Primera Lectura: Hebreos 11,1-7.
1Es la fe anticipo de lo que se espera, prueba de realidades que no se ven.
2Por ella declaró Dios su aprobación a los antiguos.
3Por la fe comprendemos que la orden de Dios formó los mundos, haciendo que lo visible surgiera de lo que no aparece.
4Por la fe ofreció Abel un sacrificio superior al de Caín, y por ella recibió testimonio de su rectitud, pues Dios mismo aprobó sus dones; por su fe, estando muerto, habla todavía.
5Por su fe se llevaron a Henoc, sin pasar por la muerte: "Desapareció porque se lo llevó Dios" (Gn 5,24). Se declara que ya antes de llevárselo agradaba a Dios, 6y sin fe es imposible agradarle: quien se acerca a Dios debe creer que existe y que recompensará a los que lo buscan.
7Por la fe, Noé, recibido el oráculo de lo que aún no se veía, angustiado preparó un arca para salvarse con su familia. Con su fe demostró la sinrazón del mundo y adquirió derecho a la salvación que da la fe.
Explicación.
Objetivo del sermón es avivar una fe cansada, vacía de esperanza (3,6.12-14), que vuelve a lo rudimentario (5,11-6,3); la fe sin brío (6,11s), cobarde e inconstante (10,35-39). De ahí el contenido de esta parte. La fe que ejemplifica el autor tiene muchas facetas, pero globalmente es una persuasión y una certeza que permite ver más allá de las circunstancias inmediatas (cf. 10,32-34), haciendo que el hombre pueda desafiarlas, en vista de la meta futura (11,1).
El autor pasa revista a los grandes personajes del AT, mostrando que el motor y sostén de su vida fue la fe en la promesa, la esperanza del futuro que Dios promete, de la ciudad que Dios mismo construye (11,10.16). Abel (4); Henoc (5), cf. Gn 5,24; Noé (7);
Salmo: 145,2-5.10-11
2Todos los días te bendeciré
alabaré tu nombre por siempre jamás.
3Grande es el Señor, muy digno de alabanza,
su grandeza es insondable.
4Una generación pondera a la otra tus obras
y le cuenta tus hazañas.
5 Alaban ellos tu gloria y majestad,
y yo medito tus maravillas.
10Que te alaben, Señor, todas tus creaturas,
que tus leales te bendigan,
11que proclamen la gloria de tu reinado,
que cuenten tus hazañas,
Explicación.
145,2 "Siempre": en el horizonte mundano del autor: cfr. Sal 30,13.
145,3 Primer hemistiquio: Sal 48,2; 96,4 ambos relacionados con la realeza divina. Segundo hemistiquio: Is 40,28; Job 5,9; 9,10. Cuanto sigue será un esfuerzo por alabar lo inmenso y encarecer lo insondable.
145,4 El principio de la tradición según Sal 78. Las "proezas" = actos de poder se predican de reyes en 1 Re 15,23; 16,5.27; 22,46 etc.
145,5 Aunque las "maravillas" exceden la comprensión del hombre, pueden ser meditadas.
145,10 La alabanza de todas las criaturas es el tema del salmo 148. De ellas se destaca el grupo de los "leales" o vasallos.
145,11-13 Los versos centrales recogen el título inicial, "Rey mío" e insisten en él. El salmo no piensa en un rey terreno ni en un territorio nacional con su capital: acepta la situación que precede y sigue a la monarquía. En compensación, se coloca en un reino más glorioso: divino, universal y perpetuo. En este puesto falta el verso de la letra N. Las versiones antiguas suponen un texto semejante al v. 17: "El Señor es de fiar en todas sus palabras, es leal en todas sus acciones".
Transposición cristiana.
Puesto en boca de Cristo y de la Iglesia, enriquece el sentido de los predicados que el Hijo tributa al Padre y la Iglesia dedica a su rey, Jesucristo.
Evangelio: Mc 9,2-13.
La transfiguración (Mt 17,1-13; Lc 9,28-36)
2 A los seis días Jesús se llevó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, los hizo subir a un monte alto, aparte, a ellos solos, y se transfiguró delante de ellos: 3sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como ningún batanero en la tierra es capaz de blanquear.
