Primera Lectura. Génesis 3,1-8.
1La serpiente era el animal más astuto de cuantos el Señor Dios había creado; y entabló conversación con la mujer:
-¿Conque Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del parque?
2La mujer contestó a la serpiente:
3-¡No! Podemos comer de todos los árboles del jardín; solamente del árbol que está en medio del jardín nos ha prohibido Dios comer o tocarlo, bajo la pena de muerte.
4La serpiente replicó:
5-¡Nada de pena de muerte! Lo que pasa es que sabe Dios que, en cuanto comáis de él, se os abrirán los ojos y seréis como Dios, versados en el bien y el mal.
6Entonces la mujer cayó en la cuenta de que el árbol tentaba el apetito, era una delicia de ver y deseable para tener acierto. Tomó fruta del árbol, comió y se la alargó a su marido, que comió con ella.
7Se le abrieron los ojos a los dos y descubrieron que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron. 8Oyeron al Señor Dios, que se paseaba por el jardín tomando el fresco. El hombre y su mujer se escondieron entre los árboles del jardín, para que el Señor Dios no los viera.
Explicación.
3,1 La serpiente representa en las culturas circundantes la fuerza hostil a Dios y a su plan. Personificación del mal activo, seductor o agresor. Ben Sira no la menciona (Eclo 15,11-20: origen del pecado); Sab 2,24 habla de la "envidia del diablo"; Ap 12,8-9 acumula nombres, identificando e interpretando: "dragoón, serpiente primordial, satán, diablo, acusador" ("acusador" traduce el griego diabolos, el cual traduce el hebreo satán).
Además el nombre hebreo de serpiente coincide con el de "vaticinio". El falso oráculo es arma de la serpiente contra Eva: quita la base a la prohibición de Dios, le atribuye aviesas intenciones, promete como bienl o que es mal; pues conocer el mal por experiencia es un mal. Sobre semejante oráculo: Sal 14; Hab 2,18 "maestro de mentiras".
3,5 Véase Ez 28,2.
3,6 Aludido por Pablo en 2 Cor 11,3.
3,7 La relación mutua se turba con la vergüenza y surge el encubrimiento. La relación con Dios se turba con la cautela y el miedo, y sucede otro encubrimiento; Ap 3,18; Eclo 23,18-19.
3,7 Gn 20,22s.
3,8 Eclo 24,18.
Salmo. 32,1-2.5-7.
1 ¡Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han enterrado su pecado!
2 ¡Dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito
y cuya conciencia no queda turbia!
5 Te declaré mi pecado,
no te encubrí mi delito;
propuse confesarme
de mis delitos al Señor;
y tú perdonaste
mi culpa y mi pecado.
6 Por eso, que todo fiel te suplique, [...]
y la avenida de aguas torrenciales
no la alcanzará.
7 Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
cuando grito ¡socorro!, me rodeas.
Explicación.
32,1-2 El salmo 1 exaltaba la dicha de no pecar; éste la de sentirse perdonado. para los humanos, aun los "fieles", quizá cuente más lo segundo. El pecado lleva tres nombres corrientes; también el perdón tiene tres verbos. Es común nsa´; cubrir se lee también en Sal 85,3; Neh 3,37 (nosotros decimos "correr un velo"); no apuntar pertenece al lenguaje comercial. No hay que suprimir la última frase: ruh es la conciencia, remiya es el engaño ajeno y propio.
32,5 En tres versos breves se aprieta el tiempo de confesión y perdón. Se repiten los tres términos del pecado de 1-2, el primer verbo de perdonar; y se repite "cubrir", con nuevo significado al cambiar el sujeto. El hombre des-cubre su pecado al confesarlo, Dios lo cubre al perdonarlo.
32,6 Empiezan a divergir las explicaciones: "a la hora de hallar (a Dios), cierto, la inundación...", "en la hora / cuando lo alcance la tribulación". Mi solución se apoya en la doble redundancia en 6 y 9, en el principio del paralelismo aun a distancia, en los pronombres personales.
La inundación o avenida, real o metafórica, es conocida: Is 28,3.15.17s; Ez 13,11.13; Sal 69,3.16.
32,7 También es dudoso "grito: ¡Socorro!". Alternativa: "clamor de liberación".
TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.
