últimas palabras: Queda terminado; ha dado remate a la obra del Padre (4,34). Con su amor invencible, ha realizado en sí mismo la plenitud del Hombre igual a Dios (20,28), el proyecto creador (1,1). En este momento, la presencia del Padre brilla como nunca en Jesús; toda muerte queda excluida por esa presencia: la muerte de Jesús no interrumpirá su vida. Es éste “el último día” (6,39), que termina la creación y abre el mundo definitivo; será también “el primero” (20,1), a partir del cual ese mundo ya empezado se irá completando.
Reclinando la cabeza: Jesús se duerme, metáfora de una muerte (11,11-13) que no interrumpe la vida. El gesto espontáneo, que indica la voluntariedad de su muerte, está subordinado a la entrega del Espíritu. Jesús no muere por morir, sino para salvar a los hombres. El amor extremo, rompe, por decirlo así, los límites de su humanidad y lo convierte en dador de vida, como el Padre. El Espíritu que había recibido (1,32s) puede ahora comunicarse a los hombres. Él realizará el reino universal (19,23) y constituirá la humanidad nueva (19,25-27).
31-37. Los dirigentes judíos (19,20) (31), que han conseguido dar muerte a Jesús, siguen preocupados por la pureza legal (cf. 18,28); la ejecución capital profanaba el sábado o la fiesta. Los cuerpos: solidaridad de Jesús con los que están crucificados con él y con todo hombre; “el cuerpo”, santuario de Dios (2,21).
Petición de los dirigentes a Pilato. Los soldados comienzan por los compañeros de Jesús (32). A éste no pueden quitarle la vida (33), la ha dado voluntariamente. Prepara Jn el texto sobre el cordero pascual (v.36).
La lanza (34), como el vinagre, representa el odio. Acción innecesaria, la hostilidad sigue. La expresión del odio permite la del amor que produce vida. Lo mismo que al vinagre del odio respondió Jesús con su muerte aceptada por amor y la efusión del Espíritu (19,30), a la herida de la lanza sucede la efusión de la sangre y el agua.
La sangre simboliza su muerte, suprema manifestación de su gloria o amor hasta el fin (1,14); el agua, el Espíritu (7,37-39), el amor/vida que comunica a los hombres (1,16). Señal permanente, el Hombre levantado en alto, para que tengan los hombres vida definitiva (3,14s); el Cordero de la nueva Pascua, el que libera al hombre de la esclavitud quitando así el pecado del mundo (1,29).
La descripción de la muerte de Jesús como un sueño (19,30) y la mención del costado relacionan este pasaje con el de la creación de la mujer (Gn 2,21s). Al nacer del agua/Espíritu (3,5) se formará la nueva humanidad, representada en figura de mujer-esposa por María Magdalena (19,25; 20,13.15). La primera mujer era carne de la carne de Adán y hueso de sus huesos (Gn 2,23); la nueva esposa del Hombre es espíritu de su Espíritu.
El testimonio que da el evangelista (35) es el más solemne del Evangelio. Cierra el testimonio de Juan Bautista (1,34), que describía la misión de Jesús (1,29: “quitar el pecado del mundo”; 1,33: “bautizar con Espíritu Santo”). Por primera vez se dirige Jn a sus lectores (vosotros; cf. 1,14.16: “nosotros”). La experiencia del amor de Jesús es el fundamento de la fe.
Se cumplen dos textos de la Escritura: Éx 12,46 (36), sobre la comida del cordero pascual: No se le romperá ni un hueso; Jesús, Cordero de Dios, alimento de los que se sumen a su éxodo. Serán discípulos suyos los que coman su carne y beban su sangre (6,53-58), es decir, los que se identifiquen con el amor de Jesús expresado en su vida y culminado en su muerte.
Segundo texto (37), Zac 12,10: Mirarán al que traspasaron. El profeta se refiere a uno de los acontecimientos del “día del Señor”, en el contexto de Zac 13,1 y 14,8 donde se habla del manantial que ha de brotar en Jerusalén para eliminar los pecados e impurezas; fluirá sin cesar hacia oriente y occidente, y el Señor será rey del mundo entero. A la luz de Zacarías, el agua que brota del Traspasado significa la universalidad del don del Espíritu; así será el Señor rey del mundo entero (19,19-23).
El verbo Mirarán cumple la promesa de Jesús a los discípulos: “Veréis el cielo quedar abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar por el Hombre” (1,51). Es aquí donde se establece la comunicación definitiva de Dios con el hombre por medio del Espíritu que brota de Jesús.
SÍNTESIS.
Jesús en la cruz es la gran señal hacia la que convergen todas las que se han narrado en el Evangelio, la que da a todas su pleno sentido. Señal paradójica: un hombre condenado y muerto en una cruz. Nada más lejos de lo que podía esperarse como manifestación divina.
Jesús muestra la realidad de Dios; no es el Dios de los prodigios espectaculares, sino el que se manifiesta en el hombre mismo, participando con él en el desarrollo de la historia e imprimiendo en ella su dinamismo desde dentro. Se manifiesta en el amor generoso; en él despliega su potencia y él es el factor de cambio en la historia, la única posibilidad de redención y de plenitud del hombre.
19, 38-42. Nada se dice sobre la posición social de José ni sobre su afiliación religiosa; se menciona solamente su origen, Arimatea (38). Era discípulo, pero no se atrevía a pronunciarse en público a favor de Jesús (cf. 12,25; 20,19). Quiere rendirle los últimos honores. Todo ha terminado con una condena injusta y se propone mostrar su solidaridad con el ajusticiado.
Nicodemo (39) no aparece como discípulo; era, por el contrario, fariseo y jefe entre los judíos (3,1). Había esperado que Jesús fuese el Mesías-maestro y realizase la restauración promoviendo la rigurosa observancia de la Ley. De noche, el espacio de donde Jesús, la luz (8,12), está ausente. Sin embargo, su sentido de la justicia lo hizo salir en defensa de Jesús (7,50s). Con la enorme cantidad de aromas Nicodemo se propone eliminar el hedor de la muerte (11,39), que da por descontado. Para él, Jesús ha terminado para siempre, pero quiere perpetuar su memoria. Esta clase de aromas no se empleaban para la sepultura; se usaban, en cambio, para perfumar la alcoba (Prov 7,17; cf. Sal 45,9); se mencionan con frecuencia en el Cantar, en contexto nupcial (4,14; cf. 3,6; 4,6; 5,1.13).
El discípulo se asocia al fariseo (40) para sepultar a Jesús. Las exequias que le hacen tienen un doble sentido. Ellos piensan rendir el último homenaje a un muerto, pero de hecho están preparando el cuerpo del esposo para la boda. Quieren perpetuar la memoria de Jesús, el injustamente condenado, considerándolo muerto para siempre; así lo indica el verbo lo ataron, extraño para ser aplicado a los lienzos, pero que sugiere la privación de libertad, el estar definitivamente sujeto a la muerte (cf. 11,44, de Lázaro: “Desatadlo”). Jn subraya este modo de pensar cuando añade: como tienen costumbre los judíos de dar sepultura, que no se refiere a los aromas.
El perfume de Betania (12,3) era un homenaje a Jesús vivo y dador de vida; los aromas de Nicodemo, a Jesús muerto. De aquél resaltaba la calidad (“de mucho precio, auténtico”); de éste, la cantidad (unas cien libras). José, el discípulo, debía haber llevado un poco del perfume de nardo, según la recomendación de Jesús (12,7: “para el día de mi sepultura”); habría mostrado así su fe en Jesús vivo aun en la muerte. No lo lleva; acepta, en cambio, los aromas de Nicodemo, que implicaban la creencia en una muerte sin remedio.
