miércoles, julio 01, 2015

LECTURAS DEL SÁBADO 25 DE JULIO DEL 2015.

PRIMERA LECTURA. 2 Corintios 4,7-15.

7Pero este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que esa fuerza tan extraordinaria es de Dios y no viene de nosotros. 8Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplasta; 9estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; 10nos derriban, pero no nos rematan; paseamos continuamente en nuestro cuerpo el suplicio de Jesús, para que también la vida de Jesús se transparente en nuestro cuerpo; 11es decir, que a nosotros que tenemos la vida, continuamente nos entregan a la muerte por causa de Jesús, para que también la vdia de Jesús se transparente en nuestra carne mortal. 12Así la muerte actúa en nosotros y la vida en nosotros.
                 13Sin embargo, poseyendo el mismo espíritu de fe que se expresa en aquel texto de la Escritura: "Creo, por eso hablo" (Sal 116,10), también creemos nosotros y por eso hablamos, 14sabiendo que aquel que resucitó a Jesús nos resucitará también a nosotros con Jesús y nos colocará con nosotros a su lado. 15Y todo esto es por vosotros, de suerte que, al extenderse la gracia a más y más gente, multiplique la acción de gracias para gloria de Dios.

Explicación.

    Son precisamente las tribulaciones y persecuciones que sufre, y que muestran su debilidad, las que prueban que Dios está con él. Vasijas de barro, posible alusión a Gn 2,7 (cf. Rom 9,21-23; 1 Cor 15,47) (7). Situaciones extremas que no logran impedir su actividad; es más, cuanto mayor es la persecución (el suplicio de Jesús), más efectiva es en él la vida de Jesús (8-11). La entrega a la muerte por amor es la que manifiesta y comunica la potencia de la vida (12).

               Cita de Sal 116,10 (LXX). La fe, que incluye la certeza de la resurrección, da fuerzas para proclamar el mensaje, a pesar de la oposición. Esta certeza es propia de todo cristiano, no sólo del apóstol (14). Las penalidades se aceptan para que los hombres conozcan la generosidad de Dios y lo alaben por ella (13-15).
 


SALMO. 126,1-6.


1Cuando cambió el Señor la suerte de Sión,
creíamos soñar;
2se nos llenaba de risas la boca,
la lengua de júbilo.
Hasta los paganos comentaban:
«El Señor ha estado grande con ellos».
3-EI Señor ha estado grande con nosotros,
y celebramos fiesta.
4Cambia, Señor, nuestra suerte,
como los cauces del Negueb.
5Los que siembran con lágrimas
cosechan con júbilo.
6AI ir iba llorando
llevando la bolsa de semilla;
al volver vuelve cantando
llevando sus gavillas.
126 Género y situación. Acción de gracias por una restauración y petición para que se complete. En la mayoría de los textos en que aparece la fórmula "cambiar la suerte", se refiere a la vuelta del destierro de Babilonia: Dt 30,3; ocho veces en el bloque Jr 29,14-33,26. Parece bastante probable que el salmo expresa el gozo por la vuelta del destierro en la primera repatriación, o en tiempo de Nehemías.
El gozo y el sueño. Tan grande es el gozo, que les parece un sueño. ¿Es pesimismo?: en la vida las dichas son sueño. ¿Es cautela?: por si acaso, no entregarse al gozo.
¿Realistas o soñadores? El salmo confiesa entre líneas que los soñadores tenían razón: como Isaías Segundo, como cuantos preparan los grandes cambios de la suerte.
Dos imágenes. a) Una lluvia torrencial puede llenar los cauces de torrentes y fertilizar algunas zonas de páramos (Job 38,25-27). Del mismo modo se llenarán los cauces de Judá con las corrientes de nuevos repatriados. b) Había años en que los labradores tenían que quitarse el pan de la boca para reservar simiente. Sembrar, aparte la fatiga del trabajo, era pasar hambre; pero no era estéril. Así la marcha al destierro, vista desde el retorno, no aparece estéril: fue siembra costosa para una cosecha gozosa. La palabra hebrea significa semilla vegetal y estirpe humana: Is 65,9; Jr 31,27; Os 2,25. 
126,1-2a Forma pareja con el 124 como faceta complementaria.
126,2b Los paganos han sido testigos de la acción del Señor a favor de su pueblo: Sal 98,2; Is 52,1.
126,5 Puede compararse con Is 9,2; Sal 4,8.
126,6 Léase Bar 5,5-6.9.

Trasposición cristiana.
 La resurrección de Cristo es el inaudito cambio de la suerte; tanto que los apóstoles, al ser testigos de ella, no acababan de creerlo. Su cuerpo muerto ha sido la semilla fecunda (Jn 12,24). Siembra y cosecha en Jn 4,36-38.

EVANGELIO. Mateo 20,20-28.

PETICIÓN DE LOS ZEBEDEOS.                  

20 Entonces se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos para rendirle homenaje y pedirle algo.
21 Él le preguntó:
                   - ¿Qué deseas?
                   Contestó ella:
                   - Dispón que cuando tú reines estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
                  22 Pero Jesús replicó:
                  - No sabéis lo que pedís: ¿sois capaces de pasar el trago que voy a pasar yo?
                  Le contestaron:
                  - Sï, lo somos.
                  23 Él les dijo:
                  - Mi trago lo pasaréis, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no está en mi mano concederlo más que a aquellos a los que mi Padre se lo tenga preparado.
                  24 Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos.

INSTRUCCIÓN.

                  25 Jesús los reunió y les dijo:
                  - Sabéis que los jefes de las naciones las dominan y que los grandes les imponen su autoridad.
26 No será así entre vosotros; al contrario, el que quiera hacerse grande sea servidor vuestro
27 y el que quiera ser primero sea siervo vuestro.
28 Igual que el Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos.

Explicación.

Tríptico: 20,20-34; 20,25-28; 20,29-34. La primera y la tercera unidad se corresponden, pues los dos ciegos son figura de los dos hermanos y, en general, de todos los discípulos. Unidad central, instrucción de Jesús: opone el dominio que se ejerce en la sociedad civil al servicio que debe practicarse en la comunidad.

                     La petición de la madre es la de los discípulos (22). Estos no pierden la esperanza de ver a Jesús como monarca y ambicionan los primeros puestos (21). Para participar de la verdadera realeza de Jesús hay que asociarse a su pasión y muerte (27,37). Pasar el trago, lit. "beber la copa", locución semítica que denota una prueba dolorosa (Is 51,17; Lam 4,21). "La copa" vuelve a aparecer en Getsemaní (26,39) y la ofrecerá Jesús a los suyos en la cena (26,27). Dispuestos a todo para lograr su propósito (22). Pasar por la misma prueba es parte del compromiso que hace el discípulo para seguir a Jesús (16,24). Quiénes son los primeros en el seguimiento lo conoce sólo el Padre (23). La mención de dos (21) y de diez (24) recuerda el cisma de Israel (1 Re 12).

                     Instrucción (25-28). El dominio y la tiranía son propios de los que no conocen a Dios (25; cf. 1 Sm 8,5). En la comunidad de Jesús, la grandeza o la primacía no derivan del dominio, sino del servicio (26s). Misión del Hombre (Jesús y los suyos): en la comunidad, ser servidor, no tener servidores; con la humanidad (todos), procurar su liberación del antiguo pueblo para legar a la tierra prometida, pero no con la violencia guerrera, sino con un amor dispuesto a dar la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario