viernes, agosto 01, 2014

LECTURAS DEL VIERNES 22 DE AGOSTO DEL 2014.

Primera Lectura. Isaías 9,1-6.

1El pueblo que caminaba a oscuras
vio una luz intensa,
los que habitaban un país de sombras
se inundaron de luz.
2Acreciste la alegría, aumentaste el gozo:
gozan en tu presencia, como se goza en la siega,
como se alegran los que se reparten el botín.
3Porque la vara del opresor, el yugo de sus cargas,
su bastón de mando
los trituraste como el día de Madián.
4Porque la bota que pisa con estrépito
y la capa empapada en sangre
serán combustible, pasto del fuego.
5Porque un niño nos ha nacido,
nos han traído un hijo:
lleva el cetro del principado y se llama
"Milagro de Consejero, Guerrero divino,
Jefe Perpetuo, Príncipe de la Paz".
6Su glorioso principado y la paz no tendrán fin,
en el trono de David y en su reino;
se mantendrá y consolidará
con la justicia y el derecho,
desde ahora y por siempre.
El celo del Señor de los ejércitos lo realizará.

Explicación.

9,1 En la tiniebla, símbolo del caos y la muerte, surge repentina la luz como en una nueva creación.

9,3 El "día de Madián" es la victoria de Gedeón, cuando las antorchas brillaron en la noche espantando al enemigo (Jue 7).

9,4 Visión impresionista de la guerra, en trazos visual y auditivo.

9,5 El verso más breve y más denso. El verbo está en pasiva, sugiriendo que el dador es Dios. El recién nacido recibe un nombre cuádruple: cuatro oficios de corte -evitando el título de rey- cada uno con una determinación que lo eleva a esfera sobrehumana.

9,6 Se explica el nombre, en un horizonte sin límites, con el centro en la dinastía davídica. No hay falta ni limitación en esa paz y justicia que se dilatan en el espacio y el tiempo. La explicación no recoge el título de "guerrero". Los cristianos aplicaron el texto a Jesucristo. El "celo" o amor apasionado del Señor cumplirá esta promesa (Jl 2,18; Zac 1,14).

Salmo. 113,1-8.

(1 Sm 2; Lc 1,46-53)
1Aleluya. Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
2Bendito sea el nombre del Señor
ahora y por siempre.
3De la salida del sol hasta el ocaso,
sea alabado el nombre del Señor.
4El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
5¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que encumbra su trono
6y abaja su mirada en el cielo y la tierra?
7Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
8para sentarlo con los nobles,
con los nobles de su pueblo. 


Explicación.

113 Género. Himno al nombre de Yhwh y a un aspecto de su acción entre los hombres. La situación es genérica.
El nombre . Al principio Dios pone nombre a los seres; después le pasa la tarea a Adán (Gn 1-2). ¿Quién le pone nombre propio a Dios? -Dios solo. Puede rehusarlo (Gn 32,30; Jue 13,6.17s); puede concederlo (Ex 3 y 34). Al comunicar su nombre personal, Dios se arriesga: lo da para el uso, lo expone al abuso; con un mandamiento lo protege del abuso. El hombre lo invoca, respeta, alaba, incluso lo ama (ls 56,5); impone a sus hijos nombres compuestos de -yahu, Yeho-. El nombre Yhwh es único: Zac 14,9.
La acción. La acción del Señor cambiando las suertes es pariente del canto de Ana (1 Sm 2) y del Magnificat (Lc 1); difiere porque habla sólo de exaltación, no de humillación. La paradoja es que el Señor elevado se abaja para elevar al hombre.
Composición. Se puede dividir en tres estrofas de tres versos: alabanza del nombre (1-3), el Señor en el cielo (4-6), su acción en la tierra (7-9). El término "nombre" se pronuncia tres veces; Yhwh / Yh ocho / siete veces (reteniendo el Aleluya final o pasandóselo al salmo siguiente, como en los LXX). Hay que leer como quiasmos los versos 2-3 y 5-6, según el esquema A BB A.
113,1 El nombre Yhwh es una de sus mediaciones. Pronunciado endereza la alabanza.
113,2 El salmo es un eslabón en una cadena perpetua.
113,3 Sigue el movimiento del sol, que abarca toda la tierra (Sal 19).
113,4 "Todos los pueblos" como 99,2; no divinidades como 97,9. Compárese la "gloria" celeste con la de Is 6.
113,5-6 Atención a la lectura quiástica. Un buen comentario en 1 s 57,15; para la mirada, Is 63,15 combinado con 66,2.
113,7-8 Pobres e indigentes vivían de la caridad pública, sin voz ni voto en los asuntos públicos. El Señor los levanta para que participen en el senado o concejo.
Trasposición cristiana.
 El movimiento de bajar para elevar culmina en el misterio de la encarnación. Léase el himno de Flp 2,6-11. Por mediación de ls 54 y su cita en Gal 4,27, pasamos a una lectura eclesiológica del final.

Evangelio. Lucas 1,26-38.