Había un huerto/jardín en el lugar donde murió Jesús (41): muerte (19,17: “lugar de la Calavera”) y vida (huerto) coinciden (cf. 19,30: metáfora del sueño). Jesús es el primero en ser enterrado en ese sepulcro (nuevo); donde todavía nadie había sido puesto: otros van a pasar por el mismo sepulcro. Jesús inaugura una nueva clase de muerte; la de los suyos, como la de él, es realidad de vida (8,51; cf. 11,25s). Jn no menciona que cierren el sepulcro con una losa; ésta aparecerá solamente quitada (20,1). Nadie puede encerrar a Jesús en la muerte.
Termina el tema de la preparación judía (42), que nunca pasará a la celebración de la fiesta. Esa Pascua ya no existe, una vez sacrificado el Cordero de Dios (19,31-42). Por la inminencia del día de precepto colocan a Jesús en el sepulcro cercano. La prisa da a la sepultura un carácter de provisionalidad.
SÍNTESIS.
La autenticidad de la fe se mide por la actitud ante la muerte. Mientras ésta aparezca como una derrota, el discípulo estará paralizado por el miedo a la violencia del poder, y su falta de libertad impedirá dar testimonio. En nada se diferencia del que nunca ha sido discípulo. Jesús en la cruz no es para él un salvador, sino una víctima. Puede ser un ejemplo que queda en el pasado, pero no una fuente presente y permanente de fuerza y de vida.
ENTREGA, MUERTE Y SEPULTURA DE JESÚS.
LA MANIFESTACIÓN DE LA GLORIA.
(Jn 18,1-19,42)
Introducción: Entrega de Jesús y opción de Pedro.
Entrega de Jesús a la violencia del mundo.
(Jn 18,1-14)
18, 1. Dicho esto, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto; allí entró él y sus discípulos.
2. (También Judas, el que lo entregaba, conocía el lugar, porque muchas veces se había reunido allí Jesús con sus discípulos.)
3. Entonces Judas cogió el batallón y guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos y llegó allí con faroles, antorchas y armas.
4. Jesús, entonces, consciente de todo lo que se le venía encima, salió y les dijo:
-¿A quién buscáis?
5. Le contestaron:
- A Jesús el Nazareno.
Les dijo:
-Soy yo.
(También Judas, el que lo entregaba, estaba presente con ellos.)
6. Al decirles. “Soy yo”, se echaron atrás y cayeron a tierra.
7. Les preguntó de nuevo:
-¿A quién buscáis?
Ellos dijeron:
- A Jesús el Nazareno.
8. Replicó Jesús:
-Os he dicho que soy yo; pues si me buscáis a mí, dejad que se marchen éstos.
9. Así se cumplieron las palabras que había dicho: “De los que me entregaste, no he perdido a ninguno”.
10. Entonces, Simón Pedro, que llevaba un machete, lo sacó, agredió al siervo del sumo sacerdote y le cortó el lóbulo de la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco.
11. Jesús le dijo a Pedro:
- Mete el machete en su funda. El trago que me ha mandado beber el Padre, ¿voy a dejar de beberlo?
12. Entonces, el batallón, el comandante y los guardias de las autoridades judías prendieron a Jesús, lo ataron
13. y lo condujeron primero a presencia de Anás, porque era suegro de Caifás, que era sumo sacerdote el año aquel.
14. Era Caifás el que había persuadido a los dirigentes judíos de que convenía que un solo hombre muriese por el pueblo.
Negaciones de Pedro y testimonio de Jesús.
(Jn 18,15-27)
18, 15. Seguía a Jesús Simón Pedro y, además, otro discípulo. El discípulo aquél le era conocido al sumo sacerdote y entró junto a Jesús en el atrio del sumo sacerdote.
16. Pedro, en cambio, se quedó junto a la puerta, fuera.
Salió entonces el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote; se lo dijo a la portera y condujo a Pedro dentro.
17. Le dice entonces a Pedro la sirvienta que hacía de portera:
-¿Acaso eres también tú discípulo de ese hombre?
Dijo él:
-No lo soy.
18. Se habían quedado allí los siervos y los guardias, que, como hacía frío, tenían encendidas unas brasas, y se calentaban. (Estaba también Pedro con ellos, allí parado y calentándose.)
19. Entonces, el sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.
20. Jesús le contestó:
-Yo he venido hablando públicamente a todo el mundo; yo siempre he enseñado en reuniones y en el templo, donde todos los judíos acuden, y no he dicho nada a ocultas.
21. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregúntales a los que me estuvieron escuchando de qué les he hablado. Ahí los tienes, ésos saben lo que he dicho.
22. Apenas dijo esto, uno de los guardias presentes dio una bofetada a Jesús, diciendo:
-¿Así le contestas al sumo sacerdote?
23. Le replicó Jesús:
-Si he faltado en el hablar, declara en qué está la falta; pero, si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?
24. Entonces Anás lo mandó atado a Caifás, el sumo sacerdote.
25.Estaba, pues, Simón Pedro allí parado y calentándose. Le dijeron entonces:
-¿Acaso eres también tú discípulo suyo?
Él lo negó:
-No lo soy.
26. Le dijo uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente del otro a quien Pedro cortó la oreja:
-¿No te he visto yo en el huerto con él?
27. De nuevo negó Pedro, y en seguida cantó un gallo.
I. EL REY DE LOS JUDÍOS.
(18,28-19,22)
La entrega a Pilato: El malhechor.
(Jn 18, 28-32)
18, 28. Condujeron entonces a Jesús de casa de Caifás a la residencia del gobernador. Era por la mañana temprano. Ellos, sin embargo, no entraron en la residencia del gobernador, para no contaminarse y poder celebrar la comida de Pascua.
29. Salió Pilato fuera, adonde estaban ellos, y les preguntó:
-¿Qué acusación presentáis contra este hombre?
30. Le contestaron:
-Si éste no fuese un malhechor, no te lo habríamos entregado.
31. Les dijo entonces Pilato:
- Lleváoslo vosotros y juzgadlo conforme a vuestra ley.
Le dijeron entonces las autoridades judías:
- A nosotros no nos está permitido matar a nadie.
32. Así tendría cumplimiento el dicho de Jesús, cuando indicaba con qué clase de muerte iba a morir.
La realeza de Jesús.
(Jn 18,33-38a)
18. 33. Entró de nuevo Pilato en la residencia, llamó a Jesús y le dijo:
-¿Tú eres el rey de los judíos?
34. Contestó Jesús:
-¿Dices tú eso como cosa tuya o te lo han dicho otros de mí?
35. Replicó Pilato:
-¿Acaso soy yo judío? Tu propia nación y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
36. Contestó Jesús:
-La realeza mía no pertenece al orden este. Si mi realeza perteneciera al orden este, mis propios guardias habrían luchado para impedir que me entregaran a las autoridades judías. Ahora que mi realeza no es de aquí.
37. Le preguntó entonces Pilato:
-Luego ¿tú eres rey?
Contestó Jesús:
-Tú lo estás diciendo, yo soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio en favor de la verdad. Todo el que pertenece a la verdad escucha mi voz.
38a Le dice Pilato:
-¿Qué es eso de “verdad”?
La opción por la violencia: Barrabás.
(Jn 18, 38b-40)
18, 38b. Dicho esto, salió de nuevo adonde estaban las autoridades judías y les dijo:
- Yo no encuentro ningún cargo contra él.
39. Pero tenéis por costumbre que os suelte a uno por Pascua, ¿queréis que os suelte al rey de los judíos?
40. Esta vez empezaron a dar gritos:
- A ése, no; a Barrabás.
Y Barrabás era un bandido.
La burla del rey.
(Jn 19,1-3)
19, 1. Entonces tomo Pilato a Jesús y lo mandó azotar.
2. A continuación, los soldados trenzaron una corona de espino y se la pusieron en la cabeza, lo vistieron con un manto color púrpura
3. y, acercándose a él, le decían:
-¡Salud, rey de los judíos!
Y le daban bofetadas.
El Hombre-Hijo de Dios: La verdadera realeza.