4Se les apareció Elías con Moisés; estaban conversando con Jesús. 5Reaccionó Pedro diciéndole a Jesús:
-Rabbí, viene muy bien que estemos aquí nosotros; podríamos hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
6Es que no sabía cómo reaccionar, porque estaban aterrados.
7Se formó una nube que los cubría, y hubo una voz desde la nube:
-Éste es mi Hijo, el amado: escuchadlo.
8Y, de pronto, al mirar alrededor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.
9Mientras bajaban del monte les advirtió que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hombre resucitase de la muerte. 10Ellos se atuvieron a este aviso, aunque discutían entre sí qué significaba aquel «resucitar de la muerte». 11Entonces le hicieron esta pregunta:
-¿Cómo dicen los letrados que Elías tiene que venir primero?
12Él les repuso:
-¡De modo que Elías viene primero y lo pone todo en orden! Entonces, ¿cómo está escrito que el Hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? 13OS digo más: no sólo Elías ha venido ya, sino que lo han tratado a su antojo, como estaba escrito de él.
EXPLICACIÓN.
Ante la resistencia manifestada por Pedro (8,32), muestra Jesús a los tres discípulos más recalcitrantes (3,16s, sobrenombres; cf. 5,37) el estado final del Hombre, que, con su entrega, ha superado la muerte (cf. 8,31.35). El monte alto, lugar de una importante (altura) manifestación divina; aparte, incomprensión (4,34). La escena anticipa la resurrección (2). Color blanco, imposible de obtener en este mundo, la condición divina del Hombre (cf. 16,5) (3). Elías (los profetas) con Moisés (la Ley) se aparecen a los discípulos, pero no hablan con ellos, sino con Jesús, reciben instrucciones de él (Éx 34,35): Jesús es el punto de llegada del A T; éste no tiene ya un mensaje directo para los cristianos, su validez o caducidad se juzga a partir de Jesús (4).
Rabbí, el que enseña ateniéndose a la tradición judía, sólo en boca de Pedro (9,5; 11,21) Y de Judas (14,45). Pedro quiere poner en pie de igualdad a Jesús, Moisés y Elías (tres chozas), integrando el mesianismo de Jesús en las categorías del AT: Moisés (éxodo de Egipto con muerte de los enemigos), Elías (celo reformador y violento, cf. 1 Re 18,40; 19,14ss; 2 Re 1,9-12; Eclo 48,1ss; cf. Mc 1,29-31). No interpretan su gloria como estado final, sino como inicial, para la restauración de Israel (5). Terror ante la gloria que se manifiesta en Jesús, que, por su anterior resistencia, sienten como una amenaza; la propuesta de Pedro ha intentado congraciárselo (6). Nube, la presencia divina (cf. Éx 40,34-38).
La voz manifiesta a los discípulos la identidad de Jesús (cf 1, 11) y refrenda su enseñanza: es el único a quien deben escuchar (cf. Dt 18,15.18): EI AT queda ya sin voz propia; mirando a Jesús la comunidad cristiana integra o descarta la doctrina del AT (7-8).
Los discípulos han Interpretado mal la manifestación; no deben divulgar su error. Siendo anticipo de la resurrección, sólo después de la muerte de Jesús encontrara su contexto interpretativo. Debería prepararlos para la escena de Getsemaní (14,33) (9). No comprenden la expresión resucitar de la muerte; han disociado la escena anterior de la muerte de Jesús; esperan esa gloria para su vida mortal (10). Contra la doctrina de los letrados, los, discípulos ya no ven necesario que Elías tenga que preparar la situación antes de la acción del Mesías (cf. Mal 3, 23, Prov 48,10) (11). Elías ha venido (Juan Bautista, cf. 1,6), pero no imponiendo un orden. El Hombre va a ser despreciado (Sal 89,39, del rey Mesías: cf. 8,31); trato a Elías/Juan (1 Re 19,2-10 Jezabel/Herodías; cf. 6,17.27) (12-13).
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