miércoles, mayo 01, 2013

LECTURAS DEL JUEVES 16 DE MAYO DEL 2013.

PRIMERA LECTURA. Hechos 22,30; 23,6-11.

22 30 Al día siguiente, queriendo sacar en limpio de qué lo acusaban los judíos, mandó desatarlo, ordenó que se reunieran los sumos sacerdotes y el Consejo en pleno, hizo bajar a Pablo y lo presentó ante ellos.

23 6 Sabiendo Pablo que una parte de ellos eran saduceos y otra fariseos, gritó en medio del Consejo:
                   - Hermanos, yo soy fariseo, discípulo de fariseos. Me juzgan por la esperanza en la resurrección de los muertos.
                   7 Apenas dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos, y la asamblea quedó dividida.
8 ( Es que los saduceos sostienen que no hay resurreccón, ni ángeles, ni espíritus, mientras los fariseos admiten todo eso.)
                   9 Se armó un griterio enorme, y algunos letrados del partido fariseo se pusieron en pie protestando enérgicamente:
                   - No encontramos nada de malo en este hombre; ¿y si le ha hablado un espíritu o un ángel?
                   10 Como el altercado arreciaba, el comandante, temiendo que hicieran pedazos a Pablo, mandó que bajara la tropa para arrebatárselo y llevárselo al cuartel.
                   11 La noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo:
                   - ¡Ánimo!, porque lo mismo que has declarado públicamente en Jerusalén el mandato que te di, tienes que dar testimonio también en Roma.

EXPLICACIÓN.


El comandante  sigue sin conocer ls motivos de la hostilidad contra Pablo; para averiguarlos lo hace comparecer ante el Consejo judío (22,30).
 
Mediante una sutil maniobra, Pablo no sólo se zafa del interrogatorio, sino que obliga a los fariseos a ponerse de su parte: conocedor de la secular enemistad entre los saduceos y los fariseos (6a), proclama a voz en grito su filiación farisea (6b: "Yo soy fariseo, hijo/discípulo de fariseos"). Es la tercera vez que confiesa su identidad, "judío y fariseo" (cf. Lc 22,60), mostrando que no ha roto con su pasado.

                    Para ahondar aún más las divisiones, afirma que la causa de su proceso es la esperanza mesiánica cifrada en la resurrección de los muertos (6c). De este modo se enemista a los saduceos y se alía con los fariseos (7-9; cf. 5,34-39).

                    Ante el tribunal, Pablo no ha dado testimonio de Jesús; pretende sólo salir de la situación en que se ha metido; no está dispuesto a morir por Jesús en Jerusalén, en contra de lo que había proclamado (cf. 21,13).

                    En la cuestión sobre la resurrección, la escena tiene un claro paralelo en el Ev.: compárese la glosa lucana sobre las creencias de los saduceos y de los fariseos (8) con una glosa similar relativa a los saduceos (Lc 20,27). Asimismo, mientras los letrados del partido fariseo (cf. Lc 5,30) afirman que Jesús ha respondido correctamente a los saduceos (Lc 20,39), también ahora "algunos letrados del partido fariseo" se ponen abiertamente del lado de Pablo portestando enérgicamente (9). Pero, al contrario que Pablo, Jesús los desenmascaró inmediatamente (cf. Lc 20,46).

                   La escena de la triple negación de Pedro finalizaba con signo optimista y reconfortante (cf. Lc 22,61s), también la escena en que Pablo ha confesado por tercera vez su identidad judía/farisea concluye de forma optimista: el Señor se le presenta durante "la noche" (11a); lo anima (11b) a proseguir el testimonio que ha dado en Jerusalén de palabra (significado del gr. diamarturomai) sobre el encargo que le había confiado de dirigirse a los paganos (11c, cf. 22,18.21) confirmándolo en Roma con su vida y actividad misionera (gr. martureô): tal es el designio divino (gr. dei, impersonal divino, cf. 19,21c), que se dedique en Roma a la misión entre los paganos (11d).

SALMO. 16.1-2.5.7-11.