(Jn 19,4-8)
19, 4. Salió otra vez fuera Pilato y les dijo:
- Mirad, os lo traigo fuera para que sepáis que no encuentro ningún cargo contra él.
5. Salió entonces fuera Jesús, llevando la corona de espino y el manto de color púrpura. Y les dijo:
-Mirad al hombre.
6. Pero apenas lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, empezaron a dar gritos:
-¡Crucifícalo, crucifícalo!
Les contestó Pilato:
-Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro cargo contra él.
7. Le replicaron los dirigentes judíos:
-Nosotros tenemos una Ley, y, según esa Ley, debe morir, porque se ha hecho hijo de Dios.
8. Cuando Pilato oyó decir aquello, sintió más miedo.
Responsabilidad de Pilato y de los judíos.
(Jn 19,9-12)
19, 9. Entró de nuevo en la residencia y preguntó a Jesús:
-¿De dónde procedes tú?
Pero Jesús no le dio respuesta.
10. Entonces le dijo Pilato:
-¿Te niegas a hablarme a mí? ¿No sabes que está en mi mano soltarte y está en mi mano crucificarte?
11. Le replicó Jesús:
-No estaría en tu mano hacer nada contra mí si Dios no te dejara. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.
12. Desde aquel momento Pilato trataba de soltarlo, pero los dirigentes judíos daban gritos diciendo:
-Si sueltas a ése, no eres amigo del Cesar. Todo el que se hace rey se declara contra el César.
La opción contra Dios: El César.
(Jn 19,13-16)
19, 13. Al oír Pilato aquellas palabras, condujo fuera a Jesús. Se sentó en un escaño, en un lugar que llamaban “el Enlosado” (en la lengua del país, Gábbata).
14. Era preparación de la Pascua y alrededor de la hora sexta.
Dijo a los judíos:
-Mirad a vuestro rey.
15. Ellos entonces empezaron a dar gritos:
-¡Quítalo, quítalo de en medio! ¡Crucifícalo!
Pilato les dijo:
-¿A vuestro rey voy a crucificar?
Replicaron los sumo sacerdotes:
-No tenemos más rey que el César.
16a. Entonces, al fin, se lo entregó a ellos para que fuese crucificado.
El crucificado y sus compañeros.
(Jn 19,16b -18)
19, 16b. Tomaron, pues, consigo a Jesús
17. y, cargando él mismo con la cruz, salió para el que llamaban “lugar de la Calavera” (que, en la lengua del país, se dice Gólgota);
18. allí lo crucificaron y, con él, a otros dos, a un lado y a otro; en medio, a Jesús.
El Mesías rey crucificado: La nueva Escritura.
(Jn 19,19-22)
19, 19. Pilato escribió además un letrero y lo fijó en la cruz; estaba escrito: JESÚS EL NAZARENO, EL REY DE LOS JUDÍOS.
20. Este letrero lo leyeron muchos judíos, porque estaba cerca de la ciudad el lugar donde fue crucificado Jesús. Y estaba escrito en hebreo, latín y griego.
21. Dijeron entonces a Pilato los sumos sacerdotes de los judíos:
- No dejes escrito: “El rey de los judíos”, sino: “Éste dijo: Soy rey de los judíos”.
22. Replicó Pilato:
-Lo que he escrito, escrito lo dejo.
II. EL REINO DEL MESÍAS.
(19,23-27)
Reparto de la ropa de Jesús: La comunidad universal.
(Jn 19,23-24)
19, 23. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su manto y lo hicieron cuatro partes, una parte para cada soldado; además, la túnica. La túnica no tenía costura, estaba tejida toda entera desde arriba.
24. Se dijeron unos a otros:
-No la dividamos, la sorteamos a ver a quién le toca.
Así se cumplió aquel pasaje: “Se repartieron mi manto y echaron a suerte mi ropa”. Fueron los soldados quienes hicieron esto.
La madre y el discípulo:
Israel integrado en la nueva comunidad.
(Jn 19,25-27)
19, 25. Estaban presentes junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María la de Cleofás y María Magdalena.
26. Jesús entonces, viendo a la madre y, al lado de ella, a su discípulo predilecto, dijo a la madre:
-Mujer, mira a tu hijo.
27. Luego dijo al discípulo:
-Mira a tu madre.
Y desde aquella hora la acogió el discípulo en su casa.
EPISODIO CENTRAL: LA MUERTE DE JESÚS.
El amor leal: La creación terminada y la nueva alianza.
(Jn 19,28-30)
19, 28. Después de esto, consciente Jesús de que ya todo iba quedando terminado dijo:
- Tengo sed (así se realizaría del todo aquel pasaje).
29. Estaba allí colocado un jarro lleno de vinagre. Sujetando a una caña de hisopo una esponja empapada con el vinagre, se la acercaron a la boca
30. y, cuando tomó el vinagre, dijo Jesús:
-Queda terminado.
Y, reclinando la cabeza, entregó el Espíritu.
IV. LA PREPARACIÓN DE LA PASCUA.
(Jn 19, 31-42)
La visión de la gloria.
19, 31. Los dirigentes judíos, como era día de preparación – para que no se quedasen en la cruz los cuerpos durante el día de precepto, pues era solemne aquel día de precepto -, le rogaron a Pilato que les quebrasen las piernas y los quitasen.
32. Fueron, pues, los soldados, y les quebraron las piernas, primero a uno y luego al otro de los que estaban crucificados con él.
33. Pero, al llegar a Jesús, viendo que estaba ya muerto, no le quebraron las piernas;
34. sin embargo, uno de los soldados, con una lanza, le traspasó el costado, y salió inmediatamente sangre y agua.
35. El que lo ha visto personalmente deja testimonio – y este testimonio suyo es verdadero, y él sabe que dice la verdad – para que también vosotros creáis.
36. Pues estas cosas sucedieron para que se cumpliese aquel pasaje: “No se le romperá ni un hueso”;
37. y todavía otro pasaje dice: “Mirarán al que traspasarón”.
La sepultura en el huerto.
(Jn 19,38-41)
19, 38. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero clandestino por miedo a los dirigentes judíos, rogó a Pilato que lo dejase quitar el cuerpo de Jesús; Pilato lo autorizó. Fue entonces y quitó su cuerpo.
39. Fue también Nicodemo, aquel que al principio había ido a verlo de noche, llevando unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe.
40. Cogieron entonces el cuerpo de Jesús y lo ataron con lienzos junto con los aromas, como tienen costumbre los judíos de dar sepultura.
41. En el lugar donde lo crucificaron había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo donde todavía nadie había sido puesto.
42. Por ser día de preparación para los judíos, como el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.
EXPLICACIÓN.
1-14. Dicho esto enlaza la Pasión con el discurso de la cena, en particular con la oración de Jesús (cap. 17). Primera mención de un huerto (1), lugar de vida y fecundidad: será también un huerto el lugar donde lo crucifiquen y lo sepulten (19,41s). La muerte va a situarse en el ámbito de la vida. Lugar habitual de reunión para Jesús y los suyos (2); la comunidad de Jesús se encuentra en la esfera de la vida.
Se hace resaltar el número de las fuerzas que intervienen en el prendimiento (3): peligro que representa Jesús para “el mundo”, intensidad de la violencia de éste y magnitud del odio (7,7; 15,18-25). Acuden todos los componentes de la oposición a Jesús. Judas hace de jefe, es figura “del jefe del orden este” (14,30), representa a los círculos de poder. Faroles y antorchas, caminan en la tiniebla; llevan armas, instrumentos de muerte. Se identifican tinieblas y muerte. Quieren extinguir la luz/vida (1,5).
