sábado, septiembre 03, 2011

Sábado 3 de Septiembre de 2011. Lc 6,1-5.

6 1 Un día de precepto atravesaba él por unos sembrados; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano. 2 Unos fariseos les dijeron: -¿Por qué hacéis lo que no está permitido en sábado? 3 Jesús les replicó: -¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros sintieron hambre? 4 Entró en la casa de Dios, cogió los panes de la ofrenda -que sólo a los sacerdotes está permitido comer -, comió él y les dio a sus compañeros. 5 Y añadió: - El Hombre es Señor del precepto. EXPLICACIÓN. Lc sigue la redacción de Mc 2,23-28: los discípulos, sin motivo expreso, arrancan espigas y las frotan, acciones consideradas por los fariseos como trabajos prohibidos en día de precepto. Día de precepto (1: gr. sabbaton) en lugar de "sábado" (2. gr. ta sabbata): está en juego la autoridad de la Ley. Los discípulos usan de la libertad afirmada en el episodio anterior: las instituciones han caducado. La acción de David prueba que la Ley cedía ante la necesidad humana (3s); la actitud rigorista farisea no tiene fundamento en el AT. Sin embargo, para los discípulos vale otro principio (5): el Hombre está por encima de toda ley. Por segunda vez aparece el Hombre (cf. 5,24: el portador del Espíritu, que, como Dios en la tierra, borra el pasado pecador y comunica Espíritu/vida), denominación de Jesús, pero extensiva a los que reciban el Espíritu (3,16) y tiendan a la plenitud humana. Según este pasaje, "el Hombre", portador del Espíritu de Dios (cf. 3,22), es, como Dios mismo, superior a todo código.

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