domingo, julio 01, 2018

LECTURAS DEL VIERNES 20 DE JULIO DEL 2018

Primera Lectura: Isaías 38, 1-6. 21-22. 7-8

Enfermedad y curación de Ezequías (2 Re 20,1-11).

1En aquel tiempo, Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a visitarlo y le dijo:
-Así dice el Señor: Haz testamento, porque vas a morir sin remedio.
2Entonces, Ezequías volvió la cara a la pared y oró al Señor:
3-Señor, ten presente que he procedido de acuerdo contigo, con corazón sincero e íntegro, y que he hecho lo que te agrada.
Y lloró con largo llanto.
4El Señor dirigió la palabra a Isaías:
5-Vé y dile a Ezequías: Así dice el Señor, Dios de tu padre David: He escuchado tu oración, he visto tus lágrimas. Mira, añado a tus días otros quince años. 6Os libraré de3 las manos del rey de Asiria, a ti y a esta ciudad, y la protegeré.
21Isaías ordenó:
-Que traigan un emplasto de higos y lo apliquen a la herida para que se cure.
22Ezequías dijo:
-¿Cuál es la señal de que subiré a la casa del Señor?
7Respondió:
-Ésta es la señal del Señor, de que cumplirá el Señor la palabra dada: 8”En el reloj de sol de Ajaz haré que la sombra retroceda los diez grados que ha avanzado”.
Y desanduvo el sol en el reloj los diez grados que había avanzado.

EXPLICACIÓN.

38,1. Aquí corresponde la noticia cronológica de 36,1: año catorce de su reinado, 713; mucho antes de los sucesos narrados en el capítulo precedente, que caen en el año 701. El rey tenía veinte años cuando cayó enfermo.

38,3 A una vida recta y sincera ante Dios corresponde la bendición de “largos años”. Ezequías apela a las bendiciones de Dios, en estilo deuteronómico.

38,4. A la súplica responde el oráculo por medio del profeta de corte.

38,5-6. El título divino recuerda la alianza con la dinastía. La promesa que le hacen es limitada, pero apreciable para el que está a la muerte; quince años más de reinado, seguridad para él y para su ciudad; implícitamente, también un heredero (en aquel momento Ezequías todavía no tenía hijos, a juzgar por la edad de Manasés al sucederle). Escúchense esos quince años de reinado seguro en el contexto de la catástrofe de Samaría (722), pues así lo escuchó el joven rey.

38,8. El prodigio del reloj de sol simboliza el alejarse de la muerte, el prolongarse la luz de la vida. El reloj como medida y símbolo de la vida humana ha pasado a nuestras literaturas (Quevedo).

Salmo: Isaías 38,10-12.16

Cántico de Ezequías (Sal 30; 88).
10 “Yo pensé: “Mediada la vida,
tengo que marchar
hacia las puertas del Abismo
me privan del resto de mis años”.
11Yo pensé: “Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.
12Levantan y enrollan mi morada
como tienda de pastores.
Como un tejedor devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama.
16Los que Dios protege, viven,
y entre ellos vivirá mi espíritu:
me has curado, me has hecho revivir.

EXPLICACIÓN.

38,10. Aunque el hombre sea limitado, siente un cierto derecho a una vida colmada: morir a los veinte años es malograrse, es ser privado de algo que le pertenece. La forma impersonal disimula el sujeto, que es Dios.

38,11. La existencia después de la muerte no conoce culto religioso ni vida social. El Abismo se opone a la “tierra de los vivos”, tierra creada para que el hombre la habite.

38,12. La comparación de la tienda revela la vida como peregrinación, como camino nomádico: la tienda ha sido por un momento huésped de un terreno, se ha clavado provisoriamente en tierra. Por un momento el hilo de una vida ha diseñado una figura en el tapiz o ha cruzado una parte del tejido; ese hilo se corta sin piedad. La imagen de la tela es más sugestiva que la simple de devanar, que es la de las parcas, y que Quevedo transpone a dimensión cósmica: “Devanan sol y luna, noche y día, del mundo la robusta vida” (Job 6,9).

38,16. Repentinamente cambia el tono: de la angustia a la confianza, a la experiencia de la salud. En ellas ha experimentado la mano de Dios, que vivifica. Véase Sal 30,4: “Me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa”.

Evangelio: Mateo 12, 1-8

1 En aquella ocasión, un sábado echó Jesús a andar por lo sembrado; los discípulos sintieron hambre y empezaron a arrancar espigas y a comer.
2 Los fariseos, al verlo, le dijeron:
- Mira, tus discípulos están haciendo lo que no está permitido en día de precepto.
3 Él les replicó:
- ¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y sus hombres sintieron hambre?
4 Entró en la casa de Dios y comieron de los panes y de la ofrenda, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus hombres, sino sólo a los sacerdotes.
5 Y ¿no habéis leído en la Ley que los sábados los sacerdotes violan el precepto en el templo sin incurrir en culpa?
6 Pues os digo que hay algo más que el templo aquí.
7 Si comprendierais lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios" (Os 6,6) no condenaríais a los que no tienen culpa.
8 Porque el Hombre es señor del precepto.

EXPLICACIÓN.

1 - 8. Se explicita el contraste entre Jesús maestro y los maestros de Israel. Carga insoportable de la observancia del sábado, síntesis de la Ley. Mt señala que los discípulos sienten hambre (no en Mc ni Lc). Arrancar espigas, permitido por Dt 23,26, pero los fariseos lo consideran equivalente a la recolección, prohibida en sábado (Éx 34,21). Esperan que Jesús corrija a sus discípulos, pero él defiende su conducta.

Episodio conocido en la historia de David (Lv 24,5-9; 1 Sm 21,1ss): ante la necesidad, David contravino lo prescrito. La misma Ley (Nm 28,9s) relativiza el precepto del descanso. Si el culto a Dios en el templo prevalecía sobre el descanso (5) ahora Jesús es superior al templo (6) y la misericordia/ayuda al hombre prevalece sobre el culto (Os 6,6; cf. Mt 5,7) (7). Razón última: el Hombre (el que posee el Espíritu de Dios) es señor del precepto y, por tanto, de la Ley. Los discípulos, en su tanto, participan de la libertad y del señorío de Jesús mismo.

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