sábado, septiembre 03, 2011

Sábado 10 de septiembre de 2011. Lc 6,43-49.

43 Cierto, no hay árbol sano que dé fruto dañado ni, a su vez, árbol dañado que dé fruto sano. 44 Cada árbol se conoce por sus frutos: ¡no se cogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas! 45 El que es bueno, de la bondad que almacena en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal: porque lo que rebosa del corazón lo habla la boca. 46 ¿Por qué me invocáis: "¡Señor, Señor!", y no hacéis lo que digo? 47 Todo el que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a indicar a quién se parece: 48 se parece a un hombre que edificaba una casa: cavó, ahondó y asentó los cimientos sobre la roca; vino una crecida, rompió el río contra aquella casa y no pudo hacerla vacilar porque estaba bien construida. 49 En cambio, el que las escucha y no las pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre la tierra, sin cimientos; rompió el río contra ella y en seguida se derrumbó; y ¡hay que ver qué ruina la de aquella casa! EXPLICACIÓN. El modo de actuar revela la realidad interior del hombre (43s); en particular, las palabras (45) Jesús no busca admiradores ni adoradores, sino seguidores (46). No se fundamenta una vida (la casa) por la mera adhesión a una doctrina, sino por la fidelidad a una praxis. El éxito del mensaje depende de cada uno (47-49).

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