22 Y añadió:
- El Hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser rechazado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, sufrir la muerte y, al tercer día, resucitar.
23 Y, dirigiéndose a todos, dijo:
- El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue cada día con su cruz y entonces me siga;
24 porque si uno quiere poner a salvo su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su vida por causa mía, ése la pondrá a salvo.
25 Y ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero si acaba perdiéndose o malográndose él mismo?
EXPLICACIÓN.
Jesús integra el concepto de Mesías en el más universal de el Hombre, que, además, incluye a los que reciban el Espíritu y lo sigan (cf. 5,24; 6,5). Su destino no es el triunfo terreno; oposición de los dirigentes (cf. 6,22s); la muerte no es la última palabra (resucitar) (2).
Todos (23), también los discípulos no representados por los Doce (cf. Mc 8,34). Negarse a sí mismo, renunciar a toda ambición de dinero, prestigio o poder; cargar con la cruz, aceptar la hostilidad de la sociedad injusta (6,22); cada día, constancia (8,15). La vida física no es el valor supremo; falsa y verdadera salvación (24). La ambición destruye al hombre (25).
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