1 ¡Guárdame, Dios, que me refugio en ti!
2 Declaro:
al Señor,
Tú eres mi dueño,
no tengo bien fuera de ti.

5 El Señor es la porción de mi lote y de mi copa;
tú controlas mi suerte:

 7 Bendigo al Señor que me aconseja,
aun de noche me instruyen mis entrañas.
8 Pongo siempre al Señor ante mí,
con él a mi derecha no vacilaré.
9 Por eso se me alegra el corazón,
siento un gozo entrañable,
aun mi carne habita segura;
10 pues no entregarás mi vida al Abismo,
ni dejarás al fiel tuyo ver la fosa;
11 me enseñarás un camino de vida,
me colmarás de gozo en tu presencia,
de delicias perpetuas a tu diestra.


Explicación.

16,1 El comienzo es una variante de comienzo convencional. Se dirige al Dios supremo, ´el , como "guardián": cfr.. Sal 121.

16,2 El femenino "bien" aplicado al Señor es excepcional; puede estar inducido por el tema de la tierra; cfr. Sal 65,12; 68,11. Otros leen pregunta retórica así: "mi dicha ¿no está en ti?".

16,5 En el reparto de la tierra los levitas no reciben un lote, pues deben vivir del templo: Nm 18,20s; Dt 10,9; 18,1.
Este verso pesa mucho en la reconstrucción del comienzo.

16,7 El Señor es mi consejero personal. A su consejo reacciona la intimidad más honda, "los riñones" como sede de pasiones, como zona semiconsciente que el Señor sondea e ilumina. Es fórmula excepcional.

16,11 Aunque bien establecido, se encuentra en camino: vivir es progresar hacia un término positivo: gozo, saciedad, delicias sin fin. Moisés pidió al Señor que le mostrara el camino, y el Señor accedió (Éx 33,13); pidió ver su gloria, y el Señor le enseño su bondad, no su rostro (Éx 33,18-20). El orante del salmo comienza con la "bondad"; al final Dios le enseña el camino y muestra su rostro. Más allá no queda nada.

TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

Aplican el salmo a Cristo resucitado. Hch 2,24 y 13,34. Pronunciado por Cristo, con variedad de aplicaciones, puede ser pronunciado por el cristiano con la esperanza segura de su resurrección. 

EVANGELIO. Juan 17,20-26.

20. Pero no te ruego solamente por éstos, sino también por los que a través de su mensaje me den su adhesión:
21. que sean todos uno –como tú, Padre, estás identificado conmigo y yo contigo-, para que también ellos lo estén con nosotros, y así el mundo crea que tú me enviaste.
22. Yo, por mi parte, la gloria que tú me has dado se la he dado a ellos, para que sean uno como nosotros somos uno
23 – yo identificado con ellos y tú conmigo-, para que queden realizados alcanzando la unidad, y así conozca el mundo que tú me enviaste y que les has demostrado a ellos tu amor como me lo has demostrado a mí.
24. Padre, quiero que también ellos –eso que me has entregado- estén conmigo donde yo estoy, para que contemplen mi propia gloria, la que tú me has dado, porque me has amado antes que existiera el mundo.
25. Padre justo, el mundo no te ha reconocido; yo, en cambio, te he reconocido, y éstos han reconocido que tú me enviaste.
26. Ya les he dado a conocer tu persona, pero aún se la daré a conocer, para que ese amor con el que tú me has amado esté en ellos y así esté yo identificado con ellos.

EXPLICACIÓN.


