domingo, febrero 01, 2015

LECTURAS DEL DOMINGO 15 DE FEBRERO DEL 2015.

Primera Lectura. Levítico 13,1-2.44-46.

1El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
2-[a] Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel y se le produzca una afección cutánea, será llevado ante Aaraón, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes.
44Se trata de un hombre con afección cutánea: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de afección en la cabeza.
45>>El que ha sido declarado enfermo de afección cutánea andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: "¡impuro, impuro"! 46Mientras le dure la afección seguirá impuro. Vivirá apartado y tendrá su morada fuera del campamento.

Explicación.

13,1 La primera cosa para asomarse correctamente a este capítulo es no traducir el término hebreo por "lepra". Los síntomas descritos no corresponden en manera alguna a lo que la medicina moderna llama lepra; la cual era desconocida en el oriente próximo antes de Alejandro. Ciertamente, todos los casos descritos se refieren a enfermedades de la piel, que de algún modo deforman la apariencia del hombre y no le permiten presentarse ante Dios, y que pueden ser contagiosas o repugnantes para los demás.
         Distinguirlos con precisión clínica, según criterios modernos, es imposible en muchos casos: porque los síntomas no son suficientes, porque sospechamos que el autor ha mezclado o confundido datos. Dos casos resultan suficientes claros: calvicie o alopecia (40-41) y vitíligo o leucodermia (38-39).
         El capítulo se reparte en siete apartados, probablemente con el deseo de ser completo. Varios términos que el autor emplea con valor técnico son para nosotros dudosos. No podemos negar el carácter higiénico de muchas de estas prescripciones: varias afecciones descritas son contagiosas, y la asamblea cúltica podía ser lugar de contagio. La legislación cúltica favorecía la atención prestada a enfermos con el diagnóstico tempestivo, la segregación, indirectamente la cura. Pero no es ése el interés del autor; su perspectiva es rigurosamente cúltica, las enfermedades de la piel producen un estado de impureza que, si es posible, se deben remover.

13,44-46 En caso extremo, de enfermedad incurable, el enfermo es alejado de la comunidad: para circunscribir el contagio, pensamos nosotros; para que no contamine el culto, piensa el autor. Véase el episodio de 2 Re 7 y el grito de Lam 4,15. De este tipo parecen ser los casos que recoge Lc 17par.

Salmo. 32,1-2.5.11

1 ¡Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han enterrado su pecado!
2 ¡Dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito
y cuya conciencia no queda turbia!

5 Te declaré mi pecado,
no te encubrí mi delito;
propuse confesarme
de mis delitos al Señor;
y tú perdonaste
mi culpa y mi pecado.

11 Festejad al Señor, los honrados, alegraos,
aclamadlo, los hombres sinceros.


Explicación.

32,1-2 El salmo 1 exaltaba la dicha de no pecar; éste la de sentirse perdonado. para los humanos, aun los "fieles", quizá cuente más lo segundo. El pecado lleva tres nombres corrientes; también el perdón tiene tres verbos. Es común nsa´; cubrir se lee también en Sal 85,3; Neh 3,37 (nosotros decimos "correr un velo"); no apuntar pertenece al lenguaje comercial. No hay que suprimir la última frase: ruh es la conciencia, remiya es el engaño ajeno y propio.

32,5 En tres versos breves se aprieta el tiempo de confesión y perdón. Se repiten los tres términos del pecado de 1-2, el primer verbo de perdonar; y se repite "cubrir", con nuevo significado al cambiar el sujeto. El hombre des-cubre su pecado al confesarlo, Dios lo cubre al perdonarlo.

TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

Pablo cita los primeros versos en Rom 4,7s como ejemplo de salvación gratuita de Dios; y como el salmo habla de "hombre", el principio vale para cualquiera. Sobre la confesión compárese con 1 Jn 1,8. 

Segunda Lectura. 1 Corintios 10,31-11,1

   31-De todas formas, hagáis lo que hagáis, comer, beber o lo que sea, hacedlo todo para honra de Dios; 32no seáis un impedimiento para los judíos ni griegos ni para la comunidad, 33como yo a mi vez procuro en todo dar satisfacción a todos, no buscando mi provecho, sino el de la gente, para que se salven.

11       1Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.

EXPLICACIÓN.

En los casos concretos, la solución no es fácil; no puede darse un principio tajante, pero la tendencia del cristiano ha de ser mirar por el bien del prójimo (31-33). Ejemplo de Pablo (11,1).

Evangelio. Marcos 1,40-45.

40Se le acercó un leproso y le suplicó de rodillas:
-Si quieres, puedes limpiarme.
41Conmovido, extendió la mano y lo tocó diciendo:
-Quiero, queda limpio.
43 Al momento se le quitó la lepra y quedó limpio. 43Reprimiéndolo, lo sacó fuera enseguida 44 y le dijo:
-¡Cuidado con decirle nada a nadie! Al contrario, ve a que te examine el sacerdote y ofrece por tu purificación lo que prescribió Moisés como prueba contra ellos.
45Pero él, al salir, se puso a proclamar y a divulgar el mensaje a más y mejor; en consecuencia, Jesús no podía ya entrar manifiestamente en ninguna ciudad; se quedaba fuera, en despoblado, pero acudían a él de todas partes.


EXPLICACIÓN.

El leproso es el caso extremo y el prototipo de la marginación religiosa. y social, impuesta por la Ley (Lv 13,45s). Al acercarse a Jesús está violando la Ley. Si quieres, puedes, dicho de Dios en Sab 12,18 (40). Conmovido, usado de Dios en el judaísmo (en el NT, sólo de Jesús): el amor de Dios por los hombres, manifestado en Jesús. Él no reconoce marginación alguna; la establecida por la Ley no corresponde a lo que Dios es y quiere: el reinado de Dios no excluye a nadie de la salvación. Viola la ley, toando al leproso (41). Es pronto para divulgar un mensaje tan radical, la invalidez de la ley de lo puro/impuro y la Igualdad de todos !os hombres ante el Reino. Los ritos impuestos por Moisés (no por Dios; cf Lv 14,1-32) demuestran la dureza de aquel pueblo (como prueba contra ellos, cf Dt 31,26) (42-44). Desobediencia del hombre. En consecuencia, Jesús queda marginado, pero aumenta el concurso de gente (45). Se abre así el Reino a todos los excluidos como Impuros por la Ley judía, incluidos los paganos.

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