Primera Lectura: Santiago 4,1-10.
1¿De dónde esas guerras y de dónde esas luchas entre vosotros? ¿No será precisamente de esos apetitos agresivos que lleváis en el cuerpo? 2Deseáis y no obtenéis, sentís envidia y despecho y no conseguís nada; 3lucháis y os hacéis la guerra, y no obtenéis, porque no pedís; o si pedís, no recibís, porque pedís mal, para satisfacer vuestros apetitos.
4Idólatras, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es hostilidad contra Dios? Por tanto, quien decide ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios.
5¿No os parece que por algo dice aquel texto de la Escritura: "Desea con envidia el espíritu que él metió en nosotros, pero la gracia que concede es mayor"? 6Por eso dice:"Dios se enfrenta con los arrogantes, pero concede gracia a los humildes" (Prov 3,34 LXX).
7Por consiguiente, someteos a Dios; resistid al diablo y os huirá. 8Acercaos a Dios y él se os acercará: lavaos las manos, pecadores; purificaos el corazón, indecisos. ¡Empezad el lamento, el duelo y el llanto! 9¡Conviértase vuestra risa en duelo y vuestra alegría en consternación! 10Humillaos ante el Señor y él os levantará.
EXPLICACIÓN.
1-10. Era un lugar común de la filosofía del tiempo que los conflictos y luchas tienen su origen en la agresividad de los apetitos corporales. Es inútil la oración que procede de motivaciones inaceptables. El ansia de satisfacer los propios apetitos corrompe incluso la oración (1-3).
Infieles, lit. "adúlteras", según la tradicional imagen profética para la idolatría. Los que se acomodan a los valores de la sociedad injusta reniegan de Dios (cf. Mt 6,24) (4).
Otra explicación del origen de los conflictos: el espíritu del hombre, aunque dado por Dios, se corrompe; sin embargo, en el creyente hay un nuevo factor, la gracia o favor divino, capaz de vencer la mala inclinación; de ahí la cita de PRov 3,34 (LXX) (5-6) y, por asociación de palabras, la exhortación a la sumisión a Dios. Hay que tomar partido por Dios en contra del mundo (7).
Describe la conversión en términos litúrgicos tomados del AT: acercarse a Dios, purificarse de las malas acciones y de la falta de compromiso (8), tiempo de luto penitencial (9), para postrarse finalmente ante Dios, que levantar, perdonando al que se arrepiente (10).
Salmo: 55,7-11.23.
7Pienso: ¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
8Entonces huiría muy lejos,
me hospedaría en el desierto;
9 aprisa me pondría a salvo
de la tormenta y el huracán.
10iConfunde, Señor,
divide sus lenguas!
Pues veo en la ciudad violencia y discordia:
11día y noche hacen la ronda de las murallas,
en su recinto crimen e injusticia,
23-Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará;
nunca permitirá que el justo caiga.
Explicación.
55,7-8 El miedo incita a la fuga o paraliza. Aquí asistimos a una síntesis peculiar de inacción física y fuga imaginaria. El miedo esta vez moviliza la imaginación. Encerrado en una ciudad presidiada, la única escapatoria es por el aire. El vuelo de la fantasía es coherente; la paloma vuela, busca morada, revuela alejándose, se posa: véase Sal 11,1. Tensión de urbe y desierto, acogimiento y desolación, cuyos valores se invierten.
55,9-10a El hebreo vocaliza como imperativos, con recuerdo de la confusión de Babel. Si vocalizamos como sustantivos, el resultado es: "aprisa me pondría a salvo de la tormenta, del huracán que devora, Señor, del torrente de sus lenguas". En la zona del aire la paloma se siente perseguida por el huracán que traga todo en su torbellino; y cuando iba a posarse, se ve amenazada por una riada.
55,10b-12 Nos asomamos con el poeta a observar la ciudad anónima. Si suponemos que es Jerusalén, se agrava la oposición de la discordia en la Ciudad de Paz. El recurso poético consiste en personificar siete calamidades y repartirlas por la ciudad como una fuerza hostil de ocupación. En las "murallas", signo de protección ciudadana, "hacen la ronda", garantía de seguridad, día y noche, Violencia y Discordia. Por el "interior" circulan, o se han adueñado de él Crimen, Injusticia y Calamidad; de "calles y plazas" no se apartan Crueldad y Engaño.
