PRIMERA LECTURA. Eclesiastés 11,9-12,8.
119Disfruta mientras eres muchacho y pásalo bien en la juventud; déjate llevar del corazón y de lo que atrae a los ojos; y sabe que Dios te llevará a juicio para dar cuenta de todo. 10Rechaza las penas del corazón y rehúye los dolores del cuerpo: niñez y juventud son efímeras.
Explicación.
El primer
consejo no es muy convencional (véase Nm 15,39). El juicio de Dios no significa
castigo por haber gozado, sino más bien lo contrario: quien no aproveche el
plazo dará cuentas de su negligencia. El juicio de Dios invita a gozar de la
juventud; cada cosa tiene su sazón (3,1). La fugacidad de niñez y juventud es su "vanidad".
12,8 El colofón repite el comienzo (1,2) enmarcando todos
los giros de la reflexión. Ahora suena con mayor fuerza y convicción, casi como
testamento del pensador.
SALMO. 90,3-6.12-14.17.
3Tú devuelves el hombre al polvo, diciendo:
¡Volved, hijos de Adán!
EVANGELIO. Lucas 9,43-45.
119Disfruta mientras eres muchacho y pásalo bien en la juventud; déjate llevar del corazón y de lo que atrae a los ojos; y sabe que Dios te llevará a juicio para dar cuenta de todo. 10Rechaza las penas del corazón y rehúye los dolores del cuerpo: niñez y juventud son efímeras.
12 1Acuérdate de tu Hacedor durante tu juventud, antes
de que lleguen los días aciagos y alcances los años en que dirás: «No les saco
gusto». 2Antes de que se oscurezca la luz del sol, la luna y las estrellas, y a
la lluvia siga el nublado. 3Ese día temblarán los guardianes de casa y los robustos
se encorvarán, las que muelen serán pocas y se pararán, las que miran por las
ventanas se ofuscarán, 4las puertas de la calle se cerrarán y el ruido del molino
se apagará, se debilitará el canto de los pájaros, las canciones se irán callando,
5darán miedo las alturas y rondarán los terrores. Cuando florezca el almendro y
se arrastre la langosta y no dé gusto la alcaparra, porque el hombre marcha a la morada
eterna y el cortejo fúnebre recorre las calles. 6Antes de que se rompa el hilo de plata, y se
destroce la copa de
8Vanidad de vanidades
-dice el Predicador-, todo es vanidad.
oro, y se quiebre el cántaro en la fuente, y se raje la polea del pozo, 7y
el polvo vuelva a la tierra que fue, y el espíritu vuelva a Dios, que lo dio.
Explicación.
11 Luz y sol son
motivos simbólicos. Que el recuerdo de la noche que se aproxima haga más
intenso el disfrute de lo que queda. La muerte, la noche, se anticipa en vida,
en un crepúsculo que es vida mezclada de muerte, por eso hay que gozar de la
juventud, que es el mediodía, el sol en cenit, antes de que sea demasiado tarde.
12,1-8 Frente a
la valoración de la vejez en Israel, Qohelet la contempla con tristeza y melancolía.
El sentido es claro en conjunto, dudoso en varios detalles. Después de una introducción
explícita (1) viene una serie cósmica de meteoros (2) con valor simbólico; sigue
la visión de una morada o una granja (3-4) con sus variados personajes; alusiones oscuras entre dos franjas
realistas (5), dos imágenes domésticas preparan el enunciado final explícito
(6-7), y cierra un colofón (8).
12,1 Es la única
vez que el autor usa el término Creador: su recuerdo servirá para aceptar y
aprovechar la suerte asignada y los tiempos establecidos. No son malos los tiempos,
sino el anciano que no puede disfrutar de ellos.
12,2 La vejez,
una noche sin estrellas, un invierno sin sol.
12,3 En el
cuadro doméstico, los guardianes pueden ser los brazos y los robustos o
valientes pueden ser las piernas o los hombros. Es claro que muelen los molares
y dientes y que miran por las ventanas los ojos. Es una casa en que va faltando
la vida.
12,4 Las
puertas son los oídos, ¿o los labios? (cfr. Eclo 22,27) La acción de moler es
masticar; o se para el molino: cfr. Jr 25,10
12,5 Verso
dudoso. El almendro florido parece referirse a las canas del anciano; la langosta
arrastrándose sería la agilidad juvenil perdida, aunque bastantes comentaristas
piensan que se refiere a los órganos sexuales; la alcaparra excitaba el apetito
(¿de comer o sexual?).
12,6 Hilo y
copa, cántaro y polea son objetos domésticos que asumen valor simbólico. El
cántaro que saca el agua del pozo de la vida y la polea que asegura el retorno
del agua del manantial no son difíciles de entender. El hilo, ¿es de vestir o
de colgar?; la copa, ¿es de beber o de alumbrar? Los griegos hablaban del hilo
de la vida que hilan y cortan las parcas.
