(Mt 13,53-58; Lc 4,16-30)
1bFue a su tierra, seguido de sus discípulos. 2Cuando llegó el día de precepto se puso a enseñar en la sinagoga; la mayoría, al oírlo, se decía impresionada:
-¿De dónde le vienen a éste esas cosas? ¿Qué clase de saber le han comunicado a éste, y qué portentos son esos que le salen de las manos? 3¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago y José, de Judas y Simón? y ¿no están sus hermanas aquí con nosotros? y se escandalizaban de él.
4Jesús les dijo:
-Sólo en su tierra, entre sus parientes y en su casa desprecian a un profeta.
No le fue posible de ningún modo actuar allí con fuerza; sólo curó a unos pocos enfermos aplicándoles las manos. 6y estaba sorprendido de su falta de fe.
Entonces fue dando una vuelta por las aldeas de alrededor, enseñando.
EXPLICACIÓN.
1b-6. Colofón de la segunda sección: No se nombra a Nazaret, porque su tierra/su patria es el pueblo judío (1b). La escena tipifica la actitud hacia Jesús de la mayoría del pueblo, identificado con la postura de los letrados (3,22). Nadie acude a Jesús a su llegada: rechazo. Primer contacto, el día de precepto, en que tienen que ir a la sinagoga. Están impresionados por su enseñanza, pero no reconocen que su autoridad sea la del Espíritu (cf 1,22). No pronuncian su nombre, sólo pronombres despectivos para él y su actividad (éste, eso). Si su autoridad no es de Dios, no puede ser más que del demonio (d. 3,22: agente de Belcebú); por eso dan sentido peyorativo a su saber (magia) y lo mismo a su actividad (no «hace» prodigios, le salen, como instrumento de otro). Hijo de María, indigno de llamarse hijo de un padre. Rechazo total (cf. 3,31ss: «madre y hermanos»), Jesús se presenta como profeta, es decir, como inspirado por el Espíritu de Dios, desmintiendo la acusación de magia (4). La falta de fe impide su actividad. En lugares periféricos sí escuchan su enseñanza (5-6).
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