Primera Lectura: Éxodo 19,1-2.9-11.16-20.
1Aquel día, al cumplir tres meses de salir de Egipto, los israelitas llegaron al desierto de Sinaí; 2saliendo de Rafidín llegaron al desierto de Sinaí y acamparon allí, frente al monte. 9Moisés comunicó al Señor la respuesta y el Señor le dijo:
-Voy a acercarme a ti en una nube espesa, para que el pueblo pueda escuchar lo que hablo contigo y te crea en adelante.
Moisés comunicó al Señor lo que el pueblo había dicho.
10Y el Señor le dijo:
-Vuelve a tu pueblo, purifícalos hoy y mañana, que se laven la ropa, 11y estén preparados para pasado mañana, pues pasado mañna bajará el Señor al monte Sinaí, a la vista del pueblo.
16Al tercer día por la mañana hubo truenos y relámpagos y una nube espesa en el monte, mientras el toque de la trompeta crecía en intensidad, y el pueblo se echó a temblar en el campamento. 17Moisés sacó al pueblo del campamento a recibir a Dios, y se quedaron firmes al pie de la montaña. 18El monte Sinaí era todo una humareda, porque el Señor bajó a él con fuego; se alzaba el humo como de un horno, y toda la montaña temblaba. 19El toque de la trompeta iba creciendo mientras Moisés hablaba y Dios le respondía con el trueno. 20El Señor bajó a la cumbre del monte Sinaí, y llamó a Moisés a la cumbre.
Explicación.
19,1-2 De nuevo tropezamos con la preocupación topográfica y cronológica del autor sacerdotal. En los supuestos tres meses han cabido los episodios o experiencias de la comida y bebida milagrosas, una victoria y un acto de organización interna.
19,9 El trato de Moisés es privilegiado. El Señor se le acerca, velado en la nube, y le confiere autoridad permanente ante el pueblo. "Creer": como en 14,31. Se aprecia la función mediadora de Moisés: comunica al pueblo la propuesta de Dios, comunica a Dios la respuesta del pueblo.
19,10-11 Purificaciones rituales que preparan para la celebración litúrgica (cfr. Lv 11 y 14-1; se refiere a este pasaje por contraposición Heb 12,20). El Señor "baja" desde el cielo a la montaña, no habita en ella.
19,16-19 La teofanía combina fenómenos cósmicos con acciones litúrgicas. El narrador quiere describir aquí una escena impresionante. El soberano baja desde su reino celeste, acompañado de un espectacular y terrible agitación cósmica: cielo sacudido por la tormenta, tierra por el terremoto; truenos que delatan la cercanía, trompetas que anuncian la presencia. El pueblo, temeroso y sobrecogido, que acude procesionalmente, guiado por Moisés, a recibir al soberano.
Algunos interpretan el fuego como erupción volcánica, pero es reductible a un rayo que incendia el monte (cfr. Sal 104,32). Son litúrgicos: el doble toque de trompeta que anuncia la presencia de Dios (Cfr. Sal 47,6; Eclo 50,16), la procesión desde el campamento hasta el pie del monte, la posición de firmes. El trueno es la voz de Dios (texto clásico: Sal 29). La situación final es ordenada: el pueblo al pie de la montaña, el Señor que baja y Moisés que sube. La montaña media entre cielo y tierra, según concepciones antiguas.
Salmo: Daniel 3,52-56.
52Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
a ti gloria y alabanza por los siglos.
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, santo y glorioso,
a éL gloria y alabanza por Los siglos.
53Bendito eres en eL templo de tu santa gloria,
a ti gloria y alabanza por Los siglos.
54Bendito eres en tu trono real,
53Bendito eres en eL templo de tu santa gloria,
a ti gloria y alabanza por Los siglos.
54Bendito eres en tu trono real,
a ti gloria y alabanza por los siglos.
55Bendito cuando cabalgas sobre querubines
sondeando Los abismos,
55Bendito cuando cabalgas sobre querubines
sondeando Los abismos,
a ti gloria y alabanza por los siglos.
56Bendito eres en la bóveda del cielo,
56Bendito eres en la bóveda del cielo,
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Explicación.
3,53-54 Templo y trono celestes, del rey del cielo
3,56 La bóveda es el firmamento.
Evangelio: Mateo 13,10-17.
10 Se le acercaron los discípulos y le preguntaron:
- ¿Por qué razón les hablas en parábolas?
11 Él les contestó:
- A vosotros se os han dado a conocer los secretos de reinado de Dios; a ellos, en cambio, no se les han dado;
12 y al que produce se le dará hasta que le sobre, mientras al que no produce se le quitará hasta lo que ha recibido.
13 Por esa razón les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender.
14 Se cumple en ellos la profecía de Isaías:
Por mucho que oigáis no entenderéis,
por mucho que veáis no percibiréis:
15 Porque está embotada la mente de este pueblo;
son duros de oído, han cerrado los ojos
para no ver con los ojos ni oír con los oídos
ni entender con la mente
ni convertirse
para que yo los cure (Is 6,9-10).
16 ¡Dichosos, en cambio, vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen!
17 Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron, y oír lo que oís vosotros, y no lo oyeron.
EXPLICACIÓN.
10 - 17. Aparte con los discípulos. No ven la razón de hablar en parábolas; piensan que el mensaje es accesible a todos. Respuesta de Jesús: ellos, por su convivencia con él, han podido conocer lo que implica el reinado de Dios (universalidad, cese del privilegio e instituciones de Israel, señorío del hombre sobre la Ley), mientras las multitudes siguen aferradas al espíritu nacionalista. Eso las incapacita: se requiere una ruptura con esa ideología para entender el mensaje (11). Al que produce (lit. "al que tiene"), forma dinámica en vez de la estático-resultativa (cf. 16,7.8; 25,29); paralelamente, al que no produce, lo que ha recibido (12). Los discípulos deben saber apreciar su circunstancia (16).
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