Jesús sale (4); los que llegan no entran en el huerto, lugar de la vida. No se dirige a Judas, sino al grupo entero. El Nazareno/Nazoreo (5) señala al descendiente de David (alusión a Is 11,1; Jr 23,5; 33,15; Zac 3,8 y 6,12; “el Germen”). Soy yo, se identifica como Mesías (1,20; 6,20). Última mención del traidor; queda alineado con los enemigos de Jesús. Echarse atrás (6), lenguaje simbólico para significar derrota (Sal 27,2; 35,4; 56, 10; 70,13); caer a tierra, derrota total. La entrega de Jesús vence al mundo (14,30; 16,33). No intenta escapar (7). Pone a salvo a sus amigos, por quienes va a dar la vida (15,15) (8-9).
Pedro no ha comprendido la alternativa de Jesús ni su designio (1,42; 13,8) (10), que no consiste en triunfar dando muerte, sino en entregarse para comunicar vida. Está dispuesto a arriesgar la suya para mostrar su amor a Jesús (13,37), pero quiere impedir que Jesús le manifieste el suyo. No ha superado la tentación de hacerlo rey (6,15; 12,13) y no acepta su muerte (12,34). El siervo, determinado, representante calificado; le cortó el lóbulo, etc, figura para indicar la destitución del sumo sacerdote (cf. Éx 29,20; Lv 8,23), máxima autoridad religioso-política. Malco, en aram. “rey”, el poder político en manos de la jerarquía sacerdotal.
Jesús detiene a Pedro (11). La aceptación de la muerte entra en el designio del Padre: presentar, ante el odio y la violencia, la alternativa del amor. El Padre no ha destinado a Jesús a la muerte; su misión era dar testimonio de su amor a los hombres. Pero en el mundo de la tiniebla opresora la muerte violencia era inevitable y ella va a manifestar hasta el máximo la maldad del mundo y el amor de Dios. Jesús no busca el dolor, pero lo acepta cuando es consecuencia ineludible del testimonio del amor y la denuncia de la opresión. No responde al odio con el odio ni combate la violencia con la violencia, para no imitar, aun a costa de la vida, la maldad del sistema opresor. Muestra así que Dios es puro amor y ajeno a toda violencia.
Insiste Jn en la complicidad de todos los poderes, civiles y religiosos (12). En el momento decisivo, todos descubren su verdadero rostro; son los enemigos del hombre y de la vida. Lo ataron, cf. Is 3,9-10. Anás (13) había sido sumo sacerdote en los años 6-15, y sus cinco hijos lo fueron después de él. Conocido por su ambición, riqueza y codicia. Es el personaje más importante del tiempo, el verdadero poder, detrás de los que ejercen la función en cada momento (Caifás, el año aquel); representa “al Enemigo” (8,44), del que Caifás es instrumento. Quieren ejecutar el acuerdo el Consejo (11,53) (14).
SÍNTESIS.
Dios o Jesús no necesitan en este mundo defensores ni protectores. Pretender defenderlos es arrogancia. Usar la fuerza o utilizar la violencia con ese pretexto significa atribuirles la misma injusticia del sistema y destruir toda alternativa. Lo único válido es repetir el gesto de Jesús, entregar la vida por amor al hombre.
15-27. Pedro no hace caso del aviso que le había dado Jesús (13,36); no está preparado para seguirlo. Otro discípulo, innominado, pero asociado a Pedro, como en 13,23; 20,2.4; 21,7.20-22; es el predilecto de Jesús, el modelo de discípulo. (15). Era conocido como discípulo por el sumo sacerdote, aludiendo al dicho de Jesús en 13,35: “En esto conocerán todos que sois discípulos míos, etc.”. El que experimentaba el amor de Jesús (13,23: “el discípulo predilecto”) responde a ese amor aceptando el riesgo de seguir a Jesús hasta el fin (entró con Jesús).
Contraste con Pedro (16). El otro va a ofrecerle la oportunidad de declararse discípulo y seguir a Jesús en su entrega. Pedro no entra espontáneamente, se deja conducir (cf. 1,42). No lleva el distintivo del discípulo (13,35), hay que preguntarle si lo es (17), y tiene que definirse. Jesús ha defraudado su expectación mesiánica; ya no se siente vinculado a él. Al romper con Jesús, Pedro se encuentra mezclado con sus enemigos (18); no habiendo alcanzado la libertad, está entre los siervos; frío, símbolo de muerte.
Contraste con lo que ocurre en el patio. El sumo sacerdote (19), el poder supremo, quiere saber quiénes apoyan a Jesús, su influjo (sus discípulos) y qué doctrina propone. Jesús no responde a la pregunta sobre sus discípulos, no quiere comprometer a nadie; en cuanto a la doctrina, no tiene nada secreto que revelar (20); los mismos partidarios del sistema (los judíos) lo han escuchado. SI el sumo sacerdote busca información, puede obtenerla de primera mano. No admite la condición de súbdito; el jefe supremo le pide una información, y él se niega a darla; quieren tratarlo como a un reo, pero él no les reconoce autoridad. Su libertad lo sitúa por encima de todo poder.
La reacción del siervo (22) se debe a la supuesta ofensa a su señor; se identifica con él; carece de identidad propia, se define por su dependencia. Esperaba una obsequiosidad sin condiciones ante el jefe. Jesús no responde a la violencia con la violencia; le pide que analice sus palabras sin prejuicios (23); lo llama a la razón, haciéndole comprender su irracionalidad; lo invita a fijarse en la realidad de los hechos, fundamento del juicio personal y de la libertad. No hay respuesta de Anás, que no ha podido manipular a Jesús, el hombre libre (24).
Pedro no se ha movido del lugar donde estaba (25). Segunda negación, ahora pública. Mientras Jesús afrontaba la situación con pleno dominio de sí, Pedro está atenazado por el miedo, entre los enemigos de Jesús. Ante el recuerdo de su gesto en el huerto, (26-27), se acobarda aún más, no se atreve a enfrentarse con la autoridad. Aquel gesto significaba su ruptura con la institución; ahora no se atreve a mantenerla.
SÍNTESIS.
Contraste entre la actitud de Jesús y la de Pedro; como trasfondo, la del otro discípulo, el verdadero seguidor. Jesús, manifestando su libertad, se enfrenta con el poder hostil, sin retractarse de su actividad anterior ni de su enseñanza. Pedro, por miedo, reniega de su condición de discípulo. Había dado su adhesión, más que a Jesús, a su propio ideal de un Mesías de poder.
28-32. No se narra lo sucedido en casa de Caifás. Ahora quieren que la causa de Jesús pase a la jurisdicción del poder invasor y pagano (28). Comienza el día decisivo (19,14: centro del día, 19,42: su fin): es el “sexto día” (12,1), el de la creación del hombre. Los opresores del pueblo ponen cuidado en observar las prescripciones legales (no contaminarse).
Primer movimiento de Pilato (29); salir es ya una concesión: el poder romano se pliega en cierto modo al judío. Sabe muy bien quién es Jesús, puesto que el batallón ha participado en la captura (18,3); pide, sin embargo, una acusación formal.
Toman a mal que Pilato les exija una acusación definida (30). Debería fiarse de ellos; pretenden que ratifique su decisión (11,53). Malhechor: para la institución, dar fuerza y libertad al hombre es un crimen. Pilato no acepta la propuesta (31). Comienza el forcejeo entre los dos poderes. Al remitirlos a su Ley, Pilato, sin saberlo, los está acusando. Su Ley no permitía juzgar a un hombre sin primero escucharlo (7,51). La respuesta de los dirigentes pretende forzar a Pilato a intervenir. Doble sentido de la frase: a) no tienen la facultad de condenar a muerte (cf. 19,11); b) alusión al quinto mandamiento: “No matarás”; van a cometer un homicidio por mano ajena, bajo apariencias legales.
Se hace posible la predicción de Jesús, morir levantado en alto (2,14; 8,28; 12,32s) (32), muerte que será al mismo tiempo su exaltación.
