miércoles, julio 01, 2015

LECTURAS DEL SÁBADO 11 DE JULIO DEL 2015.

PRIMERA LECTURA. Génesis 49,29-32; 50,15-26

Muerte y sepultura de Jacob

49  29Y les dio las siguientes instrucciones:
-Cuando me reúna con los míos, enterradme con mis padres en la cueva del campo de Efrón, el hitita, 30la cueva del campo de Macpela, frente a Mambré, en Canaán, la que consagró Abrahán a Efrón, el hitita, como sepulcro en propiedad. 31Allí enterraron a Abrahán y Sara, su mujer; allí enterraron a Isaac y a Rebeca, su mujer, allí enterré yo a Lía. 32El campo y la cueva fueron comprados a los hititas.

50 15Al ver los hermanos de José que su padre había muerto, se dijeron:
-A ver si José nos guarda rencor y quiere pagarnos el mal que le hicimos.
16Y enviaron un mensaje a José:
-Antes de morir, tu padre nos mandó 17que te dijéramos: "Perdona a tus hermanos su crimen y su pecado y el mal que te hicieron". Por tanto, perdona el crimen de los siervos del Dios de tu padre.
José, al oírlo, se echó a llorar.
18Entonces vinieron sus hermanos, se echaron al suelo ante él y le dijeron:
-Aquí nos tienes, somos tus siervos:
-19José les respondio:
-No temáis. ¿Ocupo yo el puesto de Dios? 20Cosotros intentasteis hacerme mal, Dios intentaba convertirlo en bien, conservando así la vida de una multitud, como somos hoy. 21Por tanto, no temáis. Yo os mantendré a vosotros y a vuestros niños. 
Y los consoló llegándoles al corazón.

Muerte de Jose.

 22José vivió en Egipto con la familia de su padre y cumplió ciento diez años; 23llegó a conocer a  los hijos de Efraín hasta la tercera generacción, y también a los hijos de Maquir, hijo de Manasés, y se los puso en el regazo.
24José dijo a sus hermanos:
-Yo voy a morir. Dios se ocupará de vosotros y os llevará de esta tierra a la tierra que prometió a Abrahán, Isaac y Jacob.
25Y los hizo jurar:
-Cuando Dios se ocupe de vosotros, os llevaréis mis huesos de aquí.
26José murió a los ciento diez años de edad. Lo embalsamaron y lo metieron en un sarcófago en Egipto.

Explicación.

49,29 Se refiere al capítulo 22.

49,31 Gn 23.

50,15-21 Después de la muerte de Jacob, esta escena suena como epílogo añadido. Retoma el tema de la hermandad, pero el autor del libro parece contemplar un horizonte más ancho. Más que la historia de unos hermanos, más que el itinerario de un patriarca, se dilata el arco que va del primer capítulo al último del Génesis.
            El padre aglutinaba a los hermanos y los mantenía unidos. Por respeto a su persona unas cosas se hicieron y otras se evitaron. Ahora que falta él, ¿rebrotarán los recuerdos amargos, se avivará un rencor recubierto y no apagado? Aunque hubo reconciliación, los culpables no han superado del todo su sentido de culpabilidad. Una memoria arrinconada se alza como fantasma a favor de la oscuridad para pasearse y atemorizar las conciencias. Porque, cuando la culpa es colectiva, cuando la complicidad ha ligado a varios en su maldición, el recuerdo puede brotar en cualquier punto del círculo y propagarse sin lagunas. Deshacer lo hecho es imposible, excusarse de ello no se justifica. Como dependen de José para la residencia y alimento, así dependen de su perdón no formulado, simplemente transmitido en un beso, fue sincero: ¿fue también definitivo? La incertidumbre desazona a veces más que la certeza.
            Cuando la situación de incertidumbre se hace insostenible y antes de que sea demasiado tarde, los hermanos envían un mensaje a José y después se presentan a él. Se aduce un nuevo dato: el padre, antes de morir, había recomendado a todos la unión, a José el perdón.

50,15 Gn 27,41; 1 Sm 24,18.

50,17 Es la quinta vez que llora. Llora por la preocupación y el miedo de los hermanos, llora viendo que lo consideran capaz de guardar rencor, por el recuerdo de su padre.

50,18 Gn 37,7.9.

