PRIMERA LECTURA. Colosenses 3,1-11.
1Por tanto, si habéis resucitado con el Mesías, buscad lo de arriba, donde está el Mesías sentado a la derecha de Dios; 2estad centrados arriba, no en la tierra. 3Moristeis, repito, y vuestra vida está escondida con el Mesías en Dios; 4cuando se manifieste el Mesías, que es vuestra vida, con él os manifestaréis también vosotros gloriosos.
5En consecuencia, extirpad lo que hay de terreno en vosotros: lujuria, inmoralidad, pasión, deseos rastreros y codicia, que es una idolatría; 6eso es lo que atrae el castigo de Dios sobre los rebeldes. 7Entre ellos andabais también vosotros cuando vivíais de esta manera; 8ahora, en cambio, despojaos de todo eso: cólera, arrebatos de ira, malevolencia, insultos y groserías, ¡fuera de vuestra boca! 9Dejad de mentiros unos a otros, ya que os despojasteis del hombre que erais antes y de su manera de obrar 10y os vestisteis de ese hombre nuevo que por el conocimiento se va renonvando a imagen de su Creador; 11y aquí no hay más griego ni judío, circunciso ni incircunciso, extranjero, bárbaro, esclavo ni libre: no, lo es todo y en todos Cristo.
EXPLICACIÓN.
Muertos a lo rudimentario, hay que buscar lo de arriba, de donde viene la vida: allí está su autor y prototipo. Él es el punto de referencia. Estad centrados: el verbo gr. phronéô,(derivado de phrên, "diafragma"), no denota sólo el pensamiento consciente, sino también la tendencia, la fuerza que orienta el ser (cf. Flp 3,19); la tendencia del cristiano es hacia Cristo, y de ese centro parten las líneas de fuerza. El cristiano posee ya la vida definitiva; la salvación está ya concedida; el último acto será su manifestación pública (Rom 8,17.18) (3,1-4).
Nuevas relaciones interpersonales: actitud con el prójimo antes y ahora. Extirpad, lit. "matad; lo que hay de terreno, lit. "los miembros que están sobre la tierra". No pueden centrarse en el placer sexual ni en la codicia egoísta; el dinero se convierte en el dios del hombre (idolatría) (5-9). El cristiano es un hombre nuevo, un miembro de la nueva humanidad; pero no de modo estático, sino en continuo desarrollo (10). En la nueva humanidad, las diferencias de raza, religión, nacionalidad o estado social no constituyen privilegio; extranjero, en griego, "bárbaro", el que habla una lengua desconocida; bárbaro, lit. "escita", que se aplicaba a pueblos no civilizados (11).
SALMO. 145,2-3.10-13.
2Todos los días te bendeciré
alabaré tu nombre por siempre jamás.
3Grande es el Señor, muy digno de alabanza,
su grandeza es insondable.
10Que te alaben, Señor, todas tus creaturas,
que tus leales te bendigan,
11que proclamen la gloria de tu reinado,
que cuenten tus hazañas,
12explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
13Tu reinado es un reinado eterno,
tu gobierno, de generación en generación.
Explicación.
145,2 "Siempre": en el horizonte mundano del autor: cfr. Sal 30,13.
145,3 Primer hemistiquio: Sal 48,2; 96,4 ambos relacionados con la realeza divina. Segundo hemistiquio: Is 40,28; Job 5,9; 9,10. Cuanto sigue será un esfuerzo por alabar lo inmenso y encarecer lo insondable.
145,10 La alabanza de todas las criaturas es el tema del salmo 148. De ellas se destaca el grupo de los "leales" o vasallos.
145,11-13 Los versos centrales recogen el título inicial, "Rey mío" e insisten en él. El salmo no piensa en un rey terreno ni en un territorio nacional con su capital: acepta la situación que precede y sigue a la monarquía. En compensación, se coloca en un reino más glorioso: divino, universal y perpetuo. En este puesto falta el verso de la letra N. Las versiones antiguas suponen un texto semejante al v. 17: "El Señor es de fiar en todas sus palabras, es leal en todas sus acciones".
Transposición cristiana.
Puesto en boca de Cristo y de la Iglesia, enriquece el sentido de los predicados que el Hijo tributa al Padre y la Iglesia dedica a su rey, Jesucristo.
EVANGELIO. Lucas 6,20-26.
20 Jesús, dirigiendo la mirada a sus discípulos, dijo:
- Dichosos vosotros los pobres,
porque tenéis a Dios por rey.
21 Dichosos los que ahora pasáis hambre,
porque os van a saciar.
Dichosos los que ahora lloráis,
porque vais a reir.
22 Dichosos cuando os odien los hombres y os excluyan y os insulten y proscriban vuestro nombre como malo por causa del Hombre.
23 Alegraos ese día y saltad de gozo, que grande es la recompensa que Dios os da; pues lo mismo hacían sus padres con los profetas.
24 Pero, ¡ay de vosotros, los ricos,
porque ya habéis recibido vuestro consuelo!
25 ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis repletos,
porque vais a pasar hambre!
¡Ay de los que ahora reís,
porque vais a lamentaros y a llorar!
26 ¡Ay si los hombres hablan bien de vosotros, pues lo mismo hacían sus padres con los falsos profetas!
EXPLICACIÓN.
Primera parte del sermón del llano (cf. Mt 4,25-8,1), dirigida a los discípulos. Propone dos horizontes, uno de felicidad (20-23), el otro de desdicha (24-26), invirtiendo los valores de la sociedad. A una situación presente (pobreza / riqueza) corresponde la contraria en el futuro.
Los pobres sufren (21), pero en el reino de Dios (la nueva sociedad) saldrán de esa situación (el cambio se hará mediante la práctica del mensaje de Jesús). Los ricos se desentienden de ese dolor (25); al excluirse del reino de Dios, su futuro será la miseria y el llanto. Inversión de la situación social, según lo anunciado por María (1,51-53), perono por la violencia ni la imposición.
Persecución contra los que optan por la pobreza, por parte de la sociedad cuyas bases minan; alegría, pues este género de vida los lleva a la plenitud humana (por causa del Hombre). Recompensa, el reinado que Dios ejerce sobre ellos. La persecución, sello de la autenticidad (22s). La aprobación de la sociedad significaría que habían falseado el mensaje (26). Pobres: los que optan por construir una sociedad justa, eliminando la causa de la injusticia, la riqueza; ricos: los que quieren mantener la injusticia. Dios está con los primeros.
La pobreza que se padece en la sociedad, y que comporta hambre y dolor, no tiene más salida verdadera que la sociedad alternativa a la que invita Jesús (el reino de Dios); buscar la solución en la riqueza es condenarse a la miseria futura.
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