Pablo cita los primeros versos en Rom 4,7s como ejemplo de salvación gratuita de Dios; y como el salmo habla de "hombre", el principio vale para cualquiera. Sobre la confesión compárese con 1 Jn 1,8.
Evangelio. Marcos 7,31-37.
31Dejó Jesús la comarca de Tiro, pasó por Sidón y llegó de nuevo al mar de Galilea por mitad del territorio de la Decápolis.
Incomprensión de los discípulos: El sordomudo
32Le llevaron un sordo tartamudo y le suplicaron que le aplicase la mano. 33Lo tomó aparte, separándolo de la multitud, le metió los dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. 34Levantando la mirada al cielo dio un suspiro y le dijo:
-Effatá (esto es: «ábrete»).
35Inmediatamente se le abrió el oído, se le soltó la traba de la lengua y hablaba normalmente. 36Les advirtió que no lo dijeran a nadie, pero, cuanto más se lo advertía, más y más lo pregonaban ellos. 37Extraordinariamente impresionados, decían:
-¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
EXPLICACIÓN.
(7,31-37): Los casos de sordera o ceguera en el Evangelio (cf.8,24b; 10,46b) escenifican la incomprensión expresada en 4,12 (<<por más que vean no perciban y por más que escuchen no entiendan»). El episodio está en paralelo con el de 6,35-37, que mostraba la incomprensión de los discípulos antes del reparto de pan a la multitud judía. Son los discípulos o seguidores israelitas, no mencionados en la escena y que no habían entendido el dicho anterior de Jesús (7,18), quienes están representados por el sordo tartamudo (cf Is 35,6 LXX, del éxodo de Babilonia, lo que pone a la escena en clave de liberación de una esclavitud, la de la ideología nacionalista de poder). No entienden el mensaje de Jesús por no haber aceptado la universalidad del Reino. La curación se hace separándose de la multitud (seguidores no israelitas, cf. 7,14) (33), como en 7,17ss la pregunta de los discípulos y la respuesta de Jesús. Suspiró, tristeza, pena (cf, 8,12, de los fariseos) (34). El plural los sordos, los mudos, en la frase final (37), que se refiere a la única curación anterior, muestra de nuevo que el sordo es una figura representativa.
1La serpiente era el animal más astuto de cuantos el Señor Dios había creado; y entabló conversación con la mujer:
-¿Conque Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del parque?
2La mujer contestó a la serpiente:
3-¡No! Podemos comer de todos los árboles del jardín; solamente del árbol que está en medio del jardín nos ha prohibido Dios comer o tocarlo, bajo la pena de muerte.
4La serpiente replicó:
5-¡Nada de pena de muerte! Lo que pasa es que sabe Dios que, en cuanto comáis de él, se os abrirán los ojos y seréis como Dios, versados en el bien y el mal.
6Entonces la mujer cayó en la cuenta de que el árbol tentaba el apetito, era una delicia de ver y deseable para tener acierto. Tomó fruta del árbol, comió y se la alargó a su marido, que comió con ella.
7Se le abrieron los ojos a los dos y descubrieron que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron. 8Oyeron al Señor Dios, que se paseaba por el jardín tomando el fresco. El hombre y su mujer se escondieron entre los árboles del jardín, para que el Señor Dios no los viera.
Explicación.
3,1 La serpiente representa en las culturas circundantes la fuerza hostil a Dios y a su plan. Personificación del mal activo, seductor o agresor. Ben Sira no la menciona (Eclo 15,11-20: origen del pecado); Sab 2,24 habla de la "envidia del diablo"; Ap 12,8-9 acumula nombres, identificando e interpretando: "dragoón, serpiente primordial, satán, diablo, acusador" ("acusador" traduce el griego diabolos, el cual traduce el hebreo satán).
Además el nombre hebreo de serpiente coincide con el de "vaticinio". El falso oráculo es arma de la serpiente contra Eva: quita la base a la prohibición de Dios, le atribuye aviesas intenciones, promete como bienl o que es mal; pues conocer el mal por experiencia es un mal. Sobre semejante oráculo: Sal 14; Hab 2,18 "maestro de mentiras".
3,5 Véase Ez 28,2.
3,6 Aludido por Pablo en 2 Cor 11,3.
3,7 La relación mutua se turba con la vergüenza y surge el encubrimiento. La relación con Dios se turba con la cautela y el miedo, y sucede otro encubrimiento; Ap 3,18; Eclo 23,18-19.
