sábado, febrero 01, 2014

LECTURAS DEL LUNES 17 DE FEBRERO DEL 2014.

Primera Lectura. Santiago 1,1-11.

 1Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesús Mesías, saluda a las doce tribus de la emigración.

  2Teneos por muy dichosos, hermanos míos, cuando os veáis asediados por pruebas de todo género, 3sabiendo que esa piedra de toque de vuestra fe engendra constancia. 4Que la constancia acabe su obra, para que seáis hombres logrados y cabales, sin deficiencia alguna. 5Y si alguno de vosotros se ve falto de acierto, pídaselo a Dios, que da sin regatear y sin humillar; él se lo dará. 6Pero tiene que pedir con fe, sin titubear lo más mínimo, pues quien titubea se parece al oleaje del mar agitado y sacudido por el viento; 7no se piense ese individuo que va a recibir nada del Señor, 8siendo un indeciso que no sigue rumbo fijo.
                   9El hermano de condición humilde esté orgulloso de su alta dignidad 10y el rico de su humilde condición, pues pasará como flor de hierba. 11Sale el sol con el bochorno y agosta la hierba, cae la flor y su bello aspecto perece; pues así se marchitará el rico en medio de sus empresas.

EXPLICACIÓN.

1.            Remitente y destinatarios. Siervo, modo de hablar propio de la piedad judía, cf. Rom 1,1. Las doce tribus de la emigración (diáspora, cf. 1 Pe 1,1) designan al Israel mesiánico, es decir, a las comunidades cristianas esparcidas por el mundo, desde la perspectiva de un judío creyente; la antigua "emigración/diáspora" de los judíos miraba a Jerusalén como a su centro espiritual y recibía de allí cartas circulares que exhortaban a la fidelidad a la fe ancestral. Esta carta podría ser una imitación cristiana de tal uso. El nombre Santiago (Jacob, Jacobo) era corriente, y hay al menos cinco personajes en el NT que se llaman así. El autor de la carta, sin embargo, debía de ser una figura muy conocida, pues se limita a poner su nombre, sin más presentación. Algunos piensan que se trata del "hermano del Señor", que dirigió la comunidad de Jerusalén (Hch 21,18).

2-11. Instrucción moral de impronta judía convencional. La prueba engendra madurez (2-4); quien se encuentre desorientado, pida a Dios con una fe sin fisuras (cf. Prov 2,6; Eclo 1,28; Sab 11,9; Mc 11,23s; Mt 7,7-11). La comparación con el mar era común en la literatura griega (2-8). Es de notar el estilo de estos párrafos; no desarrollan una línea de pensamiento, pasan de un tema a otro sin más conexión a veces que la repetición de una palabra.

                Se deduce del texto que en la comunidad del autor había ricos y pobres y que los valores del mundo penetraban en ella; se mostraba deferencia hacia los más pudientes. El autor sostiene que la riqueza no confiere superioridad; se basa en lo transitorio de los bienes materiales (9-11). 

Salmo. 119,67-68.71-72.75-76.

67 Antes del escarmiento yo no lo advertía,
pero ahora cumplo tu instrucción.
68Bueno eres tú y haces el bien:
enséñame tus normas. 
71Bien me estuvo el escarmiento:
así aprendí tus órdenes.
72Más vale para mí la ley de tu boca
que mil monedas de oro y plata. 
75Reconozco, Señor,
que tus mandamientos son justos,
que con razón me afligiste.
76Sea tu misericordia mi consuelo
como lo prometiste a tu siervo. 
Explicación.
119,65-72 Con cuatro menciones de "bueno" puede componer un tratado de bienes. Dios es bueno y benéfico, buena es la instrucción de Dios y también la aflicción por la que aprendo. El "gusto" es metáfora de discreción o discernimiento: ls 7,15s; Sal 34,9. El pecado por "inadvertencia" (Sal 19,12s) se cura con un escarmiento leve. En 69-70 leemos dos de las pocas imágenes del salmo: dedicadas a enemigos malvados. El último verso adopta la forma clásica de refrán "más vale": compárese con Prov 3,15; 8, 10.19. 
119,73-80 Se contraponen unos "fieles", que reverencian al Señor, y unos insolentes, que calumnian al orante; ellos fracasarán, éste no. De Dios se fija en aspectos complementarios: lo primero es la creación o "hechura" del hombre (Job 10,8); después es Dios maestro que enseña; ha de mostrar su "misericordia y compasión".  
Trasposición cristiana.
Muchos títulos, símbolos o privilegios atribuidos en el judaísmo a la tora son atribuidos en el NT a Jesucristo: luz, agua de la roca, camino, etc. Por tanto, donde leemos ley o mandato podemos pensar en Jesús como Mesías. Como los relatos del Pentateuco son también tora, así y mucho más lo es la vida de Cristo. La lectura se facilita usando la clave del "camino". Jesús se lo apropia como norma de conducta y vía de acceso al Padre, al cual añade los de verdad y vida, también presentes en el salmo. Con su conducta y enseñanza nos enseña "el camino auténtico de la vida".  

Evangelio. Marcos 8,11-13.

11Salieron unos fariseos y empezaron a discutir con él, exigiéndole, para tentarlo, una señal del cielo. 12Dando un profundo suspiro, dijo:
-¡Cómo!, ¿esta generación exige una señal? Os aseguro que a esta generación no se le dará señal.
13Los dejó, se embarcó de nuevo y se marchó al otro lado. 
Explicación.
Travesía en paralelo con la de 6,47-53. El mal espíritu, representado allí por el viento contrario (6,48), está personificado aquí por los fariseos, que continúan la tentación del desierto (11: para tentarlo, cf 1,13)). En vista del éxodo liberador propuesto por Jesús en favor de los paganos (8,1-9), exigen de él una señal espectacular (cf. Sal 78,24; 105,40), prenda de una intervención divina extraordinaria cf.13,4). Quieren ver en Jesús un mesianismo inspirado en la acción liberadora de Moisés, que salvó a Israel destruyendo a los enemigos. Suspiró, tristeza (d. 7,34, del sordo/discípulos; 3,5: «apenado», por los fariseos); generación, la del Mesías, infiel como la del éxodo (Sal 95/94,10s). No habrá señal (cf. 13,14ss).

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