Lectura del libro de los Proverbios 3, 27-34
Deberes con el prójimo.
27No niegues un favor a quien lo necesita
si está en tu mano hacérselo.
28Si tienes, no digas al prójimo:
“Vete y vuelve, mañana te lo daré”.
29No trames daños contra tu prójimo,
mientras vive confiado contigo.
30No pongas pleito a nadie sin motivo
cuando él no te ha hecho daño.
31No envidies al violento
ni escojas ninguno de sus caminos.
32Porque el Señor aborrece al perverso,
pero se confía a los hombres rectos;
33el Señor maldice la casa del malvado
y bendice la morada del honrado;
34si se burla de los burlones,
concede su favor a los humildes;
EXPLICACIÓN.
3,27-34. Atendiendo a la forma: es una serie de prohibiciones sin introducción; no son enunciados, sino mandatos formales con motivación. Aunque la forma es negativa, el contenido resulta positivo. Creo que la introducción se encuentra en los versos 1-2. En cuanto al contenido, domina en el v.3 y aquí la “bondad y lealtad”. A seis prohibiciones en 27-31 sigue una motivación amplia, 32-35, de signo teológico.
3,27 Según el ejemplo de Dios, Sal 84,12 el poder hacerlo es razón suficiente y exigencia para hacer el bien; lo contrario aparece en Miq 2,1. Eclo 4,1-6 es casi un comentario.
3,28 A propósito de la urgencia léase el precepto de Éx 22,25. Nosotros decimos: “Más vale un toma que dos te daré”; “Tarde dar y negar andan a la par”.
3,29 El pecado toma forma agresiva y premeditada, con el agravante de la convivencia pacífica y confiada del prójimo.
3,30 Este libro delata una antipatía radical contra los pleitos, aunque estén justificados: 5,8; 17,14; 20,5; 24,29. Si uno ha sufrido lesión en sus derechos, el pleito no se3ría injusto. El proverbio ni lo recomienda ni lo excluye, pues se concentra en el injustificado.
3,31 Véanse 23,17 y 24,1 y especialmente Sal 37,1 en su contexto. Se envidian los perversos no por su maldad, sino por su éxito en la vida. Sal 73,3. De ahí se sigue adoptar sus métodos, aunque sea para luchar contra ellos. Lo cual sería caer en una trampa, más grave que caer víctima de ellos. La figura del “violento” podría ser climática en la serie, o bien síntesis y caracterización de los casos precedentes.
3,32-34 Para motivar se remonta a la sanción divina, repartida en tres binas antitéticas: desviado / recto, malvado / honrado (o culpable / honrado), insolente / humilde. Se trata de un justo oprimido por el injusto, de una víctima inocente; que, a pesar de sufrir, se mantiene honrado.
3,33 Maldición y bendición actúan como fuerzas autónomas: Zac 5,4; véase Sal 37,22.
3,34 Lo citan Sant 4,6 y 1 Pe 5,5. La forma condicional indica el carácter correlativo de los miembros: si se burla de unos, es para favorecer a los otros. Correlativas eran las conductas: los oprimidos lo son por culpa de los opresores. Véanse Is 29,19-21; Sal 2,4; 37,13; 59,9´Sab 5,4.
Salmo: Sal 15, 2-5
2 El de conducta intachable
y que practica la justicia;
3 el que dice la verdad sinceramente
y no calumnia con su lengua;
el que no hace mal al prójimo
y no difama a su vecino;
4 el que desprecia al que Dios reprueba
y honra a los fieles del Señor;
5 el que no presta dinero a usura
y no acepta soborno contra el inocente.
EXPLICACIÓN.
Suelen considerar este salmo como una liturgia de entrada en el templo: un grupo de fieles acude al recinto del templo; a la puerta son recibidos por un levita experto en la ley; la comitiva, por boca de su jefe, hace la pregunta ritual: ¿quién puede...?, y el encargado responde con una lista ética. Pero hay que notar que no hablan de entrar, sino de "habitar": cfr Jr 35,2; Ez 42; además la lista ética es poco diferenciada. Juntan este salmo al 24 y a Is 33,14-16.
Cabe también considerar el salmo como reflexión personal estilizada en forma de pregunta y respuesta. Hospedarse puede simbolizar la unión con Dios.
En la composición llama la atención que la respuesta final "no fallará" no parece responder a la pregunta inicial. Para coordinarlas hay que concebir el templo como lugar de seguridad; o la consistencia espiritual como equivalente de morar en el templo. En todo caso, las exigencias éticas, deberes con el prójimo, son condición de la práctica religiosa: compárese con Jr 7,1-15.
La pregunta supone que quien ofrece hospedaje pone condiciones. Presupone también que el Señor habita como dueño en el templo: Is 8,18; Jl 4,17.21; Sal 74,2.
15,2-5 Enumera once condiciones, si se juntan dos, resulta un decálogo. La primera es genérica, como Sal 84,12: Prov 28,18. También la segunda, ya que "justicia" abarca casi todas las relaciones humanas. La tercera habla de una sinceridad "mental", contrastada con la calumnia oral de la cuarta. La quinta, no hacer mal al prójimo, es genérica.
15,4 Tomo como antítesis de complementarios la séptima y octava. Interpreto la séptima a la luz de Sal 139,21s: el hombre respeta y secunda la valoración de Dios. Alternativa: "quien se tiene por despreciable" como actitud humilde. La novena responde a normas legales sobre juramentos: véanse Lv 5,4; 27,10.33.
15,5 La décima responde a normas éticas, Prov 28,8, y a leyes promulgadas: Éx 22,24; Lv 25,37; Dt 23,20s. Otro tanto la undécima: Prov 17,23; Éx 23,8; Dt 16,19; Is 5,23 etc.
No vacilar, ser inconmovible: puede referirse a la posición y al puesto. La posición vertical indica la vida, la caída es la muerte: cfr. Ez 37. El puesto puede ser del personal en el templo, del israelita en la tierra.
TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.
La clave consiste en leer monte Sión como símbolo de la nueva ciudad, la Iglesia terrestre y celeste.
Evangelio: Lucas 8,16-18
16 Nadie enciende una lámpara para taparla con una vasija o meterla debajo de la cama; la pone en un candelero para que los que entran vean la luz.
17 Porque no hay nada oculto que no se haga manifiesto, ni nada escondido que no llegue a saberse y no salga a la luz.
18 Y atención a cómo escucháis, porque al que produce se le dará, pero al que no produce le quitarán hasta lo que cree tener.
EXPLICACIÓN.
El mensaje en la futura misión (16s); producir (18), lit. "tener", resultativo de "recibir/ganar/producir", cf. 19,26; Mt 13,12; 25,29. El dicho se refiere a la fecundidad descrita en la parábola (8.15).
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