3,7 Gn 20,22s.
3,8 Eclo 24,18.
Salmo. 32,1-2.5-7.
1 ¡Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han enterrado su pecado!
2 ¡Dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito
y cuya conciencia no queda turbia!
5 Te declaré mi pecado,
no te encubrí mi delito;
propuse confesarme
de mis delitos al Señor;
y tú perdonaste
mi culpa y mi pecado.
6 Por eso, que todo fiel te suplique, [...]
y la avenida de aguas torrenciales
no la alcanzará.
7 Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
cuando grito ¡socorro!, me rodeas.
Explicación.
32,1-2 El salmo 1 exaltaba la dicha de no pecar; éste la de sentirse perdonado. para los humanos, aun los "fieles", quizá cuente más lo segundo. El pecado lleva tres nombres corrientes; también el perdón tiene tres verbos. Es común nsa´; cubrir se lee también en Sal 85,3; Neh 3,37 (nosotros decimos "correr un velo"); no apuntar pertenece al lenguaje comercial. No hay que suprimir la última frase: ruh es la conciencia, remiya es el engaño ajeno y propio.
32,5 En tres versos breves se aprieta el tiempo de confesión y perdón. Se repiten los tres términos del pecado de 1-2, el primer verbo de perdonar; y se repite "cubrir", con nuevo significado al cambiar el sujeto. El hombre des-cubre su pecado al confesarlo, Dios lo cubre al perdonarlo.
32,6 Empiezan a divergir las explicaciones: "a la hora de hallar (a Dios), cierto, la inundación...", "en la hora / cuando lo alcance la tribulación". Mi solución se apoya en la doble redundancia en 6 y 9, en el principio del paralelismo aun a distancia, en los pronombres personales.
La inundación o avenida, real o metafórica, es conocida: Is 28,3.15.17s; Ez 13,11.13; Sal 69,3.16.
32,7 También es dudoso "grito: ¡Socorro!". Alternativa: "clamor de liberación".
TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.
Pablo cita los primeros versos en Rom 4,7s como ejemplo de salvación gratuita de Dios; y como el salmo habla de "hombre", el principio vale para cualquiera. Sobre la confesión compárese con 1 Jn 1,8.
Evangelio. Marcos 7,31-37.
31Dejó Jesús la comarca de Tiro, pasó por Sidón y llegó de nuevo al mar de Galilea por mitad del territorio de la Decápolis.
Incomprensión de los discípulos: El sordomudo
32Le llevaron un sordo tartamudo y le suplicaron que le aplicase la mano. 33Lo tomó aparte, separándolo de la multitud, le metió los dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. 34Levantando la mirada al cielo dio un suspiro y le dijo:
-Effatá (esto es: «ábrete»).
35Inmediatamente se le abrió el oído, se le soltó la traba de la lengua y hablaba normalmente. 36Les advirtió que no lo dijeran a nadie, pero, cuanto más se lo advertía, más y más lo pregonaban ellos. 37Extraordinariamente impresionados, decían:
-¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
EXPLICACIÓN.
(7,31-37): Los casos de sordera o ceguera en el Evangelio (cf.8,24b; 10,46b) escenifican la incomprensión expresada en 4,12 (<<por más que vean no perciban y por más que escuchen no entiendan»). El episodio está en paralelo con el de 6,35-37, que mostraba la incomprensión de los discípulos antes del reparto de pan a la multitud judía. Son los discípulos o seguidores israelitas, no mencionados en la escena y que no habían entendido el dicho anterior de Jesús (7,18), quienes están representados por el sordo tartamudo (cf Is 35,6 LXX, del éxodo de Babilonia, lo que pone a la escena en clave de liberación de una esclavitud, la de la ideología nacionalista de poder). No entienden el mensaje de Jesús por no haber aceptado la universalidad del Reino. La curación se hace separándose de la multitud (seguidores no israelitas, cf. 7,14) (33), como en 7,17ss la pregunta de los discípulos y la respuesta de Jesús. Suspiró, tristeza, pena (cf, 8,12, de los fariseos) (34). El plural los sordos, los mudos, en la frase final (37), que se refiere a la única curación anterior, muestra de nuevo que el sordo es una figura representativa.
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