jueves, noviembre 01, 2012

DOMINGO 4 DE NOVIEMBRE DEL 2012.

Primera Lectura: Deuteronomio 6:2-6

2Que respetes al Señor, tu Dios, guardando toda la vida de todos los mandatos y preceptos que te doy -y también tus nietos-, y te alargarán la vida. 3Escúchalo, Israel, y pónlo por obra para que te vaya bien y crezcáis mucho. Ya te dijo el Señor, Dios de tus padres: "Es una tierra que mana leche y miel".
4"Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es solamente uno. 5Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. 6Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria,

Explicación.

6,1-3. Unidos a los dos anteriores, forman una transición parenética, con los motivos consabidos, especialmente bendiciones por el cumplimiento. "Respetar" es uno de los términos con que el libro expresa la entrega al Señor. Se combina o se sustituye por: seguir, pegarse, amar, escuchar, obedecer.

6,4-9. Esta es la famosa profesión israelita, oración de todos los días, que se completa con Nm 15,37-41 y Dt 11,18-21. Funciona aquí como comentario al primer mandamiento, que funda y abarca los demás. La recoge Jesús en Mc 12,28-30.

Se discute sobre el sentido de esa unicidad de Dios: para Israel o en absoluto, o bien en oposición a los múltiples baales. La tradición posterior lo ha entendido en sentido absoluto, como profesión de estricto monoteísmo; y así sería en su origen si el texto fuera creación posterior a Isaías Segundo; véase el anuncio de Zac 14,9. La unicidad del Señor exige la entrega total, sin divisiones, ni reservas. El amor ha de apoderarse de toda la persona y no puede quedarse en mero afecto, sino que se ha de traducir en el cumplimiento de los mandatos. Es posible que en la unicidad del amado y la entrega total del amante suene el lenguaje del amor (Cant 6,8-9). Pero la expresión se lee también en pactos de soberano con vasallo.

Los mandatos, no sólo el decálogo, serán objeto de aprendizaje, de catequesis; la recitación oral servirá de distintivo. Como pulsera en la mano, para actuar; como broche en el turbante, entre los ojos, para no perderlos de vista; en las puertas de las casas y los portones de la ciudad; en todas las posiciones y situaciones.

Salmo Responsorial: Salmo 18:2-4, 47, 51

( 2 Sm 22; Sal 144)

2 ¡Yo te amo, Señor, mi fortaleza!
3 ¡Señor, mi peña, mi alcázar, mi libertador!
¡Dios mío, roca mía en que me refugio!
¡Fuerza mía salvadora, mi baluarte famoso!
4 Invoco al Señor y quedo libre del enemigo.

47 ¡Viva el Señor, bendita sea mi Roca!
¡Sea ensalzado mi Dios y Salvador!

51 Tú diste gran victoria a tu rey,
fuiste leal con tu Ungido,
con David y su descendencia por siempre.


Explicación.

18,2-4 Forman la introducción. 2-3 y la primera palabra de 4 contienen una triple invocación, "Señor, Señor, Dios mío", y ocho títulos que pertenecen al campo bélico. Sigue en 4 una síntesis programática.

18,2 Muy llamativo por lo insólito es el verbo inicial rhm, que expresa un amor "visceral", un afecto "entrañable". Como si fuera el sustrato vital de donde brotan otras actitudes. Una emoción intensa que busca expresión y desahogo en un flujo torrencial.


18,47 "Viva": no juramento, sino aclamación: compárese con 2 Sm 16,16; 1 Re 1,25.

18,51 El nombre de David suena al final, como una firma indirecta. El final tiene notables contactos con Is 55,3, final de Is II. Ambos dependen de la promesa dinástica, 2 Sm 7.

TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

Por la presencia "poética" de David, el salmo ha sido leído en clave mesiánica y puesto en boca de Jesucristo. Su lucha y su victoria son de un orden nuevo.


Segunda Lectura: Hebreos 7:23-28

23De aquéllos ha habido multitud de sacerdotes, porque la muerte les impedía permanecer; 24como éste, en cambio, dura para siempre, tiene un sacerdocio  exclusivo. 25De ahí que pueda también salvar hasta el final a los que por su medio se van acercando a Dios, pues está siempre vivo para interceder por ellos.
            26Porque así tenía que ser nuestro sumo sacerdote, santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado por encima de los cielos; 27él no necesita ofrecer sacrificios cada día -como hacen los sumos sacerdotes, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo-, porque esto lo hizo de una vez para siempre ofreciéndose él mismo. 28Es que la Ley establece como sumos sacerdotes a hombres débiles, mientras el juramento que vino después de la Ley establece a un Hijo consumado para siempre.

EXPLICACIÓN.


 B. Superioridad del nuevo sacerdocio. a) La solemnidad con que Dios promete el nuevo sacerdote (Sal 110,4) prueba la superioridad de éste (20-22).
                b) Contraste entre la multiplicidad de sacerdotes sujetos a la muerte y la unicidad del sacerdote que vive para siempre. Esto le permite un ejercicio eficaz de su sacerdocio y elimina la necesidad de toda otra mediación sacerdotal.
             c) Calidad del único sacerdote; unicidad de su sacrificio, que fue la entrega de su propia persona; son superfluos todos los demás sacrificios o medios para obtener la reconciliación con Dios y el acceso a él. Contraste entre la debilidad de los antiguos sacerdotes y la plenitud del nuevo y definitivo (26-28).


Evangelio: Marcos 12:28-34


(Mt 22,34-40; Lc 10,25-28)

28Se le acercó un letrado que había oído la discusión y notado lo bien que respondía, y le preguntó:
-¿Qué mandamiento es el primero de todos?
29Respondió Jesús:
-El primero es: "Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor; 30amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas". 31 El Segundo, éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". No hay ningún mandamiento mayor que éstos.
32El letrado le dijo:
-Muy bien, Maestro, es verdad lo que has dicho, que es uno solo y que no hay otro fuera de él; 33y que amarlo con todo el corazón y con todo el entendimiento y con todas las fuerzas y amar al prójimo como a uno mismo supera todos los holocaustos y sacrificios.
34Viendo Jesús que había respondido inteligentemente, le dijo:
-No estás lejos del reino de Dios.
Y ya  nadie se atrevía a hacerle más preguntas.



Explicación.


(12,28-34): Un letrado fariseo. Busca solución a una discusión de escuela (28). Respuesta de Jesús: En el AT no había un sólo mandamiento principal, sino dos: el amor/fidelidad a Dios era inseparable del amor/lealtad al hombre. Dios era el valor absoluto(con todo tu corazón, etc.), el hombre, relativo (como a ti mismo). Tal era el llamamiento hecho a Israel en la antigua alianza (Escucha, Israel, cf. Dt 6,4s), que los dirigentes han traicionado con su explotación del pueblo (11,17) (29-31). El ideal de amor propio del Reino será propuesto en la institución de la eucaristía (14,22-25; d. 10,45; 13,37). El letrado afirma la precedencia de estos dos mandamientos sobre los preceptos cultuales, que pretendían honrar solamente a Dios (32-33). Quien está por el bien del hombre no está lejos del Reino (cf. 1,15: enmienda). Invitación implícita de Jesús. El letrado no da su adhesión a Jesús. Teoría sin práctica (34).

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