viernes, diciembre 01, 2017

LECTURAS DEL MARTES 5 DE DICIEMBRE DEL 2017.


PRIMERA LECTURA:  Isaías (11,1-10):


1Pero retoñará el tocón de Jesé,
de su cepa brotará un vástago,
2sobre el cual se posará el espíritu del Señor:
espíritu de sensatez o inteligencia,
espíritu de valor y de prudencia,
espíritu de conocimiento y respeto del Señór.
3No juzgará por apariencias
ni sentenciará sólo de oídas;
4juzgará con justicia a los desvalidos,
sentenciará con rectitud a los oprimidos;
ejecutará al violento con el cetro de su sentencia
y con su aliento dará muerte al culpable.
5Se terciará como banda la justicia
y se ceñirá como fajín la verdad.
6Entonces el lobo y el cordero
irán juntos, y la pantera
se tumbará con el cabrito,
el novillo y el león engordarán juntos;
un chiquillo los pastoreará;
7la vaca pastará con el oso,
sus crías se tumbarán juntas,
el león comerá paja como el buey.
8El niño jugará en la hura del áspid,
la criatura meterá la mano
en el escondrijo de la serpiente.
9No hará daño ni estrago
por todo mi Monte Santo,
porque se llenará el país
de conocimiento del Señor,
como colman las aguas el mar.

Retorno de los desterrados
(Ez 37,15-28; Is 35)

10Aquel día la cepa de Jesé estará
enhiesta como enseña de los pueblos:
a ella acudirán las naciones
y será grloriosa su morada.

Explicación.

11,1 Los orígenes, Jesé, son insignificantes, el tronco está cortado; pero una savia perenne, la promesa divina, vivifica esa cepa. Algunos piensan que la indicación de Mt 2,23, "se llamará nazareno", alude al término hebreo ne ser = vástago.

11,1-9 Gran poema mesiánico, paralelo y complementario de 9,1-6, con el cual comparte varios motivos: el vástago sucesor, la justicia como fundamento, la paz universal, dos nombres o títulos. El poema canta una paz definitiva, un nuevo paraíso.

En un eje se colocan dos símbolos cósmicos: los cuatro vientos convergentes y el mar en plenitud. En otro eje se sitúan el símbolo vegetal y el animal. En medio una sociedad humana ideal, recogida por un gobernante justo. La tenaz fecundidad terrestre se conjuga con el dinamismo del viento para formar al jefe ideal, que por el ejercicio eficaz de la justicia, realizará el sueño de la paz y lo extiende al reino animal. Los animales se reconcilian entre sí y con el hombre, reconciliado plenamente con Dios. El escenario es un ancho monte (2,2-5) consagrado por la presencia de Dios. La interpretación mesiánica es constante en la antigüedad judía y cristiana.

11,2 El vástago se yergue como centro de los cuatro puntos cardinales o cuatro vientos. Extrañamente los cuatro convergen y "se posan" sobre el pimpollo. Resumen el aliento del Señor en plenitud (cfr. Is 61,1; Lc 4,18).

"Sensatez e inteligencia" son bina sapiencial frecuente: significan la percepción intelectual, la habilidad para actuar. "Valor y prudencia" recogen dos títulos de 9,5, como virtudes de gobierno y militares. "Conocimiento y respeto del Señor" sintetizan el sentido religioso, hecho de trato confiado y reverencia. El hebreo añade un verso que repite y turba la composición, pero que dio pie a la teoría de los siete dones del Espíritu.

11,3-5. De la plenitud de los carismas brota el gobierno justo, ejercido principalmente en juzgar (Sal 72; 101; Jr 22,15s). Juzgar incluye eliminar a quienes, promoviendo la injusticia, hacen imposible la paz. La palabra juez es vara que ejecuta la sentencia.

11,6-8 Paz animal. El poeta forma binas de animal salvaje y animal doméstico en cada hemistiquio; cada tres binas aparece el hombre en figura de niño. El hombre, incluso el más débil, vuelve a someter y domesticar a los animales. Queda un animal que se diría inconciliable. Pues bien, también hace las paces la serpiente y el hombre, o más exactamente, la semilla de la mujer que es el niño. Y no se trata de victoria difícil, sino de juego infantil.

11,9 Destruidos los malvados y amansadas las fieras, se instaura un paraíso cuyo centro es el Monte del Señor. En el primero, el hombre se perdió por ambicionar la "ciencia de Dios"; en éste se le concede la "ciencia del Señor", conocer conviviendo. Lo cual es plenitud de gozo y paz, sólo comparable a la inmensa plenitud del mar.

