Primera Lectura: Tito 2:1-8, 11-14
1Por tu parte habla de lo que es conforme a la enseñanza sana. 2 Di a los ancianos que sean juiciosos, respetables y sensatos, que estén saludables en la fe, en el amor y en la paciencia. A las ancianas lo mismo: que sean muy devotas en el porte, que no sean chismosas ni se envicien con el vino; 4han de ser maestras en lo bueno y aconsejar a las jóvenes que quieran a sus maridos y a sus hijos, 5que sean sensatas y púdicas, que cuiden de la casa, que sean bondadosas y dóciles a los maridos, para que no se desprestigie la buena noticia.
6A los jóvenes recomiéndales también que sean sensatos, 7presentándote en todo como un modelo de buena conducta. 8Cuando enseñes, que se veas tu integridad y seriedad, con un hablar bien fundado e inatacable, para que la parte contraria se abochorne no pudiendo denigrarnos en nada.
11Porque el favor de Dios se hizo visible, trayendo salvación para todos los hombres; 12nos enseñó a rechazar la vida impía y los deseos mundanos, y a vivir en este mundo con equilibrio, rectitud y piedad, 13aguardando la dicha que esperamos: la venida de Jesús Mesías, gloria del gran Dios y salvador nuestro, 14del que se entregó por nosotros para rescatarnos de toda clases de maldad y purificarse un pueblo elegido, entregado a hacer el bien.
Explicación.
Tito debe defender a la comunidad insistiendo en la doctrina conocida; la enseñanza sana parece reducirse a una ética (1), de ahí las normas de conducta; pero éstas no conciernen aquí a los miembros de una familia (cf. Col 3,18), sino a diferentes sectores de la comunidad, a los que se pide una conducta respetable (2-10). En esta carta, el motivo para la moralidad cristiana no es el impulso del Espíritu (cf. Gál 5,25s), sino el favor de Dios hecho visible en Jesús, maestro de conducta moral, y la esperanza de su venida (11-13). Frutos de la muerte de Jesús (14); purificarse un pueblo elegido; se concibe a la iglesia como un nuevo Israel (cf. Éx 19,5; Dt 14,2; Ez 37,23).
Salmo Responsorial: Salmo 37:3-4, 18, 23, 27, 29
3 Confía en el Señor y haz el bien,
habita una tierra y cultiva la fidelidad;
4 sea el Señor tu delicia
y te dará lo que pide tu corazón.
18 El Señor se ocupa de los días de los buenos:
su heredad durará siempre.
23 El Señor asegura los pasos del hombre
y se ocupa de sus caminos.
27 Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa.
29 Los honrados poseerán una tierra
y habitarán siempre en ella.
Explicación.
37,3-4 Dos imperativos enuncian la relación con Dios. Confianza es genérico; en cambio "delicia" expresa una experiencia íntima: Job 22,26; Is 58,14. Dios responde a la confianza otorgando la petición. Aunque todavía no posean un terreno, deben "habitar", permanecer, no exiliarse, como los de Jr 39,10; su "cultivo" será por ahora la fidelidad al Señor.
37,18-20 Nueva antítesis con imagen vegetal: "no agostarse / marchitarse". (Los "días" marcan el decurso variable de la existencia: aun poseyendo una "heredad", pueden encontrarse con una "carestía".
37,23-24 Conviene tomar aquí "caminos" en sentido amplio: conducta moral y religiosa, empresas y tareas, azares de la vida. El "varón" puede descaminarse y tropezar y caer; el honrado cuenta con el apoyo de Dios. Compárese con Prov 20,24.
37,27-28a Vuelven los imperativos con un programa tan inclusivo como genérico: evitar y hacer: véase Sal 34,15. El "derecho" en las relaciones sociales.
37,28b-29 El texto hebreo empieza "siempre son custodiados", unido al sujeto precedente, los "devotos" o leales. La versión griega restablece el perfecto alfabetismo, se justifica fácilmente y mejora el sentido. La diferencia entre custodiar y aniquilar es en la escritura cuadrada hebrea mínima. El resultado es de nuevo la antítesis central: el fracaso de los malvados se prolonga en su descendencia.
TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.
Por la cita del v.11a en el manifiesto de Mt 5,5 penetra el salmo en el NT. Esa cita nos invita a buscar otras correspondencias en las bienaventuranzas: pobres y afligidos en el v.14; Justicia recorre todo el salmo; misericordia en 21 y 26; la búsqueda de la paz en 37 sufrir por la justicia está implícito en los consejos iniciales y recorre el salmo.
Evangelio: Lucas 17:7-10
7 Pero suponed que un siervo vuestro trabaja de labrador o de pastor. Cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "Pasa corriendo a la mesa?
8 No, le decís: "Prepárame de cenar, ponte el delantal y sírveme mientras yo como; luego comerás tú".
9 ¿Tenéis que estar agradecidos al siervo porque hace lo que se le manda?
10 Pues vosotros lo mismo: cuando hayáis hecho todo lo que os han mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer".
EXPLICACIÓN.
En lenguaje figurado, Jesús les indica que la fe exige una ruptura radical con esa institución y con sus principios; para eliminar ese sistema de injusticia (os obedecería), la ruptura ha de ser tal que incluya el deseo de su desaparición (tírate al mar). Con ese deseo y objetivo ha de ejercerse la misión ("apóstoles"); los Doce no lo tienen, por eso la misión no progresa (cf. 9,37-43).
Como no han roto con los principios del judaísmo, Jesús quiere mostrarles a qué reducen su relación con Dios, atacando con ello la doctrina farisea de la observancia servil de la Ley (9: lo que se le manda). El siervo no tiene derechos (8: Prepárame de cenar, etc.). Si los Doce siguen los principios fariseos, después de haber observado fielmente la Ley (10: lo que se os ha mandado) no serán ante Dios más que unos pobres siervos (lit."siervos inútiles"), en vez de de "hijos del Altísimo" (6,35), como corresponde a los ciudadanos del Reino.
Hay una correspondencia entre el retrato que hace Jesús en este pasaje de la actitud de los Doce y la respuesta del hijo mayor, figura de los fariseos, a su padre (15,29) en la parábola de los dos hijos: "en tantos años como te sirvo (siervo) sin saltarme nunca un mandato/mandamiento tuyo" (todo lo que os han mandado); esto muestra el sentido de las palabras de Jesús.
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