domingo, octubre 01, 2017

LECTURAS DEL LUNES 9 DE OCTUBRE DEL 2017.

Primera Lectura. Jonás 1,1--2,2,1-2

1 1EI Señor dirigió la palabra a Jonás, hijo de Amitay:
2-Levántate y vete a Nínive, la gran metrópoli, y proclama en ella que su maldad ha llegado hasta mí.
3Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor; bajó a Jafa y encontró un barco que zarpaba para Tarsis; pagó el precio y embarcó para navegar con ellos a Tarsis, lejos del Señor.
4Pero el Señor envió un viento impetuoso sobre el mar, se alzó una furiosa tormenta en el mar y la nave estaba a punto de naufragar.
5Temieron los marineros y cada cual gritaba a su dios. Arrojaron los pertrechos al mar para aligerar la nave, mientras Jonás, que había bajado a lo hondo de la nave, dormía profundamente.
6EI capitán se le acercó y le dijo:
-¿Qué haces dormido? Levántate y grita a tu Dios; a ver si ese Dios se compadece de nosotros y no perecemos.
7Y se decían unos a otros:
-Echemos suertes para ver por culpa de quién nos viene esta calamidad.
Echaron suertes y le tocó a Jonás.
8Le interrogaron:
-Dinos: ¿por qué nos sobreviene esta calamidad?, ¿cuál es tu oficio?, ¿de dónde vienes?, ¿cuál
es tu país?, ¿de qué pueblo eres?
9Les contestó:
-Soy un hebreo y adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme.
10Atemorizados, aquellos hombres le preguntaron:
-¿Qué has hecho?
(Pues comprendieron que huía del Señor, por lo que él había declarado).
11Le preguntaron:
-¿Qué hacemos contigo para que se nos calme el mar?
Porque el mar seguía embraveciéndose.
12El contestó:
 -Alzadme en vilo y arrojadme al mar, y el mar se os calmará; pues sé que por mi culpa os sobrevino esta furiosa tormenta.
13Pero ellos remaban para alcanzar tierra firme, y no podían porque el mar seguía embraveciéndose.
14Entonces invocaron al Señor:
-iAh, Señor, que no perezcamos por culpa de este hombre, no nos hagas responsables de una
sangre inocente! Tú, Señor, puedes hacer lo que quieres.
15Alzaron en vilo a Jonás y lo arrojaron al mar, y el mar calmó su furia.
16y aquellos hombres temieron mucho al Señor. Ofrecieron un sacrificio al Señor y le hicieron votos. 
2 1El Señor envió un pez gigantesco para que se tragara a Jonás y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días con sus noches. 2Desde el vientre del pez, Jonás rezó al Señor, su Dios:

Explicación.

1 El primer episodio emplea una disposición concéntrica artificiosa; su esquema es ABCDFG N GFDCBA. 

1,1 El nombre y apellido del profeta aparecen en 2 Re 14,25 como anterior a Jeroboán II (782-753). La mayoría de los comentaristas antiguos, no todos, tomaron el dato y el libro como histórico. El nombre suena a oídos hebreos como Paloma hijo De Veraz, y así resulta el primer Colón = Colombo de la historia. El comienzo del libro es claramente profético. 

1,2 Primera sorpresa del libro. Un profeta de Israel enviado a la capital del imperio agresor y expansionista. Menos mal que el mensaje suena amenazador, como el de Gn 18,20-21; pero ahí está precisamente el grave peligro. 

1,3 Segunda sorpresa, no tan grave: el profeta hace exactamente lo contrario de lo mandado. ¿Razón? El narrador no la adelanta, nos deja con la sospecha genérica del miedo (cfr. Jr 1,17-19) Para otras huidas véanse Am 9,1-4; Sal 139; 1 Re 19. Se supone que Tarsis se encontraba en alguna costa del Mediterráneo occidental. 

1,4 Los vientos son "ministros" de Dios (Sal 104,4), y la tempestad suele ser teofanía o manifestación divina. "Lejos": porque el Señor mora en Sión. 

