Primera Lectura. 1 Juan 3,7-10.
Explicación.
Este criterio permite
discernir más allá de las palabras (10).
Salmo 98,1.7-9.
(Sal 96; Is 40-55)
Evangelio. Juan 1,35-42.
35. Al día siguiente, de nuevo estaba presente Juan con dos de sus discípulos
36. y, fijando la vista en Jesús que caminaba, dijo:
- Mirad el Cordero de Dios.
37. Al escuchar sus palabras, los dos discípulos siguieron a Jesús.
38. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les preguntó:
- ¿Qué buscáis?
Le contestaron:
-Rabbí (que equivale a “Maestro”), ¿dónde vives?
39. Les dijo:
- Venid y lo veréis.
Llegaron, vieron dónde vivía y aquel mismo día se quedaron a vivir con él; era alrededor de la hora décima.
40. Uno de los dos que escucharon a Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro;
41. fue a buscar primero a su hermano carnal Simón y le dijo:
- Hemos encontrado al Mesías (que significa “Ungido).
42. Lo condujo a Jesús. Jesús, fijando la vista en él, le dijo:
- Tú eres Simón, el hijo de Juan; a ti te llamarán Cefas (que significa “Piedra”).
7Hijos, que nadie os
extravíe: quien practica la justicia es justo, como justo es él; 8quien comete
el pecado es del Enemigo, que ha sido pecador desde el principio. Precisamente
para esto se manifestó el Hijo de Dios, para deshacer las obras del Enemigo.
9Quien vive como
nacido de Dios no comete pecado, porque lleva dentro la semilla de Dios; es
más, porque vive como nacido de Dios, le resulta imposible pecar.
10Con esto queda
patente quiénes son los hijos de Dios y quiénes los hijos del Enemigo. Quien no
practica la justicia, o sea, quien no ama a su hermano, no es de Dios; Explicación.
Peligro por la doctrina
de los disidentes (7-8): la conducta manifiesta el ser de la persona y muestra
a quién da el hombre su adhesión profunda y qué valores inspiran su conducta. El
Enemigo, gr. diabolos, «enemigo, adversario", personificación del principio inspirador del sistema
injusto y opresor del hombre (cf. Jn 8,44); desde el principio, alusión a
la tentación del paraíso. La obra de Jesús tendía precisamente a echar abajo el
sistema injusto (8b).
Vive como nacido
de Dios (9), traducción del
perfecto griego, que no denota solamente el acto de nacer, sino también el
influjo permanente de esa realidad en el curso de la existencia. Quien vive como
hijo de Dios no comete injusticia, pues el hijo se comporta como su Padre (cf. Jn 5,19;
8,39); semilla, gr. sperma, cf. Jn 8,37: descendencia (sperma)
de Abrahán.
Salmo 98,1.7-9.
(Sal 96; Is 40-55)
1Cantad al Señor un cántico nuevo
porque ha hecho maravillas;
porque ha hecho maravillas;
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
7Retumbe el mar y cuanto contiene,
el orbe y cuantos lo habitan;
8batan palmas los ríos
el orbe y cuantos lo habitan;
8batan palmas los ríos
aclamen juntas las montañas
9delante del Señor, que ya llega,
a regir la tierra.
9delante del Señor, que ya llega,
a regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia,
a los pueblos con rectitud.
Explicación.
98,1 Ap 5,9; 14,3.
98,1-3 Notamos
una "victoria" singular y "maravillas" plurales. La explicación está en
el "recuerdo" del Señor, el cual ha sido coherente con su modo de
proceder, ha mantenido su "lealtad". La acción ha sido a favor de Israel
y "justa", la manifestación es universal: Israel es escenario de la
actuación de Dios.
98,7-8 También los ruidos de la naturaleza pueden incorporarse a la música: véanse Is 44,23; 49,13; 55,12.
98,9 "Viene":
verbo poco frecuente predicado en sentido positivo de Dios;
particularmente próximo es Is 40,5.10. El verbo tiene en primer lugar un
significado espacial; en hebreo adquiere también un sentido temporal:
el por-venir, el tiempo venidero, el año que viene. Este significado
añadido abre el salmo a una proyección escatológica.
Trasposición cristiana.
El tema del
"venir" se realiza en el "adviento", en el Mesías "que ha de venir";
doble adviento, histórico y escatológico; ambos celebrados en nuestro
adviento litúrgico. El segundo tema es el reinado, dominante en el NT:
universal y justo. Al "cántico nuevo" se refiere Ap 5,9s.
Discípulos de Juan siguen a Jesús.
35. Al día siguiente, de nuevo estaba presente Juan con dos de sus discípulos
36. y, fijando la vista en Jesús que caminaba, dijo:
- Mirad el Cordero de Dios.
37. Al escuchar sus palabras, los dos discípulos siguieron a Jesús.
38. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les preguntó:
- ¿Qué buscáis?
Le contestaron:
-Rabbí (que equivale a “Maestro”), ¿dónde vives?
39. Les dijo:
- Venid y lo veréis.
Llegaron, vieron dónde vivía y aquel mismo día se quedaron a vivir con él; era alrededor de la hora décima.
40. Uno de los dos que escucharon a Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro;
41. fue a buscar primero a su hermano carnal Simón y le dijo:
- Hemos encontrado al Mesías (que significa “Ungido).
42. Lo condujo a Jesús. Jesús, fijando la vista en él, le dijo:
- Tú eres Simón, el hijo de Juan; a ti te llamarán Cefas (que significa “Piedra”).
Explicación.
35-42.
Tercer día. Jesús camina, ha empezado su misión. Los dos discípulos de
Juan oyen la declaración de éste (36), que resume la pronunciada antes
(1,29-34); comprenden al Mesías como portador y comunicador del
Espíritu, y siguen a Jesús.
Jesús vive en la esfera del Espíritu, que
es la de Dios y que no puede conocerse más que por experiencia (39: lo
veréis). Los dos discípulos se quedan con él en esa esfera. Anticipa Jn
el estado ideal de la comunidad cristiana. La hora décima (las cuatro de
la tarde) está cerca del final del día (la hora duodécima): Israel está
para terminar su historia.
Un discípulo, Andrés (=el varonil; cf.
1,30: un varón), el hombre llegado a su madurez, ha escuchado a Juan
(37.40). Simón Pedro, figura conocida, no lo ha escuchado, y no conoce
la calidad del Mesías (40).
Andrés le habla de Jesús como Mesías, indicando así cuál era la expectación de su hermano Pedro (41). Éste se deja conducir. Jesús le anuncia que será llamado Piedra, pero no lo invita a seguirlo ni Pedro se ofrece. Al contrario que Andrés, Pedro no manifiesta reacción alguna después de su contacto con Jesús.
Andrés le habla de Jesús como Mesías, indicando así cuál era la expectación de su hermano Pedro (41). Éste se deja conducir. Jesús le anuncia que será llamado Piedra, pero no lo invita a seguirlo ni Pedro se ofrece. Al contrario que Andrés, Pedro no manifiesta reacción alguna después de su contacto con Jesús.
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