50,19-21 José responde con la fórmula clásica "no temáis". Añade que no usurpa el puesto de Dios. No soy Dios, para recibir vuestro homenaje, para reservarme la venganza, para disponer de la vida y la muerte, para dirigir el curso de los acontecimientos, para anular la reconciliación. Soy hombre como vosotros ante Dios. Es él quien controló desde el comienzo el curso de la historia. Incluso la traición fraterna quedó engranada en el proceso empujándolo hacia el desenlace. El designio de Dios es la vida, y nosotros somos el testimonio vivo. Después del llanto y por él, es capaz de consolar a sus hermanos (cfr. 2 Cor 1,4).
              Conclusión. Podemos ahora mirar hacia atrás y abarcar un ancho arco narrativo. Al principio de la creación vio Dios que todo era muy bueno. Penetró el mal, por el mal la muerte, el fratricidio. Interviene Dios, evita el mal extremo, hace que se vaya imponiendo el bien. A partir de Abrán, aunque continúa la hostilidad y rivalidad, va triunfando trabajosamente el bien. La tensión entre Abrán y Lot se compone pacíficamente, la ruptura de Jacob y Esaú se sana, José abraza a sus hermanos. Al final, incluso el mal se ponde al servicio del bien. Tal es el designio y el poder de Dios. Palabra de consuelo dirigida al corazón de todos los lectores.

50,23 Gn 30,3.

50,24 Las últimas palabras de José son una profecía del éxodo, ligándolo a la historia patriarcal.

50,25 El cumplimiento se lee en Éx 13,19 y Jos 24,32.


SALMO. 105,1-4.6-7

1Dad gracias al Señor, invocad su nombre,


informad de sus hazañas a los pueblos.
2Cantadle al son de instrumentos,
comentad todas sus maravillas.
3Gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
4Recurrid al Señor y a su poder
buscad siempre su presencia.
6iEstirpe de Abrahán, su siervo,
hijos de Jacob, su elegido!
7EI Señor es nuestro Dios
él gobierna toda la tierra. 
Explicación.
105,1-7 Largo invitatorio marcando un tempo andante. Aunque el tema es nacional, quiere un auditorio internacional (1), ya que "nuestro Dios" es universal (7).
105,6 El paralelismo deja por ahora sitio a dos patriarcas: Is 41,8. 
Trasposición cristiana.
El tema de la promesa, contrapuesta a la ley, es fundamental en la teología de Pablo. Para comenzar léanse Gal 3,16-18.26-29; Rom 4,16. La Iglesia debe incorporar a su alabanza la historia de Israel, como parte de su historia. Después puede añadir otras meditaciones de su historia.  

EVANGELIO. Mateo 10,24-33.

24 Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo.
25 Ya le basta al discípulo con ser como su maestro y al esclavo como su amo. Y si al cabeza de familia le han puesto de mote Belcebú, ¡cuánto más a los de su casa!
                26 Conque no les cojáis miedo, porque nada hay cubierto que no deba descubrirse ni nada escondido que no deba saberse;
27 lo que os digo de noche, decidlo en pleno día, y lo que escucháis al oído, pregonadlo desde la azotea.
                28 Tampoco tengáis miedo de los que matan el cuerpo pero no pueden matar la vida; temed si acaso al que puede acabar con vida y cuerpo en el fuego.
               29 ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo caerá al suelo sin que lo sepa vuestro Padre.
30 Pues, de vosotros, hasta los pelos de la cabeza están contados.
31 Conque no tengáis miedo, que vosotros valéis más que todos los gorriones juntos.
              32 En conclusión: Por todo el que se pronuncie por mí ante los hombres, me pronunciaré también yo ante mi Padre del cielo,
33 pero al que me niegue ante los hombres, lo negaré yo a mi vez ante mi Padre del cielo.

Explicación.

 La suerte del discípulo es la del maestro, (5,11s). Desarrolla la última bienaventuranza (26,31). No hay que amedrentarse ni puede ocultarse el mensaje. Los hombres pueden suprimir la vida física, pero no la persona (28, cf. 10,22). Confianza en el Padre (29-31, cf. 5,10b; tienen a Dios por rey; 6,25-34). De la postura que tome el discípulo ante los hombres depende su suerte final (32s).

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