1,5 El autor empieza a jugar con el contraste entre los marineros, lúcidos y decididos, y el profeta, inconsciente. El verbo "temer" irá cambiando de significado para jalonar el desarrollo: comienza como simple miedo, terminará como reconocimiento del Señor. 

1,6 Sin querer, repite el capitán dos palabras del Señor: "levántate y grita proclama". Su postura es honradamente politeísta. 

1,7 Al fallar las plegarias, la tripulación conjetura que por culpa de algún criminal presente sucede la desgracia y decide aplicar el procedimiento acreditado en la época: véanse Jos 7; 1 Sm 14 y el principio en Prov 16,33. 

1,8 Designado el culpable, se abre el interrogatorio. Es curioso que entre las cinco preguntas falte una: ¿qué has hecho? A juicio del lector las más importantes son: ¿de dónde vienes?, ¿cuál es tu oficio? 

1,9 Por eso sorprende la respuesta, que sólo confiesa nacionalidad y confesión religiosa; ésta en términos inteligibles para los marineros y adaptados a la situación. 

1,10 Inversión del orden cronológico para introducir la pregunta clave: ¿qué has hecho? El temor de los marineros es ahora el temor numinoso frente al Dios de Jonás, que en la persecución del pasajero "hebreo" se ha mostrado eficaz y terrible. 

1,11 ¿Qué has hecho?, ¿qué hacemos? Sólo el pasajero hebreo posee un saber superior y puede hacer desistir a su Dios de la persecución. 

1,12 Jonás empieza a ser bueno: toma sobre sí la pena de muerte para que los demás se salven.
1,13 No menos buenos son los marineros: con su esfuerzo pretenden neutralizar la fuga de Jonás sin sacrificar su vida. Pero su intento no está provocado ni dirigido por el Señor. 

1,14 La oración se dirige ahora expresamente al Señor, y en ella se cita una frase de Jeremías a sus jueces (Jr 26,14s); la frase final suena a reminiscencia del Sal 115,3. 

1,15 El mar está casi personificado. Al caer Jonás, se calma instantáneamente, como si hubiera recibido una presa. 

1,16 El verso cierra el primer episodio del relato. La tarea misionera de Jonás, imprevista, ha sido un éxito: el profeta que se embarcó para huir del Señor ha predicado su nombre a unos paganos. Y el narrador redondea el resultado informándonos de una acción cúltica de los marineros; no nos dice si en la nave o una vez llegados a tierra.

2,1-2 Después de la tormenta marina, que frena el viaje de Jonás, el Señor despacha un pez gigantesco que lo conducirá en el viaje de vuelta. El Señor se sirve incluso de elementos hostiles para realizar sus planes. En el plano narrativo el autor nos invita a imaginar un pez, masculino o femenino (2,2) de proporciones tales que puede cómodamente deglutir entero a un hombre. Así lo han imaginado ingenuamente comentaristas antiguos y lo han representado infatigablemente los artistas. En el plano simbólico ese pez devorador (Sal 69,16; Prov 1,12) es el "sheol" (3), la "fosa" (7), de la cual lo "extrae vivo" el Señor. Para un lector del AT equivale a una vuelta a la vida (cfr. Dt 32,39); un lector del NT lee una imagen de la resurrección a la luz de Mt 12,39s y Mc 8,12. 

Salmo. Jonás 2,3-5.8

3«En el peligro grité al Señor y me atendió,
desde el vientre del abismo
pedí auxilio y me escuchó.
4Me habías arrojado al fondo, en alta mar,
me rodeaba la corriente,
tus torrentes y tus olas me arrollaban.
5Pensé: Me has arrojado de tu presencia;
¡quién pudiera otra vez ver tu santo templo! 
8Cuando se me acababan las fuerzas,
invoqué al Señor, llegó hasta ti mi oración,
hasta tu santo templo.

Explicación.

2,3 Véanse Sal 120,1; 31,23 Y 116,1. Insiste en el verbo "gritar". 

2,5 Véanse Sal 31,23; 5,8; 138,2 Ser arrojado de la presencia divina responde al intento inicial de alejarse del Señor (1,3). 

2,6 Véanse Sal 69,2s; 18,6; 116,3. 

2,7 Véanse Sal 103,4; 30,4. En lo más profundo comienza el movimiento ascensional, con el verbo "hacer subir". 

2,8 Véanse Sal 143,4; 88,3. El "santo templo" puede ser el de Sión, lejano ahora del mar, o el celeste. 

Evangelio. Lucas 10,25-37.

25 En esto se levantó un jurista y le preguntó para ponerlo a prueba:
- Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar vida definitiva?
26 Él le dijo:
- ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo es eso que recitas?
27 Éste contestó:
"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo".
28 Él le dijo:
- Bien contestado. Haz eso y tendrás vida.
29 Pero el otro, queriendo justificarse, preguntó a Jesús:
- Y ¿quién es mi prójimo?
30 Tomando pie de la pregunta, dijo Jesús:
- Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y lo asaltaron unos bandidos; lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon dejándolo medio muerto.
31 Coincidió que bajaba un sacerdote por aquel camino; al verlo, dio un rodeo y pasó de largo.
32 Lo mismo hizo un clérigo que llegó a aquel sitio; al verlo, dio un rodeo y pasó de largo.
33 Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, al verlo, se conmovió,
34 se acercó a él y le vendó las heridas echándoles aceite y vino; luego lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó.
35 Al día siguiente sacó dos denarios de plata y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más te lo pagaré a la vuelta".
36 ¿Qué te parece? ¿Cuál de estos tres se hizo prójimo del que cayó en manos de los bandidos?
37 El jurista contestó:
- El que tuvo compasión de él.
Jesús le dijo.
- Pues anda, haz tú lo mismo.


EXPLICACIÓN.

Parte central del viaje (10,25-18,30). Lc dispone en forma de una gran estructura concéntrica (A-G: 10,25-13,30 // H (centro): 13,31-35 // G'- A': 13,36-18,30) una serie de materiales, propios o ajenos, donde Jesús instruye al grupo de discípulos y a las multitudes sobre el reinado de Dios y previene a los discípulos contra sus adversarios, los fariseos. El largo trayecto, sin señalar lugares determinados, es análogo al de Israel por el desierto (Dt 10,1-18,14).

A. La Ley y el prójimo. 25-37. Jurista, de los que han frustrado el designio de Dios (7,30), un "sabio y entendido" (10,21), hostil a Jesús (ponerlo a prueba). Jesús habla solamente del reinado de Dios en la tierra, lo que exige un compromiso inmediato y concreto; el jurista quiere "espiritualizar" la problemática tratando de la vida futura. Su pregunta es la misma que hará a Jesús el hombre rico (18,18) (25). Contrapregunta de Jesús: cuál es la fórmula de la oración cotidiana (26) que todos saben de memoria (27). Amar (ser fiel) a Dios y al prójimo obtiene la vida para siempre (28; cf. Mt 22,34-40; Mc 12,28-34).

Ante la facilidad de la solución, no quiere quedar mal; dificultad: quién es el prójimo (29). Relato de Jesús: la religión judía (sacerdote, el clérigo/levita) disocia el culto a Dios del amor al prójimo; el heterodoxo es sensible a la necesidad del desconocido y le presta ayuda sin escatimar (30-35).

Pregunta final de Jesús: no "quién era", sino quién se hizo prójimo (36); la relación no existe como cosa estática; hay que crearla por iniciativa propia, con cualquier hombre, sin distinción de raza o credo. El jurista responde con una perífrasis, evitando pronunciar el nombre maldito "samaritano" (37). Haz tú lo mismo, respuesta de Jesús a la pregunta inicial del jurista ("Qué tengo que hacer"). cf. vv. 28.36.

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