2 OPCIONES.
1ª OPCIÓN.
PRIMERA LECTURA. Zacarías 8,20-23.
20Así dice el Señor de los ejércitos: Todavía vendrán pueblos y vecinos de ciudades populosas; 21los de una ciudad irán a los de otra y les dirán: "Vamos a aplacar al Señor.
-Yo voy contigo a visitar al Señor de los ejércitos".
22Así vendrán pueblos numerosos y naciones poderosas a visitar al Señor de los ejércitos en Jerusalén y a aplacar al Señor.
23Así dice el Señor de los ejércitos: En aquellos días diez hombres de cada lengua extranjera agarrarán a un judío por la orla del manto y le dirán: "Vamos con vosotros, pues hemos oído que Dios está con vosotros".
Explicación.
8,20-22 Versión menos poética de Is 2,2-5 con algunos calcos verbales. Jerusalén se convierte en centro de una romería internacional. Los paganos acuden para aplacar al Señor por sus delitos, quizá por haber maltratado a los judíos.
8,23 Los judíos ofician de mediadores, atrayendo y guiando a otros pueblos hacia el Señor (Is 19,23-25). La frase final hace eco al hombre de Emanuel. Todas las lenguas del mundo están representadas, invirtiendo la dispersión de Babel, prefigurando Pentecostés. En esta tonalidad exaltada termina la profecía de Zacarías. Sigue la obra de otro autor, amparado a su nombre.
SALMO. 87,1-7.
1La ha cimentado en un monte santo
2EI Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
3¡Qué glorioso pregón para ti,
Ciudad de Dios!
4Contaré a Egipto y a Babilonia
entre los que me reconocen;
filisteos, tirios y nubios
han nacido allí.
5De Sión se dirá: uno por uno
han nacido allí.
El Altísimo en persona la ha fundado.
6EI Señor escribirá en el registro de los pueblos:
Este ha nacido allí.
7Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti».
Explicación.
87. Catalogamos este salmo entre los cantos de Sión, que es una categoría temática, no formal. Junto a sus compañeros, Sal 46, 48, 84, 122, acentúa su diversidad. Hay que buscarle semejantes fuera del salterio: ls 2,2-5; 66,18.21; Zac 14; y sobre todo, la estupenda pre predicción de ls 19,23-25.
Sistema simbólico. a) La fundación (1) puede ser empresa de reyes o conquistadores: 1 Re 16,34; Eclo 40,19. Aunque Jerusalén fuera una ciudad jebusea conquistada por David, la versión teológica afirma que la ha fundado el Señor: ls 14,32; 54,11. b) ¿Ciudad madre? No es raro presentar a Jerusalén como esposa del Señor y madre del pueblo. Los indicios aquí son leves: el verbo "amar" (2; cfr. Jr 31,3); "nacer, ser engendrado" (4-5) se dice "allí, en ella", no precisamente por ella; un manantial (7) puede ser símbol sexual (Prov 5,16; Cant 4,12.15), pero aquí puede aludir al manantial del templo (Jl 4,18; Ez 47). e) Ciudadanía es el símbolo explícito y dominante. Un escribano registra nombres para un empadronamiento. Y se trata de ciudadanía con plenos derechos, no de mera residencia. La promesa patriarcal que Abrahán recibió se vuelve matriarcal transferida a Jerusalén.
87,1 El salmo comienza ex abrupto, como ninguno. El sufijo masculino responde al fundador. Tanto fundación como cimientos indican lo fundamental y fundacional, el origen que define la condición.
87,2 "Ama" puede llevar como complemento lo que precede y lo que sigue, las "puertas", centro de vida ciudadana: cfr. Jr 17,19-27.
87,3 ¿Qué es mayor gloria para Jerusalén: ser capital de un reino y encarnación de un pueblo o ser madre de naciones numerosas? ¿La ha fundado el Señor para un privilegio exclusivo o para un destino universal?
