Primera Lectura:
Hechos 15,1-6
1
Unos que habían bajado de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos:
- Si no os circuncidáis conforme a la tradición de Moisés, no podéis salvaros.
2 Se produjo un altercado y una seria discusión con Pablo y con Bernabé, y determinaron que Pablo y Bernabé, con algunos más de ellos, subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y responsables sobre aquella cuestión.
3 Así pues, la comunidad los proveyó para el viaje, atravesaron Fenicia y Samaría refiriendo la conversión de los paganos y causando gran alegría en todos los hermanos.
4 Llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la comunidad de los apóstoles y los responsables y les contaron lo que Dios había hecho con ellos.
5 Pero algunos de la facción farisea, que se habían hecho creyentes, se levantaron para decir:
- Hay que circuncidarlos y mandarles que observen la Ley de Moisés.
6 Se reunieron entonces los apóstoles y los responsables para examinar el asunto.
- Si no os circuncidáis conforme a la tradición de Moisés, no podéis salvaros.
2 Se produjo un altercado y una seria discusión con Pablo y con Bernabé, y determinaron que Pablo y Bernabé, con algunos más de ellos, subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y responsables sobre aquella cuestión.
3 Así pues, la comunidad los proveyó para el viaje, atravesaron Fenicia y Samaría refiriendo la conversión de los paganos y causando gran alegría en todos los hermanos.
4 Llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la comunidad de los apóstoles y los responsables y les contaron lo que Dios había hecho con ellos.
5 Pero algunos de la facción farisea, que se habían hecho creyentes, se levantaron para decir:
- Hay que circuncidarlos y mandarles que observen la Ley de Moisés.
6 Se reunieron entonces los apóstoles y los responsables para examinar el asunto.
EXPLICACIÓN.
La asamblea de Jerusalén (15,1-4): Comprende cinco momentos, dispuestos en forma concéntrica por contribuir a la vez un paréntesis en la misión y ser su punto crucial: conflicto en Antioquía (1s), intermedio (3-5), asamblea propiamente dicha (6-29), intermedio (30-35), nuevo conflicto en Antioquía (36-41).
1s. Ofensiva de los judeocreyentes contra la apertura a los paganos de la comunidad antioquena: No es posible la salvación sin hacerse antes judío; la rec. occ. distingue muy bien la doble condición que tratan de imponerles: "si no os circuncidáis y no observáis la tradición de Moisés" (1, cf. 21,21).
Pablo y Bernabé defienden su postura; gran tensión en la comunidad; decisión de enviar una representación a Jerusalén para aclarar de una vez la cuestión (2). La rec. occ. en lugar de "y determinaron...", precisa: "Pablo, en efecto, sostenía vigorosamente que debían permanecer como estaban cuando habían creído (cf. 11,23); pero los que habían venido de Jerusalén les ordenaron -a Pablo y Bernabé y algunos otros- que subieran para comparecer en Jerusalén ante los apóstoles y responsables, a fin de que fueran juzgados por ellos sobre aquella cuestión".
3 - 5. De camino, ante las comunidades cristianas de origen pagano o samaritano, cuentan la conversión de los paganos, provocando en todas ellas gran alegría (3). En Jerusalén, en cambio, ante los apóstoles y los responsables de la comunidad judeocreyente, sólo hacen referencia a los beneficios que Dios les ha hecho a ellos personalmente (cf. 14,27); no se constata alegría alguna (4).
Intervienen entonces los elementos más conservadores de la comunidad jerosolimitana, de procedencia farisea, los mismos que habían provocado el conflicto en Antioquía, como muy bien especifica la rec. occ.: "Pero los que les habían ordenado que subieran para comparecer ante los responsables intervinieron diciendo -algunos de la facción farisea que se habían hecho creyentes-: Hay que etc.'" (Un paréntesis análogo, entre el verbo "decir" y el contenido del discurso o dicho, en 1,15.) (5a). La circuncisión es obligatoria y comporta, además, la observancia de la Ley de Moisés (5b, cf. Gál 5,3).
Reunión
de la asamblea, compuesta solamente por los apóstoles y los responsables (6).
La comunidad está presente también, pero no tiene voz ni voto en el debate (cf.
v.12).
1i Qué alegría cuando me dijeron
«Vamos a la casa del Señor».
2Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
4adonde suben las tribus,
las tribus del Señor;
según la costumbre de Israel,
a dar gracias al nombre del Señor.
5Allí reside el tribunal de justicia,
el tribunal del palacio de David.
EXPLICACIÓN.
122,1-2 Concentra los dos momentos extremos de la
romería: el anuncio de la partida y la llegada, saltándose el viaje con su
fatiga: cfr. Sal 84.
122,3-5 Predicados de la ciudad. Su trazado, con
casas unidas formando calles; el templo donde se unen las tribus para alabar al
Señor: cfr. Sal 65,2; la administración central de la justicia en un tribunal
supremo. La imagen supone una nación unificada, con un centro religioso y
político: ¿refleja una realidad. un recuerdo, una aspiración? Mucho depende de
la datación del salmo.
Trasposición cristiana.
Creo que se han de leer sobre el fondo de este canto
de peregrinación las palabras de Jesús al avistar la ciudad: Lc 18,41-44. El
destino de Jerusalén lo recoge la Iglesia celestial según Ap: tronos
20,4.11-15; belleza 21,11-21; doce (puertas) 21,12-14; no templo 21 ,22s.
Evangelio:
Juan 15,1-8
La comunidad en expansión.
(Jn 15, 1-6)
15, 1. Yo soy la vid verdadera, mi Padre es el labrador.
2. Todo sarmiento que en mí no produce fruto, lo corta, y a todo el que produce fruto lo limpia, para que dé más fruto.
3. Vosotros estáis limpios por el mensaje que os he comunicado.
4. Seguid conmigo, que yo seguiré con vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí solo si no sigue en la vid, así tampoco vosotros si no seguís conmigo.
5. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que sigue conmigo y yo con él, ése produce mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada.
6. Si uno no sigue conmigo, lo tiran fuera como al sarmiento y se seca; los recogen, los echan al fuego y se queman.
(Jn 15, 1-6)
15, 1. Yo soy la vid verdadera, mi Padre es el labrador.
2. Todo sarmiento que en mí no produce fruto, lo corta, y a todo el que produce fruto lo limpia, para que dé más fruto.
3. Vosotros estáis limpios por el mensaje que os he comunicado.
4. Seguid conmigo, que yo seguiré con vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí solo si no sigue en la vid, así tampoco vosotros si no seguís conmigo.
5. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que sigue conmigo y yo con él, ése produce mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada.
6. Si uno no sigue conmigo, lo tiran fuera como al sarmiento y se seca; los recogen, los echan al fuego y se queman.
7. Si seguís conmigo y mis exigencias
siguen entre vosotros, pedid lo que queráis, que se realiza.
8. En esto se ha manifestado la gloria de mi Padre, en que hayáis comenzado a producir mucho fruto por haberos hecho discípulos míos.
EXPLICACIÓN.
1-6. La vid o viña era el símbolo de Israel como pueblo de Dios (Sal 80,9; Is 5,1-7; Jr 2,21; Ez 19,10-12). La afirmación de Jesús (1) se contrapone a estos textos; no hay más pueblo de Dios (vid y sarmientos) que la nueva humanidad que se construye a partir de él (cf. 1,9: la luz verdadera; 6,32; el verdadero pan del cielo). Como en el AT, es Dios, ahora llamado el Padre, quien ha plantado y cuida esta vid.
Advertencia severa (2) que define la misión de la comunidad. Jesús no ha creado un círculo cerrado, sino un grupo en expansión: todo miembro tiene un crecimiento que efectuar y una misión que cumplir. El fruto es el hombre nuevo, a nivel de individuo y comunidad, y a nivel de expansión; no se produce fruto cuando no se comunica la vida que se recibe; el que se niega a amar y no hace caso al Hijo, se coloca en la zona de la tiniebla (3,36). Es aquel que pertenece a la comunidad pero no responde al Espíritu.
8. En esto se ha manifestado la gloria de mi Padre, en que hayáis comenzado a producir mucho fruto por haberos hecho discípulos míos.
EXPLICACIÓN.
1-6. La vid o viña era el símbolo de Israel como pueblo de Dios (Sal 80,9; Is 5,1-7; Jr 2,21; Ez 19,10-12). La afirmación de Jesús (1) se contrapone a estos textos; no hay más pueblo de Dios (vid y sarmientos) que la nueva humanidad que se construye a partir de él (cf. 1,9: la luz verdadera; 6,32; el verdadero pan del cielo). Como en el AT, es Dios, ahora llamado el Padre, quien ha plantado y cuida esta vid.