26 A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea que se llamaba Nazaret,
27 a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
28 Entrando adonde estaba ella, el ángel le dijo:
- Alégrate, favorecida, el Señor está contigo.
29 Ella se turbó al oír estas palabras, preguntándose qué saludo era aquél.
30 El ángel le dijo:
- No temas, María, que Dios te ha concedido tu favor.
31 Mira, vas a concebir en tu seno y a dar a luz un hijo, y le pondrás de nombre Jesús.
32 Éste será grande, lo llamarán Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David su antepasado;
33 reinará para siempre en la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin.
34 María dijo al ángel:
-¿Cómo sucederá eso, si no vivo con un hombre?
35 El ángel le contestó:
- El Espíritu Santo bajará sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, al que va a nacer lo llamarán "Consagrado", "Hijo de Dios".
36 Y mira, también tu pariente Isabel, en su vejez, ha concebido un hijo, y la que decían que era estéril está ya de seis meses,
37 porque para Dios no hay nada imposible.
38 Respondió María:
- Aquí está la sierva del Señor; cúmplase en mi lo que has dicho.
Y el ángel la dejo.


EXPLICACIÓN.

La concepción de Juan estaba en paralelo con la de Isaac; la de Jesús lo está con la creación de Adán. Nace de Dios mismo y es principio de una nueva humanidad.

Nazaret (26), nunca nombrado en el AT: lugar no ligado a promesa o expectación mesiánica alguna; esta intervención divina no va a representar una continuidad con el pasado. Galilea, la provincia alejada del centro de la institución judía. La escena no se desarrolla en ambiente oficial: no en el templo, sino en una casa; su protagonista no es un sacerdote, sino una virgen (27) sin genealogía ni mención de observancia (cf. 1,6). Sentido teológico de la virginidad: la absoluta fidelidad a Dios (por oposición a la esposa "adúltera" o "prostituida", figuras del pueblo extraviado, cf. Os 2,4ss; Jr 3,6-13; Ez 16). María representa a "los pobres" de Israel, sin relieve social.

Saludo de alegría (cf. Zac 9,9; Sof 3,14), horizonte de salvación (28). Favorecida: la que goza del pleno favor divino; amor de Dios a los israelitas fieles; el Señor está contigo: fórmula usual en Lucas para indicar la solicitud de DIos por un determinado personaje (Lc 1,66; Hch 7,9; 10,38; 11,21; 18,10; cf. Dt 2,7; 20,1, etc). El saludo no provoca temor (cf. 1,12).

Te ha concedido un favor (30: cf. Gn 6,8; Jue 6,17, etc.); Dios miró a Israel con favor en el momento de su elección; la fidelidad de este Israel pobre le asegura ese favor en el presente. José, el descendiente de David (27), no tiene papel alguno en el plan anunciado por el ángel, Jesús (31) = Dios salva; será María quien imponga nombre a su hijo (cf. 1,13), es decir, éste continuará la línea de la madre, no la de José. Hijo del Altísimo (designación divina de alcance universal) (32), no de David, ni de otro padre humano; "ser hijo", no significa solamente nacer por obra de un padre, sino sobre todo heredar la tradición que éste transmite y tener por modelo de comportamiento al padre; no será David el modelo de Jesús; su mensaje vendrá directamente de Dios, su Padre, y sólo éste será modelo de su comportamiento. Grande, por su filiación divina (no sólo "a los ojos del Señor", cf. 1,15); lo llamarán, lo será y será reconocido por tal. David, su padre/antepasado; le corresponde la herencia de David (a través de José), pero el trono no lo obtendrá por pertenecer a su estirpe, sino por decisión de Dios (32; le dará, no "heredará"). En Jesús se cumplirá la promesa dinástica /2 Sm 7,12), pero no será el hijo/sucesor de David (Lc 20,41-44); sino algo completamente nuevo, aunque igualmente perpetuo (Dn 2,22; 7,14). La casa de Jacob (33), las doce tribus, el Israel escatológico.

María no pide pruebas (cf. 1,18), pregunta el modo como esto puede realizarse (34). No vivo con un hombre (lit. "no estoy conociendo varón"): el Israel fiel no espera vida/fecundidad de los hombres, ni siquiera de la línea davídica (José), sino sólo de Dios, aunque no sabe cómo.

Diferencia con Juan Bautista: éste recibe el Espíritu Santo antes de nacer (1,15); Jesús es concebido por obra del Espíritu, la fuerza creadora de Dios (35: fuerza del Altísimo). Te cubrirá con su sombra: se insinúa la idea de "la gloria de Dios" (Éx 40,38; "nube", presencia activa de Dios). La concepción, nuevo acto creador (Espíritu Santo): nace un nuevo Adán, comienza una nueva humanidad. Consagrado, Hijo de Dios, designaciones mesiánicas (Sal 2,7; Lc 4,34). El ángel añade una señal: la fecundidad de Isabel, vieja y estéril, es prueba de la fuerza creadora de Dios (36s).

María no es "una sierva", sino la sierva del Señor (38), representado al Israel fiel (Is 48,8.9.20; 49,3; Jr 46,27s). Su fe contrasta con la incredulidad de Zacarías (1,20).

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