87,4-5 "Contaré": se refiere el Señor a una llamada nominal. Encabezan la lista dos enemigos tradicionales y emblemáticos. Siguen la belicosa Filistea, la opulenta Tiro, la aventurera Nubia; cada nombre suscita una oleada de recuerdos negativos. En virtud de esta convocatoria, "han nacido allí", como ciudadanos con plenos derechos. Compárese con Is 14,1; 56,3.6; Zac 2,15.
87,6 Es el registro oficial: Is 4,3; Ez 13,9.
87,7 Los "manantiales" funcionan como símbolo. Se celebra una fiesta popular a gloria del nuevo destino de Jerusalén.
Transposición cristiana.
En sentido propio es ya una atrevida profecía, cuyo cumplimiento es la Iglesia universal: Ef 2,12s.19. Todo bautizado ha nacido en ella, es ciudadano con plenos derechos.
EVANGELIO. Lucas 9,51-56.
51 Cuando iba llegando el tiempo de que se lo llevaran a lo alto, también él resolvió ponerse en camino para encararse con Jerusalén.
52 Envió mensajeros por delante; éstos entraron en una aldea de Samaría para preparar su llegada,
53 pero se negaron a recibirlo, porque había resuelto ir a Jerusalén.
54 Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le propusieron:
- Señor, si quieres, decimos que caiga un rayo y los aniquile.
55 Él se volvió y los increpó.
56 Y se marcharon a otra aldea.
EXPLICACIÓN.
Quinta sección del Evangelio (9,51-19,46), que abarca el viaje de Jesús a Jerusalén. Se divide en tres subsecciones: 1) Preámbulo (9,51-10,24); 2) Parte central del viaje (10,25-18,30); 3) Subida a Jerusalén (18,31-19,46). El punto central se sitúa en la denuncia de Jerusalén (13,31-35).
Preámbulo (9,51-10,24). En los prolegómenos de la sección del viaje, típica de Lc, se describen una serie de acontecimientos que culminarán en la designación de un grupo alternativo al de los Doce, los Setenta, de origen samaritano.
Decisión irrevocable. 51-56. Comienza el viaje que terminará en Jerusalén (19,29-48), desde donde Jesús efectuará su éxodo (9,31), designado aquí como ser llevado a lo alto (Hch 1,2.11.22). El propósito del viaje es enfrentarse con Jerusalén/institución judía (también él, cf. Ez 6,2; 13,17; 21,2.7). Los mensajeros, que deben preparar el camino de Jesús entre los samaritanos (cf. 7,27: Juan Bautista, que lo prepara entre los judíos) les anuncian que Jesús va a Jerusalén (como un Mesías nacionalista inaceptable para los samaritanos), pero no que va a enfrentarse con ella; de ahí el rechazo (52s). Santiago y Juan, espíritu de violencia (cf. 6,27s); quieren repetir el castigo de Elías (2 Re 1,10.12); conciben a Jesús como a un nuevo Elías (reformista violento) (54). Increpar, el verbo usado para los endemoniados (4,35.41 y 9,42: "conminar") (55).
2ª OPCIÓN.
Primera Lectura. Isaías 66,10-14
10Festejad a Jerusalén,
gozad con ella, todos los que la amáis;
alegraos de su alegría
los que por ella llevasteis luto;
11mamaréis a sus pechos
y os saciaréis de sus consuelos,
y apuraréis las delicias
de sus ubres abundantes.
12Porque así dice el Señor:
Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz;
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.
Mamaréis, os llevarán en brazos,
y sobre las rodillas os acariciarán;
13como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo.
14Al verlo se alegrará vuestro corazón
y vuestros huesos florecerán como un prado;
la mano del Señor se manifestará a sus siervos,
y su cólera, a sus enemigos.
Explicación.