33-38a Pilato entra en su residencia, donde se encuentra al abrigo de la presión judía (33). Jesús ha sido detenido como “el Nazareno” (18,5.7), es decir, como el pretendiente al trono de David. Pilato quiere informarse de primera mano. El pagano no dice “el rey de Israel” (1,49; 12,13), sino el rey de los judíos, de la nación; implicación mesiánica (¿Tú eres?). Jesús quiere que Pilato razone su postura, que examine si está siendo manipulado y considere su responsabilidad como juez (34).
Pilato no quiere reconocer la presión de los judíos y niega que la cuestión le afecte personalmente (35). Rechaza toda responsabilidad; son otros los acusadores, los jefes religiosos y, detrás, el pueblo que no ha sabido optar por Jesús y en contra de sus autoridades opresoras (12,34). Los títulos de Jesús no interesan a Pilato, pero si su actividad (¿Qué has hecho?), que puede suponer una amenaza para el poder que representa.
Jesús no responde directamente a la segunda pregunta de Pilato, sino a la primera: “¿Tú eres el rey de los judíos?” (36). Afirma claramente su calidad de Rey, pero niega todo parecido con los reyes que Pilato conoce. Al descartar la realeza que se apoya en la fuerza queda patente que no pretende ocupar el trono y que no es un rival del emperador. Él practica el servicio a los hombres y rechaza el poder. Los reyes del mundo imponen su dominio. Para Jesús, la violencia pertenece a la esfera de la injusticia. Él se ha entregado voluntariamente y ha cortado en seco la violencia de Pedro (18,11). Ha probado no ser rey como los otros.
Extrañeza de Pilato (37) y nueva afirmación de Jesús. Explica su función como rey: no dominar, sino dar testimonio de la verdad; con estas palabras condensa el significado de su vida y actividad. Jesús comunica vida (Espíritu) y la experiencia de esa vida es la verdad sobre Dios/el Padre, que se manifiesta como amor sin límite, y sobre el hombre, llamado a ser hijo de Dios. Su muerte en cruz, máxima expresión de amor, resumirá y hará culminar todo su testimonio. Los que están a favor de la vida/verdad, de la plenitud humana, responden a su llamada. Pilato se desentiende (38a). Al constatar que Jesús no pretende el poder, no lo considera peligroso y no se preocupa más. Es hombre de poder, pertenece “al orden este”, no a la verdad, y no puede escuchar la voz de Jesús. No sabe lo que es la verdad porque no conoce la vida.
SÍNTESIS.
El poder/dominio y el uso de la violencia pertenecen al orden injusto, enemigo de Dios y del hombre. Para realizar su obra, la nueva humanidad y la sociedad alternativa, Jesús no se apoya en la fuerza, sino en el deseo y la experiencia de vida; los que lo sigan, lo harán libremente.
38b-40. Pilato sale sin esperar una respuesta (Dicho esto) (38b). Deja su terreno para encontrarse de nuevo con los que quieren la muerte de Jesús. Como juez, declara a Jesús inocente. Los dirigentes habían condenado a Jesús por considerar que su actividad podría ocasionar la destrucción del templo y de la nación por parte de los romanos (11,48). El gobernador romano les asegura que no ve peligro en Jesús, quitando todo fundamento a aquella sentencia. Pero el móvil real de la hostilidad contra Jesús no era el peligro romano, sino el propio interés (11,50: “os conviene”).
La Pascua fue en su origen la fiesta de la liberación de Egipto. Soltar un preso (39) recordaba la antigua liberación y simbolizaba su permanencia. A pesar de su veredicto de inocencia, Pilato no se atreve a poner en libertad a Jesús. Cede a la presión de los dirigentes judíos; para no ofenderlos, propone una solución de compromiso. La propuesta provoca la protesta clamorosa de las autoridades (40). No quieren la libertad de Jesús a ningún precio. Ellos tienen sus propuestas: al dador de vida prefieren el violento y homicida (bandido, denominación que se aplicaba a los zelotas).
SÍNTESIS.
La figura de Barrabás, el bandido, simboliza la violencia; los dirigentes la ejercen sobre el pueblo mediante sus instituciones. La actividad de Jesús pone en peligro su poder. Él no usa la fuerza, pero da vida al hombre. El sistema opresor ve en esto su propia ruina; eligiendo a Barrabás, deja la vía libre a su propia violencia.
1-3. Jn no señala la entrada de Pilato (en 19,4 vuelve a salir), porque la escena de la burla del rey se dirige en primer lugar a los judíos que están fuera. Se usaba azotar (1) al que iba a ser crucificado, pero aún no se ha dado esa sentencia. Jn dispone los acontecimientos para desarrollar gradualmente el sentido de la misión y muerte de Jesús.
Los soldados, agentes de la violencia del poder (2). Parodian una proclamación imperial. Corona, manto de púrpura y saludo real (3); todos los emblemas de la realeza figuran en la escena para ser objeto de burla. Los soldados ven en Jesús un pretendiente al trono. Expresan con sus acciones todo el desprecio que les merece el título “rey de los judíos”. Paso a paso destruyen toda ilusión sobre la monarquía davídica, ideal mesiánico del pueblo. La despojan de toda grandeza, ridiculizan todos los atributos regios.
Jesús no protesta; la acción de los soldados es la suya propia; por medio de ellos va subrayando la insensatez de la concepción mesiánica común. Él, que ha afirmado claramente su realeza, va permitiendo la negación de todo lo que podía comportar el poder y esplendor. Ahora podrá manifestarse la verdadera grandeza que hace al hombre rey, la del amor que llega hasta dar la vida.
4-8. Pilato anuncia la salida de Jesús (4); va a sacarlo (os lo traigo) fuera, al ámbito judío, para mostrar a los dirigentes que no hay razón para condenarlo. Jesús, burlado en su pretensión real, no puede inspirar temor alguno. No hay acusación posible.
Pero Jesús sale por propia iniciativa (Salió) (5). Llevando los atributos reales de la burla, se presenta a los que detentan el poder de su nación. Les muestra la calidad de su mesianismo; el Mesías consagrado por Dios (10,24-36) es aquel que rechaza el poder, pero se dispone a dar su vida para que ellos no perezcan (11,50s; 18,14).
El sujeto que habla (les dijo) puede ser Pilato o Jesús. Ambigüedad pretendida; según la lógica de la narración, sería Pilato; pero, en realidad es Jesús mismo quien se proclama el Hombre, la realización del proyecto de Dios. Por primera vez en la historia está apareciendo lo que es y significa ser hombre. El Hombre es el rey (corona y manto), porque a eso está destinado por Dios; es el Mesías que Dios envía a la humanidad (9,35). No hay dignidad superior a ésta. Los soldados, al despojar a Jesús de la falsa dignidad real, propia del mundo, han dejado al descubierto su verdadera realeza.
Los jefes religiosos y sus subordinados (18,3) (6a), identificados con sus dueños y asociados a su injusticia; los oprimidos que aceptan la opresión y se hacen a su vez opresores. El pueblo está ausente de toda la secuencia. Queda patente el verdadero motivo de la hostilidad a Jesús: no es el peligro de su pretensión de realeza, deshecha con la burla de los soldados, es el odio “al Hombre”. Los opresores no pueden soportar al que, con su verdad, derriba la mentira de su sistema. Con el poder y su Ley, han querido impedir que exista el hombre; ahora lo tienen delante en toda su grandeza y su vista los ofende. Gritan porque no tienen armas contra esa verdad.
Por segunda vez (cf. 18,31) expresa Pilato su deseo de que ellos se encarguen de Jesús (6b). Él sigue considerándolo inocente. Uno tras otro, sus intentos de compromiso son rechazados por la jerarquía sacerdotal. Los judíos (7), los dirigentes y partidarios de la institución judía. La Ley de Moisés prohibía matar (18,31); la de ellos los lleva a dar la muerte (cf. 7,19). Su ley es enemiga de Dios, pues se opone a la realización de su proyecto; prohíbe ser hijo de Dios (1,12) y, con ello, ser hombre. Es la ley del odio (15,25). La Ley, absolutizada y hecha instrumento del poder, condena a muerte a quien pretende realizar el proyecto creador.
