PRIMERA LECTURA. Hechos 14,19-28.
19 Pero se presentaron unos judíos de Antioquía y de Iconio y se ganaron el gentío; apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, dándolo ya por muerto.
20a Pero, cuando lo rodearon los discípulos, él se levantó y entró en la ciudad.
20b Al día siguiente salió con Bernabé para Derbe.
21 Después de anunciar la buena noticia en aquella ciudad y de ganar numerosos discípulos, regresaron a Listra, a Iconio y a Antioquía,
22 afianzando el ánimo de los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe diciendo:
- Tenemos que pasar mucho para entrar en el reino de Dios.
23 En cada comunidad les designaban responsables, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído.
24 Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia.
25 Predicaron el mensaje en Perge, bajaron a Atalía,
26 y de allí zarparon para Antioquía, su punto de partida, donde habían sido encomendados a favor de Dios para la obra que habían cumplido.
27 Al llegar, reunieron a la comunidad y se pusieron a contarles lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto a los paganos la puerta de la fe.
28 Se detuvieron allí por algún tiempo con los discípulos.
EXPLICACIÓN.
Continúa la persecución implacable por parte de los judíos (19a). La lapidación de Pablo recuerda la de Esteban (cf. 7,58), pero con los términos invertidos: primero apedrean a Pablo y luego lo sacan de la ciudad dándolo por muerto (19b). Los judíos no le perdonan que no haya impuesto a los paganos la circuncisión y la observancia de la Ley. El judaísmo ha roto con Pablo (19c: "dándolo ya por muerto"). Éste revive en la comunidad de origen pagano (20a).
20b-28 Pablo asume de nuevo la iniciativa (20b). Él y Bernabé visitan a la inversa las comunidades antes fundadas, sin ser obstaculizados ya por los judíos (recuérdese v.19c) (21). Se nota ahora la mano de Bernabé (cf. 11,23); primera mención del reinado de Dios en la misión: éste no es una realidad de triunfo, se implanta en medio de la tribulación, que es inevitable (22, cf. Mc 10,30). Organización de las comunidades fundadas a la ida mediante el establecimiento de un consejo de presbíteros, a imitación de la iglesia de Jerusalén (23, cf. 11,30). Regreso a Antioquía, una vez cumplida la misión (26, cf. 13,2). Informan a la comunidad sobre el éxito de la misión en su doble vertiente: los beneficios divinos que han experimentado en su persona y la apertura al mundo pagano (27). La primera fase de la misión concluye en Antioquía, donde había empezado.
SALMO. 145,10-13.21.
21Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
Había predicho la traición que lo llevaría a la muerte (13,19); ahora predice los efectos de ésta: el triunfo de la vida (29). La marcha es inminente (30). El jefe del orden este, personificación del poder opresor. Jesús no está en absoluto sometido a ese poder, ni ése puede pretender autoridad sobre él ni derecho a detenerlo y condenarlo. Pero va a aceptar el enfrentamiento para mostrar a la humanidad su amor al Padre (cf. 8,28) (31), llevando a cabo su obra aun a costa de su propia vida (10,17). La muerte de Jesús debe convencer a todos de la autenticidad de su mensaje y de su fidelidad al que lo envió.
La exhortación a salir (Levantaos, vámonos de aquí), después de anunciar la llegada del jefe del orden este (30), tiene un tono de desafío que se convierte en consigna para toda la comunidad. Como Jesús, ésta ha de afrontar la hostilidad del mundo.
Estas palabras dividen el discurso de la cena en dos partes. En la primera, la instrucción de Jesús, de obra y de palabra, se ha referido a la constitución de la comunidad; en la segunda (caps. 15-16) va a tratar de su identidad y misión en medio del mundo. La invitación a marcharse con él indica precisamente la diferencia de tema. Jesús va a marcharse con el Padre pasando a través del mundo de tiniebla y muerte, y en este paso se lleva a los suyos consigo. La constitución de la comunidad se ha hecho dentro de casa, pero su camino está fuera, en medio de la humanidad oprimida y en oposición a los poderes opresores.
SÍNTESIS.
La muerte de Jesús no interrumpe su presencia entre los suyos. Mirando a su desenlace, debe ser motivo de alegría, pues significa la culminación de su misión y la realización de su obra, su estado definitivo con el Padre. Toca ahora ver la misión del grupo en la humanidad y la oposición que va a encontrar.