66,7-14 Sin transición, se presenta el segundo cuadro de restauración (el primero en 65,17-25). Montado sobre una escena doméstica, consigue una contagiosa intensidad de sentimiento. Una madre, antes de lo esperado, da a luz; los vecinos y los demás hijos la felicitan; ella da el pecho; el marido le trae regalos y acaricia a las criaturas. El gozo es como savia que los hace crecer. Al llegar de improviso el gozo, todo son preguntas de sorpresa alborozada. El tema de la fecundidad, apuntado en 54,1, alcanza aquí su expresión culminante. Es una maravilla este nacer simultáneo de todo un pueblo, cuando tan trabajoso fue el nacimiento de los doce padres de las tribus (Gn 30) y uno costó la vida a la madre (Gn 35,16-21). Aquí todo es fácil, rápido, abundante.
66,9 En contraste véase Os 13,13.
66,1 Véase 60,16.
66,12 Paz: consuena con el nombre de la ciudad; véase Sal 122.
Salmo. 131,1-3
1Señor, mi corazón no es ambicioso
ni mis ojos altaneros;
no persigo grandezas
ni maravillas que me superan.
2Juro que allano
y aquieto mi deseo.
Como un niño en brazos de su madre
como un niño sostengo mi deseo.
3¡Espere Israel en el Señor,
ahora y por siempre!
Explicación.
131 Género y situación. Oración de confianza individual que se abre a la comunidad. Uno de los más breves e intimistas de salterio. La intimidad ha abolido circunstancias externas, ha fijado un momento perdurable. El orante se desdobla: mira hacia dentro y comunica al Señor lo que descubre. Se ha mirado con tal lucidez y honestidad, que se atreve a jurar ante Dios.
La comparación del niño y la madre o el padre se establece entre el deseo o aspiraciones y el yo maduro. Es comparación psicológica, no teológica. El deseo puede ser como un niño necesitado, caprichoso, débil y exigente, inquieto y sin juicio. Toca a la madre acogerlo con dominio blando, con decisión cariñosa. Toca al varón dominar y serenar su deseo, con juicio y comprensión. En un segundo momento se puede trasladar la comparación a la relación del hombre con
Dios.
131,1 A manera de comentario pueden leerse textos sapienciales: Prov 16,18s; 30,13; Eclo 10,6-18; de los profetas Is 2,9-19. "Me superan": Job 42,3.
131,2 Mt 18,1-5 par.
131,3 Al aplicar la enseñanza a Israel, la experiencia individual se hace comunitaria y propone cuestiones graves. ¿Es la humildad virtud del individuo y no de la comunidad? ¿Es compatible el orgullo nacional con la confianza en Dios?
Transposición cristiana.
Un texto clásico sobre el hacerse niños se lee en Mt 18,3-5par. La humildad condición para recibir la revelación: Lc 10,21 s. Hay que repetir la pregunta final, dirigida a la Iglesia.
Evangelio. Mateo 18,1-4
1 En aquel momento se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
- Vamos a ver, ¿quién es más grande en el reino de Dios?
2 El llamó a un criadito, lo puso en medio
3 y dijo:
- Os aseguro que si no cambiáis y os hacéis como estos chiquillos, no entráis en el reino de Dios;
4 o sea, que cualquiera que se haga tan poca cosa como el chiquillo éste, ése es el más grande en el reino de Dios;
EXPLICACIÓN.
1 - 4. Instrucción en la casa/comunidad (cf. 17,25). Los discípulos, según la mentalidad del judaísmo, suponen que en la comunidad hay diferencias de rango. Criadito, lit. "chiquillo", término de doble sentido, como en castellano: "jovencito", "pequeño servidor". No es una chiquillo cualquiera (3: estos chiquillos; 5: un chiquillo como éste/de esta clase), sino un sirviente. "Hacerse como chiquillos/servidores", renunciando a toda ambición personal (cf. 5,3; 16,24). La grandeza se juzga por criterios opuestos a los de la sociedad. No el que manda, sino el que sirve es el más grande. El chiquillo, modelo de discípulo; los que adoptan esta actitud en la misión (cf. 10,40), llevan consigo la presencia de Jesús.
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