El miedo de Pilato se había mostrado en su actuación vacilante y en su falta de decisión para dar la libertad a Jesús, al que reconoce inocente. Temía a los dirigentes judíos, pero ahora se pregunta si no ha de temer también a Jesús (8). En la narración, el poder judío con su saña y Pilato con su cobardía, se van envileciendo; en el centro se va descubriendo la fuerza de Jesús, que se mantiene fiel a sí mismo y a su misión.
SÍNTESIS.
La verdadera realeza es sinónimo de riqueza y libertad. “El rey” es “el Hombre”, el que posee la plenitud humana; su riqueza no son cosas, sino su propia persona, su vida y amor sin tasa; su plena libertad lo hace dueño de ella y le permite entregarla para comunicar amor y vida. La Ley, como instrumento de opresión, se opone a que el hombre llegue a realizarse; lo somete, privándolo de la libertad y le impide así disponer de la propia vida para darla.
9-12. Nueva entrada de Pilato, esta vez con Jesús (9); quiere escapar del ambiente de la pasión y el odio. La acusación: “se ha hecho hijo de Dios”, lo intranquiliza; no sabe si el origen de Jesús es humano o divino. Jesús no le contesta: para hacer justicia debe bastarle que Jesús sea un hombre; tampoco se aprovecha Jesús del miedo de Pilato para forzarlo a darle la libertad. El juez tiene datos más que suficientes para dar sentencia.
Antes del silencio, Pilato recurre a la amenaza (10). Piensa que el hecho de detentar el poder debería persuadir a Jesús a someterse a sus deseos (¿Te niega hablarme a mí?). No sabe que Jesús da su vida voluntariamente. Soltarse corresponde al veredicto de inocencia que él ha dado; crucificarte, a los gritos de los sumos sacerdotes. Pilato se jacta de tener en su mano el poder de obrar justa o injustamente. El sistema injusto piensa que la vida de sus súbditos depende de su arbitrio.
Afirma Jesús el absoluto respeto de Dios por la libertad: cada uno es responsable de su opción a favor o en contra del hombre. Pero ésta se identifica con la opción a favor o en contra de Dios. El juez va a elegir entre la vida y la muerte; su sentencia sobre Jesús será su propia sentencia (3,17). Lo mismo había ocurrido con Judas (13,26.30).
El que ha entregado a Jesús es del círculo de poder (18,30.35), cuyo agente ha sido Judas. El pecado, la represión o supresión de la vida en sí mismo o en otros (1,29), se comete al integrarse en un orden opresor (8,23). Pilato pertenece a ese orden. Pero la responsabilidad (pecado) de los dirigentes judíos es mayor: contra el mandamiento de su Ley (18,31), están buscando dar muerte a Jesús, al que ya pueden conocer como Mesías a través de sus palabras y sus obras (15,22.24); cf. 10,25.37; 12,37-43). Además, en su rechazo de Jesús han arrastrado al pueblo, privándolo de la liberación que Dios le destinaba y condenándolo a la ruina. Por último, para matar a Jesús invocan su Ley (19,7), atribuyendo el homicidio a Dios mismo; se escudan en Dios para matar al Hijo de Dios.
Pilato ve que está al borde de cometer una grave injusticia y quiere rectificar a tiempo (12). Los jefes judíos, para forzar la decisión del juez, recurren a la amenaza personal; cambian la acusación religiosa (19,7), por otra política (hacerse rey). Pilato se encuentra ante un dilema: ser leal al hombre y a la injusticia, o al sistema de poder al que pertenece. Optar a favor del hombre lo llevaría a perder su posición. Los jefes judíos, al presionar a Pilato para que dé la sentencia injusta, cargan también ellos con la responsabilidad del juez.
Doble sentido de la frase: Todo el que se hace rey se declara contra el César. Por un lado, acusación de cabecilla político; por otro, en sentido teológico: quien (todo el que) por la entrega de sí mismo adquiere su libertad e independencia (rey) se declara contra el poder opresor cuyo símbolo supremo es el César romano. Las expresiones hacerse hijo de Dios (19,7) y hacerse rey son equivalentes: indican al hombre que realiza el proyecto divino.
SÍNTESIS.
Responsabilidad de los dirigentes judíos, que hacen del gobernador instrumento de su odio. El poder religioso, más injusto e implacable que el civil. Dilema de Pilato: por ser parte del sistema injusto, acaba sacrificando al hombre, aun en contra de su propia convicción, para mantenerse en su cargo.
13-16a. Último intento de Pilato por liberar a Jesús. Enfrenta a Israel con su rey. No se atreve a dar la sentencia justa; va a dejar la decisión en manos de los sumos sacerdotes.
Aparente ambigüedad de sujeto, Pilato o Jesús, correspondiente a los dos planos, narrativo y teológico; en este último, quien se sienta (13) es Jesús, como rey en su trono (en su escaño de juez). El escaño representa al mismo tiempo el trono de Jesús y el tribunal desde donde, como rey, va a dictar sentencia. Ante él va a tener lugar el juicio del pueblo, representado por sus jefes.
Gábbata, “altura, promontorio”, no traduce Enlosado. Alusión a la cruz, lugar de la exaltación de Jesús (19,19; cf. 3,14; 8,28; 12,32: “el Hombre levantado en alto”).
La hora sexta (mediodía), momento en que, la víspera de Pascua (la preparación), comenzaban a sacrificarse los corderos pascuales en el templo. Recoge Jn el tema del Cordero de Dios (1,29.36), “el que quita el pecado del mundo”. La hora de la plena luz señala la revelación del Mesías a Israel (cf. 4,6.25s).
Nueva ambigüedad de sujeto: Dijo a los judíos, Pilato (plano narrativo) o Jesús (plano teológico); cf. 9,5: “Mirad al hombre”. Jesús se presenta como el rey ante quien tienen que hacer su opción. Odio desaforado: los jefes judíos no pueden tolerar ni la vista de Jesús (15: ¡Quitadlo!). Rechazan al rey que quiere dar su vida por el pueblo (11,50; 18,14); se rebelan contra el rey que, en vez de dominar, viene a liberar a los hombres del dominio. Es el odio contra Dios (15,23: “Odiarme a mí es odiar a mi Padre”). Se va revelando la incompatibilidad entre el Dios verdadero y la institución de Israel, que culminará en la opción final.
Yuxtapone Pilato los términos rey y suplicio (crucificar). Destaca cada vez más la realeza de Jesús. Responden los representantes del sistema teocrático; los que dicen representar a Dios son los que lo traicionan. En el AT era Dios el rey de Israel (Sal 5,3; 29,20; 44,5; 47,3.7, etc.); ellos aceptan como rey legítimo al emperador romano, al que no reconoce a Dios y les había quitado su independencia como nación. En realidad, al elegir al emperador, eligen a su dios de siempre, el poder (5, 37s; 8,54s); que éste lleve un nombre u otro es secundario. Ateísmo radical del sistema teocrático. Han pronunciado su propia sentencia. Como los demás, Pilato acaba traicionando al hombre (se lo entregó) (16a). Como “los judíos”, prefiere la gloria humana a la que viene de Dios solo (5,44; 12,43).
SÍNTESIS.
El evangelista pone de relieve las opciones profundas, más allá de las palabras y de las profesiones externas de la religiosidad. Lo importante no es el nombre que se dé a Dios, sino el contenido que se significa con ese nombre. La opción por el César delata lo que Dios significaba para ellos. Al revelarse Dios como amor al hombre, lo rechazan y eligen al que, por ser opresor, permite y legitima la opresión que ellos ejercen. Jesús pone al descubierto la realidad del poder religioso.