55,23 De repente se escucha una voz que interrumpe el discurso. Voz litúrgica, de un funcionario del templo pronunciando un oráculo. O voz interna, de Dios, que se hace escuchar sin trabas.
Transposición cristiana.
Pronunciado el salmo por Cristo en la pasión, emergen algunas correspondencias: la alianza de poderes en la ciudad (Hch 4,27), la traición de Judas (Mt 26,23; Jn 13,26s), la angustia en Getsemaní (Mc 14,33; Jn 13,21). En las huellas del Maestro pronuncia el salmo el cristiano perseguido.
Evangelio: Marcos 9,30-37.
(Mt 17,22-23; Lc 9,43b-45)
30Se marcharon de allí y fueron atravesando Galilea; no quería que nadie se enterase, 31porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía:
-Al Hombre lo van a entregar en manos de ciertos hombres, y lo matarán; pero, después que lo maten, a los tres días resucitará.
32pero ellos no entendían aquel dicho y les daba miedo preguntarle.
33ªy llegaron a Cafarnaún.
Los Doce y «el chiquillo»: Los dos grupos de seguidores (Mt 18,1-5; Lc 9,46-48)
33bCuando llegó a la casa, les preguntó:
-¿De qué hablabais por el camino?
-¿De qué hablabais por el camino?
34Ellos guardaron silencio, pues en el camino habían discutido entre ellos quién era el más grande. 35Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
-Si uno quiere ser primero, ha de ser último de todos y servidor de todos.
36Y cogiendo a un criadito, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
37 -El que acoge a un chiquillo de éstos como si fuera a mí mismo, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no es a mí a quien acoge, sino al que me ha enviado.
Explicación
Quinta sección: Diferencia en el seguimiento entre los discípulos/los Doce (israelitas) y el grupo no israelita, representado ahora por «el chiquillo» (3,36s), el exorcista (9,38s), «los pequeños» (9,42) y de nuevo por «chiquillos» (10,13-16). La sección se compone de introducción (9,30-33a) y dos trípticos (9,33b-50; 10,13-31), separados por una perícopa central (10,1-12).
Introducción (9,30-33a): Viaje hasta Cafarnaún. Ante la incomprensión de los discípulos, Jesús reitera la enseñanza (cf. 8,31) sobre el destino del Hombre (él y sus seguidores). Insistencia sobre la muerte (lo matarán, pero después que lo maten), para hacer resaltar la resurrección, la continuidad de la vida (30-31). Los discípulos, refractarios a la enseñanza (32).
33b-50. Primer tríptico.
(9,33b-37): En Cafarnaún, en la casa/hogar (gr. oikia), figura de la comunidad (2,15: los dos grupos de seguidores: discípulos/israelitas y «pecadores»}. Pregunta comprometedora (33). Ambición de preeminencia, según el criterio del judaísmo, en contraste con la enseñanza anterior (34). El silencio muestra su obcecación (cf. 3,5).Llamó, porque no «están con él», sino distanciados; los Doce, los discípulos en cuanto constituyen el Israel mesiánico; Jesús va a recordarles lo que significa «estar con él" (3,14). Primero, el que está más cerca de Jesús en el seguimiento (la verdadera preeminencia). Se explicita la primera condición (8,34): ser último de todos y servidor de todos equivale a «renegar de sí mismo», renunciando a toda ambición (35). El criadito (lit. «el chiquillo» o pequeño servidor, cf. Mt 18,2), al mismo tiempo el último de todos y el servidor de todos; cogiendo, Jesús no lo llama, porque «está con él»: es figura de los seguidores no israelitas (no incluidos en los Doce/los discípulos) (3,32.34; 4,10; 5,24b; 7,14; 8,34; 9,25); en medio, como modelo; lo abrazó, amor e identificación (3,35: «hermano mío y hermana y madre») (36). En la misión, llevan la presencia de Jesús y del Padre (37). Me muestra las tendencias y tensiones existentes en su época.
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