12,7 Esto no
implica supervivencia ni inmortalidad del alma, es simplemente la imagen de Sal
104,30. Véanse 3,21 y Sal 90,3.
SALMO. 90,3-6.12-14.17.
3Tú devuelves el hombre al polvo, diciendo:
¡Volved, hijos de Adán!
4Para ti mil años son un ayer que pasó,
una vela nocturna.
5Los arrastras, son un sueño al amanecer;
una vela nocturna.
5Los arrastras, son un sueño al amanecer;
se renuevan como la hierba:
6por la mañana se renueva y florece,
por la tarde se seca y la siegan.
por la tarde se seca y la siegan.
12Enséñanos a llevar buena cuenta
de nuestros días
de nuestros días
para que adquiramos un corazón sensato.
13¡Vuélvete, Señor! ¿hasta cuándo?,
13¡Vuélvete, Señor! ¿hasta cuándo?,
ten compasión de tus siervos.
14Sácianos por la mañana de tu misericordia,
y todos nuestros días serán alegría y júbilo.
17Venga a nosotros la bondad del Señor
nuestro Dios,
nuestro Dios,
consolida la obra de nuestras manos.
¡Consolídala, la obra de nuestras manos!
¡Consolídala, la obra de nuestras manos!
Explicación.
90,3
La historia del Génesis es evocada en un verso. El que modeló al
hombre, dando le consistencia, lo hizo deleznable; el que integró sus
partes lo deja desintegrarse: Job 10,9.
90,4
Las medidas humanas del tiempo no sirven, de ninguna manera, para medir
a Dios (2 Pe 3,8). Tal inmensidad refuerza la melancolía del orante.
90,5 El texto es algo dudoso. "Arrastras": el verbo hebreo sugiere una lluvia torrencial.
90,6-11
Sección definida por la inclusión con "ira". Si la primera parte veía
el tiempo humano a la luz de la duración divina, ésta lo ve a la luz de
la cólera divina. De la melancolía pasamos al sentimiento trágico,
cuando dos realidades estrechamente ligadas, pecado y cólera, se yerguen
en la conciencia del hombre.
90,6 Cuatro verbos en este verso, excelente por su concentración; cuánta actividad para pasar más aprisa.
90,12-17
Una vez tocado el punto más bajo, el orante busca salir a flote rezando
a Dios. Y lo hace en tres momentos imbricados. El primero: la
aceptación resignada, sin ilusiones: es sensatez. El segundo es unos
bienes que compensen las desgracias. El tercero es la fecundidad de la
acción.
90,12 A medida que pasan los años, instruido por Dios, el hombre madura en sensatez.
90,13 El verdadero cambio ha de suceder por una acción divina, que el hombre puede sólo suplicar.
90,14-15
La petición es modesta: equilibrar en la balanza de la vida penas y
gozos. Pero Dios puede alumbrar una mañana realmente nueva, puede
desequilibrar la balanza.
90,16-17
En un modelo doméstico, los siervos piden al amo que comience actuando y
que dé eficacia a la tarea encomendada; algo semejante en un modelo
político. De ahí se sube a la visión teológica: el hombre será lo que
haya hecho: él y Dios en él.
90,17 Is 26,12.
Trasposición cristiana.
La
"vuelta" de Dios de la ira a la misericordia sucede en Jesucristo: Ef
2,4-7. Las obras del cristiano, vitalizadas por la fuerza de la
resurrección (Flp 3,10), cobran consistencia y fecundidad (Flp 2,13), Y
al final lo acompañarán (Ap 14,13).
43a Todos quedaron impresionados de la grandeza de Dios.
43b Entre la admiración general por todo lo que hacía, dijo Jesús a sus discípulos:
44 - Vosotros meteos bien esto en la cabeza: el Hombre va a ser entregado en manos de ciertos hombres.
45 Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido, y tenían miedo de preguntarle sobre el asunto.
EXPLICACIÓN.
44 - Vosotros meteos bien esto en la cabeza: el Hombre va a ser entregado en manos de ciertos hombres.
45 Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido, y tenían miedo de preguntarle sobre el asunto.
EXPLICACIÓN.
Jesús libera al pueblo de ese espíritu que lo destroza inútilmente.
43b-45. Admiración general por la actividad de Jesús con el pueblo. Para
evitar el deseo de triunfo de los discípulos, Jesús les recuerda el
destino que espera al que, llevado del Espíritu de Dios (el Hombre), se dedica a liberar a los oprimidos (43b-44). Incomprensión, absoluta cerrazón y miedo a pedir explicaciones (45).
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