16b-18. Pasa al poder judío la responsabilidad de la muerte de Jesús (16b). Pero él no depende de la sentencia; da su vida voluntariamente (17: cargando él mismo). Jn describe en términos de crucifixión lo descrito antes en términos de exaltación (19,13-16a). Paralelo y oposición entre Gábbata, la altura, y Gólgota, la calavera. La exaltación se verifica en el don de la vida.
En la cruz, Jesús no está solo: con él crucificaron a otros dos: Jn no identifica ni califica a estos dos (en los otros evangelistas, “bandidos”). La expresión con él recuerda la de Tomás (11,16: “Vamos también nosotros a morir con él”). Los compañeros de suplicio representan a los discípulos que siguen a Jesús hasta el final y dan con él la vida por los hombres; son los que están donde está Jesús (14,3; 17,24). Jn no distingue entre derecha e izquierda (a un lado y a otro); igualdad.
19-22. Al dictar Pilato el letrero (19), contradice la opción de los sumos sacerdotes: el rey de los judíos no es el César, sino Jesús (19,15). Vuelve a aparecer el título el Nazareno/Nazoreo (18,5.7), el vástago de David, el Mesías anunciado; en él se cumplen las promesas. La expresión estaba escrito es la clásica para designar los textos de la antigua Escritura (2,17; 6,31.45; 10,34, etc.). El letrero de la cruz describe el contenido de la nueva, que no es para ser leída, sino contemplada (1,14; 17,24; 19,35).
Los sumos sacerdotes no pueden tolerar que el mismo representante del emperador les eche en cara su traición (21). La respuesta de Pilato (22) tiene tono de oráculo: lo escrito es definitivo, no se puede cambiar (cf. 10,35).
El letrero es así el título de la nueva Escritura, cuyo contenido es Jesús, que da su vida por los hombres. Él es el código o norma de la nueva alianza, destinado a todos los pueblos (hebreo, latín y griego): el lenguaje del amor es universal. Este código no enuncia preceptos que expliciten la voluntad de Dios; Jesús crucificado es la expresión de los que Dios es y quiere para el hombre. La nueva Escritura no es un enunciado, sino una persona. El conocimiento y la relación con Dios no se obtienen ya a través de textos escritos, sino a través de Jesús.
23-24. Son cuatro soldados paganos quienes reciben la herencia de Jesús. Se mencionan los soldados al principio y al fin de la perícopa. En el AT, el manto (23) es símbolo del Reino (1 Re 11,30-31); 1 Sm 15,27); los soldados dividen en cuatro partes el manto/reino de Jesús, el rey de los judíos, y se lo apropian; los paganos quitan a los judíos su rey para hacerlo suyo. Cuatro partes, alusión a los cuatro puntos cardinales: universalidad del Reino. La túnica intacta (24): su unidad interior e indivisible.
Otro símbolismo del manto: el Espíritu profético (1 Re 13,20: Elías y Eliseo; cf. 2 Re 2,1-15). El Reino se hará realidad por la efusión del Espíritu de Jesús. Los grupos cristianos en el mundo entero serán reconocidos como herederos de un crucificado, es decir, por continuar, con su mismo Espíritu, la misión del que dio su vida por amor a los hombres (cf. 13,35).
Cita de Sal 22,19: el reparto de la ropa tiene un sentido hostil; los soldados, sin embargo, al realizar este acto, cumplen un gesto profético. Lo que parece un despojo va a significar la expansión universal.
25-27. Según el contexto, hay dos mujeres al pie de la cruz (25): la madre de Jesús, María la de Cleofás (quizá patronímico), y su hermana, María Magdalena. En la escena siguiente (26-27), esta última está sustituida por el discípulo predilecto.
La presencia significa fidelidad. Cada una de las dos mujeres representa la comunidad de una alianza: la madre, la de la alianza antigua, el resto de Israel, la esposa fiel de Dios (2,4: “Mujer”). María Magdalena, la comunidad de la nueva alianza, la esposa del Mesías (20,13.15: “Mujer”).
El papel de la madre, la antigua comunidad, termina en la cruz; el de María Magdalena comienza en ella. La identidad de nombre indica el común papel de esposa (María de Betania, 11,1-3; 12,2, anticipaba la figura de la nueva esposa, como la resurrección de Lázaro anticipaba la de Jesús).
La nueva comunidad (María Magdalena) es hermana de la antigua (la madre de Jesús). Existe, pues, una relación de fraternidad, de igualdad, entre el pueblo antiguo y fiel y la nueva comunidad. Ha cesado el privilegio de Israel.
Cambia el juego de personajes (26). La nueva comunidad, representada en cuanto esposa por María Magdalena, lo está ahora, en cuanto amigo, por el discípulo predilecto de Jesús. Jesús ve a la madre (no “a su madre”, v.25; cf. 2,1.3.5.12); del Israel fiel tuvo origen el Mesías (4,22) y, en consecuencia, la comunidad mesiánica.
Encargo de Jesús a la madre y al discípulo, en términos de reconocimiento mutuo (26: Mira a tu hijo; 27: Mira a tu madre). El antiguo Israel debe reconocer su legítima descendencia (hijo) en la comunidad nueva y universal. La nueva comunidad debe reconocer su origen (madre) en el Israel fiel a Dios. Éste se integra en la comunidad universal (la acogió el discípulo en casa).
28-30. Constituida la nueva comunidad universal (28: Después de esto), todo va quedando terminado, sólo falta la expresión del amor hasta el extremo. Libertad de Jesús: tiene conciencia de su misión y va realizando su obra (consciente Jesús). Expresa su necesidad (Tengo sed; cf. 4,7). A los que han obtenido su condena, pide una muestra de solidaridad humana elemental, que le permita que le permita responder comunicándoles vida (4,10, con la samaritana). Les demuestra que su amor no ha sido vencido por el odio. Paralelo con el caso de Judas (13,26). Amor sin límite, lealtad al hombre hasta el extremo. Jn se refiere al pasaje citado en 15,25: “Me odiaron sin razón”.
El jarro allí colocado (29) recuerda las tinajas de Caná, figura de la Ley (2,6: “Estaban allí colocadas”). El vinagre se opone al vino que ofreció Jesús en aquella boda: el odio opuesto al amor (cf. 19,7). El hisopo se usaba para rociar la sangre liberadora del cordero pascual (Ez 12,21ss). El odio de los homicidas va a derramar la sangre del Cordero de Dios; el hisopo recogerá esta sangre que va a liberar a la humanidad de la muerte. Nueva Pascua.
Tomó el vinagre (30): acepta, sin desmentir su amor, la muerte causada por el odio. Últimas palabras: Queda terminado; ha dado remate a la obra del Padre (4,34). Con su amor invencible, ha realizado en sí mismo la plenitud del Hombre igual a Dios (20,28), el proyecto creador (1,1). En este momento, la presencia del Padre brilla como nunca en Jesús; toda muerte queda excluida por esa presencia: la muerte de Jesús no interrumpirá su vida. Es éste “el último día” (6,39), que termina la creación y abre el mundo definitivo; será también “el primero” (20,1), a partir del cual ese mundo ya empezado se irá completando.
Reclinando la cabeza: Jesús se duerme, metáfora de una muerte (11,11-13) que no interrumpe la vida. El gesto espontáneo, que indica la voluntariedad de su muerte, está subordinado a la entrega del Espíritu. Jesús no muere por morir, sino para salvar a los hombres. El amor extremo, rompe, por decirlo así, los límites de su humanidad y lo convierte en dador de vida, como el Padre. El Espíritu que había recibido (1,32s) puede ahora comunicarse a los hombres. Él realizará el reino universal (19,23) y constituirá la humanidad nueva (19,25-27).
31-37. Los dirigentes judíos (19,20) (31), que han conseguido dar muerte a Jesús, siguen preocupados por la pureza legal (cf. 18,28); la ejecución capital profanaba el sábado o la fiesta. Los cuerpos: solidaridad de Jesús con los que están crucificados con él y con todo hombre; “el cuerpo”, santuario de Dios (2,21).