19 Pero se presentaron unos judíos de Antioquía y de Iconio y se ganaron el gentío; apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, dándolo ya por muerto.
20a Pero, cuando lo rodearon los discípulos, él se levantó y entró en la ciudad.
20b Al día siguiente salió con Bernabé para Derbe.
21 Después de anunciar la buena noticia en aquella ciudad y de ganar numerosos discípulos, regresaron a Listra, a Iconio y a Antioquía,
22 afianzando el ánimo de los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe diciendo:
- Tenemos que pasar mucho para entrar en el reino de Dios.
23 En cada comunidad les designaban responsables, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído.
24 Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia.
25 Predicaron el mensaje en Perge, bajaron a Atalía,
26 y de allí zarparon para Antioquía, su punto de partida, donde habían sido encomendados a favor de Dios para la obra que habían cumplido.
27 Al llegar, reunieron a la comunidad y se pusieron a contarles lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto a los paganos la puerta de la fe.
28 Se detuvieron allí por algún tiempo con los discípulos.
EXPLICACIÓN.
Continúa la persecución implacable por parte de los judíos (19a). La lapidación de Pablo recuerda la de Esteban (cf. 7,58), pero con los términos invertidos: primero apedrean a Pablo y luego lo sacan de la ciudad dándolo por muerto (19b). Los judíos no le perdonan que no haya impuesto a los paganos la circuncisión y la observancia de la Ley. El judaísmo ha roto con Pablo (19c: "dándolo ya por muerto"). Éste revive en la comunidad de origen pagano (20a).
20b-28 Pablo asume de nuevo la iniciativa (20b). Él y Bernabé visitan a la inversa las comunidades antes fundadas, sin ser obstaculizados ya por los judíos (recuérdese v.19c) (21). Se nota ahora la mano de Bernabé (cf. 11,23); primera mención del reinado de Dios en la misión: éste no es una realidad de triunfo, se implanta en medio de la tribulación, que es inevitable (22, cf. Mc 10,30). Organización de las comunidades fundadas a la ida mediante el establecimiento de un consejo de presbíteros, a imitación de la iglesia de Jerusalén (23, cf. 11,30). Regreso a Antioquía, una vez cumplida la misión (26, cf. 13,2). Informan a la comunidad sobre el éxito de la misión en su doble vertiente: los beneficios divinos que han experimentado en su persona y la apertura al mundo pagano (27). La primera fase de la misión concluye en Antioquía, donde había empezado.
SALMO. 145,10-13.21.
10Que
te alaben, Señor, todas tus creaturas,
que tus leales te bendigan,
que tus leales te bendigan,
11que proclamen
la gloria de tu reinado,
que cuenten tus hazañas,
que cuenten tus hazañas,
12explicando
tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
la gloria y majestad de tu reinado.
13Tu reinado
es un reinado eterno,
tu gobierno,
de generación en generación. 21Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente
bendiga
su
santo nombre por siempre jamás.
Explicación.
145,10 La
alabanza de todas las criaturas es el tema del salmo 148. De ellas se destaca
el grupo de los "leales" o vasallos.
145,11-13
Los versos centrales recogen el título inicial, "Rey mío" e insisten
en él. El salmo no piensa en un rey terreno ni en un territorio nacional con su
capital: acepta la situación que precede y sigue a la monarquía. En
compensación, se coloca en un reino más glorioso: divino, universal y perpetuo.
En este puesto falta el verso de la letra N. Las versiones antiguas suponen un
texto semejante al v. 17: "El Señor es de fiar en todas sus palabras, es leal
en todas sus acciones".
145,21 Sobre
el título Santo puede verse el Sal 99.
Trasposición
cristiana.
Puesto
en boca de Cristo y de la Iglesia, enriquece el sentido de los predicados que
el Hijo tributa al Padre y la Iglesia dedica a su rey, Jesucristo.
EVANGELIO. Juan 14,27-31.
Colofón: La despedida.
(Jn 14, 27-31)
14, 27. “Paz” es mi despedida; paz os deseo, la mía, pero yo no me despido como se despide todo el mundo. No estéis intranquilos ni tengáis miedo;
28. habéis oído lo que os dije: que me marcho para volver con vosotros. Si me amarais os alegraríais de que vaya con el Padre, porque el Padre es más que yo.
