PRIMERA LECTURA. Éxodo 3,1-6.9-12.
Vocación de Moisés (Jue 6,11-16)
1Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trahumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. 2El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó; la zarza ardía sin consumirse.
3Moisés dijo:
-Voy a acercarme a mirar este espectáculo tan admirable: cómo es que no se quema la zarza.
4Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:
-Moisés, Moisés.
Respondió él:
-Aquí estoy.
5Dijo Dios:
-No te acerques. Quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.
6Y añadió:
-Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.
Moisés se tapó la cara temeroso de mirar a Dios.
9La queja de los israelitas ha llegado a mí, y he visto cómo los tiranizan los egipcios. 10Y ahora, anda, que te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas.
11Moisés replicó a Dios:
-¿Quién soy yo para acudir al Faraón o para sacar a los israelitas de Egipto?
12Respondió Dios:
-Yo estoy contigo, y ésta es la señal de que yo te envío: que cuando saques al pueblo de Egipto, daréis culto a Dios en esta montaña.
Explicación.
3,1-6 Aparición e identificación. Domina el verbo ver. El lugar se llama "monte de Dios" o por la próxima aparición o porque ya antes era lugar de culto de los habitantes. La tradición identifica el Horeb con el Sinaí.
"El Ángel del Señor" es con frecuencia una manifestación visual de Dios, mientras que la locución se atribuye directamente a Dios o al Señor. El fuego es el elemento de la divinidad (Gn 15,17; Sal 50,3; 97,3). Símbolo de la presencia inaccesible y generadora de vida y acción; símbolo también de ira y pena de aniquilación. La "zarza", árbol silvestre y humilde, inútil y aun despreciado, es portador de la presencia divina en su elemento, el fuego. No se consume, porque ese fuego no necesita combustible; no se consume porque no tiene culpa que expiar. Como altar natural se ofrece, descubriendo a la vez el carácter trascendente de ese fuego. Cuando venga para la alianza, el Señor se manifestará también con fuego: Moisés está prefigurando la futura experiencia del pueblo.
Es tomado por sorpresa ante el fenómeno extraño. La sorpresa provoca la curiosidad, la indagación temeraria -no la reverencia numinosa que se esperaba-. El Señor lo detiene. Por la presencia de Dios, el lugar está consagrado: el hombre no puede hollarlo con artificios que encubren y protegen. La piel desnuda ha de sentir el contacto de la tierra consagrada (cfr. Jos 5,15).
La aparición se identifica, todavía sin pronunciar su nombre, como el Dios de los patriarcas; co lo cual la etapa histórica que comienza queda abarcada en el arco gigantesco del proyecto histórico del Señor.
3,2 Jue 13,20; Is 29,6.
3,6 Éx 33,20.
3,9-10 Ahora la iniciativa la toma el pueblo, con una reclamación judicial, y Dios despacha a Moisés para que realice la empresa. Algunos comentaristas han descubierto aquí un duplicado y han asignado los versos al Elohísta. En la lógica del relato presente, estos versos precisan: lo que Dios escuchaba era una reclamación legal, su "bajada" consiste en el envío de un mediador humano; dicho de otro modo, la misión de Moisés es la bajada de Dios (para otras bajadas, véanse Gn 11,5.7 y 18.21).
3,11-12 Comienza el diálogo: primero objeción de Moisés. Por su oficio acutal de pastor, y por la experiencia próxima, se siente incapaz de realizar el encargo. La respuesta de Dios es categórica y simple, corriente en vocaciones: Gedeón en Jue 6,12; Jr 1,9.1.
La señal ofrecida por Dios es extraña porque se refiere a la conclusión de la empresa. Normalmente una señal se da en el acto de la misión o a continuación, pero siempre precede. Por eso algunos comentaristas piensan que falta algo; otros invierten el orden y suponen que la señal era el fuego en la zarza (compárese con Jue 6,17-21.36-40). En el relato actual la señal vale precisamente como paradoja. Exige por adelantado la fe y obediencia de Moisés. Cuando haya cumplido su misión y en un acto litúrgico, los israelitas con Moisés serán conscientes de la libertad conseguida, y Moisés reconocerá la validez de su misión.
SALMO. 103,1-4.6-7
(Eclo 18,8-14)
1Bendice, alma mía, al Señor
y todo mi interior,
a su santo nombre.
2Bendice, alma mía, al Señor
y no olvides sus beneficios.
3ÉI perdona todas tus culpas,
cura todas tus dolencias.
4ÉI rescata tu vida de la fosa
y te corona con su bondad y compasión.
6EI Señor hace justicia
y defiende a los oprimidos.
7Enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los israelitas.
Explicación.
103,2 "Beneficios": un uso de "retribución" benéfica raro, compartido sólo con 2 Cr 32,25 y dos proverbios impersonales.
103,3-6 Los seis participios son enumerativos. Podemos agrupar tres: perdona el pecado, causa, cura la enfermedad, consecuencia, salva de la muerte, castigo o destino. Los otros tres introducen la terna "compasión, misericordia, bondad" y la bina "justicia y derecho" a favor de los "oprimidos".
103,3 El "perdonador": el verbo hebreo es raro en el salterio: 25,11, el adjetivo en 86,5, el sustantivo en 130,4. "Médico": Ex 15, 26 y otros.
103,4 "Rescatador" título y acción frecuentes en ls 40-55: significa recobrar una propiedad o una libertad: rescate extremo, del poder de la Muerte. "Coronador": puede significar ceñir una corona o turbante y también, rodear protegiendo. Aquí encaja mejor el segundo significado.
103,6 Hace de charnela. Mirando hacia atrás, generaliza la experiencia personal; mirando adelante, sugiere la primera etapa de Moisés, la "opresión" en Egipto; en Babilonia según Jr 50,33.
103,7 Por la ley del paralelismo, los dos predicados valen para los dos sujetos: véase Ex 19,13. 8. En Ex 34,6 se presenta la fórmula como autoproclamación del Señor. Otros textos litúrgicos ofrecen con variaciones la fórmula: JI 2,13; Jon 4,2; Sal 86,15; 145,8; Neh9,17.
Transposición cristiana.
Este salmo anticipa la revelación por Jesús de la paternidad de Dios, tema central del evangelio de Juan, Puestos a escoger, recordemos el padrenuestro, la oración en la cruz (Lc 23,34), la parábola del hijo pródigo, la revelación de Mt 11,25-27; Lc 10,21 s.
EVANGELIO. Mateo 11,25-27.
25 En aquella ocasión exclamó Jesús:
- Bendito seas, Padre, Señor del cielo y tierra, porque, si has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, se las has revelado a la gente sencilla;
26 sí, Padre, bendito seas, por haberte parecido eso bien.
27 Mi Padre me lo ha entregado todo; al Hijo lo conoce sólo el Padre y al Padre lo conoce sólo el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Explicación.
Los intelectuales no entienden las obras del Mesías, pero sí el pueblo sencillo. Es la ausencia de todo interés torcido lo que permite discernir el plan de Dios. (11,19b). Los sabios y entendidos (Is 29,14): sus mezquinos intereses inutilizan su ciencia. Me lo ha entregado todo, cf. 1,23: "Dios con nosotros"; 3,17; "mi Hijo", La relación íntima entre Jesús y el Padre, por la comunidad de Espíritu (3,16); sólo conoce al Padre quien recibe el Espíritu de Jesús y experimenta el amor de Dios como Padre. El conocimiento de Dios a través del estudio de la Ley (sabios y entendidos) no es verdadero conocimiento. Se atribuye al Padre o a Jesús o que depende de la disposición del hombre (27).
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