11,10 Un autor posterior, discípulo en el estilo de Isaías II, compone un cuadro de restauración nacional y lo coloca para formar díptico con el precedente. Aunque el empalme es artificial, no faltan correspondencias temáticas: vuelta del resto disperso, reunificación nacional, dominios davídicos, atractivo para otras naciones.

Sal 72,1-2.7-8.12-13.17

1A ti, Señor, me acojo: 
que no fracase yo para siempre. 
2Por tu justicia líbrame y ponme a salvo, 
préstame oído y sálvame. 
7Muchos me miraban como un prodigio, 
porque tú eres mi fuerte refugio. 
8Llena está mi boca de tu alabanza 
y de tu elogio todo el día.  
12Oh Dios, no te quedes lejos, 
Dios mío, apresúrate a socorrerme. 
13Que fracasen y se acaben 
los que atentan contra mi vida; 
queden cubiertos de oprobio y vergüenza 
los que buscan mi daño.  
17Me enseñaste, Dios, desde la juventud 
y hasta hoy relato tus maravillas. 

Explicación.

71,1 Su vida hasta ahora no ha sido fracaso; pero si los enemigos lo privan de la etapa y tarea pendientes, una parte de su vida se habrá malogrado. 

71,2 Con cuatro imperativos apela a la justicia de Dios, como víctima inocente ante el juez o el gobernante. 

71,7 "Prodigio" o señal; se lee en contextos proféticos, como Is 8,18; 20,3; Ez 24, 20. 27. El anciano simboliza con su vida, sin ser profeta. 


71,12 Reminiscencia de Sal 22,12.20; 35,22; 38,22; suponiendo que sea posterior.


71,13 "Se acaben": según el texto hebreo. Otros prefieren corregirlo según la fórmula normal "queden confundidos": Sal 35,4. 

71,17-19 El anciano debilitado se fija en la ''fuerza'' de su Dios; una fuerza ordenada toda a la justicia, una justicia que supera toda dimensión humana. "¿Quién como tú?": Ex 15,11; Sal 35,10; 89,79.  


Transposición cristiana.
Algunos Padres ponen el salmo en boca de Cristo, tomando vejez por debilidad. Retienen referencias al nacimiento, la instrucción celeste, las tribulaciones, la resurrección. 

    

EVANGELIO. Lucas 10,21-24:

21 En aquel preciso momento, exultante con el gozo del Espíritu Santo, exclamó:
- ¡Bendito seas, Padre, Señor de cielo y tierra, porque si has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos, se las has revelado a la gente sencilla! Sí, Padre, bendito seas por haberte parecido eso bien.
22 Mi Padre me lo ha entregado todo: quién es el Hijo, lo sabe sólo el Padre; quién es el Padre, lo sabe sólo el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
23 Y, volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:
- ¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis!
24 Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis y no lo vieron, y oír lo que oís vosotros y no oyeron.

EXPLICACIÓN.

Alegría de Jesús. Ocasión precisa: es la primera vez que los suyos realizan algo que responde a la acción del Espíritu: la liberación de los hombres. Los intelectuales (cf. 10,13-16: las ciudades, ciudadelas del judaísmo) no entienden las obras del Mesías, pero sí el pueblo sencillo. Se atribuye al Padre lo que depende de la disposición del hombre.

Los sabios y entendidos (Is 29,14): sus mezquinos intereses inutilizan su ciencia (cf. los letrados: 5,17.21.30; 7,30 o "justos": 5,32 que no aceptan la salvación).

Me lo ha entregado todo (22) (cf. 3,22: "Tú eres mi Hijo"). Relación íntima entre el Padre y Jesús, por la comunidad de Espíritu (3,21): sólo conoce al Padre quien recibe el Espíritu de Jesús y experimenta así el amor del Padre. El conocimiento de Dios a través del estudio de la Ley (sabios y entendidos) no es verdadero conocimiento.

Aparte con los discípulos procedentes del judaísmo (los Doce), en el que Jesús les pone por modelo la labor de los Setenta (23): el éxito del reino en Samaría, la región semipagana, es prenda de universalidad. Se cumple la promesa mesiánica: el reino hasta el confín de la tierra (Sal 2,8; 72,10s; Dn 4,44; 7,27). Respuesta a la segunda tentación (4,6s): la universalidad del reino mesiánico no se hará por el dominio ni por la ostentación de poder y gloria, sino liberando a los hombres del yugo que los somete. 

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