Advertencia severa (2) que define la misión de la comunidad. Jesús no ha creado un círculo cerrado, sino un grupo en expansión: todo miembro tiene un crecimiento que efectuar y una misión que cumplir. El fruto es el hombre nuevo, a nivel de individuo y comunidad, y a nivel de expansión; no se produce fruto cuando no se comunica la vida que se recibe; el que se niega a amar y no hace caso al Hijo, se coloca en la zona de la tiniebla (3,36). Es aquel que pertenece a la comunidad pero no responde al Espíritu.
Quien practica el amor tiene que seguir un proceso ascendente, un desarrollo, hecho posible por la limpia que el Padre hace. Elimina factores de muerte, haciendo que el discípulo sea cada vez más auténtico y más libre, y aumente así su capacidad de entrega y su eficacia. Pretende acrecentar el fruto: fruto de madurez en el discípulo, fruto de nueva humanidad.
Hay una limpieza inicial (cf. 13,10) y otra sucesiva para el crecimiento. Sintetizando datos, la limpieza o purificación la produce la opción por el mensaje de Jesús, que es el del amor. Éste separa del mundo injusto y quita, por tanto, el pecado (1,29). El mensaje, en cuanto se hace práctica en la vida del discípulo, se identifica con el Espíritu, dinamismo del amor. La actividad del amor sigue efectuando la purificación. Según el significado de “limpio/puro” sólo quien practica el amor agrada a Dios (cf. 14,23).
Jesús exhorta a sus discípulos a renovar su adhesión a él (4), en función del fruto que han de producir. La unión mutua entre Jesús y los suyos, vistos aquí como grupo, es la condición para la existencia de la comunidad, para su vida y para el fruto. El sarmiento/discípulo no se mantiene vivo (vida=amor) si se corta de la fuente de la vida/amor.
Repite Jesús su afirmación primera (5). Entre él y los suyos existe una unión íntima: la misma vida circula en él y en ellos, gracias a la asimilación a él (6,56: comer su carne y beber su sangre): mucho fruto, cf. 12,24. Quien rechaza el amor renuncia a la vida (6); la muerte en vida acaba en la muerte definitiva.
7-8.
Sigue el tema de la fecundidad (7); el fruto se apoya también en la
eficacia de la petición. Jesús se hace colaborador en la tarea de los suyos,
sin límite alguno (lo que queráis). La respuesta a las exigencias concretas del
amor crea el ambiente de la comunidad (entre vosotros, cf. 5,38). La sintonía
con Jesús, creada por el compromiso a favor del hombre, establece su
colaboración activa con los suyos. “Pedir” significa afirmar la unión con Jesús
y reconocer que la potencia de vida procede de él.
La gloria, que es el amor del Padre (8), se manifiesta en la actividad de los discípulos, que trabajan a favor de los hombres.
SÍNTESIS.
La existencia de la humanidad nueva en medio de la sociedad injusta no depende de una institución, sino de la participación de la vida de Jesús. Él crea la alternativa al “mundo” opresor: la sociedad del amor mutuo, expresión de la vida y ambiente de la libertad, que trabaja por incluir a la humanidad entera.
El compromiso cristiano es el dinamismo de una experiencia que busca comunicarse. La unión con Jesús y el Espíritu que él infunde llevan necesariamente a la actividad. El fruto tiene un doble aspecto inseparable: el crecimiento personal y comunitario y la expansión de la vida en la humanidad.
La gloria, que es el amor del Padre (8), se manifiesta en la actividad de los discípulos, que trabajan a favor de los hombres.
SÍNTESIS.
La existencia de la humanidad nueva en medio de la sociedad injusta no depende de una institución, sino de la participación de la vida de Jesús. Él crea la alternativa al “mundo” opresor: la sociedad del amor mutuo, expresión de la vida y ambiente de la libertad, que trabaja por incluir a la humanidad entera.
El compromiso cristiano es el dinamismo de una experiencia que busca comunicarse. La unión con Jesús y el Espíritu que él infunde llevan necesariamente a la actividad. El fruto tiene un doble aspecto inseparable: el crecimiento personal y comunitario y la expansión de la vida en la humanidad.
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