jueves, marzo 01, 2012

Viernes 23 de marzo del 2012. Jn 7,1-12. 10,25-30.

Jn 7,1-12.

7. 1. Después de esto andaba Jesús por Galilea; no quería andar por Judea porque los dirigentes judíos trataban de matarlo.
2. Se acercaba la gran fiesta de los Judíos, la de las Chozas.
3. Su gente le dijo:
-Trasládate de aquí y márchate a Judea, así tus discípulos presenciarán esas obras que haces,
4. pues nadie hace las cosas clandestinamente si busca ser una figura pública. Si haces estas cosas manifiéstate al mundo.
5. De hecho, tampoco su gente le daba su adhesión.
6. Jesús les contestó:
-Para mí, todavía no es el momento; para vosotros, en cambio, cualquier momento es bueno.
7. El mundo no tiene motivo para odiaros; a mí, en cambio, me odia, porque yo denuncio que su modo de obrar es perverso.
8. Subid vosotros a la fiesta, yo no subo a esa fiesta, porque para mí el momento no ha llegado aún.
9. Dicho esto, él se quedó en Galilea;
10. sin embargo, después que subió su gente a la fiesta, entonces subió él también, no de modo manifiesto, sino clandestinamente.
12. Jesús les habló de nuevo:
-Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no caminará en la tiniebla, tendrá la luz de la vida.


EXPLICACIÓN.
1-10. Los dirigentes de Judea siguen considerando a Jesús un peligro para su sociedad y se proponen matarlo (1), idea que habían concebido a raíz de la curación del inválido (5,18). La situación en torno a Jesús es de crisis (6,60.66), escepticismo y persecución.
Al acercarse la fiesta más popular y frecuentada del año (2), que tenía marcado carácter mesiánico (cf. Zac 14,16.19; 9,9; 12,10; 13,1; 14,8) y estaba también manipulada por los dirigentes (fiesta de los judíos), gente cercana a Jesús quiere apartarlo de su línea de conducta. Le aconsejan irónicamente (3-4): para ganarse a sus discípulos, lo desafían a salir de la clandestinidad, subir con la peregrinación a Jerusalén y dar allí muestra de sí para constituirse en personaje público; debe luchar con las armas del sistema. Para ellos, la propuesta que está haciendo Jesús no tiene validez (5).
Jesús no acepta el consejo (6-7). Ellos no están en conflicto con la institución, están integrados en ella. Jesús no sólo no quiere usar sus armas, el brillo mundano, sino que denuncia la injusticia de la sociedad. Los dirigentes lo odian porque temen que ponga al descubierto ante el pueblo su verdadera conducta (cf. 3,20: odia la luz). La actividad de Jesús a favor de los débiles es el reproche más eficaz a la opresión que se ejerce sobre el pueblo. Al decirles que suban a la fiesta (8), les pone ante los ojos su complicidad con la injusticia. Él no va a una fiesta de los Judíos (2). Subirá al templo, pero para enseñar. No busca el conflicto por sí mismo (9-10); será el resultado de la misión que cumple.

Segunda declaración de Jesús, que alude a las ceremonias de luz de la fiesta. “Luz”, designación del Mesías, por su obra de liberación, felicidad, alegría; también de Jerusalén, la Ley y el templo. Yo soy la luz del mundo significa que es el Mesías y que toma el puesto de la Ley; es, al mismo tiempo, el resplandor de la vida (1,4) para toda la humanidad (Is 42,6s; 49,6.9). En la primera declaración (7,37-39) Jesús se presentaba como la fuente del agua/Espíritu; en ésta se define como el guía que permite salir (éxodo) de la opresión de la tiniebla/muerte, concretada en la ideología y explotación propuesta y ejercida por el templo. El que me sigue, decisión personal y orientación de la vida (12).

Jn 10,25-30.

25. Les replicó Jesús:
-Os lo he dicho, pero no lo creéis. Las obras que yo realizo en nombre de mi Padre, ésas son las que me acreditan,
26. pero vosotros no creéis porque no sois ovejas mías.
27. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen,
28. yo les doy vida definitiva y no se perderán jamás ni nadie las arrancará de mi mano.
29. Lo que me ha entregado mi Padre es lo que más importa, y nadie puede arrancar nada de la mano del Padre.
30. Yo y el Padre somos uno.


EXPLICACIÓN.

Jesús nunca toma en sus labios el título de Mesías, pues podía hacer creer que pretendía apoderarse del trono de Israel. Se limita a presentar sus credenciales, sus obras a favor del hombre (25). Ovejas (26-28), cf. 2,14s; 5,2; 10,1ss. Para hablar de su mesianismo se requiere una condición previa: reconocer que la actividad liberadora de Jesús es la de Dios mismo, la del Padre; donde se actúa a favor del hombre, allí está Dios. Pero los dirigentes no toleran esas obras, que minan su poder.
Los que son de Jesús (27-28) lo escuchan, es decir, le prestan adhesión de conducta y de vida (me siguen), comprometiéndose con él y como él a entregarse sin reservas a liberar y dar vida al hombre. El don de Jesús a los que lo siguen es el Espíritu y, con él, la vida que supera la muerte; estarán al seguro, pues Jesús es el pastor que defiende a los suyos hasta dar la vida (10,11).
Lo más importante para Jesús (29) es el fruto de su obra, la nueva humanidad, que el Padre le ha entregado (6,37.44.65) y que él constituye completando con el Espíritu la creación del hombre. El Padre está presente y se manifiesta en Jesús (30) y, a través de él, realiza su obra creadora, que lleva a cumplimiento su designio (5,17.30; 6,38-40). La identificación entre Jesús y el Padre excluye toda instancia superior. La oposición a Jesús es oposición a Dios.

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