Petición de los dirigentes a Pilato. Los soldados comienzan por los compañeros de Jesús (32). A éste no pueden quitarle la vida (33), la ha dado voluntariamente. Prepara Jn el texto sobre el cordero pascual (v.36).
La lanza (34), como el vinagre, representa el odio. Acción innecesaria, la hostilidad sigue. La expresión del odio permite la del amor que produce vida. Lo mismo que al vinagre del odio respondió Jesús con su muerte aceptada por amor y la efusión del Espíritu (19,30), a la herida de la lanza sucede la efusión de la sangre y el agua.
La sangre simboliza su muerte, suprema manifestación de su gloria o amor hasta el fin (1,14); el agua, el Espíritu (7,37-39), el amor/vida que comunica a los hombres (1,16). Señal permanente, el Hombre levantado en alto, para que tengan los hombres vida definitiva (3,14s); el Cordero de la nueva Pascua, el que libera al hombre de la esclavitud quitando así el pecado del mundo (1,29).
La descripción de la muerte de Jesús como un sueño (19,30) y la mención del costado relacionan este pasaje con el de la creación de la mujer (Gn 2,21s). Al nacer del agua/Espíritu (3,5) se formará la nueva humanidad, representada en figura de mujer-esposa por María Magdalena (19,25; 20,13.15). La primera mujer era carne de la carne de Adán y hueso de sus huesos (Gn 2,23); la nueva esposa del Hombre es espíritu de su Espíritu.
El testimonio que da el evangelista (35) es el más solemne del Evangelio. Cierra el testimonio de Juan Bautista (1,34), que describía la misión de Jesús (1,29: “quitar el pecado del mundo”; 1,33: “bautizar con Espíritu Santo”). Por primera vez se dirige Jn a sus lectores (vosotros; cf. 1,14.16: “nosotros”). La experiencia del amor de Jesús es el fundamento de la fe.
Se cumplen dos textos de la Escritura: Éx 12,46 (36), sobre la comida del cordero pascual: No se le romperá ni un hueso; Jesús, Cordero de Dios, alimento de los que se sumen a su éxodo. Serán discípulos suyos los que coman su carne y beban su sangre (6,53-58), es decir, los que se identifiquen con el amor de Jesús expresado en su vida y culminado en su muerte.
Segundo texto (37), Zac 12,10: Mirarán al que traspasaron. El profeta se refiere a uno de los acontecimientos del “día del Señor”, en el contexto de Zac 13,1 y 14,8 donde se habla del manantial que ha de brotar en Jerusalén para eliminar los pecados e impurezas; fluirá sin cesar hacia oriente y occidente, y el Señor será rey del mundo entero. A la luz de Zacarías, el agua que brota del Traspasado significa la universalidad del don del Espíritu; así será el Señor rey del mundo entero (19,19-23).
El verbo Mirarán cumple la promesa de Jesús a los discípulos: “Veréis el cielo quedar abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar por el Hombre” (1,51). Es aquí donde se establece la comunicación definitiva de Dios con el hombre por medio del Espíritu que brota de Jesús.
SÍNTESIS.
Jesús en la cruz es la gran señal hacia la que convergen todas las que se han narrado en el Evangelio, la que da a todas su pleno sentido. Señal paradójica: un hombre condenado y muerto en una cruz. Nada más lejos de lo que podía esperarse como manifestación divina.
Jesús muestra la realidad de Dios; no es el Dios de los prodigios espectaculares, sino el que se manifiesta en el hombre mismo, participando con él en el desarrollo de la historia e imprimiendo en ella su dinamismo desde dentro. Se manifiesta en el amor generoso; en él despliega su potencia y él es el factor de cambio en la historia, la única posibilidad de redención y de plenitud del hombre.
19, 38-42. Nada se dice sobre la posición social de José ni sobre su afiliación religiosa; se menciona solamente su origen, Arimatea (38). Era discípulo, pero no se atrevía a pronunciarse en público a favor de Jesús (cf. 12,25; 20,19). Quiere rendirle los últimos honores. Todo ha terminado con una condena injusta y se propone mostrar su solidaridad con el ajusticiado.
Nicodemo (39) no aparece como discípulo; era, por el contrario, fariseo y jefe entre los judíos (3,1). Había esperado que Jesús fuese el Mesías-maestro y realizase la restauración promoviendo la rigurosa observancia de la Ley. De noche, el espacio de donde Jesús, la luz (8,12), está ausente. Sin embargo, su sentido de la justicia lo hizo salir en defensa de Jesús (7,50s). Con la enorme cantidad de aromas Nicodemo se propone eliminar el hedor de la muerte (11,39), que da por descontado. Para él, Jesús ha terminado para siempre, pero quiere perpetuar su memoria. Esta clase de aromas no se empleaban para la sepultura; se usaban, en cambio, para perfumar la alcoba (Prov 7,17; cf. Sal 45,9); se mencionan con frecuencia en el Cantar, en contexto nupcial (4,14; cf. 3,6; 4,6; 5,1.13).
El discípulo se asocia al fariseo (40) para sepultar a Jesús. Las exequias que le hacen tienen un doble sentido. Ellos piensan rendir el último homenaje a un muerto, pero de hecho están preparando el cuerpo del esposo para la boda. Quieren perpetuar la memoria de Jesús, el injustamente condenado, considerándolo muerto para siempre; así lo indica el verbo lo ataron, extraño para ser aplicado a los lienzos, pero que sugiere la privación de libertad, el estar definitivamente sujeto a la muerte (cf. 11,44, de Lázaro: “Desatadlo”). Jn subraya este modo de pensar cuando añade: como tienen costumbre los judíos de dar sepultura, que no se refiere a los aromas.
El perfume de Betania (12,3) era un homenaje a Jesús vivo y dador de vida; los aromas de Nicodemo, a Jesús muerto. De aquél resaltaba la calidad (“de mucho precio, auténtico”); de éste, la cantidad (unas cien libras). José, el discípulo, debía haber llevado un poco del perfume de nardo, según la recomendación de Jesús (12,7: “para el día de mi sepultura”); habría mostrado así su fe en Jesús vivo aun en la muerte. No lo lleva; acepta, en cambio, los aromas de Nicodemo, que implicaban la creencia en una muerte sin remedio.
Había un huerto/jardín en el lugar donde murió Jesús (41): muerte (19,17: “lugar de la Calavera”) y vida (huerto) coinciden (cf. 19,30: metáfora del sueño). Jesús es el primero en ser enterrado en ese sepulcro (nuevo); donde todavía nadie había sido puesto: otros van a pasar por el mismo sepulcro. Jesús inaugura una nueva clase de muerte; la de los suyos, como la de él, es realidad de vida (8,51; cf. 11,25s). Jn no menciona que cierren el sepulcro con una losa; ésta aparecerá solamente quitada (20,1). Nadie puede encerrar a Jesús en la muerte.
Termina el tema de la preparación judía (42), que nunca pasará a la celebración de la fiesta. Esa Pascua ya no existe, una vez sacrificado el Cordero de Dios (19,31-42). Por la inminencia del día de precepto colocan a Jesús en el sepulcro cercano. La prisa da a la sepultura un carácter de provisionalidad.
SÍNTESIS.
La autenticidad de la fe se mide por la actitud ante la muerte. Mientras ésta aparezca como una derrota, el discípulo estará paralizado por el miedo a la violencia del poder, y su falta de libertad impedirá dar testimonio. En nada se diferencia del que nunca ha sido discípulo. Jesús en la cruz no es para él un salvador, sino una víctima. Puede ser un ejemplo que queda en el pasado, pero no una fuente presente y permanente de fuerza y de vida.
Etiquetas:
1-19,
42,
Viernes 6 de abril del 2012. Jn 18
Suscribirse a:
Entradas (Atom)