III. Oración por la comunidad del futuro (20-23). Jesús ensancha el horizonte de su comunidad a épocas sucesivas (20). Está seguro de que su obra continuará. El llamado mensaje del Padre (6.7) y mensaje de Jesús (14,23), lo es también de los discípulos. No es para ellos una doctrina aprendida ni han de proponerlo como algo a lo que están obligados; no se puede proponer el amor si no se vive; se comunica como experiencia y convicción propia. El mensaje produce la adhesión a Jesús, punto de referencia para todos los tiempos. El mensaje no es una teoría sobre el amor, sino la formulación de la vida y muerte de Jesús.
La petición de Jesús es la unidad (21), expresión y prueba del amor, distintivo de la comunidad; su modelo es la unidad que existe entre Jesús y el Padre, y es condición para la unión con ellos. Quienes no aman no pueden tener verdadero contacto con el Padre y Jesús. Se establece así la comunidad de Dios con los hombres; su presencia e irradiación desde la comunidad, a través de las obras que revelan su amor (9,4), será la prueba convincente de la misión divina de Jesús. No se convence con palabras, sino con hechos.
La gloria/amor del Padre (el Espíritu) que Jesús ha recibido (1,14) constituye al Hijo (1,32.34) uno con el Padre (10,30). La comunicación de la gloria (22) a los discípulos realiza en ellos la condición de hijos; la comunidad de Espíritu produce la unidad entre ellos y con Jesús y el Padre. La comunidad es el nuevo santuario. La realización plena del designio de Dios (23) depende de la existencia de la unidad, fruto del amor incondicional. Éste es el testimonio válido ante los hombres. Equivalencia entre gloria y amor del Padre. Los discípulos manifestarán a un Dios que es don de sí generoso y total (“Padre”).

IV. Conclusión (24-26). El término quiero (24) muestra la libertad del Hijo (13,3): su designio es el mismo del Padre. Estar con él (14,3) denota la condición de hijos. Contemplar su gloria equivale a experimentar su amor (1,14) y responder a él (1,16). Jesús ha realizado el proyecto de Dios (1,1; 17,5), que el Padre había concebido como expresión total de su amor, y cuya realización en Jesús preveía desde el principio.

Expone al Padre la diferencia entre el mundo que lo rechaza y él y los suyos (25), para que el Padre justo los honre (12,26). Resume Jesús el contenido de su oración (26). Alude a su actividad pasada (vv. 4.6) y afirma su propósito para el futuro (vv.1.5): manifestar el ser el Padre dando la vida. La cruz será la revelación plena y definitiva de la persona el Padre, manifestando todo el alcance de su amor.

Conocer al Padre a través de Jesús es la vida definitiva (v.3). Quiere que los discípulos sean iguales a él, que gocen del mismo amor del Padre que él ha gozado, para que su unión con ellos sea total.

SÍNTESIS.

El acontecimiento salvador es la muerte de Jesús, en la que el Hombre queda terminado (19,30) al actualizar plenamente su capacidad de amar, y que revela lo que es Dios mismo: amor total y gratuito al hombre (Padre).

Desde su plenitud, Jesús el Hombre-Dios, igual y uno con el Padre, puede comunicar la vida/amor que posee. El efecto de esa comunicación será doble: la unidad de los que participan de él, y su entrega a la difusión de ese amor/vida en el resto de la humanidad.

El amor produce en los hombres una calidad de vida que puede llamarse definitiva, pues no está sujeta a muerte. Esa vida se identifica con la condición de hijos de Dios, que nace de la experiencia del amor de Dios como Padre al experimentar en la propia persona la acción salvadora de Jesús.

El amor, que es don de sí, establece la relación interpersonal, que no se crea dando “cosas”, sino dándose uno mismo. En cualquier donación se ofrece la propia persona. De hecho, el bien del hombre no está en poseer “algo” sino a “alguien”, en poseer a Dios y a los demás. Pero esta posesión no se adquiere por conquista o compra, se recibe como don gratuito. Cada uno regala su vida a los otros, como el Padre, que es Espíritu/vida (4,24), da su Espíritu a Jesús (1,32), y Jesús se entrega y da su Espíritu a los hombres (10,11; 19,30). Cada uno es dueño de su vida, su máxima riqueza, para entregarla; de esa manera, todos tienen en común la riqueza de todos (17,10).

Se ve así el sentido del “servicio”. Es el don personal de todos a todos. No basta un servicio “objetivo” al hombre, sino uno que en lo objetivo lleve dentro el ofrecimiento de la persona. La existencia de la comunidad una es al mismo tiempo el origen y el término de la misión. 

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