29. Os lo dejo dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda lleguéis a creer.
30. Ya no hay tiempo para hablar largo, porque está para llegar el jefe del orden este. No es que él pueda nada contra mí,
31. sino que así comprenderá el mundo que amo al Padre y que cumplo exactamente lo que me mandó. ¡Levantaos, vámonos de aquí!
EXPLICACIÓN.
27-31. Desear la paz (27) era el saludo ordinario al llegar y al despedirse. La despedida y el saludo de Jesús no son, como los ordinarios, triviales. Tampoco se despide como todos, pues, aunque se va, no va a estar ausente (28). Ir al Padre, aunque sea a través de la muerte, no es una tragedia, puesto que su muerte va a ser la manifestación suprema del amor del Padre (12,27s). El Padre es más que Jesús, porque en él Jesús tiene su origen (1,32; 3,13.31; 6,61), el Padre lo ha consagrado y enviado (10,36) y todo lo que tiene procede del Padre (3,35; 5,26s; 17,7).
(Jn 14, 27-31)
14, 27. “Paz” es mi despedida; paz os deseo, la mía, pero yo no me despido como se despide todo el mundo. No estéis intranquilos ni tengáis miedo;
28. habéis oído lo que os dije: que me marcho para volver con vosotros. Si me amarais os alegraríais de que vaya con el Padre, porque el Padre es más que yo.
29. Os lo dejo dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda lleguéis a creer.
30. Ya no hay tiempo para hablar largo, porque está para llegar el jefe del orden este. No es que él pueda nada contra mí,
31. sino que así comprenderá el mundo que amo al Padre y que cumplo exactamente lo que me mandó. ¡Levantaos, vámonos de aquí!
EXPLICACIÓN.
27-31. Desear la paz (27) era el saludo ordinario al llegar y al despedirse. La despedida y el saludo de Jesús no son, como los ordinarios, triviales. Tampoco se despide como todos, pues, aunque se va, no va a estar ausente (28). Ir al Padre, aunque sea a través de la muerte, no es una tragedia, puesto que su muerte va a ser la manifestación suprema del amor del Padre (12,27s). El Padre es más que Jesús, porque en él Jesús tiene su origen (1,32; 3,13.31; 6,61), el Padre lo ha consagrado y enviado (10,36) y todo lo que tiene procede del Padre (3,35; 5,26s; 17,7).
Había predicho la traición que lo llevaría a la muerte (13,19); ahora predice los efectos de ésta: el triunfo de la vida (29). La marcha es inminente (30). El jefe del orden este, personificación del poder opresor. Jesús no está en absoluto sometido a ese poder, ni ése puede pretender autoridad sobre él ni derecho a detenerlo y condenarlo. Pero va a aceptar el enfrentamiento para mostrar a la humanidad su amor al Padre (cf. 8,28) (31), llevando a cabo su obra aun a costa de su propia vida (10,17). La muerte de Jesús debe convencer a todos de la autenticidad de su mensaje y de su fidelidad al que lo envió.
La exhortación a salir (Levantaos, vámonos de aquí), después de anunciar la llegada del jefe del orden este (30), tiene un tono de desafío que se convierte en consigna para toda la comunidad. Como Jesús, ésta ha de afrontar la hostilidad del mundo.
Estas palabras dividen el discurso de la cena en dos partes. En la primera, la instrucción de Jesús, de obra y de palabra, se ha referido a la constitución de la comunidad; en la segunda (caps. 15-16) va a tratar de su identidad y misión en medio del mundo. La invitación a marcharse con él indica precisamente la diferencia de tema. Jesús va a marcharse con el Padre pasando a través del mundo de tiniebla y muerte, y en este paso se lleva a los suyos consigo. La constitución de la comunidad se ha hecho dentro de casa, pero su camino está fuera, en medio de la humanidad oprimida y en oposición a los poderes opresores.
SÍNTESIS.
La muerte de Jesús no interrumpe su presencia entre los suyos. Mirando a su desenlace, debe ser motivo de alegría, pues significa la culminación de su misión y la realización de su obra, su estado definitivo con el Padre. Toca ahora ver la misión del grupo en la humanidad y la oposición que va a encontrar.